Yanisbel Peña Pérez - AIN.- Ofrendas florales del General de Ejército Raúl Castro, primer secretario del Partido Comunista de Cuba y presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, y de Rafael Bernal, titular de Cultura, rindieron homenaje hoy al desaparecido cantautor Santiago Feliú. 


Importantes figuras del mundo de la cultura nacional, se dieron cita esta tarde en la sede del Instituto Cubano de la Música, para honrar la memoria del trovador, quien falleciera víctima de un infarto. 

Un concierto le ofrecieron varios de sus queridos amigos, entre los que se encontraban los músicos Gerardo Alfonso, Augusto Blanca, Ángel Quintero, Polito Ibáñez, Frank Delgado, y el repentista Alexis Díaz-Pimienta.

De especial significado resultó el tributo que le brindara el pianista Frank Fernández, al interpretar el Ave María de Schubert.

Santiago Feliú fue uno de los trovadores más activos de los últimos 30 años, nacido en La Habana, el 29 de marzo de 1962, formó parte de los movimientos de la Nueva y la Novísima Trova. 

Autor de canciones memorables como Para Bárbara, Vida y Ay, la vida, compartió escena con grandes de la música como Noel Nicola, Frank Delgado, Luis Eduardo Aute, Luis Pastor, León Gieco, Silvio Rodríguez, y su hermano Vicente Feliú, entre otros.

El trovador que fue un país

Michel Hernandez - Granma.- El disco corre una y otra vez por el viejo equipo de música. "Siento que mis destellos ahogan tu brisa, tu brisa que presiento inagotable, azul, infinita; límpida brisa de lirismo inevitable, soplo de sueños que en mi verso se derrama", canta Santiago Feliú y su inconfundible voz atraviesa las primeras horas del amanecer como una luz cálida y profunda, empeñada en desmentir la noticia que ahogó la mañana: "Murió Santiago Feliú", me dicen desde el otro lado del teléfono pero no lo creo. El disco sigue: "Si de mi voz florece la canción, motivo de tu dar; si de tus ojos nace la bondad de abrirme en el verso un palpitar: no me dejes ir", reclama Santi como si desde la inmortalidad tuviera consciencia de que muchas generaciones de cubanos no hubiéramos sido lo mismo sin esas canciones que lanzó desde las mismísimas entrañas de la vida, sin esa obra que reflejó como un espejo la existencia de un trovador que se afanó en cumplir al límite el significado de la palabra coherencia, que hizo trizas los conservadurismos, que disparó al corazón enfermo de aquellos que van por el mundo con el disfraz de la doble moral y los falsos compromisos políticos.

La sorpresiva muerte de Santiago, a los 51 años, es un cisma en la cultura cubana. Lo es sobre todo porque nadie como él logró llenar el vacío del camino con esas canciones creadas con una sensibilidad de extraña belleza, una sensibilidad nacida de las cicatrices de las guerras internas de un trovador que subía a los escenarios como si le fuera la vida en ello, como si tuviera plena seguridad de que ese encuentro entre el público, sus canciones y la noche, era el instante perfecto para gritarle al mundo que, pese a todo, teníamos el coraje de estar vivos y que podíamos salvarnos, simplemente, si le tendíamos la mano al que escuchaba al lado sin importar nada más que eso: el abrazo, la ilusión, y la seguridad de compartir el mismo destino, el mismo origen, el mismo país, los mismos conflictos y las mismas esperanzas por ver, mas allá de las fuertes marejadas, un mejor futuro.

Santi, uno de los cuatro topos junto a Varela, Gerardo, Frank, nunca creyó en los paraísos artificiales, ni en los diferentes estadios de la fama. Para el trovador, sencillamente, se trataba de ir por el mundo cargando su guitarra, sus ideales, sus perdidas, para alimentar la ilusión, la moral y las esperanzas de aquellos empeñados en seguir inventando otro planeta, otro futuro, otras libertades, otro destino, en los que valiera la pena realmente vivir como un ser humano.

Por eso se le podía ver lo mismo entregando su estrella a los zapatistas en México, a las madres de la Plaza de Mayo en Argentina, o al público cubano en cualquier parte del planeta durante conciertos nada complacientes, en los que llamaba por su nombre a los conflictos de un país en pugna por mantener en pie los ideales con los que crecieron la mayoría de sus habitantes, al tiempo que se mostraba tal y como era: un sobreviviente íntegro, un trovador que encontró, en la verdadera herencia de la filosofía del rock and roll y la Nueva Trova, su brújula para continuar creando en medio de la indiferencia de un tiempo que no parece comulgar con la poesía.

No creo que se puede hablar a cabalidad de Santiago sin haber crecido con sus canciones en la dureza de los años 90; sin haber visto como cantaba por aquella época con las venas abiertas como si tuviera la vida sobre el filo de un cuchillo; sin haber repetido con amigos que ya no están esos temas memorables que reflejaban aquellas empecinadas utopías que nos ayudaron a mantenernos en pie mientras nuestros padres se las inventaban de mil maneras en el asfalto para ponernos un plato a la mesa. Pero no importaba. Porque después de los conciertos, de las noches, de las largas madrugadas en la Avenida de los Presidentes quedaban los gastados cassetes con las canciones de Santi que nos recordaban, que si volviéramos a nacer, sería preciso ser lo mismo.

Santiago sabía que su público ya no era el mismo. Que muchos de sus seguidores ya no se podían reconocer en sus conciertos. Pero de todos modos seguía alentado a las nuevas generaciones a continuar el compromiso con la belleza, con la justicia, con la verdad, mediante nuevas canciones que retrataban sus obsesiones más desgarradoras: Cuba y la vida. Cuba y el futuro. Cuba y su gente.

De ahí que no perdía ni un instante para lanzar su opinión sobre los controvertidos contextos que jugaban en contra de la expansión de la cultura cubana, contextos que nombró por su nombre en un diálogo con Granma el pasado mes de agosto. "Siempre he querido pensar que el futuro tiene que ser mejor que el pasado, solo que el futuro está detenido y anclado en una prostituida comercialización feroz de la canción, lejos del arte de hacer canciones. Más que nada los autores componen directamente para un éxito comercial. Tampoco tienen los jóvenes de hoy líderes cantores del calibre de aquellos de los sesenta, setenta y ochenta. Esa pasión militante por la canción poética decayó notablemente, solo espero que sea cíclico y que se vuelva a continuar creando el futuro".

De nuevo el futuro. De nuevo otra de las palabras que define los momentos más desgarradores de su obra, el clímax de sus canciones, y la intensa calma de las noches en vela que utilizaba para darle forma esa colección de temas que hoy, muchos cubanos en cualquier parte del mundo, volverán a colocar en sus equipos de audio para desmentir la noticia de la muerte del inolvidable zurdo maravilloso.

Una poética de ideales

Amigos y colegas despidieron este miércoles a Santiago Feliú con un emotivo concierto.

Yelanys Hernández Fusté - Juventud Rebelde.- Un Santiago Feliú rebelde, sincero, sensible y eternamente revolucionario fue evocado por amigos y colegas este miércoles en el jardín del Instituto Cubano de la Música (ICM). Todos, sencillamente, recordaron al autor de Para Bárbara y Un bolero para ti con mensajes llenos de poesía o interpretando sus canciones.

La Trovada devino homenaje melódico al cantautor, fallecido en la madrugada de ayer a causa de una falla en el corazón. Allí confluyeron cultores de los más diversos géneros musicales para decir adiós a quien supo «ganarse el cariño y el respeto de todos», como explicó el maestro Frank Fernández.

Canciones y palabras dibujaron la velada, donde estuvieron presentes Gerardo Alfonso, Frank Delgado, Augusto Blanca, Pepe Ordás, Miguel Núñez, Jorge Gómez, Ángel Quintero y muchos otros que igualmente desde el público le rindieron tributo.

«Ha sido un golpe bajo de la muerte», dijo a Juventud Rebelde Abel Prieto, asesor del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros. Para Abel, Santiago era un hombre inmenso, «muy comprometido con su país y con las mejores causas del mundo».

Se recibieron ofrendas florales del Presidente Raúl Castro, del ministro de Cultura, Rafael Bernal; del cantautor Pablo Milanés, y de entidades como el ICM y el Centro Nacional de la Música de Concierto.

Nacido el 29 de marzo de 1962 en La Habana, Santy, como le conocían sus amigos y seguidores, formó parte de una generación que continuó con los conceptos estilísticos y estéticos de la Nueva Trova. Sus obras están llenas de un gran lirismo y del compromiso con los ideales que defendió.

LAS GUITARRAS DE DUELO: SE FUE UN TROVADOR DE LA PATRIA GRANDE

Resumen Latinoamericano.- DESDE "RESUMEN LATINOAMERICANO" nos asociamos a la tristeza que causa a todo el continente, el fallecimiento de este trovador inolvidable, al que supimos conocer en diversos recitales solidarios con la causa de los pueblos del continente. Santi era un hermano de los que luchan diariamente en Cuba contra la prepotencia imperialista, pero también supo sumar su poesía para acariciar el avance arrollador de los condenados de la tierra que aquí y allá piden justicia, libertad, tierra, liberación.

Va nuestro abrazo para el pueblo cubano que lo valorizó como creador y también para nuestro entrañable Vicente Feliú, hermano de Santi e hijo dilecto de la Revolución Socialista Cubana.

Escuchemos al trovador (Video)

El cantautor cubano Santiago Feliú, un artista que renovó poética y sonoramente la tradición trovadora de su país, falleció de un infarto en La Habana, a los 51 años.

La triste noticia sobre la muerte del músico se propaló a través del sitio del trovador Silvio Rodríguez, quien escribió “Muchas malas palabras se me ocurren. Muchas. `Son tantas, que se atropellan`”, parafraseando al tema “La tarde”, de otro autor cubano, Sindo Garay.

Santiago, hermano menor de Vicente, que fue uno de los fundadores del Movimiento Nueva Trova Cubana junto a Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola, aportó su lirismo rabioso y un sonido eléctrico, también abonado desde su peculiar toque de zurdo en una guitarra a la que no le modificaba el orden de las cuerdas.

Con esa impronta, se convirtió en un inspirador puente intergeneracional que ligó a aquellos impulsores con nuevas voces, como las de Gerardo Alfonso, Carlos Varela, Frank Delgado y Kelvis Ochoa.

"Al igual que Silvio, los músicos más jóvenes de Cuba seguimos fieles al compromiso que nos toca asumir, pero no tenemos una actitud complaciente frente a las cosas que no nos gustan".

Nacido en La Habana el 29 de marzo de 1962, el instrumentista que también ejecutaba el piano, el bajo, la armónica y la percusión, compuso bellas canciones como "Para Bárbara", "Mi mujer está muy sensible", "Búscame (sobrevolando un sueño)" y "Ni las soledades".

Feliú vivió varios años en la Argentina durante la década del 90, tiempo en el que trabó relaciones personales y estéticas con Juan Carlos Baglietto, Fito Páez y León Gieco, entre otros músicos.

Desde hace casi tres décadas, a partir de que Rodríguez lo tuvo como invitado en uno de sus conciertos, era asiduo protagonista de recitales y giras por nuestro país, quizá porque, como le señaló a Télam en agosto del año pasado, “soy un porteño del Caribe, un habanero rioplatense”.

Feliú vivió varios años en la Argentina durante la década del 90, tiempo en el que trabó relaciones personales y estéticas con Juan Carlos Baglietto, Fito Páez y León Gieco

En otra entrevista con esta agencia, afirmó que el vínculo con el público local se debía a que sus canciones "son neuronales como los argentinos. Supongo que nuestro lazo pasa por la cuestión literaria, luego también soy bastante tanguero y en la parte musical, además, se reconoce que hago un cierto rock trovadoresco".

Santiago, que era tartamudo, lo que le dificultaba hablar con fluidez en los reportajes, tenía una voz afinada y dulcísima, que mostró en logrados álbumes como “Vida” (1986), "Para mañana" (1988), "Náuseas de fin de siglo" (1991), "Futuro inmediato" (1999), "Sin Julieta" (2002), “Ay, la vida” (2010) y el de carácter zapatista "Ansias del alba", que compartió con su hermano Vicente.

"Me sigue atrayendo el discurso político y la comunicación con el mundo que tiene el zapatismo en medio de tantas aburridas y jurásicas izquierdas", resaltó en 2008, a nueve años de ese magnífico registro.

En 2003, cuando cumplió 25 años con la canción, señaló a modo de balance que “siento que cumplo una vez más con mi propósito de ser auténtico, distinto. Seguir siendo capaz de ser el mismo significa cierto logro de canción de arte y, de alguna manera, una felicidad intelecto-espiritual".

En esa charla se le preguntó acerca de la distinción otorgada por Fidel Castro a los 35 años del Movimiento Nueva Trova, y él respondió: “Fidel habló como una hora de todo, luego entregó diplomas otorgados por el Instituto Superior de Arte a varios trovadores. Cuando me tocó mi turno me dijo: `Lo de la genialidad de los Feliú es genético, ¿no?`, a lo que le respondí `No, el genio soy yo`".

Como un resumen de su obra y registro póstumo, durante su última visita a la Argentina anunció que por su medio siglo de vida había concretado dos conciertos diferentes en el Teatro Nacional. “Fueron 50 canciones por mis 50 años que saldrán en un DVD”, adelantó entonces.

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