Michel Hernández - Foto: Yander Zamora - Cuba Contemporánea.- Francisco Céspedes asegura que a sus 58 años es el hombre más feliz sobre la tierra. Y hay que creerle porque lo afirma con tanta vehemencia que hace derrumbar cualquier atisbo de duda. “Hace 24 años que no toco en Cuba. Para mí regresar a la Isla, gracias a la invitación de esa leyenda que es Leo Brouwer, me hace el hombre más feliz del mundo", afirma a Cuba Contemporánea este famoso cantautor cubano radicado en México hace más de 20 años.
Céspedes fue invitado a Cuba para inaugurar la última edición del Festival Leo Brouwer con un concierto el próximo 27 de septiembre en el teatro capitalino Karl Marx. “Estoy muy nervioso desde la noticia porque he esperado este momento toda la vida. A mí lo que más me gusta es cantar en Cuba. Por eso ahora tengo ganas de cantar tanto hasta que la gente se aburra de mí para suplir estos 24 años de ausencia”, agrega.
Para el concierto ha diseñado un programa que repasará toda su carrera. “Es un repertorio bastante amplio con canciones de mis diez discos. Tengo que cantar, por ejemplo, canciones del disco Con permiso de Bola (un homenaje a Bola de Nieve), eso es casi un asunto religioso. En Cuba tengo un público nuevo que me conoció cuando estaba haciendo mi carrera en el extranjero sobre todo gracias al disco Vida loca. En ese momento eran niños y ahora son jóvenes y adultos. Siempre me han demostrado mucho cariño por mi música y es maravilloso cantar y que la gente quiera oírte”, dice.
La visita a Cuba de Pancho Céspedes ha despertado críticas de sectores de Miami, pero el cantautor asegura que no les ha prestado demasiada atención. “He oído las críticas a mis próximas presentaciones aquí, pero ante eso lo único que tengo que hacer es trabajar. Solo deseo que vengan a cantar a Cuba todos los artistas cubanos radicados en el exterior. Que la gente cante donde quiera. Y que vayan donde quiera. De todas formas mi carrera no se afecta por las críticas”.
El primer disco de Pancho Céspedes, Vida loca, vendió más de un millón y medio de copias y le abrió, obviamente, las puertas de la industria musical, pero no obstante el músico toma distancia del mercado del disco. “El mercado del disco es una hipocresía y una trampa terrible, lo que promueve es el factor mediático y no les interesa la memoria. Quieren que el mundo pierda la memoria y que todos seamos iguales y no lo somos. Por lo tanto hay que tener claro qué es arte y qué no es arte”.
“Las disqueras –explica– se están muriendo porque a través de internet uno puede hacer la carrera completamente. Las disqueras siempre te dicen 'tienes que hacer esto o aquello', pero soy de las personas que tienen autonomía, por eso nunca me gano ni un Grammy a pesar de ser nominado todos los años. Pero tampoco quisiera ganarme ninguno, no quisiera ese premio, para mí el premio es el público y que Leo me haya invitado a tocar en Cuba”.
Hace 24 años Ciudad de México acogió a Pancho Céspedes y vio cómo se convertía en uno de los cantautores cubanos de mayor popularidad fuera de la Isla. “Los mexicanos quieren mucho mis canciones y a la música cubana como el feeling y el danzón. Por ejemplo, todos los domingos en Veracruz hay que bailar danzón en el parque, no porque exista una directriz que mande a defender el danzón, sino porque les gusta hacerlo, de manera natural. Cuando yo llegué a México se escuchaba en el Metro mucha música cubana, tal parecía que querían más la música cubana que nosotros mismos”.
Influido por la trova tradicional, el jazz, el rock y la Nueva Trova, Céspedes confiesa que tiene una relación muy particular con la soledad. “Soy un hombre solo porque me divorcié hace 12 años. Duermo al lado de una guitarra, de unos papeles y de una pluma, y a cada rato me despierto a componer. Siempre estoy escribiendo canciones, algunas se van a la basura y otras me las quedo. Las motivaciones diarias son las que me inspiran, aunque en mi caso siempre hay una mujer por ahí. De lo que sí estoy seguro es que aunque a lo mejor no hable ni de Cuba, este regreso a mi país me inspirará otra canción”.
