María Laura Riba - momararandu.com.- El músico español José María Alfaya y su grupo arribaron a Cuba con varios recitales en vista y un CD: Poemas Como Canciones. Se trata de un homenaje a la poeta cubana Carilda Oliver Labra, Premio Nacional de Literatura.


Quién iba a decir que a sus 92 años, la bella poeta Carilda Oliver Labra iba a asistir a un teatro para escuchar a músicos españoles haciendo canciones con poemas que ella, erótica cubana, alguna vez soñara en papeles. Quien iba a contarle a Carilda que su reconocido poema Me Desordeno, amor, me desordeno, perfumado de sensualidad y sexualidad –igual que ella- iba a ser cantado en un ritmo que no sería el de una rumba ni el de un bolero, sino una música tan lejana y al mismo tiempo tan cercana, que llegaría desde España, país estrechamente ligado a Cuba por múltiples razones.

Y sí. Apareció bajo el sol tropical un hombre, mezcla de Quijote y Papá Noel, que trajo en su jaba de ilusiones, bellas realidades hechas canciones. El músico español José María Alfaya (1948) se dio a la tarea –desde hace bastante tiempo ya- de musicalizar los poemas de la cubana Carilda Oliver Labra. Trabajo similar lo ha realizado con la poeta puertorriqueña Julia de Burgos.

Alfaya había estado en Cuba con algunos poemas musicalizados de Carilda durante el 2012, oportunidad en que actuó junto a su grupo en la Feria del Libro de La Habana, en el Patio de la disquera EGREM, en el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, en la Casa de la Música de Miramar, en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba; pero no fue hasta este año que pudo presentar, formalmente, el CD Poemas Como Canciones y, conocer, por fin, a la homenajeada. Antes de regresar a su país, Alfaya conversó amablemente con momarandu.com:

Momarandu: ¿Por qué Carilda?

J.M.A.: Conocí la poesía de Carilda por dos vías diferentes: una, a través de una común amiga de mucha gente, una conocida tejedora de relaciones internacionales que es la puertorriqueña Awilda Palau, y la otra fue a través de la periodista y escritora cubana, Soledad Cruz. Carilda tiene el enorme atractivo de que, por una parte, es romántica, por otra parte es coloquialista, no usa palabras pomposas sino muy del común, pero tiene la estupenda habilidad y creatividad para, con esas palabras, describir sus sentimientos, su relación con los hombres, la libertad con la que la aborda y, al mismo tiempo, es capaz de describir un ambiente que enmarca esa relación. En muy pocos versos despliega una mirada que abarca a su persona, su sentimiento, su propia libertad y, al mismo tiempo, la sociedad que la rodea. A eso hay que añadir una elegancia en su percepción formal. Como valor humano, para mí es fundamental la propia conciencia de la libertad que yace en Carilda. No olvidemos que Carilda es mujer en una sociedad machista; es una mujer guapa y, además, tiene un talante absolutamente lujurioso. Tiene todos los números para que le toque ser una humillada, una despreciada…como ella lo dice en un verso, en ella hay “algo de puta y algo de monja, con ambas lloro”. Esa personalidad femenina, plantada, parada, expuesta al público sin complejo, pero al mismo tiempo adornada con esa potencia literaria, esa capacidad ilustrada de hacer referencia a lo que es un acervo cultural, para mí es de una riqueza cultural impresionante.

Momarandu: ¿Fue difícil para usted musicalizar los poemas de Carilda?

J.M.A.: Los versos tienen en sí mismos una musicalidad, un ritmo que a mí me resulta muy fácil musicalizar. Quiero añadir que yo soy de los que musicalizan pensando en el poema, desde dentro del poema; no me interesa tanto lucirme, el ver qué hago con mi música sino el cómo sale esto para que la música aporte, si acaso, un plus en la lectura, en la percepción del poema. Es así que a este trabajo que hemos hecho, lo titulamos Poemas Como Canciones, para que no hubiera ningún malentendido. Creo que así se ha producido ese feliz maridaje entre una melodía que considero respetuosa con lo que el poema dice, pero al mismo tiempo arriesga a aportar ese plus, un redondeo. Yo he jugado mucho con melodías que vienen de los cuatro rincones del mundo porque hay ritmos anglosajones, hay ritmos prehispánicos, técnicamente no hay boleros, pero hay algo parecido al bolero, pero más alegre. Luego de la melodía vienen los arreglos musicales y la instrumentación. Felizmente he contado con músicos muy buenos, nada conocidos en el mercado salvo Antonio Toledo que lleva media vida acompañando a diversos artistas. Yo lo que hago es leer el poema y cuando leo el poema, suele ocurrir que, incluso ya en la primera lectura, me sugiere algo, entonces, pues me dejo llevar por las notas que me sugiere y por el ritmo, y si acaso, sobre la marcha, hacer pequeños arreglos. Es verdad que hay poemas que se me resisten porque son más difíciles de musicalizar, porque no tienen una estructura tan regular, pero eso es ya un acicate, es un reto.

Momarandu: Usted dice que hubo poemas que se le resistieron al musicalizarlos, en esos casos, ¿no cree que pudo haber forzado esos textos?

J.M.A.: No, no, no es un forzamiento porque me produce mucho placer ponerme con un poema y darle vuelta hasta que encuentro la forma de cantarlo.

Momarandu: Parece que le seduce musicalizar poemas de mujeres…

J.M.A.: Soy terreno abonado para la poesía hecha por poetas mujeres; en los últimos años me ha interesado mucho porque he descubierto excelentes autoras, además, una poesía que representa lo mejor que la mujer puede hacer por sí misma, que es reafirmarse como ser humano, como personalidad propia y, además, rompiendo tabúes, rompiendo clichés que la encasillaban siempre, como todos sabemos, en roles secundarios.

Momarandu: ¿Cuándo llegó la música a su vida?

J.M.A.: Con la música yo estoy desde los doce años, pero nunca me presento como músico porque no me sé ni el solfeo. A mí me hubiera gustado ir al conservatorio; pero mis padres decidieron que si me ponían en el conservatorio iban a decaer mis estudios de bachillerato. No obstante me apuntaron a un curso donde tocaba la bandurria, el laúd y la guitarra, donde se aprendía música por un método de música cifrada que no es exactamente solfeo. Aprendí guitarra de oído, claro, y no es que la toque especialmente bien porque mi objetivo nunca ha sido el lucimiento musical sino que, para mí, siempre las canciones van unidas al mensaje, al contenido de lo que se dice y, desde muy jovencito, me dio por musicalizar poemas. Entonces cuando ya, un poquito más mayor, conocí a los grandes cantautores latinoamericanos como Horacio Guarany, Daniel Viglietti, Atahualpa Yupanqui…cuando esas canciones llegaron a España fue un bombazo, pero más me impresionó cuando llegaron las grandes cantatas chilenas como los Inti-Ilimani, los Quilapayún…también me alimenté de Alí Primera de Venezuela…y bueno…de las grandes cantantes puedo hablarte de Chabuca Granda o Mercedes Sosa…esas canciones folclóricas con contenido social, políticamente coincidían con mis expectativas y me dediqué entonces a la música, no de una forma profesional sino para amigos. Así estuve mucho años hasta que sobre los años ’83, ’84, me topé con un versificador nato que había sido senador del Partido Socialista Obrero Español y, además, estaba indignado con la transición y la venida del partido socialista, entonces hicimos canciones, muchas de las cuales eran prácticamente telediarios, funcionaban como noticieros de la actualidad política: no había escándalo ni problema que surgiera que no lo hiciéramos canción. Esto lo cantábamos en lugares más o menos particulares y, poco a poco, se fue corriendo la noticia y me llamaban de algún sitio, pero coincidió en que me quedé en paro –siempre trabajé en la administración pública, en programas socioculturales- , me echaron a la calle con más de cuarenta años de servicio. Entonces, en parte como terapia ocupacional, me dediqué a recorrer los bares y a cantar. Algunos amigos cantautores me avalaron, y como mis canciones eran muy divertidas, con mucho humor, yo las presentaba con un esquema muy parecido al de Les Luthiers, donde la canción contaba una cosa, la música insinuaba lo mismo, pero desde otra perspectiva…. Tenía mucho éxito, un éxito minoritario, claro, porque, por supuesto, lo que es el mercado, jamás se interesó. Yo no buscaba dinero sino divertirme y sentirme útil.

Momarandu: ¿Cómo fue pasar de canciones humorísticas y críticas a poemas de mujeres, tal como lo es el caso de Carilda?

J.M.A.: En Carilda yo percibo mucho humor. Ese erotismo desenfadado, ese conocerlo todo sobre la carne y el oponente masculino le da mucho sentido del humor, y Carilda no se corta un pelo. Con mucha elegancia y mucha ilustración llama a las cosas por su nombre y, además, del hombre ella no espera más de lo que puede dar…y ojalá que lo dé.

Momarandu: Luego de tanto trabajar para lograr Poemas Como Canciones, ¿qué sintió al saber que en el teatro donde actuaban, estaba presente Carilda?

J.M.A.: Yo soy más frío para estas cosas, pero mis compañeros que son muchísimo más sentimentales, estaban todos encantados. Y luego estaba Carilda que es sensible, pero que es una excelente actriz de carácter...vamos…ella actúa perfectamente, ella ejerce de Carilda con una elegancia y un saber estar… además, es un milagro de la naturaleza porque tiene 92 años y una cabeza privilegiada.

Momarandu: Si siempre estuvo fuera del mercado, ¿cómo hizo para grabar el CD y realizar las giras?

J.M.A.: Yo me he autofinanciado porque soy consciente de que los artistas, sea cual sea el nivel, no podemos dejarnos condicionar en lo que queremos hacer porque el mercado o la administración lo quieren. Entonces, para ser libres, pues uno emplea sus propios recursos. Eso te da, también, la libertad moral para cantar las cuarenta y lanzar mensajes a diestra y siniestra. No hay nada más bonito que reunirse con un grupo de gente y compartir la plusvalía moral.

Momarandu: ¿Qué espera del CD?

J.M.A.: Este disco no es algo para que se quede ahí; la ilusión sería que de este disco surgiera el guiño de complicidad con otros cantautores y trovadores cubanos. Yo creo que se debería plantear hacer una edición del disco en Cuba para la cual yo no pido nada; estoy dispuesto a dar todas las autorizaciones que a mí me correspondan. No tengo el más mínimo interés de recibir un duro por este trabajo, en cambio, sí tengo mucho interés en que se pueda sentir que este disco provoca algo.

Momarandu: ¿Qué le atrae de Latinoamérica como para anhelar musicalizar a sus poetas?

J.M.A.: Me atraen varias cosas. Por una parte me atrae la historia común aunque hayan sido momentos sangrientos y crueles; me atrae la síntesis cultural que supuso este trasvase extraordinario de gente, primero hispánica y después de muchos otros países. Actualmente, me atrae de Latinoamérica el ver una posible salida al caos mundial, porque veo con cierto placer que Latinoamérica, que era como el patio trasero del imperialismo y que era el latifundio donde daban patadas a grandes masas de gente con una crueldad…que ya los españoles no tenemos nada que ver…ahora parece que Latinoamérica representa una posibilidad, una alternativa, quizá porque han empezado a organizarse de otra manera, porque ha empezado a funcionar otro tipo de solidaridad latinoamericana, quizá porque antes algunos sectores dominantes estaban volcados plenamente a los Estados Unidos y ahora les resulta interesante poder diversificar sus posibilidades.

Hay que destacar que los nombres de quienes hicieron posible este disco en España, son: Marta de la Aldea (voz), Mónica Yebra (voz), Antonio Toledo (multi instrumentista, arreglista y productor musical), Antonio de Pinto (técnico de sonido), José María Alfaya (compositor y productor general). Mención especial merecen el diseño exquisito y las ilustraciones del CD que realizó la joven Mar Blanco. En Cuba, el grupo que se hizo presente estaba formado por, además del propio Alfaya, los españoles Jesús Marzo (guitarra), Luisa Marco (voz), Mónica Yebra (voz), el argentino-español Marcelo Mayer en guitarra y el violín de la cubana Isadora Cruz.

Para finalizar, aquel hombre de barba blanca y camisa oscura bajo el sol vertical del Caribe, dejó sobre la mesa un deseo que comparte con momarandu.com: “Ojalá hubiera muchas más Carildas y tiempo para cantarla por todos los rincones del paneta”

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