Marilyn Garbey - Foto: Lucca Fiaccavento - Cuba Contemporánea.- Danza Contemporánea de Cuba celebra en 2014 sus 55 años de trabajo sobre escenarios de la Isla y de todo el mundo. Desde aquel septiembre de 1959, cuando nació bajo el nombre de Conjunto de Danza Moderna, han hecho historia para la compañía más de 280 estrenos y ovaciones a teatro lleno lo mismo en La Habana que en Nueva York y Londres, Roma y Buenos Aires, París y Madrid, Sao Paulo y Barcelona.

Entre el trabajo de nuevas coreografías, espectáculos y estrenos para los próximos meses, el representante de DCC, Jorge Brooks, habló a Cuba Contemporánea sobre la reciente gira de la compañía por varios países de Europa, donde presentó obras claves de su repertorio y volvió a vivir jornadas de orgánica relación con públicos diversos.

¿Cómo evaluarías la reciente gira de Danza Contemporánea de Cuba por Europa?

-Cuando las compañías salen del país regresan diciendo que triunfaron fuera. Yo soy de los que  dicen que Danza Contemporánea de Cuba no triunfa en el extranjero, sino que allí hizo su trabajo, porque ser artista es un trabajo como cualquier otro, con características determinadas. Celebramos 55 años de trabajo en este 2014, es una fecha significativa porque han pasado 55 años del triunfo de la Revolución, de la fundación de instituciones emblemáticas como Casa de las Américas, el ICAIC, el Teatro Nacional de Cuba con sus respectivos departamentos, entre ellos el de danza, liderado por Ramiro Guerra, que se fundó el 25 de septiembre de 1959. Es revelador que al poco tiempo del triunfo de la Revolución, se fundara lo que es hoy Danza Contemporánea de Cuba y comenzara a gestarse el movimiento danzario del país, que ha trabajado para mostrar a Cuba en la escena.

¿En qué lugares se presentaron?

-La gira comenzó el 22 de marzo en Holanda, donde nos presentamos en cuatro ciudades. Solo en una ciudad  el teatro no se vendió con antelación y fue en La Haya, donde coincidimos con Obama, que asistió a la Cumbre de Seguridad Nuclear, y se bloquearon carreteras  por razones de seguridad, hasta hubo protestas en la calle. 

Allí nos encontramos con Jan Linkens, el coreógrafo de esa obra maravillosa que es Compás. Nos dijo que somos una compañía privilegiada, pues por la crisis económica las compañías holandesas no pueden girar, ni siquiera dentro de Holanda, con más de 12 bailarines. Nosotros salimos de Cuba con 31 personas para actuar en algunos de los más importantes teatros de Europa.  Fue un privilegio, un reconocimiento a la labor de Danza Contemporánea de Cuba, al movimiento danzario de este país, a Cuba.  

Luego fuimos a Alemania durante 22 días, los teatros se vendieron con cuatro meses de antelación, recorrimos en ese país 4995 kilómetros y pasamos muchas veces por el Rhim. También nos presentamos en Luxemburgo y luego en Suiza. En este último país asistimos al Steps Festival, el más importante festival de la danza en Europa, subvencionado por la Cooperativa Migros, una empresa de mucho poderío, que vende sus productos a mitad de precio. Al fallecer el fundador deja por testamento un porcentaje de su riqueza para invertir en educación y en cultura. El Festival invitó a 12 compañías de diferentes partes del mundo, las entradas eran muy económicas, nosotros actuamos en varias ciudades. Fue una gira muy bien organizada, trabajamos con mucha comodidad.

Quisiera que compartieras algunas anécdotas de lo sucedido en esos días

-En Luxemburgo sucedió algo curioso. Hicimos Identidad a las menos 1, de George Céspedes, y Demo-N Crazy, de Rafael Bonachela, una obra espectacular, que incluye la canción “Ne me quitte pas”, con un dúo masculino, todo el teatro coreaba la canción. Al final de la obra los bailarines permanecen cabeza abajo en escena: el público salió del teatro porque imaginó que terminaba la función. Los directivos del teatro cerraron las puertas para avisar que aún faltaba una obra, Mambo 3XXI. Habitualmente, en Europa se hacen programas de una hora de duración y de una sola pieza. 

La segunda noche se anunció que eran tres piezas  y el público permaneció en sus asientos. La primera noche en Alemania el director del teatro nos pidió que hiciéramos solo dos piezas y accedimos. El público pateaba el piso, que es una demostración de satisfacción, y tuvimos que hacer la tercera pieza. Los suizos, que inicialmente querían solo dos piezas, luego nos pidieron tres, y eso nos puso muy contentos. Te cuento estas anécdotas porque creo que a veces no valoramos como debiéramos a las compañías que tenemos en Cuba. Tenemos muy buenas compañías y muy buenos bailarines en todo el país. Cuando estrenamos en Cuba Identidad a las menos 1, la crítica la recibió con indiferencia, y en esta gira la obra fue muy aplaudida. Es cierto que se trabajó luego del estreno, y había madurado al llegar a Europa. 

Tengo noticias de que se producen intercambios con el público después de las funciones

-Durante la gira, al finalizar la función, conversamos con el público, mediante el sistema de preguntas y respuestas, sobre la compañía, sobre la danza, sobre Cuba, sobre nuestro sistema de enseñanza artística. Eso nos place mucho. En muchas ciudades hacemos talleres sobre danza moderna y folclor cubano, los imparte el profesor Yoerlis Brunet. Los programadores nos piden hacer los talleres porque en Europa hay mucha avidez por conocer la técnica cubana de danza moderna, con gusto compartimos nuestros conocimientos.

¿Cuál es la propuesta que más impacta al público europeo?

-Lo primero que impacta en Europa es ver la técnica cubana de danza moderna, que es única, y entrena a los bailarines para hacer cualquier cosa en escena. Muchos se acercan a nosotros para conocer nuestro sistema de entrenamiento, para conocer la escuela cubana de danza moderna. Casi todos los bailarines cubanos que andan por el mundo están contratados en compañías. Nuestra compañía también ha ido incorporando otras formas de moverse, a través de talleres, del trabajo con coreógrafos de otras partes del mundo, así se enriquece nuestra técnica. Es lo mismo que hacía Ramiro en los años fundacionales. Nadie se mueve en el mundo como los bailarines cubanos. 

¿Puede la danza destruir falsas imágenes sobre Cuba?

-Los periódicos suizos decían: Arrasa Danza Contemporánea de Cuba, y nos enorgullecía saber que representábamos a nuestro país. En el Festival de Suiza estaban grandes compañías como Akram Khan y Sidi Larbi Cherkaoui, pero solo nosotros bailamos en el Teatro de la Opera de Berna. Los técnicos se admiraban porque decían que apenas utilizamos la tecnología, y es que lo que más nos importa es el bailarín. Queremos que se mueva el pensamiento a partir de lo que hacemos, pero queremos que el público vea danza bien bailada. El público nos dice que la prensa solo habla mal de Cuba, pregunta cómo es posible que haya  bailarines como esos, o que se baile una obra como Demo-N Crazy, donde hay una relación homosexual.

¿Cómo continúan los festejos por los 55 años de vida de la compañía?

-A inicios de junio participamos en el Festival IncolBallet, en Colombia. Asistimos al evento el año pasado y nos volvieron a invitar. Presentamos Compás, la obra de Jan Linkens. 

Después montaremos una obra con Julio César Iglesias y otra con Alejandro Zaneti. Ellos fueron primeros bailarines de la compañía, uno vive en Alemania y el otro vive en México. 

Una parte de la compañía trabajará con Carlos Acosta en la Suite de Tocororo, en el Royal Opera House. La grandeza de Carlos lo ha llevado a hacer, en ese gran teatro, un programa solo con cubanos. Estará la primera bailarina del Ballet Nacional de Cuba Verónica Corvea, y bailarán obras de George Céspedes, de Alexander Varona y de Miguel Altunaga. Hasta los músicos son cubanos. Tenemos previstos estrenos del reverenciado Bill Cowie, Anabel López Ochoa, Itzik Galili y Marcos Morau. Este último recibió el Premio Nacional de Danza en España el año pasado. Esperamos todo salga bien.