Cubadebate.- Los agentes encubiertos de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) no llevan sombrero ladeado, espejuelos oscuros ni una gabardina de cuello alto. De eso está seguro Manuel Barbosa, quien jamás sospechó que Fernando Murillo había llegado a Santa Clara con una encomienda secreta de la agencia norteamericana.


 

Pelo corto con raya a un lado, barba de pocos días, una boina verdeolivo a lo Che Guevara, 29 años. Esos eran los rasgos del hombre que se le presentó a inicios del 2010 en El Mejunje, el más famoso espacio de encuentro cultural de la ciudad. Si no lo hubiera visto más, le habría sido imposible distinguirlo entre los turistas que desembarcan cada día en Santa Clara, y cuya imagen está lejos del estereotipo literario y cinematográfico de los detectives a lo Humphrey Bogart.

Ni en sueños habría imaginado que en los planes de la USAID, Manuel y sus amigos serían ‘la excusa perfecta’ para encontrar jóvenes que se sumaran a una rebelión. Era impensable, porque el costarricense Murillo se presentó como un hombre de izquierda, simpatizante de las ideas del Che, que quería apoyar de buena fe un proyecto nombrado, nada menos, Revolution. “Nosotros no pertenecíamos ni a la Juventud ni al Partido, pero éramos revolucionarios”, dice Manuel Barbosa.

Actuación profesional

Fernando Murillo, como lo conoció Manuel Barbosa. Después de la publicación de la investigación de AP, Murillo reconoció que FOGI había firmado un contrato para trabajar en Cuba con Creative Associates, pero “de manera apolítica y con los jóvenes y sus comunidades como foco de las actividades”.

Manuel, disc-jockey de 25 años, no está de acuerdo con la Agencia de prensa AP que describe a Fernando Murillo como un tipo inexperto, con poco entrenamiento para trabajar en operaciones encubiertas.

Lo considera un “profesional” y recuerda que Murillo no era un turista cualquiera, sino el jefe de una ONG de derechos humanos de Costa Rica, la FOGI (siglas de la Fundación Operación Gaya Internacional). El colmo de un cinismo burlón. En inglés,foggy -con dos “g”- quiere decir neblinoso, algo confuso, no claro. Con esas credenciales se presentó ante ellos, ocultando muy bien la responsabilidad de la USAID en la organización y financiamiento del proyecto que lo llevó a Santa Clara.

Por la AP se sabe que la USAID empleó a una firma internacional, basada en Washington, la Creative Associates –que subcontrató a la FOGI-, la cual opera en 85 países ofreciendo asesoría y asistencia a programas de desarrollo. Esta empresa creó una red de mensajes de texto con el nombre de ZunZuneo, que intentaba ser una suerte de “Twitter cubano” para favorecer actividades ilegales en la isla. La base principal de operaciones del proyecto ZunZuneo estaba también en Costa Rica.

Murillo y las personas que lo acompañaron recibieron instrucciones de sus empleadores de reportarse cada 48 horas y un código de seguridad para alertar sobre las condiciones en que se desenvolvía su trabajo en la Isla. Manuel conoció a dos de los “colaboradores” del director de FOGI en los tres viajes que este hizo a Santa Clara: Gabriel, que era una especie de secretario; y Alejandro, que supuestamente estaba obsesionado con los trenes antiguos. “No dieron jamás la idea de que estaban bajo presión. Todo lo contrario. Lo último que habría pasado por mi cabeza era que tenía delante a agentes del gobierno de Estados Unidos”, asegura el líder de Revolution (el grupo ya se desintegró).

El Murillo que conoció Manuel Barbosa era un hombre seguro, encantador, que sabía lo que quería y que prometía villas y castillas a estos jóvenes, mientras se paseaba como Pedro por su casa en Santa Clara. Manuel muestra dos cartas de invitación facilitadas por FOGI -fundada en el 2009, poco antes del primer viaje de Murillo a Santa Clara- para que el grupo viajara a Costa Rica y Guatemala, donde supuestamente recibirían adiestramiento e intercambiarían con otros muchachos de edad e intereses similares. Los de Revolutionquerían sacar a flote y, por supuesto, darle relieve internacional a su proyecto, que integraba la música electroacústica con artes plásticas y otras acciones de promoción cultural.

“Estábamos desesperados por hacer algo, por mantener el proyecto”, y de pronto llega este señor que parecía tener mucho dinero en sus manos, un hombre preocupado por la ecología y la promoción de campañas contra el VIH, todo sonrisas, unos 80 000 dólares en juego y promesas, “muchas promesas”, reitera Manuel.

Prueba de las habilidades del contratista de la USAID es la manera en que interactuó con diferentes líderes del entorno cultural de Santa Clara. Al pintor Amilkar Chacón Iznaga lo visitó en su casa y le llevó un precioso libro de arte que todavía conserva. Cuando fue por primera vez con los de Revolution en abril de 2010 al parque conocido como “Naturarte”, a cargo del artista plástico Ermes Ramírez Criado, impresionó con sus conocimientos sobre técnicas de reciclaje y el cuidado de las mariposas. En su segundo viaje a Santa Clara en noviembre, trajo de regalo dos libros sobre estos insectos -uno de ellos aborda de manera exhaustiva los métodos para construir un mariposario.

“Demostró conocimientos en diversas disciplinas: reciclaje, prevención de salud, botánica, mariposas. Sembró aquí un árbol de güira como símbolo de amistad. Mirando en retrospectiva me doy cuenta de que había estudiado el terreno e intentaba halagar a todos, mientras buscaba un lugar donde ubicarse que tuviera mucha integración con el público”, reconoce Idania Moreno, periodista y promotora cultural de Naturarte, un proyecto que es Premio de la Cultura Comunitaria en Villa Clara.

¿Por qué Santa Clara?

“Nada existe sin un contexto”, dice en algún momento el protagonista de una de las novelas de espionaje de John le Carré. “Santa Clara es una ciudad cosmopolita, abierta, un sitio de peregrinación al que llegan muchos o quizás la mayoría de los extranjeros que visitan la Isla. Usted los ve todo el tiempo en las calles, interactuando con la gente. Un latinoamericano, por más señas admirador del Che y que te habla constantemente de cuidar la ‘Pachamama’, no se haría notar”, explica Amilkar Chacón. Cuando conoció a Murillo en el 2010, era el subdirector de la Escuela Provincial de Arte de Santa Clara “Leopoldo Romañach”, que ahora dirige.

También lo vio en El Mejunje. “Pensé que tenía un interés cultural, como tantos otros que pasan por aquí”, añade. “No era extraño que él intentara relacionarse con líderes de la cultura en sus diferentes manifestaciones”, y subraya que esta ciudad, por ejemplo, tiene una escuela de Arte desde 1946, por la que han pasado Flavio Garciandía, Alfredo Sosabravo, Zaida del Río, entre otros grandes de la plástica cubana, y posee una historia y una arquitectura peculiar, además de guardar los restos del Che y sus compañeros caídos en Bolivia.

“Pero, ¿quieres que te diga la verdad? Yo no me imaginé que iba a terminar metido en una mentira como esta”. Aún así, añade, “Murillo nos subestimó”, y en esta apreciación coincide con Manuel Barbosa. Quizás es el tipo de vida que llevaba como agente lo que le aturdió al costarricense el sentido común. Obtener información era para él un objetivo insaciable. Quería mantener comunicación permanente vía correo electrónico, pero por Hushmail, un servicio de mensajería cifrado que utilizan habitualmente los servicios de inteligencia de EEUU y que los jefes de Murillo recomendaron con especial énfasis, de acuerdo con la investigación de la agencia AP.

Murillo, además, exigía informe de todo y hasta le pidió al líder de Revolution que pusiera en una tabla en formato Excel datos de los participantes en los eventos que realizaban, empezando por el taller para la prevención del VIH que tuvo lugar el domingo 3 de noviembre de 2010.

“Ese taller me pareció tonto, si se tiene en cuenta el contexto. Aquí casi se nace con un preservativo en la mano. Te hablan por todos lados de cómo cuidarte, en la televisión, en la escuela, y el VIH/ SIDA no es un problema de salud en Santa Clara. Pero él prometió dinero para nuestro proyecto y el tema del taller era noble… Lo hicimos”, admite Manuel.

El plan de la USAID, ¿un fracaso? ¿Un éxito? Tanto Manuel como Amilkar creen que Murillo estaba condenado al fracaso antes de llegar a la Isla. Era tan secreto el plan de rebelión que habían tramado y el escenario era tan poco propicio, que jamás lo socializaron con los supuestos “líderes” de la asonada. No hay dudas de que ese era el objetivo -lo ha dicho APy ahí están los documentos que lo confirman. Solo que con una trama imposible, concluye Manuel, “la película de Murillo tenía que terminar como terminó: mal”.

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