A partir del 26 de febrero próximo, y hasta el nueve de marzo, la Isla será un libro abierto, en el que la literatura se convertirá en una justificación para el lucimiento de una cultura nacional de la lectura, concebida más allá de esnobismos o intereses comerciales.
La masividad de los lectores, más de 300 mil en esta primera etapa, parece un anacronismo en un contexto donde pululan profetas que anuncian el fin de la letra impresa.
“Existen en el continente eventos similares que apenas convocan a 40 mil personas, y con un programa de muchos más días. En la Isla se aprecia que existe un ansia de lectura”, dijo Fernando Canedo, presidente de la Cámara Boliviana del Libro.
Stella Calloni, periodista argentina aseguró que la Feria de Cuba, es la de Latinoamérica.
“Aquí tienen espacio las editoriales alternativas, las cuales exhiben un catálogo muy llamativo al apostar por las generaciones de autores emergentes y la selección de temáticas que desentonan con las tendencias que imponen las transnacionales ”, agregó quien es considerada una de las decanas del periodismo militante en el continente.
El programa de la cita cubana promovió el debate de disímiles temas de la realidad contemporánea, entre ellos el homenaje al investigador Rolando Rodríguez, y la escritora para niños Nersys Felipe, el cual propició un profundo acercamiento a estos géneros, igualmente priorizados por las editoriales.
Paco Ignacio Taibo II, uno de los renovadores de la novela negra iberoamericana, coincide en calificar al suceso cultural como un espacio único.
Los libros más baratos del mundo se encuentran en La Habana—dijo el autor de Antonio Guiteras, un hombre guapo—, mi generación se formó leyendo títulos cubanos.
Un texto en el resto del planeta puede llegar a representar un tercio del salario medio y no siempre lo que se lleva a las imprentas tiene valores artísticos, dijo.
En contraposición, varias personas consultadas por esta Agencia manifestaron que los precios resultan un poco altos, a pesar que se sabe que en Cuba la literatura es subsidiada, aún cuando todo el papel se importa y la tecnología de impresión es precaria.
Comprobamos en este contexto que en ocasiones el público paga dos y tres veces ese valor por un texto de una editorial extranjera.
A las instituciones responsables les corresponde perfeccionar los mecanismos para lograr libros más llamativos desde el punto de vista del diseño, profundizar los estudios de mercado y perfeccionar los mecanismos de promoción.
La cita literaria cubana abrió el diálogo sobre estos temas y dio atisbos de que la Isla se prepara para incorporarse a la llegada del libro digital, con la caída de paradigmas que esto representa.
“Podrán venir revoluciones tecnológicas, pero en Cuba no dejarán de imprimirse obras, co-existirán los textos digitales con los tradicionales”, sentenció Zuleica Romay, presidenta del Instituto Cubano del Libro, durante una de las sesiones del evento, para el cual, el sistema poligráfico nacional preparó más de dos millones de ejemplares y 700 novedades.
El debate sobre estas cuestiones encuentra ahora un nuevo escenario en las ciudades del país, donde se incorporará al temario de análisis el rol de las editoriales territoriales en la promoción de la literatura cubana o la presencia de los autores del interior del país en los sellos de alcance nacional.
La Feria no se detiene, se multiplica, incluso llegará a comunidades montañosas, como parte de un proyecto que quizás, hace más de 55 años pudo parecer sacado de una novela de ficción, pero que hoy es parte de lo real maravilloso de esta Isla.
