Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- En más de una ocasión, he compartido con mis lectores/as qué pienso acerca del tema que trato. Poco debe extrañar, entonces, que le haya prestado atención al título Precios pre-dispuestos y los comentarios que le acompañan. Adelanto que inmediatamente, el insulto se apoderó de mí. Me explico, grosso modo.


El título en cuestión evidencia cómo la alteración de precios “en algunas” Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD) y otras entidades de comercio de productos en CUC, constituye aún un problema por solucionar en algunos puntos de venta “de la ciudad” pese a las medidas que se han adoptado en años anteriores por el Ministerio de Finanzas y Precios (2012, la resolución 214) que establecía una lista de precios únicos para más de un centenar de productos y, sin embargo, algunos clientes acreditan que todavía existen irregularidades.

Debo acotar que eso de “en algunas” y “de la ciudad” es muy relativo —aunque no tengo instrumento científico para escribir con más precisión; al tiempo que someto a juicio el criterio que aparece en uno de los comentarios del título de marras —muestra de prensa responsable y valiente, participativa y revolucionaria:

En mi modesta opinión las aristas del problema se deben ver de la siguiente forma:

1- Los problemas de los precios no es en algunos puntos de la ciudad, es en todo el país, creo que el artículo se equivocó en ese punto.

2- Todas las tiendas de recuperación de divisas tienen directores, gerentes, contadores y económicos que compran en las mismas y a diario observan la alteración de los precios sin inmutarse o tomar medidas al respecto.

3- Los productos de primera necesidad deben conocerse sus precios nacionalmente y publicados en todos los medios informativos posibles; mientras la resolución 214 no se conozca no haremos nada.

4- Las revisiones que realiza la Contraloría de la República deben en algún momento estar dirigidos a la revisión de los precios de los productos de primera necesidad, además de llevar el tema a la Mesa Redonda donde los directivos pueden responder el porqué de las alteraciones de los precios, que es en todo momento y a los ojos de todos.

Si hacemos esto, que es muy simple, otra gallo cantaría.

(Vale la pena el análisis de los comentarios que acompañan a Precios pre-dispuestos —207, hasta el 20/3/2014, a las 4 y 50 am. en Cuba. Podemos sumarle lo aparecido en Consumo mínimo, engaño máximo).

Mientras tanto, recordé que hace un año compartí ¿Legalidadilegitimada por la mayoría en la Isla a partir de Sin control de los precios que refleja: “Lo que más molesta, sobre todo, es que los precios se incrementan y no hay quien dé una explicación convincente al respecto” — inconformidad compartida por un número importante de cubanas y cubanos, añadí por mi parte y complementé:

“Precisamente porque lo que motivó estas líneas apareció en el Órgano Oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, es que considero inaceptable que recurrentemente la población exponga a los cuatro vientos sus preocupaciones/posible solución de determinados problemas y, no obstante, en varias ocasiones el tema cae en 'saco roto'.

“¿Hasta cuándo vamos a seguir dándonos el 'lujo' de soportar la realidad que devela cómo más de un directivo exhibe oídos sordos ante las inquietudes de personas humildes y, bochornosamente, muchas veces 'el cuartico sigue igualito'?

“En tal escenario, sin lugar a dudas nuestros medios de comunicación tienen el ineludible compromiso de incrementar el quehacer crítico-activo o sea, denunciar todo lo que comprometa el bienestar de las masas en el archipiélago nacional; darle seguimiento a las quejas expuestas por el pueblo, hasta llegar a la solución satisfactoria; e incluso, exigir la aplicación de la sentencia correspondiente para quien atente de cualquier forma contra el ciudadano/a común, muy al margen del rango que ostente —en paralelo a resaltar el pulso del perfeccionamiento del Socialismo en el Caimán Verde”.

Unos nueve meses después, volví sobre el mismo asunto en Cuba: una arista para combatir a favor de Liborio. Allí, pregunté:

¿Por qué dejar de pensar en la pertinencia de una propuesta a la Contraloría General de Cuba que incluya la necesidad que ella además se apoye puntualmente en las masas para auditar no solo la permanencia-incremento de lo declarado como patrimonio de Directivos sino igualmente de quienes lucran con las restricciones del pueblo, de manera que sobre los bandoleros de este tipo —sean de cuello blanco u oscuro— caiga todo el peso de la Ley?

Además, a favor de Liborio insistí que de algún modo nuestro Parlamento le entre “con la manga al codo” al asunto de los precios galopantes en detrimento de la mayoría de cubanas y cubanos, y ratifiqué: ¡Hay que concretar día a día “la soberanía reside en el pueblo, del cual dimana todo el poder del Estado”! —según consta en la Constitución de la República de Cuba.

Entonces, con sobradas razones comentó una señora que salía de una de las tiendas de la Terminal de Ómnibus —según el trabajo que dio lugar al presente escrito: “Destinar parte del salario en la compra de estos productos, importantísimos para el hogar, ya es una proeza para el cubano de a pie. Imagínese si aparte de eso tenemos que pagar esta pequeña “multa” para llenarle el bolsillo a alguien” (sic).

Por tanto, cuestiono ¿hasta dónde/cuándo en Cuba tendremos que seguir con el tristísimo tema de los “Precios” —desmedidos y alterados?; y subrayo que si me atrevo a decir sin temor a riesgo alguno “Bien por los Periodistas”, a la vez no vacilo en reclamar manos en la obra porque “Es el turno de los Decisores”.

Cuba
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