El arquitecto cubano Mario Coyula, Premio Nacional de Patrimonio Cultural 2013.
Pedro de la Hoz González - Foto: Yander Zamora - Granma.- En la intersección de Infanta y San Lázaro, justo donde muchas veces en tiempos de la dictadura los estudiantes que descendían de la escalinata enfrentaban el terror de las fuerzas represivas del régimen, un parque conmemorativo recuerda a las generaciones presentes y futuras la estatura patriótica de los mártires universitarios.
En el proyecto, al que se sumaron Emilio Escobar, Sonia Domínguez y Armando Hernández, se puede apreciar una muy precisa carga simbólica al evocar el paredón donde fueron fusilados los estudiantes de Medicina en 1871, el ambiente de la Colina Universitaria y el escenario de las luchas juveniles.
Esa es una de las huellas visibles del legado del arquitecto Mario Coyula, uno de los más destacados profesionales en esa especialidad y firme defensor de los valores patrimoniales y urbanísticos cubanos, quien falleció en la madrugada del lunes en La Habana a los 79 años de edad, víctima de cáncer.
En la necrópolis de Colón otra obra suya, concebida junto a su colega Emilio Escobar y el escultor José Villa Soberón, rinde honor a los caídos: el Mausoleo de los Héroes del 13 de Marzo.
Coyula diseñó viviendas y proyectó paisajes urbanos, pero quizás sus mayores contribuciones sean las de haber pensado la arquitectura y la ciudad en el contexto de las transformaciones revolucionarias, aportar a la formación de nuevos arquitectos, y fomentar una conciencia y una práctica de la preservación y rescate de un entorno urbano social y cultural en función de una mejor calidad de vida.
Fue así que multiplicó una incesante labor intelectual y docente en la Escuela de Arquitectura de la Ciudad Universitaria José Antonio Echeverría, en el Grupo para el Desarrollo Integral de la Capital, en la revista Arquitectura y Urbanismo, en el Consejo Técnico Asesor del Ministerio de la Construcción, en la Comisión de Arquitectura y Ciudad de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en la Comisión de Monumentos de la capital, en la Maqueta de La Habana.
Mereció, entre otras distinciones, el Premio Nacional de Arquitectura en el 2001 y el Premio Nacional de Patrimonio Cultural en el 2013, ambos por la obra de toda una vida.
Su prestigio rebasó las fronteras del país. Fue el primer cubano profesor visitante en cursos de posgrado en la Escuela de Diseño de la Universidad de Harvard y en la especialidad Estrategias Urbanas de la Angewandte de Viena, y formó parte del Grupo Internacional de Investigación sobre Arquitectura e Infraestructura con sede en París.
Para Coyula, la arquitectura nunca estuvo desligada del destino humano. Se construye para que las mujeres y los hombres sean más plenos, solía decir.
En los últimos años saltó de la escritura de textos teóricos y críticos al campo de la ficción, con la novela Catalina (sobre la mujer para la que fue construida la opulenta mansión de Paseo y 17), exitosamente presentada en la última Feria Internacional del Libro. De ella dijo a Granma:
“Catalina de cierta forma es La Habana y es mi amor por La Habana. Es una metáfora, yo la persigo a ella, pero ya ella se fue como aquella Habana que tampoco está. La de hoy quisiera que se quedara”.