Luz María Martínez Zelada - AIN.- Una arquitectura colonial conservada figura entre los atractivos de Remedios, ciudad que cumplirá cinco siglos el año próximo, y entre cuyo patrimonio sobresalen las verjas en puertas y ventanas realizadas para custodiar antiguos valores.


Los primeros enrejados eran de madera, práctica de la que quedan algunas muestras, la mayoría de ellos sustituidos por hierro, exponentes del inicio de un bello y utilitario uso que facilita la existencia de vanos, para el acceso a la luz y la brisa, sin el peligro de malhechores.

El material extraído de los árboles fue sustituido por el metal fundido que se utilizó con prodigalidad, reflejo del desarrollo de la forja, cuyo mayor auge data de las centurias XVIII y XIX, vinculado al florecimiento de la industria azucarera en Remedios.

Todavía pululan las rejas en la añeja urbe, desde las más sencillas hasta aquellas, que en un complicado entramado semejan tejidos de encaje, muestra de la destreza de sus fabricantes.

Las primeras verjas de hierro forjado carecían de trabajo decorativo, las utilizadas en exteriores eran rectas y abundan las cóncavo-convexas, mientras de forma excepcional se encuentran las semicirculares.

Esta labor creativa se enriquece y recibe influencia neoclásica, que se nota, fundamentalmente, en el empleo de la lira para la ornamentación.

Actualmente se puede observar una amplia variedad de estos enrejados, influenciados por los más variados estilos que surgieron en el tiempo, lo cual otorga a la ciudad un encanto característico.

Hasta la actualidad llegan los guardafaroles, que en épocas pasadas, constituyeron el sostén del alumbrado público.

Además merecen mención aparte las verjas empleadas en interiores para separar una habitación de otra sin entorpecer el paso de la luz y el aire, tan importantes en el clima de Cuba.

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