Maya Quiroga - Cuba Contemporánea - Foto: El diario.- Desde Tenerife, Islas Canarias, donde se radicó hace 21 años, el versátil actor cubano Joel Angelino no olvida a la gente que dejó en Cuba en noviembre de 1993, sobre todo a las de Sagua la Grande, su pueblo natal.


Hace seis años buscó a un grupo de amigos actores y juntos crearon en Tenerife una compañía de teatro integrada por la cubana Saily Cabezas, la uruguaya Adriana Zalma y el español Rubén Darío.

“La idea se me ocurrió un día de luna llena cuando escribí el primer musical de Caperucita roja y fue bonito porque no me imaginé la proyección internacional que tendría. Ya hemos montado cuatro musicales: Hansel y Gretel, Caperucita roja, Cantando la Navidad Soñada y La increíble historia del señor Pompadour y el Circo de la Alegría”, explica el Germán de Fresa y Chocolate.

El estreno de Caperucita Roja, el musical en los jardines del Teatro Mella fue todo un acontecimiento cultural a pesar de la poca difusión y de que conspiraba contra las presentaciones la lluvia que acompañó a los habaneros durante una semana.

“Estoy feliz de haberme reencontrado con mi público cubano, de que mi compañía haya podido compartir este éxito y de que todo haya salido bien. A pesar de las tensiones y de la lluvia la gente ha venido al teatro. Los niños cubanos son mágicos”.

“Para mí era muy necesario hacer un lobo tierno, aunque tampoco quería que lo perdonaran desde el inicio. Ese es el superobjetivo de la obra: simplemente intentar tolerar o comprender al lobo (al prójimo) que nació en una familia disfuncional. ¿Cuántos niños son discriminados en los colegios porque el padre se fue de la casa o porque no tienen dónde vivir?”.

“Estoy en contra de la violencia presente en los cuentos infantiles. En mi versión de Hansel y Gretel a la bruja no la queman. Ella era una famosa estrella de la ópera y, al final, regresa al Bel canto”.

Joel Angelino regresó a La Habana con otros dos espectáculos: Neurótica anónima, donde actúa junto a la emblemática actriz Mirtha Ibarra, y el unipersonal Sexo sentido. ¿Son trabajos independientes o paralelos al del musical infantil?

–Son trabajos paralelos al musical que me apetecía mucho mostrar en la Sala Adolfo Llauradó. Hace doce años había trabajado con Mirtha Ibarra en la obra de su autoría que se titula Obsesión habanera y me gustaba la idea de regresar a La Habana para actuar junto a ella en Neurótica anónima –un texto suyo–, donde yo interpreto dos personajes y ambos dirigimos la puesta en escena.

Simultáneamente, he presentado el espectáculo Sexo sentido, que parte de una idea de Darío Fo. Con esta obra he estado en diez países. Acabo de estrenarla en Berlín. Es un unipersonal con mucho humor, muy divertido, para reírse, desde la perspectiva de un payaso que va con su cabaret a cuestas –una metáfora de mi vida como artista– y viaja de un lugar a otro.

Dentro del cabaret interpreto a seis personajes: una viejecita, un niño medio tonto, una chica cantante de reguetón, una travesti llamada Lujuria Abril que sueña con trabajar junto a Pedro Almodóvar, y un profesor que explica los tabúes con respecto al sexo y categoriza las palabras exactas que a veces no conocemos de manera científica.

También incluyo títeres para adultos que escenifican los orígenes del universo y el nacimiento de Adán y Eva. Intento cuidar la estética para que no sea un espectáculo de mal gusto. No me gusta la risa fácil y la burla de la cotidianidad. Prefiero –a partir de este texto– hablar de otros temas.

Un elemento común en los tres espectáculos es la improvisación. ¿Te motiva incorporar en tus montajes elementos de tu cosecha y de la contemporaneidad?

–Realmente a veces me equivoco muchísimo porque hay momentos donde no debo improvisar. Lo que sucede es que el público siempre se divierte con las improvisaciones porque creo que el teatro debe tener esa parte de imperfección. Además, me gusta hacer teatro dentro del teatro y eso es una influencia de Bertolt Brecht: salir y mostrar lo que haces a través de los recursos actorales, dejando de lado al personaje. Como director enfrento los problemas técnicos intentando no salirme del personaje pero siempre estoy pendiente de que todo funcione bien.

¿Cómo te pusiste al tanto de los temas que ocupan las agendas informativas cubanas para incorporarlos a tu improvisación?

–Me gusta mucho buscar la realidad de los sitios para conectarme con el público. Estuve montando Neurótica anónima cuatro meses con Mirtha. Desde que llegué a Cuba traté de documentarme en la calle, con el pueblo, de qué era realmente lo que le importa a la gente en estos momentos. Eso ha sido como un leitmotiv en mis espectáculos porque creo que a las personas les gusta ver en el teatro el reflejo de la realidad.

Ahora mismo con Neurótica anónima has tenido la posibilidad de volver a ver a muchas personas del séptimo arte. ¿Cómo ha sido ese reencuentro?

–Tengo muchos deseos de hacer cine en Cuba, fundamentalmente, porque creo que se hace un cine interesante –puede ser mejor o peor el director– pero estoy abierto a proyectos que realmente me atrapen.

Mi carrera en Cuba ha sido muy teatral. A las funciones de Neurótica… han asistido directores de cine y he tenido la posibilidad de conversar con ellos. Las películas que se proyectan en la obra muestran a los personajes de una manera muy realista, igual que en el cine. Me apetecía que vieran esa otra parte de mí: la historia de un actor orgánico que puede decir un texto y ser creíble.

El año pasado regresaste a Cuba, luego de muchos años, para representar las últimas funciones de La Catedral del helado, monólogo basado en el cuento El lobo, el bosque y el hombre nuevo, de Senel Paz. ¿Cómo fue ese reencuentro con tu público?

–Hacía ocho años no venía a Cuba. Fue una experiencia tremenda porque lo vi todo tan cambiado y me reencontré con la familia, los amigos. Soy un eterno nostálgico. Valoro mucho todo por lo que está pasando mi pueblo en la vida cotidiana producto del tema del bloqueo y la crisis económica.

Para mí fue una experiencia muy linda volver a presentar ese espectáculo estrenado en 1991. Era muy emocionante retomarlo después de haber trabajado en la película Fresa y Chocolate.

Este año se están celebrando en España los veinte años de la película y los actores nos reunimos en Toledo. Hablamos de cómo ha pasado el tiempo, cómo nos ha cambiado la vida: hoy Perugorría es un excelente director, Mirtha continúa actuando en el cine y Vladimir Cruz está haciendo mucho teatro en España.

En mi caso, he desarrollado mi trabajo de manera independiente porque no soy de los que esperan que los llame un director. Intento montar y dirigir mis espectáculos. Solo me ha dirigido Mirtha Ibarra porque es una actriz con la que he crecido mucho profesionalmente.

¿Tienes en mente algún nuevo proyecto con Cuba? ¿Te gustaría incorporar otros actores cubanos a tu compañía?

–Me gustaría retomar el proyecto que acabo de estrenar en Canarias que se titula La increíble historia del señor Pompadour y el Circo de la Alegría. Es una obra que me pidieron presentara en la primera Muestra de Musicales Infantiles que tuvo por sede la isla de La Palma. Funcionó muy bien porque narra la historia de un circo que va a cerrar y los niños tienen que salvarlo haciendo diferentes personajes: equilibristas, contorsionistas, bailarinas, magos.

Habla de una marioneta romántica que no quiere seguir siendo manipulada por el señor Pompadour. Una abuela constantemente detiene el espectáculo desde el público, una vez más incluyo teatro dentro del teatro.

A partir de ese texto quiero crear un espectáculo musical grande en Cuba. Me han cedido los derechos de canciones populares como La Gallina turuleca y Hola Don Pepito, muy conocidas por los niños.

Me gustaría presentarlo a finales de marzo de 2015 en el teatro Mella con personas del circo, un equipo de diez personas que bailen, canten y representen coreografías. Vamos a ver si se puede lograr.

...

Angelino confiesa sentirse muy agotado. Las presentaciones en Cuba de tres espectáculos diferentes –de manera casi simultánea– han significado un gran esfuerzo intelectual para el actor. Sin embargo, se lleva el recuerdo de estos días pasados en La Habana donde ha recibido la gratitud de su público que lo admira y lo respeta.

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