Glenda Boza Ibarra - Juventud Rebelde.- Ellas despertaron hoy como aquella madrugada de jueves de 1957. El ruido de los disparos, esta vez con balas de salva, trajo a sus mentes los recuerdos de ese cinco de septiembre. Pero ahora son niños y jóvenes los que asaltan Cayo Loco, el Colegio San Lorenzo, la antigua Jefatura de la Policía, sede del gobierno provincial.


Ellas llegaron temprano hasta el Parque José Martí, - ha sido una costumbre este día durante varios años. Saben que les espera una caminata que pone a prueba su voluntad más que fortaleza física, pues con el tiempo, algunas ya no pueden recorrer los casi cinco kilómetros.

Son las mujeres que encabezan, cada año, la peregrinación en homenaje a los mártires caídos en el Levantamiento Popular del 5 de Septiembre en Cienfuegos. Ellas, junto a jóvenes estudiantes de las ciencias médicas, sostienen por más de una hora de marcha, la bandera cubana de 10 metros hasta el mausoleo del Cementerio Tomás Acea.

A Lourdes Sabina Valdés le sobran razones para asistir cada año al homenaje. La cicatriz del tiro recibido aquel día en uno de sus pies mientras escapaba de los proyectiles, se realza a estas horas. Pero duele más el recuerdo de su esposo Alberto Ríos Mayea, quien fue uno de los caídos en la insurrección de la ciudad.

«Cada año espero con ansias este momento y me llevo conmigo a mis vecinos, familiares. Todos deben rendir tributo a los héroes de la Patria. A veces sueño conque cargo la bandera».

Y no puede la fatiga, ni las más de siete décadas, ni siquiera el consejo de seres queridos, apartarla de ese compromiso que tiene con la historia.

Así también le sucede a Filomena Susana Mejías Mora e Inés Elvira Díaz Soriano, dos vecinas conocidas en el barrio como «las Marianas», por estar siempre dispuestas ante cualquier tarea de la Revolución.

Pero, por primera vez en muchos años, Filomena, de 83 años, no podrá levantar la enseña nacional.

«La vista ya no me deja caminar. A penas puedo ver de un solo ojo. Pero todavía ando sola y despediré a los cienfuegueros cuando salgan del Parque José Martí.

«Es un compromiso con la Patria», resalta. «Mi familia ha estado vinculada al proceso revolucionario desde la incorporación al Ejército Rebelde y durante la limpia del Escambray».

«Yo la acompañaré hasta allá», responde Inés Elvira que en tantos años de lucha se ha convertido en su fiel amiga.

«Me siento fuerte para la peregrinación. Cada año espero con ansias este momento, y aunque no me acompañe Filomena será como si fuera a mi lado».

Entre esas grandes mujeres es tal vez Sonia Penal Richard la más joven, aunque también se incluye ya en la tercera edad. Antigua miembro del Batallón de Ceremonia de las Milicias de Tropas Territoriales, hace varias décadas que va justo en el centro al frente de la bandera que preside la peregrinación.

«Ese será mi lugar mientras viva y tenga fuerzas. No nos podemos cansar, porque ellos (los mártires) nunca se cansaron».

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