Sinopsis de "Conducta": Chala tiene once años, vive solo con su madre adicta y entrena perros de pelea para buscar un sustento económico. Este entorno de violencia a veces sale a relucir en la escuela. Carmela es su maestra de sexto grado y el muchacho siente un gran respeto por ella; pero cuando Carmela enferma y se ve obligada a abandonar el aula durante varios meses, una nueva profesora, incapaz de manejar el carácter de Chala, lo traslada a una escuela de conducta. A su regreso, Carmela se opone a esta medida y a otras transformaciones ocurridas en su clase. La relación entre la veterana maestra y el niño se hace cada vez más fuerte, pero este compromiso pondrá en riesgo la permanencia de ambos en la escuela.


CONDUCTA, una película oportuna y necesaria

Enrique Colina - Blog "Cubanos en 1er plano".- Hace muchos años que dejé de ejercer la crítica de cine, aunque en esencia, más que discurrir sobre la cinematografía en sí misma y la valoración purista de su discurso artístico, mi intención siempre fue la de acercarme al análisis de la realidad a través del cine. Aclaro entonces que esta no es una crítica de cine.

Conducta, el más reciente filme cubano del realizador Ernesto Daranas, me convida a reflexionar sobre ese soporte ético fundamental en el que la Revolución Cubana construyó su proyecto social: la honestidad del hombre y, en consecuencia, una solidaridad humana basada en la integridad de sus principios y el respeto a su dignidad.

Nadie puede negar la deformación de valores provocada por la esclerosis de un proceso estancado en una práctica burocrática, retórica y autoritaria, paradójicamente inspirada en un ideal de justicia social, pero sorda y de espaldas a las advertencias y al reclamo de cambios de una sociedad empobrecida y sumida en la evocación de los sueños heroicos. El individuo es sujeto y objeto de esa realidad, pero al discriminar su papel protagónico y activo en su transformación lo convierte meramente en su receptor pasivo. Si Descartes proponía aquello de, "pienso, luego existo", es inevitable entonces la inversión materialista de su tesis en, "existo, luego pienso"… Y materialista es sin dudas que quien vive en la mierda se comporta como la mierda. Aunque siempre, por aquello de la negación de la negación, hasta en la misma mierda -residuo orgánico que se convierte en abono-, existen los que se rebelan contra la mierda. 

De forma más refinada, artística y sensible creo que Conducta refleja esta tesis. Y así como el cine cubano en distintas etapas de su desarrollo ha sabido detectar y diagnosticar los síntomas, las causas y consecuencias de este deterioro -no sin sufrir el acoso dogmático y represivo de los promotores del mismo, pero siempre en pie de lucha-, este filme se inserta en esta tradición del auténtico compromiso humanista revolucionario.

Conducta refleja el mundo marginal provocado por las carencias materiales de esa realidad social ignorada por los medios, donde buscarse la vida pasa por las formas ilegales y por aquellas que no deberían serlo, pero que una legislación arbitraria y restrictiva, basada en preceptos de un socialismo equivocado, ha impregnado de prohibiciones y tabúes la existencia ciudadana coartando la iniciativa individual. Dentro de este contexto agresivo donde la frustración incuba una violencia todavía confinada, se debate la preservación de la espiritualidad, humanidad y futuro de los protagonistas de su historia. El niño es el objeto debatido, la metáfora de un futuro incierto sólo hipotéticamente rescatable gracias a la consecuencia y al compromiso ético de una educadora dispuesta a enfrentar el acoso de una estructura marcada por el mecanicismo burocrático, hipócrita e insensible, que la misma deformación sistémica ha engendrado en todas sus expresiones institucionales. Ese personaje censor que decide lo que es correcto políticamente y se cuida bien de silenciar las disonancias que incomoden a sus superiores y pongan su confiabilidad en entredicho afectando sus mezquinos intereses. Conflicto de rescate en un entorno presente de naufragios y fracasos, aquí referido al ámbito educacional y por tanto a la proyección futura de una sociedad donde se dirime la preservación de un hombre dispuesto a decir lo que piensa, a defender sus criterios y a afrontar las consecuencias de sus actos.

Pero la película, como arte auténtico y conmovedor es la atalaya desde la que se vislumbra y constata una realidad muy difícil de cambiar, un llamado de emergencia más movilizador que todas las arengas reformistas en favor de un cambio de mentalidad, sobre todo cuando las causas de la realidad deformante permanecen intactas. A saber, estructuras verticales y rígidas que inspeccionan con rigor sus propias grietas oxidadas para supuestamente poner orden desde una cima de poder incuestionado y rígido, como el modelo militar en el que se inspiran. Rigor cuartelario que se obstina si descubre que su discurso es cuestionado o, como en el filme, si una estampita religiosa colocada por la iniciativa de una niña aparece en el mural de la escuela, metáfora del altar de culto a una prédica retórica e inmovilista.

Conducta me hace pensar en todo esto que he escrito, al igual que debo reconocer que su producción y exhibición pública es un buen síntoma de desahogo, que suma participación colectiva a la reflexión sobre nuestro presente y futuro nacional con una invitación tácita a imitar, por la producción de la película en sí misma y por el personaje de la maestra de su historia, la conducta de civismo público de la que tanto estamos necesitados. Su final queda abierto como el grito de auxilio esperanzado que el futuro le hace al presente, que todavía hoy, a pesar de los pesares, defiende su esencia humanista más auténtica con los cojones de esa maestra que no se retira ni renuncia a la lucha.

No señalo nada acerca de sus valores estéticos, que ya los críticos sabrán valorar, porque están implícitos en esa autenticidad conmovedora con que sus personajes y situaciones reflejan estas ideas.

El espíritu polémico, artístico y comprometido con su realidad del cine cubano sigue vivo y se mantendrá con películas como esta.

Conducta: Un filme de Ernesto Daranas que hará época

Paquita Armas Fonseca - Cubadebate.- Tuve el privilegio de ver el filme Conducta con un grupo de amigos, parte del elenco y su director Ernesto Daranas.  Aunque ya me habían dicho que era un filme duro pero muy conmovedor,  me descubrí sollozando como uno que otro asistente a la presentación, nada oficial de la última cinta del laureado director  de Los dioses rotos (su ópera prima),  Los últimos gaiteros de La Habana, y el telefilme ¿La vida en rosa?, por señalar tres de sus obras más premiadas.

Apuesto desde ya que esta pieza, no por ser la última realizada, hará que Ernesto Daranas como guionista y director aparezca no sólo en los medios de prensa, sino que ese nombre caminará de boca en boca, fundamentalmente entre los maestros, porque su primer gran mérito es, sin dudas, reivindicar  a ese profesional que marca la historia de todos los seres humanos que asisten a  una escuela.

Y los marca no sólo si son excepcionalmente buenos como Carmela, es que la naturaleza de su labor radica en  sembrar  mentes vírgenes, de niñas y niños, que al cabo hasta de décadas recordarán un regaño o un reconocimiento.

Pero Conducta con una excelente dirección de actores va más allá: desnuda los avatares  de personas  con serios conflictos como Sonia, la drogadicta dibujada por Yuliet Cruz;  Pablo, encarnado por Héctor Noa, un “palestino” blanco, casi de ojos arios, para romper el esquema y el peleador de perros Ignacio, un joven bueno a pesar de lo brutal de su oficio,  a quien le da vida Armando Miguel Gómez. Los tres de alguna manera violan la ley (que no es tan santa) y hacen responsables de esos actos a estudiantes de primaria,

Amaly Junco, Marielys Cejas, Silvia águila, Tomás Cao, Aramís Delgado y un grupo de niños y niñas conforman el cuerpo actoral.

¡Por supuesto, ese no es todo el elenco!: sin la consagrada Alina Rodríguez, una actriz que todo lo que toca lo convierte en oro, pero aquí logró los 24 kilates y el niño Armando Valdés Freire,  un Chala tan convincente en los momentos de tristeza, enamoramiento o en esos actos comunes de los pequeños; Conducta no sería lo que: una lección de arte en la que un buen maestro puede influir para que aflore lo provechoso del peor de sus alumnos. Cada uno contará la historia de cómo lograron comunicarse entre ellos, y con los otros, para convencernos a todos que es posible moldear a un ser humano.

Daranas no deja ahí la historia: la burocracia, malas decisiones, intolerancia,  hacen que las vidas de Carmela y Chala sean mucho más difícil de lo que hubieran sido si estuvieran rodeados por personas con sentido común.

Al guión y dirección de actores se une una espléndida fotografía de Alejandro Pérez, el montaje justo  de Pedro Suarez, la dirección de arte necesaria de Erick Grass, el diseño de vestuario y maquillaje de Vladimir Cuenca, el de banda sonora de Osmany Olivare; la música original de Juan Antonio Leyva y Magda Rosa Galbán y la directora de producción Esther Massero.

He dejado fuera del equipo con toda intención a Mariela López, la directora de casting, que “andando La Habana” encontró los niños y niñas que podrían dar cuerpo a esos muchachos que van a clases, juegan, se fajan y  lloran sin que una piense que están actuando, porque de actores no tienen nada, simplemente son niños. No por gusto Daranas escogió para esa decisiva función a la directora de La sombrilla amarilla y Mucho ruido, por situar sólo dos de sus obras.

Un buen punto se anotó RTV comercial que, junto al ICAIC, el Ministerio de Cultura y  la Facultad de medios de comunicación del ISA, logró dar cuerpo a esta historia contada con tanto amor que uno se enamora hasta de los paisajes nada atrayentes de la Habana, donde, por supuesto iba a filmar Daranas un capitalino de pura cepa.

Entre las personas con las que compartí  esa presentación de Conducta había algunos maestros que sugirieron se proyectara la película a los profesionales de la educación, y alguien propuso que cuando la película  se estrene el seis de febrero en todos los cines del país, la televisión inicie la retransmisión de la serie Blanco y negro ¡no!, de Charlie Medina, que aunque filmada hace unos años por el tratamiento  humano conserva plena vigencia.

Con Conducta en 100 minutos se logra situar en el lugar que merece al maestro, no sólo por las historias que cuenta sino porque cada  minuto es un minuto de arte, la única manifestación humana capaz de tocar el alma y apelar a la inteligencia de las personas.

Conducta: filme duro, sentimental y “agarra pescuezo”

Rolando Pérez Betancourt - Granma.- Ya desde sus días de la radio, Ernesto Daranas puso las cartas sobre la mesa: lo suyo era el drama y, a la par, recursos del melodrama, un género encaminado a obtener intensas reacciones emocionales en el receptor.

Si escribo “recursos del melodrama” y no melodrama a secas, se debe a que el género se ha desvirtuado de tal manera que hoy día es sinónimo de producto hacedero y manipulador de hechos y sentimientos.

Afirmar durante cualquier conversación exploratoria que una película es melodramática (y no alegar nada más) es como arrojarla por la borda, directamente a la boca de los tiburones. Ello hace que el género por excelencia con el que lloraron nuestros padres y abuelos esté apareciendo poco en la cartelera internacional y, la mayor parte de las veces, con sus componentes básicos hábilmente enmascarados.

Hay filmes, sin embargo, que aceptan el reto de narrar desde el vapuleado melodrama y sumergiéndose en él se anotan un triunfo inobjetable. Bastaría recordar Bailando en la oscuridad (2000) del danés Lars von Trier.

Otros toman sustancias fundamentales del género y lo ligan con eficacia a elementos y estructuras narrativas que se acentúan en función de un producto artístico más abarcador y elaborado. Tal es el caso de Los dioses rotos (2008), el debut por lo alto en el cine de ficción del propio Daranas, filme con el que cabe preguntarse por qué no tuvo un mayor éxito internacional.

Al igual que en Los dioses rotos, esos factores de exaltación dramática vuelven a estar en Conducta, aunque esta vez más remarcables en un guión perfectamente balanceado y que no oculta su intención de estremecer al espectador como vía expedita al razonamiento.

Estremecerlo y ganárselo, como dicta la regla.

Si antes de ver el filme se hiciera un frío balance de los componentes sentimentales que se conjugan en Conducta, el resultado sería una lista apabullante que bien pudiera remitir a los tiempos del Chaplin de Vida de perros, o El chicuelo: madre alcohólica y ligera en amores, niño sentimental, buscavida y de mala cabeza, que además de no conocer a su padre se la “tiene que buscar” en la calle, maestra buena y achacosa que sufre un infarto en plena vía pública, inspectores intolerantes, policía en acecho, otro niño muy querido en la escuela que muere en un hospital, retrato de una parte extrema y no menos real de la sociedad, Habana profunda que en sus afanes de vida y subsistencia duele y, como hacían los antiguos griegos en sus melodramas, la música ganando protagonismo altisonante en cada situación tensa (excelente música la de Conducta, tanto la original, como la banda sonora).

El mérito de Daranas radica en buena medida en hacer un filme duro, sentimental y “agarra pescuezo” sin que el espectador, inmerso como está en la historia, se detenga a analizar (¿a quién se le ocurre?) la manera con que el director, conjugando fórmulas, reanima el género y al mismo tiempo, lo seduce.

A simple vista parecería que hablamos de eso que los críticos suelen denominar “un buen trabajo artesanal”, pero de ninguna manera. Sin una fina sensibilidad artística y un ojo afilado para trasponer del entorno social lo que el filme necesita, la película sería otra cosa. Y están sus componentes artísticos, integrados con eficacia: fotografía, ambientación, y un cuadro de actores en estado de gracia.

Hacía tiempo (¿o quizás nunca como ahora?) que no se veía a un elenco infantil desempeñarse con tanta naturalidad y aportando la nota de distensión que necesita la dureza del drama para no agobiar, aunque también haya rivalidad entre esos pequeños porque —ya se sabe— el director se aprovecha de cuanto le sirva para mantener en vilo la trama.

Niños que se enfrentan a la cámara sin el menor signo de teatralidad.

Y entre los niños, una presencia sencillamente magnetizadora, Armando Miguel Gómez, Chala, buscavida con madre vencida por el alcohol, a quien su veterana maestra (Alina Rodríguez) se empeña en rescatar de la sórdida existencia de la cual el pequeño no es responsable.

No sé de dónde sacaron a Armando Miguel, o si lo fabricaron, pero los que trabajaron con él, y lo que el niño aportó, es sostén esencial en Conducta, una película que habla de una maestra buena y de su lucha contra los dogmas de una escuela.

O lo que es igual, simbología sin par de una época obligada a hacer de la ética y otros valores humanos acompañantes, algo más que propósitos arduamente mencionados.

Conducta en los cines de Cuba

Javier Tamayo Ramírez - CubaSí.- Bajo el título de Conducta su director y guionista Ernesto Daranas Serrano caracteriza la educación cubana desde la relación afectiva de un alumno problemático con su maestra de primaria.

Bajo el título de Conducta su director y guionista Ernesto Daranas Serrano caracteriza la educación cubana desde la relación afectiva de un alumno problemático con su maestra de primaria. Esta nueva película cubana se estrena del 6 al 8 de febrero en los cines de la capital.

Muchas de las historias que se desarrollan en el aula y que se muestran en la cinta son basadas en hechos reales, comenta su director en conferencia de prensa.

Armando Valdés Freire de 14 años en el papel protagónico de Chala rebela que su carácter es completamente diferente al que desarrolla en la película y además que incursiona por primera vez como actor.

Todos los niños de este largometraje fueron escogidos en un casting en el que cuenta Valdés Freire que su decisión a participar en él fue inducida por su madre y no por voluntad propia.

Aunque la educación cubana sea el núcleo de esta historia, otras realidades de la isla son apreciadas en esta cinta, así lo expresa la actriz Alina Rodríguez desde su interpretación del personaje de Carmela. 

Daranas declaró que “el papel de Carmela no es un capricho sino que hay muchas maestras así en nuestro país”.

Conducta guarda relación con otras películas de Ernesto Daranas como los Dioses Rotos del 2008 en el tema de la marginalidad, además de integrar algunos de los actores de esta última como Silvia Valdés Freire.

CONDUCTA

Director: Ernesto Daranas Serrano. Una producción de MINCULT, ICAIC y RTV Comercial. Con la Colaboración de la Asociación Cubana del Audiovisual y la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual del ISA.

Sinopsis

Chala tiene once años, vive solo con su madre adicta y entrena perros de pelea para buscar un sustento económico. Este entorno de violencia a veces sale a relucir en la escuela. Carmela es su maestra de sexto grado y el muchacho siente un gran respeto por ella; pero cuando Carmela enferma y se ve obligada a abandonar el aula durante varios meses, una nueva profesora, incapaz de manejar el carácter de Chala, lo traslada a una escuela de conducta. A su regreso, Carmela se opone a esta medida y a otras transformaciones ocurridas en su clase. La relación entre la veterana maestra y el niño se hace cada vez más fuerte, pero este compromiso pondrá en riesgo la permanencia de ambos en la escuela.

Ficha artística

Carmela: Alina Rodríguez

Chala: Armando Valdés Freire

Raquel: Silvia Águila

Sonia: Yuliet Cruz

Ignacio: Armando Miguel Gómez

Yeni: Amaly Junco

Marta: Miriel Cejas

Mercedes: Idalmis García

Carlos: Tomás Cao

Pablo: Héctor Noas

Asesor: Aramís Delgado

Yoan: Yoan Angarica

Richard: Richard Andrade

“El niño”: Cristian Guerra

María Paula: Roxana Pérez

Policía: Roque Moreno

Mirta: Anniet Forte

Ficha técnica

Director y Guión: Ernesto Daranas

Editor: Pedro Suárez

Director de fotografía: Alejandro Pérez

Director de arte: Erick Grass

Directora de casting: Mariela López

Diseñador de vestuario: Vladimir Cuenca

Diseñador de banda sonora: Osmany Olivare

Grabador de sonido directo: Juan Carlos Herrera

Músicos: Juan Antonio Leyva y Magda Rosa Galbán

Productores ejecutivos: Isabel Prendes, Danilo León, Joel Ortega y Adriana Moya

Directora de producción: Esther Masero

Perfil del director

Ernesto Daranas Serrano (La Habana, 1961): Su filmografía como director y guionista incluye Los últimos gaiteros de La Habana (2004), ganador del Premio Internacional de Periodismo “Rey de España”; Los dioses rotos (2008), su primer largometraje de ficción, selección de Cuba para la candidatura de los premios Oscar 2010, premiado en los festivales internacionales de Providence, La Habana, Ceará, Gibara, etc.; Bluechacha (2012), nominado al Latin Grammy® como Mejor Video Musical de Larga Duración.

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