Martha Sánchez* - Prensa Latina.- La coreógrafa belga-colombiana Annabelle López Ochoa envió al espacio al Ballet Nacional de Cuba (BNC) en su más reciente estreno mundial, inspirado en el único concierto para violín del ruso Piotr Ilich Chaikovski.

Me gusta componer con la estética del clásico, de las líneas, las puntas y ese tipo de música, muy elegante todo; pero necesito mostrar al hombre y que las mujeres sean más fuertes, alegó la coreógrafa de origen contemporáneo en declaraciones exclusivas a Prensa Latina.

El BNC es muy conocido por sus bailarines virtuosos así que pensé: vamos a jugar con esto, sin embargo me gusta cambiar el arquetipo de la bailarina clásica y el hombre detrás casi invisible, afirmó la joven aclamada como estrella naciente en la prensa holandesa desde su inicio profesional.

Celeste es una obra abstracta pero plena de sentidos, presenta el devenir de una estrella en el cielo nocturno donde cada una de las tres intérpretes del astro tiene un acompañante varón porque según la creadora solo se puede conocer un cuerpo mediante su relación con otros.

Uno no es nada, los varones ayudan al público a conocer el temperamento de esa mujer que para mí es una estrella en el cielo, expuso la artista educada en la escuela del Ballet Real de Flandes en Bélgica y conocedora de cuatro idiomas: francés, holandés, inglés y español.

Aunque la invitación a trabajar con el BNC sea reciente, desde que la creadora escuchó hace más de una década la pieza de Chaikovski albergó el sueño de usarla algún día pues la considera divina.

Para mí en la música la mujer solista es el violín porque en esta composición ese instrumento habla, tiene momentos románticos, alegres, un instante de rabia, y quería traducir esto en las caras de Celeste, por eso elegí tres intérpretes, reveló sobre la obra más clásica de su producción. Yo quise como coreógrafa hacer algo muy clásico y pensé: va a ser un reto usar esta pieza de Chaikovski tan bella y difícil de tocar, pero los cubanos tienen oído musical y ellos pudieran sentir la emoción, la intensidad de ese violín, estimó.

Cuenta López Ochoa que pudo elegir por ella misma el tipo de mujer deseada tras varios días de audiciones, la principal sería Viengsay Valdés, fija en los dos elencos concebidos, y las otras Yanela Piñera y Jessie Domínguez, que alternaron con Grettel Morejón y Mónica Gómez.

De los solistas cubanos me encanta que en un ballet abstracto ponen las emociones sin uno pedírselo y eso es un lujo, aseveró la premiada coreógrafa con experiencia en compañías de Holanda, Francia, Estados Unidos, España, Colombia y Reino Unido, entre muchas otras.

A Viengsay tú le das 10 pasos y ella hace una historia, y le dices: imagina esto, sin la música puesta, y ella lo siente, para mí es un placer enorme trabajar con una artista madura, destacó la coreógrafa siempre atenta a los detalles que aportan sentimientos a los gestos.

Precisamente la Valdés, reconocida primera bailarina cubana, describió a López Ochoa como una mujer enérgica, musical, que enfatiza en la expresividad del movimiento, cuidadosa de la gestualidad como punto clave de la creación.

En La Habana, la artista belga-colombiana volvió a ser la mujer más feliz del mundo pues así se siente cuando crea cualquier coreografía desde que tenía 11 años de edad y su maestra llegó al salón con una propuesta inesperada.

Un día antes de las vacaciones de navidad, la profesora dijo: ahora mismo no vamos a dar clases, yo me voy a tomar un café durante una hora y ustedes mientras van a intentar crear un minuto de coreografía.

A esa edad yo desconocía hasta el significado de aquella palabra, recuerda claramente.

Después de una hora la maestra regresó, le enseñamos todo y pensé: si puedo hacer esto cada día el resto de mi vida voy a ser la mujer más feliz del mundo, aseveró la joven que para complementar su instrucción estudió siete años flamenco, danzas de carácter y unos dos años de mímica.

Las danzas de carácter son muy importantes para el ritmo, el sentir la vibración del piso, además para los bailarines resulta valioso acumular conocimientos y experiencias distintas, fundamentó.

Razones para crear siempre aparecen, confiesa esta admiradora del breack dance, jazz, tap, hip hop, flamenco, los estilos clásicos, neoclásicos y el contemporáneo, lenguaje más recurrente en su creación.

Me gustan todos los estilos pues cada uno tiene su fuerza y estética. No prefiero a uno más que el otro, pero sí cada uno debe hacerse bien, exigió la maestra en su recién aprendido idioma español.

Según confiesa, acercarse al lenguaje y la cultura paterna era una deuda personal pendiente, empezó a estudiar en cursos intensivos y en la práctica comprobó que el habla tiene distintos modos de expresión en cada país.

La creadora aún trata de acomodarse al lenguaje en Cuba, especialmente al dialecto de los jóvenes, plagado de abreviaturas y acentos no formales que a veces la hacen reír, y a veces quedarse en blanco, sin entender nada, relató entre risas.

Quería conocer mejor a mi padre colombiano y entender algunos problemas derivados del choque de dos culturas que aquí estoy entendiendo, y ahora comprendo a mi padre un poco más pero también a mi madre (natal de Bélgica), confiesa con cariño la hija de piel y carácter latino.

La artista sintió la necesidad de acercarse a su origen americano, sin embargo una contradicción la persigue: en Europa se siente latinoamericana y en América europea.

En los salones del BNC, López Ochoa desplegó energía, dinamismo, marcó la totalidad de los pasos ella misma para hombres y mujeres, vigiló detalles de brazos, armonía e interpretación porque "la dramaturgia viene antes que los movimientos", insistió.

La más prestigiosa revista norteamericana de danza, Dance Magazine, elogió la habilidad de la creadora para traducir poderosas emociones en movimientos abstractos.

Pero no toda su obra pertenece a esa modalidad, en 2012 una versión personal de Un tranvía llamado deseo, para el Ballet escocés recibió el premio South Bank National Arts a la mejor producción reciente y estuvo nominada para el Laurence Olivier de teatro.

También el Círculo de Críticos del Premio Nacional de Danza Británico otorgó a la pieza la categoría de Mejor Coreografía Clásica, sin embargo los reconocimientos no redujeron en la coreógrafa su adoración por las formulaciones abstractas, fuente de mayor libertad, según ratificó.

Las dos veces que hice ballets narrativos me sentí limitada en ciertos momentos porque no se logra contar una historia por el paso o el movimiento bonito o la cargada interesante, todo debe corresponder con la psicología de los personajes y el ambiente de la historia, explicó.

Después del estreno mundial de Celeste en Cuba, López Ochoa montará nuevas coreografías en Seattle y Michigan, Estados Unidos, el Ballet Nacional de Filipinas y el de Chile.

Mujer segura de sí misma y muy activa, sabe que sentirá en cada sitio la misma sensación agradable de cuando tenía 11 años de edad y descubrió la felicidad al hacer coreografía, lo recalca con una amplia sonrisa y mirada de chica inteligente.

* Periodista de Prensa Latina.