Durante el Festival Ellas crean veremos a Laura de la Uz en el espectáculo "Reality show".

José Ernesto González Mosquera - Cuba Contemporánea.- Laura de la Uz forma parte de esa pléyade de actrices cubanas valoradas sobremanera en los últimos tiempos en la pantalla y la escena cubanas. El cine, el teatro y la televisión han sucumbido por igual ante el enorme potencial interpretativo de la actriz de La película de Ana, su Delirio Habanero sobre las tablas o el Blanco y Negro, ¡no! de la adolescencia televisiva de inicios de los años 90.


Reconocimientos de crítica y público aparte, Laura es de esas personas que no abundan en el medio, tan permeado por moldes y esquematismos de estrellatos y egos sobrevalorados.

Tarde, bien tarde en la noche se propició una conversación, largo y tendido como suele decirse, con el pretexto del más reciente proyecto de la actriz: Reality Show, un espectáculo unipersonal que servirá de cierre a la segunda edición del Festival Ellas Crean Cuba, el 18 de octubre en el teatro Mella.

“El espectáculo es el día de una mujer creadora cubana cualquiera, sépase no solo artista sino cualquier mujer. Propone también un espacio para rendir homenaje a mujeres que han sido inspiradoras de grandes canciones de la música cubana y hacer una reflexión, porque son mujeres normales como yo o como cualquiera. Las personas tienen una imagen de libro y novela del creador en un ambiente idílico de paz, la musa que baja, un lugar agradable. Y no es así, más bien vivimos en un mundo atormentado”.

“Por ejemplo, en Cuba las mujeres creamos con mucha más presión, que es maravilloso porque tenemos muchas cosas que contar, pero eso lo unimos a qué vamos a cocinar, la limpieza, la escuela de los niños, etc. No tengo un espacio específico para crear. Lo hago en la calle, llevando a la niña a la escuela, a partir de algo que veo, que converso. Y esa es la realidad que también te ayuda”.

El espectáculo se ha construido en cerca de 20 días, todo un reto si se tiene en cuenta las particularidades del supuesto reality show con diversidad de personas y términos de producción confluyendo en escena mediante el guion unipersonal de Laura de la Uz.

“Mi última reunión fue con Fernando (Pérez), porque necesitaba que alguien en quien yo confío y que no me va a engañar, además con la sabiduría que él tiene, me ofreciera su criterio. Es una suerte poder contar con personas como Fernando y, con toda la vergüenza del mundo, enviarle un email con la idea de guion escrito en diez días. Me dio mucha tranquilidad y alegría que me dijera que le había gustado y se había divertido, y hasta me ayudó a pensar en cosas de mi vida que me sirvieran para enriquecer el espectáculo”.

“He ganado seguridad durante el proceso de ensayos en cuanto a confiar en la capacidad para crear un espectáculo por mí misma. Me he dado cuenta de que es complicado, pero no es difícil. Con todo lo atrevida que soy, hay cosas a las que les tengo mucho respeto. La dirección es una de ellas, y dirigirme un espectáculo personal, más que dirigir a otros, es bien difícil porque no tienes la visión objetiva desde afuera”.

Laura no tiene tiempo para el descanso. En ningún ámbito. Se trata de dividir el tiempo entre los rodajes de sus más recientes y ya finalizadas películas (La pared de las palabras, de Fernando Pérez, y Vestido de novia, ópera prima de Marilyn Solaya) y el comienzo de nuevas etapas en su carrera. La dirección es algo nuevo, pero asegura que es totalmente necesario en los tiempos que corren.

“Me veo casi en la obligación de volcarme a la dirección porque no me gusta estar en el papel pasivo del actor esperando a que lo llamen para trabajar. He tenido mucha suerte porque siempre he tenido trabajo. Incluso, dirigir no es un sueño ni un anhelo, sino una necesidad. Me estoy creando proyectos, y este espectáculo es como el primer empujoncito. Dije sí sin pensarlo porque sabía que iba a ser un pie forzado y sabía que iba a ser un reto para mí porque me iba a sacar de la comodidad”.

Sobre la base del reality, la actriz ha previsto un guion con problemáticas diarias y procesos sociales que permean su vida como creadora y mujer. Un guiño tal vez, para generalizar y proponer la reflexión. Por tanto, el esquematismo y el dogma no tienen cabida en su propuesta ni en su vida personal o profesional.

“El espectáculo debe tener mucho de improvisación. Necesito tener las ideas claras de lo que quiero hablar y cuándo lo quiero decir, pero no es un texto que tenga que escribir y aprendérmelo tal cual porque si no pierde frescura. Me gusta empezar a partir de la improvisación, aunque tenga un texto me gusta jugar con él e improvisar las acciones. La improvisación es lo que mantiene al actor en pleno estado de creatividad”.

El actor es, en cierta forma, el catalizador de las realidades, de los sentidos y propósitos sociales. Aun desde la ficción, los actores proyectan realidades. Laura de la Uz lo mismo desata alegrías y risas incontenibles, que el odio y las lágrimas más profundas.

“Uno tiene que recurrir a la realidad. Observar es el mayor trabajo del actor, que se convierte en hábito: observar el comportamiento humano. Se va creando una memoria psicológica, gestual y de imágenes. Pero además de eso, para cada caso específico, hay que adentrarse en el mundo real del personaje, en su ambiente, en la psiquis, en sus emociones, en sus sentimientos, situación. Para mí esta es la parte más bonita”.

“Hay roles que te exigen más, con escenas muy fuertes, que hay que hacerlas y ya. Ahora mismo acabo de terminar dos películas que se estrenan en el próximo festival de cine. Hay escenas que duele hacer, pero uno cuenta con la preparación, la metodología para salir y entrar profesionalmente de eso”.

¿Personajes? 

“Todos los personajes te dejan algo… Por ejemplo, el de Delirio Habanero, que era una melómana que se creía Celia Cruz. Aprendí mucho. Aprendí la realidad de la demencia, de los diferentes tipos, de cómo se manifiesta. Además, me permitió adentrarme en la personalidad de Celia, de quien tenía una imagen esquemática, prejuiciosa, demasiado politizada. Pero cuando empecé a estudiarla me enamoré, porque fue una mujer grande como ser humano, cubana, generosa, sencilla, auténtica. Ese cubano que ya se ve bien poco, con cultura, que se expresa bien, con dignidad, educación. Aprendí mucho de mí misma, fue una lección conocer de ella”.  

Cada espacio en los que Laura de la Uz se ha desenvuelto precisa de adaptaciones y entregas diferentes, aun desde la actuación. No es lo mismo el cine que el teatro y la televisión.

“Lo principal en todos es la sinceridad, las ganas de mostrarte. En el cine tiene que haber esa verdad multiplicada. Puede tomar un gesto íntimo de tu rostro en un primerísimo plano. No puedes engañar con la emoción, hay que tener mucho corazón, mucha entrega, mucha verdad; es fugaz, no tienes tres meses para hacer una escena y acomodarla, sino solo un día para filmarla y tiene que salir veraz. Eso le da un extra de adrenalina importante”.

“El teatro ofrece la maravilla de poder construir y enriquecer el personaje diariamente; por eso le llaman la escuela de todos los actores. Todos los días aprendes algo de ti mismo como actor y como ser humano. No solo por tu trabajo con los personajes, sino con los demás actores. Con ellos pasas años, meses, días enteros de tu vida, y eso es un entrenamiento fuerte. El día a día de las funciones, cada vez que sales al público puede ocurrir algo, más a mí que me puedo quedar en blanco fácilmente. Tienes que aprender a dejarte ir. El teatro posee la dualidad de hacerte sentir expuesto y el terror de salir a escena pero también la oportunidad de entregar todo de ti. Allí siento que estoy viva”.

“La televisión tiene la llegada a todas las personas. Es un medio tan noble. Siempre me preguntan por qué no hago más televisión. Lamento que se estén grabando tan pocos dramatizados. Que le den tan poco espacio a los actores y a las personas de disfrutar de sus actores”.

Precisamente, hace varios años que no se le ve en un estreno de la televisión. Incluso trajo nostalgia la reposición de la serie Blanco y Negro, ¡no!, cuando la actriz apenas comenzaba sus pasos en el mundillo de la actuación. No tiene reparos en proponer razones y motivos para tal divorcio, reflexiones acerca de la actualidad de un espacio que, durante mucho tiempo, se convirtió en la punta de lanza del entretenimiento masivo del país con productos inteligentes y de bella factura estética.

“Hay de todo un poco. No creo que sea falta de creatividad. En Cuba hay muchas personas con ganas de decir, de expresar, de plasmar su realidad, y más en un espacio como la televisión. Creo que vivimos muy prejuiciados sobre muchos temas, cada vez más, aunque exista la sensación de que evolucionamos. No sé a qué le tememos, al final todos queremos esta Cuba que hemos tratado de construir y a la que todos hemos contribuido de una u otra manera”.

“También hay un problema de recursos. Cuando la TV es estatal, en el caso de Cuba, un país bloqueado que es algo que no se puede obviar, es muy difícil hacer y mantener una TV de calidad sin recursos o con pocos recursos. Para eso tienen que entrar anuncios, empresas pequeñas, un flujo de ganancias para seguir produciendo. El Estado debe encargarse de otras cosas”.

“Entiendo que los canales tienen que ser del Estado, responder a las políticas de igualdad y ciudadanía, y al bienestar y el entretenimiento de la población. Pero tales problemas hacen que las personas en la calle se estén quejando mucho de la televisión; tienen necesidad de ver a sus actores en productos de calidad hechos por nuestra TV”.

Entre café, familia que viene y va, Amaranta que se emociona con la música y una luna llena gigante en el cielo oscurecido habanero transcurre la conversación. Aunque hayan sido horas, se fueron volando y hasta supieron a poco. No solo nos ocuparon su espectáculo y sus proyectos, pretexto para la cita, sino que descubrí a una mujer con preocupaciones sociales y artísticas. Pareciera que Laura tiene tanto que decir y tan poco tiempo para hacerlo.

¿El teatro y el cine cubanos hoy?

“El teatro tiene un mayor espacio. Hay más apoyo para las producciones. El intento de que tú cobres un salario brinda seguridad. Sé que no alcanza para el actor que solo vive del teatro, pero no sucede en otras partes, donde se implementa el cobro por taquilla. Habría que tener un equilibrio entre las dos cosas. Habría que repensarse las estructuras de la manera económica para los actores. En cuanto a las temáticas, hay de todo. Desde comedia hasta drama”.

“En el cine, por su parte, hay mucho joven surgiendo buscando nuevas formas, con otras necesidades. Y ya se está recurriendo a realizar propuestas más independientes, lo cual es muy necesario. El ICAIC (Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos) no puede con toda la producción del cine cubano. Siempre hay que recurrir a coproducciones para poder sustentarlas. Cine cubano es toda producción que se haga desde Cuba, sea de la manera que sea. Se debe asumir de una vez a las producciones independientes”.

“Creo que en cuanto a tema, es la gente joven la que trae la nueva brisa. Están reflejando sus inquietudes, con otras necesidades de expresión, otros asuntos, muchos recurrentes, porque evidentemente hay problemas de los que no salimos como sociedad. Lo importante es la diversidad”.

“Confío en lo nuevo, sobre todo en las nuevas formas de producción y de distribución. Nosotros debemos estar a la altura de cómo está el mundo en la distribución de nuestro cine. Cada vez es más difícil entrar en la industria. El cine cubano cada vez tiene menos penetración en Europa, incluso en América Latina. Por ejemplo, La película de Ana debería estarse presentando en el continente y solo ha ido a un solo festival. Hay formas nuevas de las que creo que el ICAIC no se entera o no tiene manera de enterarse”.

En pocas palabras

Laura de la Uz no es solo ese personaje que se nos presenta sobre las tablas, en el cine o en la sala de la casa en nuestros televisores. Como se advierte, es también una mujer sensible a su tiempo, a lo que le rodea y a las problemáticas sociales que aquejan a nuestra sociedad. Para ella, todos somos protagonistas de la crisis de valores que vive nuestra sociedad hoy, y somos los principales hacedores de un cambio.

“El niño aprende más de lo que ve que de lo que le dices que haga. No pretendo ser un ejemplo, tengo miles de defectos, y debo lidiar con mi realidad, la misma con la que lidiamos todos. Pero impongo la buena educación donde quiera que vaya. Existe una inconsciencia generalizada en nuestro país, pero cuando uno viaja se puede percatar de que existen buenos modales y un respeto por el otro y su espacio. Aquí es una norma, o pareciera ser una norma, ser maleducado. La única forma de combatirlo es hacer lo contrario”.

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