Favio Guerra - Cuba Contemporánea.- En términos deportivos, el 2013 fue un año “bye” para Cuba. Así llaman los especialistas a los 12 meses posteriores a la realización de unos Juegos Olímpicos, cuando los atletas de la isla no participan en ningún certamen multideportivo como Juegos Centroamericanos y del Caribe o Panamericanos.


No obstante, el recién concluido no fue un año tranquilo para el movimiento deportivo cubano, enfrascado desde hace algún tiempo en recuperar el espacio perdido en diferentes escenarios competitivos, y en reestructurar un modelo que se adapte de alguna forma a las cambiantes circunstancias que marcan al mundo del deporte.

De tal forma, cierra un período que acogió interesantes sucesos, en algunos casos polémicos y en otros contradictorios en cierta forma, también novedosos, gratificantes o frustrantes. Todos juntos marcaron de algún modo el comienzo de un nuevo ciclo que anuncia cambios de contenido y forma a una esfera por mucho tiempo estática y cerrada a las influencias externas.

El tiempo transcurrido apenas alcanza para medir repercusiones, pero es suficiente para realizar una mirada más reposada y valorar aquellos hechos más notables dentro del panorama deportivo. Comencemos.

La pelota, siempre caliente

Aunque la temporada comenzó a finales del año anterior, fue este 2013 el momento de apreciar los resultados de la novedosa estructura de la Serie Nacional del béisbol cubano.

Su “nacimiento” llegó con cantidades nada despreciables de incertidumbres y con la eliminación del equipo de Metropolitanos, más polémica por la forma en que se hizo que por su verdadera trascendencia.

El tiempo demostró que, a pesar de sus notables defectos, la fórmula garantizó competitividad -que no necesariamente implica más calidad-, mantuvo el interés de los aficionados a lo largo de toda la temporada y posibilitó un espectacular play off del que emergió campeón el equipo de Villa Clara, 18 años después de su última coronación.

En medio de la Serie fue confeccionada la selección cubana que participó en el III Clásico Mundial sin la suerte que los aficionados esperaban. Sus riendas las movió el siempre inquietante Víctor Mesa, cuya designación en el puesto durante los próximos cuatro años fue cuestionada por muchos de sus detractores, y celebrada por igual cifra de los que ven en sus métodos poco ortodoxos la vía más acertada para reconquistar los títulos cedidos por el béisbol cubano durante los últimos años.

En medio del proceso cobró extrema relevancia la decisión del estratega de prescindir de los servicios de Ariel Pestano, por mucho tiempo el receptor titular de la selección. El tema movilizó a la opinión pública y trascendieron por todos lados más versiones de índole personal que deportiva para ilustrar el asunto.

En definitiva, el estelar jugador quedó marginado del equipo Cuba, pero tuvo su oportunidad de revancha cuando en el último desafío del play off entre Villa Clara, su equipo de siempre, y Matanzas -dirigido por el polémico estratega-, conectó un cuadrangular con bases llenas que prácticamente sentenció la coronación de los Naranjas.

En la actualidad, Pestano se desempeña en la Liga Invernal del estado mexicano de Veracruz, para dar continuidad a la primera experiencia de peloteros cubanos activos en torneos foráneos. Los pioneros en la materia fueron, durante el verano de 2013, los granmenses Alfredo Despaigne y Yordanis Samón, junto al pinero Michel Enríquez. Los dos últimos tuvieron una presencia limitada -Samón por bajo rendimiento y Michel por lesión-, pero Despaigne cubrió todo el contrato con muy buenos resultados.

A principios de febrero de 2014, Pestano se reencontrará con sus compañeros para protagonizar el regreso del béisbol cubano a la Serie del Caribe, otro de los hechos notables que marcaron el recién concluido año.

Después de intensas negociaciones, sombreadas muchas veces por un matiz enteramente político, las autoridades de la federación cubana aceptaron que su novena participe en calidad de invitada, aunque, contrariamente a la postura inicial, sus aspiraciones apuntan a convertirse nuevamente en miembro de una organización de la que fue fundadora.

¿Fuga de capitales o migración deportiva?

La entrada en vigor de la nueva política migratoria tuvo, como es lógico, su repercusión en la esfera deportiva, aunque no fueron sus “beneficios” la única vía utilizada por algunos atletas de la nación para proseguir sus carreras en el extranjero.

Aunque no son todos -la cifra registrada es considerablemente alta-, los casos más ilustrativos pudieran ser los del campeón olímpico Dayron Robles y varios voleibolistas de uno y otro sexo, quienes prefirieron solicitar su desvinculación formal del movimiento deportivo cubano con ánimos de probar fortuna en otras latitudes.

En relevancia mediática, ningún caso supera al de Dayron por sus particularidades y por el cruce de declaraciones y toma de posturas que ha generado a lo largo de los últimos 12 meses. Después de un desafortunado 2012, el vallista guantanamero solicitó la baja voluntaria, aprovechó la nueva ley para viajar a Europa y poco después participó “por cuenta propia” en un mitin atlético en la ciudad italiana de Turín.

La Federación Cubana de atletismo protestó y le negó amparo, la Federación Internacional (IAAF) le exigió una afiliación y a Dayron no le quedó más remedio que firmar por un club basado en el Principado de Mónaco para seguir compitiendo.

La discrepancia entre ambas partes sigue en un punto muerto. Las autoridades cubanas han ratificado su posición mientras que el ex recordista mundial, al menos públicamente, sigue pretendiendo un estatus que le permita representar a su país sin establecer ningún tipo de vínculo con la federación local.

Aunque existen situaciones similares en otras disciplinas, una de las más resentidas en este sentido ha sido el voleibol, pues muchas figuras de ambos sexos prefirieron no participar en torneos internacionales durante el recién concluido año y adelantar sus trámites para salir del país.

Sin dudas, la salida de mayor peso fue la del santiaguero Wilfredo León, aunque su solicitud fue denegada y terminó siendo sancionado. El castigo se extendió al pasador Yoandri Díaz, y sus ausencias -junto a la de otros que salieron antes- llevaron a la escuadra cubana hasta los puestos finales de la tabla de posiciones en la Liga Mundial. En el caso de las mujeres el “goteo” ha sido más continuo y hoy, además de las discretas demostraciones en el Grand Prix, ya no logran dominar en torneos regionales y mucho menos continentales.

Aunque en algunos círculos se ha insinuado la posibilidad de “rescatar” a todas aquellas figuras que se separaron de las selecciones nacionales de forma natural, lo cierto es que ello no se ha concretado y el futuro aparece muy sombrío para ese deporte.

En contraste, no pocos peloteros han elegido formas más traumáticas para demostrar su calidad en otras ligas. La contratación de Yasel Puig -abandonó el país de forma clandestina- con un salario millonario pagado por los Dogers de Los Ángeles fue sólo el comienzo de un éxodo que siempre ha existido, pero nunca de una forma tan constante.

Entre las figuras de más alcurnia que han salido de forma ilegal sobresale el también cienfueguero José Dariel Abreu, participante en el más reciente Clásico Mundial y beneficiario del mayor contrato firmado por un agente libre internacional al pactar por seis años y 68 millones de sueldo con los Medias Blancas de Chicago.

La lista de jugadores destacados que emigraron vía marítima durante 2013 crece con los también participantes en el Clásico Mundial Erisbel Arruebarruena y Raicel Iglesias, los prometedores Alexander Guerrero y Dayron Varona, el lanzador zurdo Misael Siberio y otros sin mucho renombre pero con calidad y juventud para imponerse en el béisbol profesional. Todos coinciden en que la “hemorragia” tenderá a continuar.

Nuevas visiones, nuevas políticas

Entre todos los hechos relevantes relacionados con el deporte, sin dudas el de mayor trascendencia fue la aprobación a finales de año de la nueva política de remuneración para atletas y entrenadores.

Si bien no se anunciaron todos los detalles de la misma, sí quedó establecida a la par de una profesión la categoría de atletas de alto rendimiento y diseñado para la misma una fórmula de pago por resultados que reconoce el sacrificio y el esfuerzo de los deportistas y entrenadores, tanto en activo como retirados.

Se trata de un cambio sustancial respecto a la visión que durante más de cinco décadas defendió la prevalencia de un amateurismo en estado puro, y aunque el viraje no es radical sí se asemeja a un profesionalismo “light” en el que no siempre prevalecerían las leyes del mercado.

El anuncio fue acogido con enormes expectativas, pues por primera vez se le da la importancia que merece la atención integral a los atletas de élite. No obstante, la implementación de esta política todavía no ha dado sus primeros pasos, pues en un entorno totalmente desconectado de las circunstancias que imperan en el mundo deportivo actual, las autoridades han necesitado más tiempo del esperado para establecer todas las normativas jurídicas que puedan garantizar el buen funcionamiento de esta decisión.

En lo adelante, se espera que esta sea una alternativa, que si bien no puede competir con las ofertas que reciben los atletas cubanos en el extranjero, contribuya a estimular una mayor permanencia de estos en el país, toda vez que en su letra quedó recogida la posibilidad de contratación en clubes extranjeros previa mediación de la federaciones nacionales, y que la mayor parte de los ingresos provenientes de esos contratos, así como los premios concedidos, quedarán en manos de los deportistas.

Todavía es muy temprano para medir la influencia de la nueva medida, que ha surgido en lo posible el descontento de los atletas, quienes exponían la falta de atención como principal motivo para “migrar” sus carreras deportivas.

Sólo el tiempo será capaz de definir si sirvió para detener la caída en los resultados internacionales del deporte cubano, y para reconquistar el lugar que le granjeó el respeto y la admiración en todo el mundo.

Saldo y proyecciones

Una evaluación mixta se impone a la hora de calibrar los resultados deportivos logrados por Cuba durante 2013.

Si tomamos como termómetro el béisbol, pasatiempo nacional y pasión de millones de cubanos, el saldo no es completamente positivo. No superar la segunda etapa del Clásico Mundial fue una deuda demasiado pesada, que apenas se atenuó con triunfos en torneos menores como el Inter-puertos de Rotterdam o el Challenger de Canadá.

Mejor no les fue a las selecciones de categorías menores, que no pudieron coronarse en los certámenes de carácter internacional más importantes en los que participaron.

El boxeo, disciplina que más títulos olímpicos ha aportado a la nación, no pudo superar ahora la actuación anterior en citas universales y volvió a conquistar sólo dos coronas. Sin embargo, han sido esperanzadoras las actuaciones de la franquicia Domadores de Cuba, con la que el boxeo de la isla se insertó en la Serie Mundial, matizada por sus puntos de contacto con el pugilismo rentado.

Igual sucedió a la delegación que participó en el Campeonato Mundial de atletismo, que regresó a casa otra vez sin título. Como consuelo quedaron el retorno a lo más alto del podio en un certamen del orbe -después de varios años de ausencia- de los judocas Idalis Ortiz y Asley González, y el subtítulo mundial por países conseguido por el taekwondo, también con par de reyes en nómina.

En la sequía de buenas actuaciones en deportes colectivos emergió el título continental logrado por la selección femenina de baloncesto, que se aseguró un puesto en el Mundial de 2014.

Y como orgullo para millones de cubanos quedaron las buenas actuaciones del ajedrecista Leinier Domínguez, quien se mantuvo en la élite de este deporte por un año más.

De cara al futuro, será el regreso a los Juegos Centroamericanos y del Caribe con sede en la urbe mexicana de Veracruz el reto más importante que asumirá el movimiento deportivo cubano durante 2014.

La ausencia de la cita precedente celebrada en la ciudad boricua de Mayagüez, y la reducción de la ventaja sacada a México durante la última incursión cubana en el certamen regional organizado en Cartagena de Indias, Colombia, abren una interrogante sobre las posibilidades de que Cuba pueda retomar su hegemonía.

De hecho, la delegación caribeña partirá sin opciones de participar en no pocas modalidades convocadas en esta edición por los organizadores, lo que, sin dudas, reducirá el margen de superioridad que habitualmente exhibía en estas lides.

Seguir logrando con muy pocos recursos lo que hacen las grandes potencias será la gran tarea del deporte cubano, inmerso en cambios conceptuales y estructurales no siempre con la profundidad y la celeridad que reclaman muchos aficionados, acostumbrados a las sorprendentes proezas conseguidas a nivel mundial.

Entre la esperanza y el escepticismo comenzó el camino de las posibles y necesarias transformaciones. Pero una vez más, el terreno será quien diga la última palabra.

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