Elsida González Portal - Cuba Contemporánea.- Entre las mayores fortalezas que tiene el sector cultural cubano está el desarrollo de nuestra música, sin lugar a dudas. Su ámbito creativo y académico, y de forma general el industrial, han demostrado resultados plausibles que exigen la aparición de una literatura especializada, que nos revele los comportamientos internos del largo proceso que parte de la creación hasta llegar al consumo del público.
Esa literatura es importante no solo por la opción que ofrece para obtener mayor conocimiento sobre el tema, sino porque estimularía a poner en práctica aquello que nos puede colocar en una posición más favorable que la que hoy tenemos en términos de resultados económicos.
En un primer paso para llenar este vacío, el sello editorial del Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana, CIDMUC, ha publicado el libro ¿Músico o empresario? Perspectiva sobre la industria y los negocios en el sector de la música, del Doctor en Ciencias Económicas y Máster en Administración de Negocios Johannes Abreu Asin.
Fruto inmediato de su tesis de candidatura al doctorado, esta publicación devela el resultado de su estudio sobre la industria de la música, un minucioso trabajo que será de extrema utilidad. Aparece aquí la descripción y análisis de la actuación de cada una de las zonas que intervienen en el proceso de la creación de bienes y servicios culturales (musicales) y las relaciones entre ellas.
Son ilustrados los comportamientos del creador, su obra y la protección de ambos, la necesaria inversión en términos financieros, los problemas y aciertos en la producción, la comunicación y la distribución de estos productos y servicios, y todo lo que circunda y apoya la totalidad del proceso. Todos son plasmados con la claridad necesaria, para que el texto cumpla, además, una función didáctica, en tanto redunda en manual para profesionales del medio que laboran en instituciones promotoras y comercializadores de música.
Otros muchos elementos expuestos en el texto nos inclinan hacia la reflexión, sobre todo porque descubrimos que nos pueden dar pautas importantes a seguir en nuestra propia industria, tan peculiar por las desdichas financieras que sufre en contraposición con la gran riqueza creativa que la mueve desde siempre.
Seguramente, con un mayor conocimiento sobre cómo se producen los procesos para llegar a obtener riquezas a partir del resultado del trabajo de comercialización en otras parte el mundo, seremos capaces de llegar a nuestras óptimas maneras de introducirnos en ese mercado bien lucrativo, que hasta ahora nos ha marginado, o, en su defecto, de mantenernos en el intento de encontrar nuestras propias soluciones.
En siete capítulos que abarcan casi las doscientas páginas del texto, se recogen de forma minuciosa cuestiones como los contratos para diversos tipos de negociación, ya sean para espectáculos o producciones discográficas, los propios de la comercialización y, en fin, para todo lo que el registro de términos legales prevé.
También se abordan las estrategias para la producción, el financiamiento y sus fuentes más usuales, el poder de la comunicación y las alternativas que propone el marketing. No falta la carta de riesgos que a cada paso afronta esta industria cultural, donde el entretenimiento es un factor también decisivo. Lo bueno o malo de las crisis financieras, de las densidades de población en un territorio proclive a comercializar, los aspectos legales de cada país, del desarrollo tecnológico, de los avatares del medio ambiente… en fin, un cúmulo de variables que moldearían el éxito del producto final, aun cuando todo el proyecto haya sido preparado de forma meticulosa.
Definitivamente, se trata de un libro con suficiente información para adentrarnos en el mundo de la industria musical. Pero, para mayor ventura, se añade un bonus track o “número musical de regalo”, como se entendería en el argot fonográfico, para analizar el caso Cuba. Es quizás el más útil de todos los textos que aporta el libro, porque describe cómo se comporta la nuestra, sus perspectivas y algunas propuestas que superarían su estado actual.
Sin embargo, la tesis fundamental del texto se sitúa en la posibilidad que tiene hoy el músico de convertirse en su propio empresario, propiciada por los avances tecnológicos, las transformaciones en el negocio de la música a nivel mundial y la oportunidad, sobre todo, de utilizar vías de promoción y comercialización desde su propia casa, sin que medien los intermediarios tradicionales.
La ubicación de la música o la información sobre ella online y las bondades que ofrecen las redes sociales como medio de promoción, abaratan cualquier inversión y multiplican el alcance de los mensajes. Es por ello que la utilidad del texto se extiende también hacia los músicos y al personal que hoy trabaja fuera de las instituciones pero al lado del artista en sus gestiones cotidianas.
Invito entonces, sin dudarlo, a músicos, estudiosos, profesionales de la industria e incluso a aquellos que se cuestionan el éxito de nuestra música a nivel internacional, desde la mirada de un aficionado, a buscar y leer ¿Músico o empresario? Perspectiva sobre la industria y los negocios en el sector de la música. Estoy segura de que allí encontrarán muchas respuestas.
