Jorge Luis Merencio Cautín - Granma.- Hace veinte años, el 3 de febrero de 1994, el General de Ejército Raúl Castro inauguró en Limonar de Monte Ruz, Guantánamo, el Centro para el Desarrollo de la Montaña (CDM), institución del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente encargada del impulso de tecnologías sostenibles para las zonas serranas.

En otras palabras, este colectivo, único de su tipo en el país por la diversidad de disciplinas científicas atendidas (agropecuaria, social, biotecnológica, ecológica, obtención de renglones naturales a base de plantas, servicios microbiológicos y de caracterización agroquímica del suelo) tiene la encomienda de lograr la sostenibilidad productiva en la montaña y elevar la calidad de vida de sus pobladores, sin agredir al entorno.

Sus investigadores, aún jóvenes en su gran mayoría, han logrado gerenciar numerosos proyectos nacionales del programa de ciencia y tecnología, y el reconocimiento a su instalación como Centro de Referencia para el intercambio en materia de ciencia de montaña.

Como parte de la integración del sistema de ciencia cubano, el colectivo tiene participación destacada en el proyecto nacional para el empleo curativo de la toxina liofilizada del alacrán. Informes recientes del CITMA en el territorio aseguran que investigadores del CDM han desarrollado el estudio más completo sobre venómica (venenos y antídotos) farmacológica y de conservación genética de la fauna de escorpiones del macizo Nipe-Sagua-Baracoa.

Asimismo, lograron registrar las marcas comerciales Scorhprot y Toxal (productos naturales liofilizados) para su comercialización en países como China y Canadá; a la vez que, en colaboración con la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey desarrollan, a partir de cepas autóctonas de la zona, microorganismos benéficos que aumentan la velocidad y porcentaje de germinación de las semillas, así como el vigor y crecimiento de tallos y raíces. Ese producto ecológico, denominado IH-plus, forma parte del proyecto Biomas-Cuba y se emplea también como probiótico en la alimentación animal y como biofertilizante en los cultivos agrícolas.

Investigadores del CDM, asimismo, participan en un proyecto del Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria (CENSA) sobre desarrollo de agentes bioactivos para el manejo de plagas en fabáceas (leguminosas), mientras científicos de esta última institución se suman a un estudio del CDM sobre prospección de la flora, encaminado a la búsqueda de plantas con potencialidades para la salud humana, animal y vegetal.

El Centro de Desarrollo de la Montaña cuenta actualmente con siete doctores en formación, tres de los cuales son atendidos por el CENSA.

Interrogado por Granma sobre cuáles considera los principales aportes de la institución, el investigador auxiliar Jesús Martín Pérez, director del CDM, asegura que son tres grupos de resultados y que el primero de ellos es la formación de personas para trabajar transferencias de tecnologías e investigación, en condiciones de montaña. A nuestro colectivo —explica— no entró nadie con categoría científica, todos éramos jóvenes técnicos o profesionales en adiestramiento, y de los fundadores hoy casi todos somos investigadores auxiliares.

Un segundo grupo lo conforma la socialización de proyectos con la participación de los montañeses y la formación de cultura científica y medio ambiental en esos pobladores. Ejemplos de ello lo constituyen el estudio para la implementación de tecnologías sostenibles para el cultivo del coco, la zonificación agroecológica del cultivo del cacao en Cuba y el desarrollo de tecnologías para producciones agropecuarias en zonas vulnerables.

El tercer grupo de resultados tiene que ver con la conformación integral del trabajo de investigación en la montaña, expresa Jesús y argumenta: "Nuestros proyectos son integrales, no específicos para un cultivo ni para una línea de indagación".

Georgina Berroa Navarro, directora de ciencia, tercia en el diálogo para informar que el colectivo se enfrasca ahora en seis líneas de investigación: cambio climático en condiciones de montaña, bioprospección de la flora para su uso sostenible, prospección de recursos zoogenéticos para su manejo y producción en la serranía, recuperación de sectores degradados de la cuenca del río Toa, conservación y uso sostenible de la orquídeo-flora en el macizo Nipe-Sagua-Baracoa, y rescate de la biodiversidad autóctona de montaña.

"Todas estas líneas incluyen estudios sociales, pues iniciamos las investigaciones con el hombre y las concluimos con él, que es quien implementa las tecnologías. Nuestras áreas de examen no radican en el centro, sino en las cooperativas, las empresas y las restantes formas de producción", amplía la investigadora auxiliar.

El CDM ostenta por 13 ocasiones la condición de Vanguardia Nacional del Sindicato de la Ciencia, la Bandera de Honor de la UJC y otros numerosos reconocimientos, los cuales se condimentan con una dosis especial de sacrificio de la mayoría de sus integrantes, requeridos de laborar loma arriba (a 36 kilómetros de la cabecera provincial), de viajar casi a diario y de llegar a casa prácticamente cuando la ciudad se prepara para reposar.