Fausto Triana - AIN.- Una semana después de su inicio, el 35 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano en esta capital comienza su cuenta regresiva, con muchos favoritos y las eternas discrepancias entre público y crítica.
Todo de momento se queda en el estrato de los rumores y la dicotomía de elegir vuelve a ser inquietante. Es difícil decir si la calidad de las películas y documentales en concurso quedaron por debajo de la anterior edición.
Sin embargo, una afirmación, si bien lapidaria, se antoja sincera: la gran película no vino a La Habana este año o al menos largometrajes de ficción con ese rango escasean.
A primera vista, México parece el elegido en muchos sentidos. No es una sorpresa por tradición e historia, pero lo interesante es que proyecta el deseo de domina varios apartados con cineastas jóvenes y debutantes.
De los mexicanos se revela un nivel de factura y trama de notable nivel en películas de temas diversos como La jaula de oro, Heli, Club Sándwich y Tercera llamada.
Candidata de fuerza al Coral de La Habana en la categoría de Operas Primas, La jaula de oro es también aspirante al lauro Glauber Rocha de los medios extranjeros con el auspicio de Prensa Latina.
Una historia de emigrantes tiene pocos resquicios novedosos en su cruda realidad, pero hay miradas de largo alcance que sorprenden y atrapan, como La Jaula de Oro.
Volver sobre caminos trillados supone un gran riesgo para los realizadores. Diego Quemada-Diez, español también con nacionalidad mexicana, se tomó casi ocho años para adelantar su proyecto.
Heli, de Amat Escalante, es otro pasaje lleno de crudeza -tal vez extrema- que retrata sin ambages el flagelo del narcotráfico. Una noticia cotidiana en México que arranca vidas y destruye familias de manera descarnada.
Frente a lo repulsivo de la incisiva mirada de Escalante al fenómeno de la droga, Fernando Eimbcke ofrece un relajante y simpático viaje por la iniciación sexual y el papel de las madres en su delicioso Club Sándwich.
Luego, Tercera llamada, punzante en la conformación y avatares de la puesta en escena de la adaptación de Calígula, de Albert Camus, y con el uso del humor para abordar el individualismo, la decadencia y la fractura de un país.
No se puede pasar por alto a Wakolda, de Lucía Puenzo, que ensaya su primer thriler con originalidad y exquisita factura, aunque se quede a pocos metros de la orilla para profundizar en el caso de los criminales nazis en Sudamérica.
La realizadora argentina, hija de Luis Puenzo (Oscar por La historia oficial), presenta un producto de alta calidad marcado por el suspenso a partir de la evidente presencia de Joseph Mengele en Bariloche, Argentina.
Por último en este apretado repaso, la perspectiva fresca y original del realizador Juan Carlos Valdivia en el reflejo de la problemática de las culturas, la identidad y la perspectiva actual en Bolivia.
Después de Zona Sur, que en 2010 conquistó las simpatías del jurado en el Festival de Biarritz, Francia, Valdivia se enfrascó en el proyecto Tierra sin Mal (Yvy Marey).
Se trata de una hermosa reflexión "del otro", en especial cuando la ecuación en Bolivia ha cambiado a partir de la asunción al poder de Evo Morales. Los indios y los blancos o mestizos, inmersos en un nuevo tipo de relación.
