El Consejo de Defensa de Zona de Isabel Rubio es el que más se activa en Cuba. A pesar de las frecuentes inundaciones, un efectivo sistema de alerta temprana ayuda a preservar la vida de sus habitantes y a minimizar los daños.

Ronald Suárez Rivas - Granma.- Cuentan que cuando no existían todas las herramientas que se disponen hoy, los habitantes de Isabel Rubio se guiaban por las marcas que ellos mismos hacían en los árboles para determinar, según la rapidez con que subieran las aguas del río Cuyaguateje, el peligro de la crecida.


No obstante, la medida no siempre resultaba eficaz, sobre todo en las noches, por lo que más de una vez, los pobladores de la parte baja se acostaron a dormir sin que hubiera algún indicio de inundación, y se despertaron con el agua a los pies de la cama.

Aunque no se recuerda la pérdida de vidas humanas producto de los frecuentes desbordamientos del río, el riesgo siempre estuvo latente.

Así lo considera Francisco Díaz Roque, presidente del Consejo de Defensa de Zona, al tiempo que advierte que “en la actualidad la situación es diferente”.

Ubicado en el municipio de Guane, en el occidente de Pinar del Río, el Consejo Popular de Isabel Rubio ostenta un récord que ningún territorio desearía tener. A causa de su peligrosa cercanía a una de las márgenes del Cu­yaguateje, esta es la Zona de Defensa que más se activa en Cuba por peligro de desastres na­turales.

Como promedio, ello ocurre unas tres ve­ces al año, y suele durar entre seis y ocho días en cada ocasión. En algunos mo­men­tos, se ha llegado incluso a proteger a más de 2 800 personas, de los 7 612 habitantes, y nu­­merosas construcciones han quedado bajo agua, entre ellas, cientos de viviendas.

Sin dudas, una peculiaridad que ha de­mandado el entrenamiento de las personas, y al mismo tiempo, la configuración de un efectivo sistema de alerta temprana, en aras de minimizar los daños.

Díaz Roque explica que en la actualidad existen tres puntos a lo largo del río dotados con los medios de comunicación necesarios, en los que se monitorea el caudal, y se transmite la información en caso de alguna emergencia.

“Tenemos como experiencia que aunque no llueva en nuestro territorio, con seis o siete horas de precipitaciones intensas en las montañas de Minas de Matahambre, donde nace el Cuyaguateje, podemos ser afectados.

“En cuanto se nos comunica que en esos lugares el caudal del río alcanzó los cinco metros de altura por encima de su nivel normal, procedemos a activar el Consejo de Defensa de Zona, y las comisiones de trabajo subordinadas a él.

“Esto es algo que hacemos sin que nadie tenga que darnos la indicación, ni se haya decretado alguna fase en el resto del municipio o la provincia”, precisa este hombre, que en tiempos normales se desempeña como director de una planta para la producción de postes eléctricos y telefónicos, en Guane.

Con la coordinación de una maquinaria bien engranada, a partir de ese momento se procede a la protección de las personas que residen en las zonas de inundación (y de sus bienes más importantes), hacia viviendas ubicadas en los puntos más altos.

De igual manera, se traslada la posta médica, con todo su instrumental, hacia el Joven Club de Computación, un sitio que no corre el peligro de que lo alcancen las aguas, y el equipamiento de la panadería se mueve hasta el cercano poblado de Sábalo, para elaborar allí el alimento.

“Todo funciona de forma muy ágil, porque la gente tiene percepción del riesgo, y colabora”, afirma Díaz Roque, y añade que “este es el resultado de un detallado trabajo de preparación, que todos los años incluye la actualización de los planes de reducción de desastres, el ejercicio ‘Meteoro’, y la realización de talleres comunitarios y barrio-debates”.

Junto al trabajo preventivo, en los últimos tiempos se ha comenzado a reubicar las familias que vi­ven en la parte más vulnerable, hacia un asentamiento en la zona alta de Isa­bel Rubio. Hasta el momento, se han mudado 180, lo cual ha permitido reducir a 120 el nú­mero de casas que se inundan.

No obstante, el presidente del Consejo de De­fensa de Zona advierte que todavía es elevada la cifra de personas que residen en sitios que todos los años quedan bajo las aguas más de una vez. “Por tanto, no podemos bajar la guardia. Es preciso estar siempre alertas para que la crecida del río no nos vaya a sorprender”.

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