Lissett Izquierdo Ferrer - AIN.- Todo al parecer comenzó cuando el cuentapropista Carlos Martínez Romero, vecino de una populosa barriada capitalina, descubrió en las bondades del bambú, no solo la posibilidad de desenvolverse como artesano, sino también el deseo de impulsar un proyecto sociocultural.


Bambú Centro, nombre con el cual bautizó desde hace tres años tal iniciativa, nació como muestra patente de una sinergia entre los objetivos económicos y la responsabilidad social comunitaria de sus gestores.

Aún en ciernes, pues hoy resulta solo acción cultural, la experiencia busca, entre muchos de sus propósitos, enfocarse en el trabajo artesanal a partir de esa planta milenaria, pero de manera transformadora.

"Se trata de lograr que el oficio se perciba como una forma de vivir y a la vez de transmitir ideas, de ayudar a las personas y de rescatar valores sociales", dijo Carlos, quien ha dedicado no poco tiempo a estudiar aquello que los expertos catalogan como Economía Social y Solidaria.

Así, con el ánimo de materializar esta teoría en el proyecto, el cual radica en su propia comunidad en un local arrendado en la calle Rayo, de Centro Habana, él- junto a los otros seis que lo acompañan en tal empresa-, plantearon ya el deseo de conformarse como cooperativa, hoy en espera de aprobación.

No obstante, Gisela Vilaboy, artista independiente y fundadora de ese sueño, confiesa que sin ellos pertenecer todavía a la emergente forma de gestión, han asumido prácticamente sus principios.

"Cada persona integrante se contagia con nuestra percepción de la vida, pues el objetivo no puede ser simplemente ganar dinero, sino que deben prevalecer también otros tipos de intereses y de responsabilidades dentro del equipo de trabajo y hacia la comunidad", comenta mientras transforma la rústica caña brava (como se conoce el bambú en Cuba) en diversos objetos de estilizada imagen.

Al entusiasmo de impartirles clases de artesanía, carpintería, dibujo, decoración y artes plásticas a los niños del barrio, le siguió la intención de enseñarles los secretos del oficio a jóvenes desvinculados y la creación de una biblioteca del barrio, entre otros planes.

Aunque muchos son los infantes que asisten cada sábado a Bambú Centro para aprender los sortilegios de los colores, Yoanka, Leki y Sebastián lo hacen casi a diario, pues se ha vuelto habitual para ellos visitar a "la profe", como cariñosamente llaman a Gisela.

"Más que lecciones de artes plásticas, el taller resulta un espacio educativo, donde leemos cuentos y siempre reflexionamos sobre determinado tema", comenta, quien tal vez nunca imaginó, luego de haberse graduado del Instituto Superior de Arte hace más de una década, llegaría a amar la magia del magisterio.

En tanto, jóvenes de la comunidad como Onare Milián Perera experimentan por vez primera los beneficios que el bambú aporta al entorno y su capacidad como material de origen natural para la construcción de muebles y artículos varios, alternativa emprendida por millones de personas en el mundo ante la creciente escasez de recursos maderables, situación que también afrontan los cubanos.

"Además de la importancia de la disciplina en el trabajo, los instruimos con respecto a los múltiples usos de la caña brava y sobre cómo sus hojas y raíces absorben por cada hectárea cultivada alrededor de 20 toneladas de dióxido de carbono, gases que luego devuelven en forma de oxígeno, valiosa contribución a la descontaminación ambiental", refiere Carlos, gracias a los conocimientos que atesora luego de investigar desde hace cerca de 10 años las cualidades de este árbol.

Son expresiones también de Bambú Centro, reconocido como un grupo de creación artística dentro del Fondo de Bienes Culturales, la atención a niños provenientes de familias disfuncionales y a quienes conviven en los dos albergues existentes en el entorno, además de la realización mensual de una peña, donde intercambian sobre ideas y modos de hacer.

Para Juan Carlos Sánchez, director de Cultura de Centro Habana, este proyecto significará en el municipio "un punto de partida en aras de potenciar el desarrollo local desde la cultura con acciones comunitarias sustentables, dado que muchos, aún llenos de deseos fracasan al no lograr sostenerse económicamente".

"De esta forma, -comentó Sánchez- el impulso de la actividad por cuenta propia puede representar, a su vez, un camino para el auge de labores socioculturales, a partir de que el impacto económico influya positivamente en el ámbito social".

Sin dudas, como "árbol de los mil usos" nació Bambú Centro, un proyecto que hoy, con muchos sueños pendientes, comienza a echar raíces en los residentes de una porción de la capitalina calle Rayo.

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