enfile.com.- Uno de los filmes más emocionantes que hemos visto en el 29º Festival Internacional de Cine en Guadalajara es el cubano Conducta, del experimentado director, Ernesto Daranas. El filme es el pago de una deuda que Daranas tenía con sus alumnos de cine. No había podido darles tres semestres y decidió comprimir todas esas enseñanzas en un periodo de filmación, el de Conducta, que congruentemente trata sobre una profesora que decide rescatar los valores morales de uno de sus alumnos aunque todos a su alrededor conspiran (sin querer) por mantenerlo en las ruinas en las que sobrevive: nadie sabe quién es su padre, su madres es alcohólica y drogadicta, y vive en La Habana vieja, un lugar en el que las grietas de la pared reflejan las de sus habitantes.


Nada en Conducta es tratado con sordidez lastimera. Sobresalen los valores humanos por encima de las circunstancias. Chala es un niño magnífico, lleno de vida y de soluciones en la cabeza, y de amor y lealtad enormes por su madre y su profesora, quien lo guarda como si fuera un ángel.

Entrevista: Alfonso Flores-Durón (@SirPon)

Cámara: Alfonso Flores-Durón

Edición: Alberto Fernández (@BetoLovesClash)

Entrevista con Ernesto Daranas, realizador de TV y Cine

Paquita Armas Fonseca - TV Cubana.- Este realizador, Ernesto Daranas, un excelente guionista de la radio, caminó con igual suerte por la televisión y llegó, por lógica, a dirigir. En el caso del documental Los últimos gaiteros de La Habana, (2004) con más de diez premios entre ellos el Iberoamericano de Periodismo Rey de España 2004, lo codirigió con Natacha Vázquez. En ficción fue el artífice del teledrama La vida en rosa (2005) que arrasó con los festivales de televisión y en el 2008 se estrenó su primera película para cine Los dioses rotos, que además del Premio de la popularidad del festival de cine de La Habana obtuvo otros lauros. 

Y estoy segura que a Daranas no gustará de estas palabras iniciales: él, como cualquier artista que se respete, no trabaja para premios sino para bordar con imágenes y sonidos historias que lo conmueven para llegar a los espectadores.

Así amasó la idea de Conducta una película que dará mucho de que hablar, fundamentalmente entre los maestros y todas aquellas personas preocupadas –y ocupadas- en la formación de niños y niñas.
Pero hasta aquí. Daranas me concedió la primera entrevista sobre su cinta y usted, lector o lectora, conocerá por su voz el por qué de la “conducta” de este hombre de la radio, la televisión, el cine y… sobre todo un ser humano extraordinario.

¿Cómo llegaste a este tema?

Concebimos este proyecto como una película-taller para un grupo de alumnos de la Facultad de Medios Audiovisuales del ISA. Ellos fueron parte activa de la obra desde la elección del tema, la investigación paralela al guión y la selección de los niños de la película. Conducta es consecuencia de ese trabajo, sumado a un grupo de inquietudes personales.

¿Qué tipo de inquietudes?

Luego de un cuarto de siglo de crisis, los cambios que finalmente están teniendo lugar en nuestra sociedad y economía no han logrado el impacto esperado en nuestros sectores más humildes. Lo que sí hemos visto es que a todos los niveles se hable de crisis de valores, sin que se aborden a fondo sus causas. Los niños son el gran blanco de esos problemas.

Sin adelantar mucho, ¿de qué va la historia?

Básicamente de la relación entre Chala, un niño proveniente de un entorno marginal, y Carmela, su veterana maestra de sexto grado.

¿Cómo fue el proceso de selección de los niños de la película?

Comenzamos por un casting masivo al que fueron miles de niños, la mayoría traídos por sus padres. Nos sirvió para entender que los muchachos que buscábamos no nos iban a llegar por esa vía. Fue entonces que los siete estudiantes de la FAMCA comenzaron el verdadero casting de Conducta recorriendo, una por una, las primarias y secundarias de Cerro, Centro Habana y Habana Vieja. Así logramos conformar un excelente grupo de muchachos, algunos de ellos con problemáticas muy similares a las que abordábamos y que hicieron muchos aportes a la historia. Mariela López, nuestra directora de casting, fue muy importante en este proceso.

¿Por qué pensaste en Mariela?

Por un lado estaba su experiencia en el trabajo con niños, y por otro, el gran rigor que pone a todo lo que asume. El reto era que esos niños preservaran su verdad, a la vez que quedaran preparados para asumir algo tan extenuante como un rodaje cinematográfico.

¿Cómo se logró eso?

Organizamos un taller donde se trabajó mucho con improvisaciones y se escribieron escenas que no están en la película, pero que les permitieron entrar en el mudo interior de sus personajes. Hasta que eso no estuvo logrado no empezamos a trabajar con el guión verdadero, teniendo cuidado siempre de no viciar las interpretaciones y de que los niños llegaran frescos al rodaje. Paralelo a esto, y en dependencia del personaje, recibían entrenamientos de baile, boxeo, natación y hasta de manejo de animales.

¿Y qué tal reaccionaron ante tanta exigencia?

Con entusiasmo. Se enfrentaron a cosas nuevas, sintieron que su criterio contaba y encontraron un espacio de respeto. Algunos provenían de entornos familiares complejos y en todos esos casos se lograron importantes progresos. Geraldine León e Indira Magaz, nuestras asistentes, también jugaron un gran rol en esto y resultaron decisivas luego en el rodaje.

¿Y qué pasó cuando esos niños se vieron frente a actores como los que tiene Conducta?

Nos cuidamos de que esos actores no entraran a los ensayos hasta que no estuvimos muy próximos al rodaje. Cuando eso ocurrió, los niños ya estaban bien preparados y entonces el impacto tuvo lugar en las dos direcciones, pues nuestros actores entendieron enseguida que la pauta de actuación de la película la marcaban los niños y que el desafío era entrar en su juego. Alina Rodríguez, Yuliet Cruz, Miriel Cejas, Silvia Águila, Idalmis García, Héctor Noas, Armando Miguel y Tomás Cao tuvieron mucho trabajo con los muchachos y supieron crear un ambiente muy distendido con ellos.

¿Qué te motivó a la aproximación que hace la película a una familia disfuncional y a nuestro sistema de enseñanza?

En realidad, Conducta no pretende hablar del sistema de enseñanza cubano. La mirada se centra mucho más en esos riesgos a los que la niñez está expuesta, incluido el modo en que las condiciones sociales y económicas afectan a la familia y a la escuela. En estos y otros temas abundan discursos y consignas que son emplazados por lo que vivimos a diario. La maestra Carmela pone a un lado esta retórica en su afán de hacer de su aula un espacio diferente.

¿Cómo es esa aula?

Un lugar en el que no se estigmatiza ninguna diferencia, donde cada niño expresa lo que piensa, donde no se manipulan los valores y se asumen nuestras esencias, donde se da la cara a la realidad y se llama a las cosas por su nombre. Pero sobre todo, es un lugar donde hay amor y compromiso con lo que se hace. Hay mucha gente que vive en el filo de la subsistencia, lidiando con los problemas de toda índole que esto acarrea, los hijos de estas familias son los que más necesitan de un aula como esa. Claro que Carmela no es perfecta, comete errores como cualquiera, pero sabe pedir perdón y esa fragilidad y esa transparencia la hacen entrañable para niños como Chala.

¿Carmela es un personaje de ficción o partiste de una maestra verdadera?

Hay una maestra de la Habana Vieja llamada Carmela que dio clases a uno de mis hijos. Ella sirvió de referente para nuestro personaje y me ayudó con parte del guión junto a Clara y Eduardo, otros dos veteranos maestros del Cerro. Carmela, además, escribió lo que hay en cada una de las pizarras de la película y eligió las frases de Martí que aparecen en ellas; sus clases verdaderas comienzan siempre así. Pero tanto el trazado integral del personaje, como los sucesos que expone nuestra historia, provienen de otros muchos maestros y del trabajo de levantamiento previo que hicieron los estudiantes de la FAMCA.

¿Pensaste en Alina Rodríguez desde el principio?

Siempre quise trabajar con Alina, pero la verdad es que cuando escribía el guión a quien tenía en la cabeza era a la verdadera Carmela y a una gran maestra que tuve en la primaria llamada Noemí Heredia. Ahora, en cuanto Alina llegó a la película, todo comenzó a ocupar su lugar. La maestra que yo buscaba era unos años mayor que ella, pero Alina trabajó muy duro su personaje y llenó de sentido cada detalle de su Carmela.

Ahora hablemos de Chala. Tengo entendido que fue muy compleja la definición del niño que lo interpretaría.

Armando llegó el último día de casting, lo mismo que Amaly, la niña que hace de Yeni. Ya eso me había pasado en Los Dioses Rotos con Annia Bú, pero la gran diferencia es que ahora nada parecía indicar que aquel niño fuera Chala. De hecho, fue rechazado en su primer casting y todavía no sé por qué le pedí que regresara. Es verdad que había otros niños muy talentosos que parecían más lógicos para el personaje, pero él avanzaba un centímetro por día y poco a poco me mostraba cosas que yo no sabía que podían ser parte de Chala. Fue una decisión difícil y de las pocas que tomé en solitario, pues para gran parte de mi equipo aquel no era el niño que buscábamos. Pero durante el rodaje conté con el más decidido apoyo de todos y ese es el verdadero sustento de lo que puedan haber logrado cada uno de esos muchachos.

¿Y por qué Alejandro Pérez en la fotografía?

Por su talento y por su carácter. Tiene una gran química con los muchachos y sabe crear un muy buen ambiente de trabajo. Eso era decisivo en una película como esta.

¿Que te llevó a esas locaciones?

Son los lugares de mi infancia, las calles y azoteas en las que aún vivo. Sacar filo a las chapitas en las líneas del tren o el intento fallido por cruzar la bahía, por ejemplo, son vivencias personales que a los niños de la película les entusiasmó compartir. Eso nos sirvió para aproximarnos pues todos sabíamos muy bien de lo que estábamos hablando. En el levantamiento de locaciones también fue muy importante el trabajo realizado por los estudiantes de la FAMCA. No se trataba solo de evidenciar con esos espacios el entorno social en que se desarrolla la historia, sino de expresar ciertos peligros, la sed de libertad y la capacidad de soñar de los niños, incluso en los entornos más adversos. Erick Grass, nuestro director de arte, y el propio Alejandro Pérez, tuvieron una importancia crucial en este proceso donde intentamos aproximarnos al modo en que los propios niños perciben esos espacios en que transcurre la película.

La película también aborda problemáticas como la emigración interna y la expresión de ciertas formas de violencia. ¿Esto fue resultado del trabajo previo sobre el que comentabas o del interés de referirte a estos temas?

Nunca pusimos los temas por delante. Nos centramos en armar una historia y en conformar personajes que se movieran con naturalidad y eficacia dentro ella. A partir de eso, Conducta es una película sencilla, formalmente ortodoxa, en diálogo con la naturaleza de esa historia y de sus personajes. Todo esto, desde luego, está inmerso en un grupo de problemáticas humanas y sociales entre las que la emigración interna descuella, en parte porque las medidas tomadas para contenerla profundizaron una grieta social. En cuanto a la violencia, suele ser la expresión de conflictos e insatisfacciones que sólo pueden ser resueltos si se encaran sus causas verdaderas. Todo esto tiene un impacto inevitable en la infancia, en la familia, en la escuela y en la sociedad. Carmela no puede cambiar la realidad de Yeni, la niña de Holguín que tiene en su clase, pero tiene muy claro que tampoco le puede dar la espalda.

¿Repites con tu staff de siempre?

En gran parte sí. Ya hemos mencionado algunos a los que se suman viejos colaboradores como Pedro Suárez y Osmany Olivare a cargo de la postproducción de la película, Juan Antonio Leyva y Magda Rosa Galbán en la música, Vladimir Cuenca en el vestuario y Esther Masero fue la productora. En general, volvimos a contar con un gran equipo de trabajo.

Los modos de producción están en el centro de la polémica del cine cubano actual, ¿cómo funcionó en ese sentido esta película?

Es una polémica necesaria donde casi todos estamos de acuerdo en que resulta impostergable la legalización de la producción independiente y la promulgación de una Ley de Cine que estructure, fomente y respalde a la cinematografía nacional en todas sus aristas. En nuestro caso, no tuvimos grandes obstáculos productivos. Pedimos y recibimos la mayor autonomía posible pues era la única vía de desarrollar un esquema atípico de trabajo que exigía de muchísima preparación previa con los niños y un plan de rodaje en función de eso. A partir de ese concepto, el MINCULT, el ICAIC y RTV Comercial sumaron sus aportes junto a la Asociación Cubana del Audiovisual y la Facultad Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual del ISA.

Finalmente, ¿qué simboliza la Virgen de la Caridad que llega al mural del aula de Carmela?

Llegó a ese mural como parte de la historia, no como un símbolo preconcebido. Como otras tantas cosas de la película, parte de hechos reales y lo natural es que cada cual le otorgue su propio sentido.

TÍTULO: Conducta

País: CUBA
Año: 2014
Duración: 100 min
Director: Ernesto Daranas Serrano
Guión: Ernesto Daranas Serrano
Música: Juan Antonio Leyva, Magda Rosa Galbán
Fotografía: Alejandro Pérez
Elenco: Armando Valdés Freire, Alina Rodríguez, Amaly Junco, Miriel Cejas, Yuliet Cruz, Armando Miguel Gómez, Silvia Águila, Idalmis García, Tomás Cao, Héctor Noas, Aramís Delgado
Productora: MINCULT / ICAIC / RTV COMERCIAL / FAMCA
Género: DRAMA
Sinopsis: Chala tiene once años, vive solo con su madre adicta y entrena perros de pelea para buscar un sustento económico. Este entorno de violencia a veces sale a relucir en la escuela. Carmela es su maestra de sexto grado y el muchacho siente un gran respeto por ella; pero cuando Carmela enferma y se ve obligada a abandonar el aula durante varios meses, una nueva profesora, incapaz de manejar el carácter de Chala, lo traslada a una escuela de conducta. A su regreso, Carmela se opone a esta medida y a otras transformaciones ocurridas en su clase. La relación entre la veterana maestra y el niño se hace cada vez más fuerte, pero este compromiso pondrá en riesgo la permanencia de ambos en la escuela. (Fuente:
ViCine)

Conducta: Un filme de Ernesto Daranas que hará época

Paquita Armas Fonseca - Cubadebate.- Tuve el privilegio de ver el filme Conducta con un grupo de amigos, parte del elenco y su director Ernesto Daranas. Aunque ya me habían dicho que era un filme duro pero muy conmovedor, me descubrí sollozando como uno que otro asistente a la presentación, nada oficial de la última cinta del laureado director de Los dioses rotos (su ópera prima), Los últimos gaiteros de La Habana, y el telefilme ¿La vida en rosa?, por señalar tres de sus obras más premiadas.

Apuesto desde ya que esta pieza, no por ser la última realizada, hará que Ernesto Daranas como guionista y director aparezca no sólo en los medios de prensa, sino que ese nombre caminará de boca en boca, fundamentalmente entre los maestros, porque su primer gran mérito es, sin dudas, reivindicar a ese profesional que marca la historia de todos los seres humanos que asisten a una escuela.

Y los marca no sólo si son excepcionalmente buenos como Carmela, es que la naturaleza de su labor radica en sembrar mentes vírgenes, de niñas y niños, que al cabo hasta de décadas recordarán un regaño o un reconocimiento.

Pero Conducta con una excelente dirección de actores va más allá: desnuda los avatares de personas con serios conflictos como Sonia, la drogadicta dibujada por Yuliet Cruz; Pablo, encarnado por Héctor Noa, un “palestino” blanco, casi de ojos arios, para romper el esquema y el peleador de perros Ignacio, un joven bueno a pesar de lo brutal de su oficio, a quien le da vida Armando Miguel Gómez. Los tres de alguna manera violan la ley (que no es tan santa) y hacen responsables de esos actos a estudiantes de primaria,

Amaly Junco, Marielys Cejas, Silvia águila, Tomás Cao, Aramís Delgado y un grupo de niños y niñas conforman el cuerpo actoral.

¡Por supuesto, ese no es todo el elenco!: sin la consagrada Alina Rodríguez, una actriz que todo lo que toca lo convierte en oro, pero aquí logró los 24 kilates y el niño Armando Valdés Freire, un Chala tan convincente en los momentos de tristeza, enamoramiento o en esos actos comunes de los pequeños; Conducta no sería lo que: una lección de arte en la que un buen maestro puede influir para que aflore lo provechoso del peor de sus alumnos. Cada uno contará la historia de cómo lograron comunicarse entre ellos, y con los otros, para convencernos a todos que es posible moldear a un ser humano.

Daranas no deja ahí la historia: la burocracia, malas decisiones, intolerancia, hacen que las vidas de Carmela y Chala sean mucho más difícil de lo que hubieran sido si estuvieran rodeados por personas con sentido común.

Al guión y dirección de actores se une una espléndida fotografía de Alejandro Pérez, el montaje justo de Pedro Suarez, la dirección de arte necesaria de Erick Grass, el diseño de vestuario y maquillaje de Vladimir Cuenca, el de banda sonora de Osmany Olivare; la música original de Juan Antonio Leyva y Magda Rosa Galbán y la directora de producción Esther Massero.

He dejado fuera del equipo con toda intención a Mariela López, la directora de casting, que “andando La Habana” encontró los niños y niñas que podrían dar cuerpo a esos muchachos que van a clases, juegan, se fajan y lloran sin que una piense que están actuando, porque de actores no tienen nada, simplemente son niños. No por gusto Daranas escogió para esa decisiva función a la directora de La sombrilla amarilla y Mucho ruido, por situar sólo dos de sus obras.

Un buen punto se anotó RTV comercial que, junto al ICAIC, el Ministerio de Cultura y la Facultad de medios de comunicación del ISA, logró dar cuerpo a esta historia contada con tanto amor que uno se enamora hasta de los paisajes nada atrayentes de la Habana, donde, por supuesto iba a filmar Daranas un capitalino de pura cepa.

Entre las personas con las que compartí esa presentación de Conducta había algunos maestros que sugirieron se proyectara la película a los profesionales de la educación, y alguien propuso que cuando la película se estrene el seis de febrero en todos los cines del país, la televisión inicie la retransmisión de la serie Blanco y negro ¡no!, de Charlie Medina, que aunque filmada hace unos años por el tratamiento humano conserva plena vigencia.

Con Conducta en 100 minutos se logra situar en el lugar que merece al maestro, no sólo por las historias que cuenta sino porque cada minuto es un minuto de arte, la única manifestación humana capaz de tocar el alma y apelar a la inteligencia de las personas.

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