Sotto con el director de fotografía Alejandro Pérez.
Charly Morales Valido - Cuba Contemporánea.- Al terminar la presentación del filme Bocaccerías habaneras, le comenté a Joel del Río que aquello pareció Arturo Sotto en el Actor´s Studio, pues el reconocido crítico de cine tuvo que hacer casi todas las preguntas ante la embarazosa mudez de quienes asistieron a la ¿conferencia de prensa?
Si bien al colega le agradó ser comparado con James Lipton, no dejó de lamentar un fenómeno cada vez más frecuente en las coberturas de cultura, bien por vagancia de los periodistas, bien porque no tienen nada interesante que preguntar o porque preguntarán luego para que nadie les robe las respuestas. Lo cierto es que Sotto tenía más que decir.
Por eso Cuba Contemporánea lo abordó al finalizar el encuentro para interesarse por sus expectativas respecto a la llegada de su más reciente propuesta fílmica a las salas de estreno. A su favor tiene el premio de la popularidad en el pasado Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, y que Sotto ha sido extremadamente celoso con las copias existentes, para evitar que caigan en el rampante mercado pirata.
Sobre el filme, el director de Pon tu pensamiento en mí y Amor vertical declaró que quiso hacer una comedia, sin ponerse a experimentar demasiado y cuidándose de los lugares comunes tan perniciosamente frecuentes en el género durante los últimos tiempos. Tampoco quiso hacer un filme erótico, aunque abunden los desnudos, sino una película de refinada sensualidad.
Esta cinta fue concebida como parte de una frustrada producción en conjunto entre el italiano David Riondino, Sotto y el actor y director cubano Jorge Perugorría, quien sí consiguió financiamiento y filmó Se vende. Con sus historias ya escritas, Sotto perseveró en su proyecto y así nació esta nueva aventura fílmica, que definió como un divertimento con rigor que involucró a unos 50 actores.
Un escritor necesitado de ideas paga por buenas historias y a su casa acude un sinfín de personajes en busca de dinero y, con suerte, para inmortalizarse como caracteres de una gran novela. “Los primos”, “No te lo vas a creer” y “El cuento del tabaco” son las tres historias que integran esta divertida comedia, con un humor para públicos con todo tipo de referentes, desde el burdo hasta el refinado.
“Quise hacer una comedia lo más naturalista posible, sin ponerme a experimentar con recursos cinematográficos, y aunque tiene chistes que provocan carcajadas, tiene mucho humor fino”, explicó el director.
Al pedirle una valoración lo más distante que le fuera posible, Sotto señaló el haberse rehusado a mostrar la cara más sórdida de La Habana, y en tal sentido destacó la dirección de fotografía de Alejandro Pérez. “Quisimos hacer una película hermosa, un espectáculo visual”, aseguró el también escritor y autor de los libros Conversaciones al lado de Cinecittá (entrevistas) y Caro diario (cuentos).
El realizador se refirió a la independencia formal de los tres relatos, que repercutió, además, en el trabajo con los actores. Según Patricio Wood, protagonista de la tercera historia, el desconocer dos tercios del filme les quitó presión y los hizo defender su segmento con mayor intensidad. “Fuimos actores y espectadores a la vez, pero igualmente fue saludable echar mano a un clásico de la literatura para hacer una buena comedia, con un guion sólido, clara estructura y diálogos precisos”, elogió Wood.
Otros intérpretes menos conocidos señalaron la dirección actoral de Sotto, quien encarnó al escritor sin ideas, y muchos expresaron sus deseos de repetir. En tal sentido, y refiriéndose además al exigente proceso de casting, el cineasta advirtió que no le gusta lidiar con actores de gran ego. “Prefiero trabajar con buenas personas, con buenos seres humanos”, señaló.
En sentido general, disfrutó filmando Bocaccerías habaneras, un proceso corto pero intenso, con muchas satisfacciones y no pocas frustraciones. Por ejemplo, fue a locaciones donde ni siquiera le preguntaron de qué iba la película y le negaron el permiso para filmar, porque “a saber qué harán ustedes con eso”.
Pero Arturo Sotto, con optimismo renacentista, no se preocupa demasiado por esas cosas que, en definitiva, sencillamente le dicen que el cine cubano todavía tiene un compromiso con su realidad, y es consecuente. Como puede hacerlo.
