Lianet Leandro López - Cuba Contemporánea.- Foto: Diario Adelante.- Si hubo una expectativa compartida por los camagüeyanos antes del concierto que, una vez más luego de ocho años, trajo a estos predios a la formidable orquesta Los Van Van, era la duda ante la posibilidad de un escenario con un espacio vacío tan grande, que no lo pudiera llenar la necesaria conformidad ante la pérdida física de ese líder que fue Juan Formell durante los casi 45 años de la orquesta. Pero fue una incertidumbre que duró apenas el tiempo de la espera entre los reconocimientos ofrecidos a los músicos por las autoridades del territorio y su arribo a la tarima de la Plaza de la Revolución en Camagüey.

“Permiso, que llegó Van Van” soltó sus acordes y más de 50 mil personas arrancaron a bailar, y se dieron cuenta de que en el escenario no había ningún vacío, porque allí estaba Formell en esa esencia que le impregnó a una orquesta que sin temor a error puede llamarse insignia musical de Cuba. Tal vez la propia elección del tema inicial constituyó una reafirmación de identidad, una manera de decir “somos nosotros y seguiremos siéndolo, porque papá nos educó bien”. Sí, papá, porque eso fue Juan Formell para esta familia, que a solo tres meses del fallecimiento de su director histórico recogió lágrimas e instrumentos y se lanzó a la gira por todo el país, la misma preparada con anticipación por el bajista, quizás como regalo póstumo a ese pueblo que tanto lo amó.

Samuel Formell, su hijo y heredero ahora de la enorme responsabilidad de conducir por senderos rectos al “tren musical de Cuba”, sabe que la expectativa ante la ausencia es una constante en cada parada del recorrido programado para celebrar el aniversario 45 de la banda. Por eso lo repite en cada entrevista que por estos días hacen los periodistas: su padre se encargó de dejarlo bien preparado a él para dirigirla, y a los músicos y cantantes para sentirse seguros de participar en la creación y hacerla suya.

“Dirigir a Los Van Van es una responsabilidad inmensa, sabemos que no nos podemos dejar caer, porque la gente siempre espera más de nosotros, es la orquesta que siempre ha dado la sorpresa y se ha mantenido por años. Y eso no es solamente por su música, sino también por la disciplina y unidad del colectivo, pues cuando tienes artistas conocedores de los deseos del público es muy fácil llegar a este. Muchos miembros de la banda componen, hacen aportes a cada arreglo, esa siempre fue una premisa de Formell padre”, destacó Samuel a Cuba Contemporánea.

El “tren” tiene ante sí un reto triple: proteger su sonoridad característica, complacer al bailador y mantener el trono construido durante más de cuatro décadas, a partir de un sueño tan extraordinario como el de revolucionar los ritmos populares, precisamente en una tierra donde, como bien dijo el Lele (Abdel Rasalps), uno de sus cantantes, la gente no baila solo con un palo y una lata, sino que conoce de música y sabe demandar sus preferencias.

“Van Van sentó cátedra con la renovación musical de las tradicionales charangas, incorporando a los formatos de estas la guitarra eléctrica, el bajo, la organeta, y otras innovaciones en los instrumentos y los ritmos, acuñando la variante del son conocida como songo. Aun con la competencia que pueda existir entre las tendencias musicales actuales, sabemos que el sello de la orquesta gusta y de generación en generación ha estado en la preferencia, y por ello seguiremos luchando”, destacó Formell hijo.

Que hablen más de la familia

Como nueva locomotora de este expreso, Samuel se mantuvo fuerte al hablar de la impronta del maestro Formell. Es comprensible, pues aunque el dolor de un hijo carnal ante la pérdida física del padre es inigualable, como profesional sabe que es heredero de un legado inmortal que va hacia adelante. Pero con Yenny (Yenisel Valdés), la única voz femenina del grupo, las emociones contenidas afloraron en el temblor de su voz cuando evocó estas primeras presentaciones sin el padre espiritual que fue “Juanito” para todos ellos.

“Antes de comenzar la gira en Cuba, estuvimos en México, Europa y Canadá. En cualquier parte del planeta la gente lo recuerda, en los conciertos le dedicaban homenajes, y para nosotros era difícil y gratificante a la vez, por aquella sensación incomprensible de que aunque ya no está físicamente, su presencia es eterna entre nosotros”, comentó emocionada.

También hubo mucho sentimiento en las palabras del Lele, quien viajó hasta Camagüey con su esposa y sus tres hijos, los cuales para él tienen muchísimos tíos, porque Juan así los unió, como hermanos, como familia. Allí esta quizás unas de las claves del éxito y la permanencia.

Por el momento, Camagüey es el último destino de la maquinaria vanvanera en la primera parte de su gira, en la cual ya cubrieron todo el occidente y centro del país, pues deben cumplir compromisos en Latinoamérica, y posiblemente en los Estados Unidos. Además está pendiente la culminación del disco La Fantasía, ya en proceso de maquetación y del cual se espera su estreno para el 4 de diciembre, día del aniversario. Luego retomarán el periplo en las provincias orientales, hasta concluir el 19 de octubre en Santiago de Cuba, en vísperas de la celebración del Día de la Cultura Nacional.

Escribió una colega que hasta la lluvia respeta a Los Van Van, pues horas antes del concierto el cielo camagüeyano se tiñó de negro como anticipo de una tormenta proverbial que por suerte no llegó. Mas yo prefiero pensar que fue el maestro Formell, que desde donde esté no deja de velar por sus muchachos, despejándoles el camino para que sigan brillando con la misma gracia y humildad que los llevó a ese lugar cimero e indiscutible de la música cubana.