El tema, el más socorrido en el momento actual: La dejadez y el olvido, amén del desconocimiento del ideario del Maestro por las actuales generaciones. Roldan me aseveraba que en esos días le habían hecho una entrevista en la televisora local Palma TV, sobre su reciente viaje a la Habana a una reunión de la Sociedad Nacional que lleva el nombre del Apóstol. Añadía Juan Carlos que entre los asuntos planteados por él estaba el que este problema no se podía resolver con citas de la producción ideológica de Martí, ni con actos políticos donde se desgranaban consignas a tutiplén. El asunto, volvía el poeta a aclarar comenzaba en el hogar, seguía en la escuela y nunca terminaba durante la vida entera y ponía por ejemplo como en Venezuela y en Bolivia entre otros países latinoamericanos, los ídolos de la Patria eran recurrencia diaria para guiar la vida de la Nación y manantial para los destinos de la Patria.
Cuánta razón en las palabras de quién ha hecho defensa diaria del Apostolado Martiano. Cuánta incomprensión por parte de aquellos que tienen que conocer a Martí mejor que nadie y convertirlo en libro de trabajo, biblia patriótica para laborar, estudiar, relacionarse. Analizábamos nosotros, mientras la bullanguera vida transitaba en todas direcciones por la calle principal de nuestra ciudad, sin Martí no puede existir la cubanía, sin Martí no se concibe la solidaridad humana, sin Martí no hay ara y los que no lo siguen solo sirven para convertirse en pedestal para sus propias ambiciones.
En ocasiones leemos artículos supuestamente martianos y en realidad están formados por una gran cantidad de citas de los libros del Apóstol, y el autor del trabajo, si pudiere llamarse así, solo las une con unas pocas palabras de su cosecha y en ocasiones hasta de otros autores a los cuales “fusila” como se dice en el gremio de los escritores inmisericordemente.
Si de la grey infantil se trata, se acude entonces a los Versos Sencillos, se les recita por niños que dentro de su alma no llevan la llama ardiente del Prócer. Los que organizan la actividad ni siquiera saben imbuirle a los pequeños la solemnidad del momento y aquello se convierte en un desfile de pequeños “genios” memoriones que moviendo sus bracitos parecen pequeños títeres humanos. A los niños hay que enseñarle con las páginas que dejara escrita para ellos El Maestro comenzando por los bellos relatos de la Edad de Oro, que no es más que el umbral de un viaje que los llevará por los espacios ilimitados del saber y les permitirá conocer una parte de la obra del hombre en todo su esplendor. Solo Martí supo leer en el alma de los niños cuanto de bueno había en ella y como debíamos preservar para el futuro de aquellos hombres y mujercitas que comenzaban a hornearse en el saber lo mejor de la sabiduría humana en cuanto les sirviera para ser más justos, honestos, prudentes, mejores ciudadanos, mejores soldados para defender a la Bandera, el Escudo y los Símbolos de la Nación Cubana.
Es tiempo de rescatar al Martí verdadero, al José Martí que quería para sus hermanos de nacionalidad el bien con todos juntos, sin pasiones políticas que los apartaran a los unos de los otros. No se puede dividir la Obra Martiana en facciones como han intentado algunos. Es incierto que existió un Martí Republicano y un Martí diferente. Es un solo Martí que previó los males que podrán acarrearse para la futura República Cubana, que alertó sobre el peligro de contraer deudas solo pagables con la hipoteca de la Patria a un vecino poderoso, es uno solo el que definió a nuestra nación como la llave de Las Américas y el fiel del continente más abajo del Río Bravo y en el Caribe.
Alguien dijo en cierta ocasión que José martí era bíblico y que por eso cada cual lo entendía y proyectaba a su manera. Es cierto que Martí habló de todos los temas que concernían a los cubanos y por eso de le dice con cariño El Maestro. Su vasta obra escrita es una lección permanente de civismo. Entonces, si la tenemos a mano como legado histórico y político, entonces por qué buscar en otras doctrinas los designios que nos inculcó para defender la Patria. Cuba, nuestro lar nativo tiene que ser Norte magnético día y noche, las 24 horas como guía perenne do quiera donde esté el cubano y es deber en la actualidad de reparar entuertos siguiendo fielmente sus enseñanzas y convertirnos en un pueblo de hermanos, de patriotas con mayúsculas. Cada uno de los que se sienten martianos puede tener diversidad en sus concepciones políticas y hay que respetarse mutuamente.
En la vida diaria del cubano de la Isla, José Martí es lo único que puede salvarnos de los problemas que confrontamos actualmente, tenemos que reivindicarlo y convertirlo en camino hacia la paz entre los hermanos de buena voluntad, pero a la vez conocer quiénes de ellos, de estos o de aquellos no lleva en el alma el magno pensamiento de que “La Patria es ara, no pedestal”. A los criollos que residen en diferentes lugares del Planeta recordarles que José Martí los mira siempre, convertido en bronce o mármol en sus esculturas. Ellos también, al igual que a los cubanos del Caimán Verde o del Arado del Caribe, necesitan, necesitamos beber en la fuente inagotable del Apóstol que vertió su sangre en Dos Ríos, en la Finca la Bija, en ese pedacito de panteón cuyos mármoles lloran todavía por su muerte.
*David G. Gross, escritor y periodista cubano.
Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación
