Centro de Inmunología Molecular (CIM), en La Habana

José Luis Rodríguez* - Cuba Contemporánea.- En la reciente edición de la Feria Internacional de La Habana fue presentada la Cartera de Oportunidades de Inversión Extranjera, que contiene 246 proyectos valorados en un estimado de 8 700 millones de dólares. En ese documento –que se emite por primera vez en Cuba– se pueden apreciar las principales direcciones a las que se encamina la promoción de la inversión extranjera en el país, luego de promulgada una nueva Ley de la Inversión Extranjera en marzo del presente año.


Según la información disponible, Cuba ha acumulado hasta el presente un volumen de cierta significación en cuanto a la presencia de capital foráneo en la economía nacional, que a mediados de los años 2000 se estimó con un compromiso de inversión de unos 4 200 millones de dólares. Este esfuerzo se ha concentrado hasta el presente en un 42% en el sector del turismo a través de acuerdos de diverso tipo, 13% en energía y minería, 10% en la industria manufacturera, 7% en la alimentación, 6% en la construcción, 2% en la agricultura, 4% en el transporte, 2% en las comunicaciones, 2% en azúcar y derivados y 12% en otros sectores.

En las proporciones logradas hasta ahora se destaca la baja participación en sectores que tienen actualmente la mayor prioridad, como la producción de alimentos, la agricultura y el sector azucarero, que solo acumulan el 11% de los emprendimientos inversionistas del capital extranjero.

También resultan de gran interés los resultados operacionales de los proyectos de asociación con el capital foráneo durante 2013. El pasado año las exportaciones de este segmento de la economía alcanzaron 3 400 millones de CUC, cifra equivalente al 18% de las exportaciones totales del país y al 69,4% de las ventas de estas asociaciones. Por otra parte, las importaciones se elevaron a 3 200 millones –20% del total– para un balance comercial positivo de 200 millones de CUC.

De los datos anteriores deriva la decisiva orientación exportadora de estos negocios hasta el presente, pero el saldo de la balanza comercial que se obtiene resulta pequeño dado el elevado volumen de importaciones requerido para las operaciones, cuestión que caracteriza –en general– la estructura económica del país, donde para un incremento de 1% en las exportaciones se requiere un crecimiento de 1,55% en las importaciones.

Tomando en cuenta la necesidad de reducir gradualmente el desequilibrio financiero externo que enfrenta Cuba, entre las prioridades de la política económica en relación con la inversión extranjera se sitúa como primera prioridad la sustitución de la importación de alimentos.

Este constituye sin dudas el punto de mayor vulnerabilidad financiera del país, dado que las compras de alimentos deben refinanciarse mayormente con créditos a 360 días, lo que supone una salida significativa de dinero líquido cada año, que en el caso de 2014 representará una erogación superior a los 2 000 millones de dólares, cifra en la que inciden –además– los elevados gastos de seguro y flete que deben pagarse como consecuencia del bloqueo económico norteamericano.

En este segmento de la economía, estudios realizados muestran que existe un valor de entre 600 y 800 millones de dólares que constituyen el potencial factible de sustitución de importaciones alimentarias y que representan entre el 35 y el 47% del total de compras de alimentos en el exterior de los últimos años.

Promoción de la inversión extranjera y la nueva cartera de negocios en Cuba (II)

Además de la sustitución de importaciones de alimentos, la Cartera de Oportunidades de Inversión Extranjera recientemente presentada en Cuba prioriza los sectores del turismo, las fuentes de energía renovable, la producción de petróleo y gas, la minería y la construcción de la infraestructura industrial. Igualmente, se establecen criterios de prioridad para las producciones orientadas hacia la exportación, las inversiones en la Zona Especial de Desarrollo de Mariel, las áreas de menor desarrollo del país, así como los proyectos que conlleven transferencia de tecnología y propicien encadenamientos productivos.

Como parámetros restrictivos se mantiene la contratación de fuerza de trabajo mediante entidades estatales, aunque se opera bajo parámetros más flexibles, ya que no se establecen escalas salariales rígidas y se admite la posibilidad de contratar fuerza laboral en el extranjero cuando la ausencia de trabajadores limite la capacidad constructiva del país.

También la participación mayoritaria de la propiedad estatal –que era la norma en el tratamiento de la inversión foránea– se conserva solo para negocios que operen con recursos naturales, en la industria biotecnológica, en el comercio mayorista y en el turismo.

El documento que contiene los proyectos de inversión incluye una primera sección dedicada a la Zona Especial de Desarrollo de Mariel (ZEDM), donde se presentan seis proyectos industriales por 378 millones de dólares, otros seis de la rama agroalimentaria por 374,8 millones, uno de energía renovable y un epígrafe que agrupa la biotecnología y los productos médicos con 13 propuestas por 860 millones, valor que representa el 53,3% del total de 1 612,8 millones de dólares de proyectos con una inversión cuantificada en esta ubicación.

Tomando en cuenta la cartera –incluyendo lo relativo a la ZEDM– de las ramas que cuentan con la mayor prioridad, se destaca el sector de la producción agrícola y forestal así como la producción de alimentos, que cuenta con 30 proyectos por unos 961 millones de dólares.

En este sector las inversiones de mayor peso incluyen la producción de carne de cerdo y sus derivados por 310 millones de dólares, proyectos dirigidos a sustituir la importación de un producto cuyo precio ha aumentado 22,6% en el último año. De igual modo, los relacionados con la producción de aceite de soya, valorados en 380 millones de dólares, deben propiciar la sustitución de importaciones, que llegaron a 75,7 millones de dólares en 2013.

Otros proyectos merecerán incluirse en esta cartera en un futuro próximo, tales como los relacionados con la producción de leche –especialmente de leche en polvo–, cuya factura de importación alcanzó 175,8 millones de dólares para comprar casi 43 000 toneladas el pasado año.

Llama también la atención que en el caso de la producción azucarera solamente están presentes cuatro proyectos para rehabilitar la capacidad de producción de igual número de centrales, cuando la expansión de producciones de derivados requiere de un significativo impulso tomando en cuenta el mercado de rones como Havana Club, cuyas ventas continúan expandiéndose a pesar del bloqueo norteamericano.

En el sector del turismo, que acumula la mayor participación de inversionistas extranjeros hasta el presente, se han incluido 20 hoteles nuevos y desarrollos inmobiliarios asociados a campos de golf, lo que suma un potencial de inversión de 2 266, 4 millones de dólares. A esto se añade la oferta de 33 contratos de administración que incluyen 14 hoteles ya existentes más 19 que se construirán entre 2016 y 2018.

En el caso de los hoteles por construir se operará con la variante de empresas mixtas que se espera trabajen con una alta eficiencia, considerando que se planifica un nivel de ocupación de entre 70 y 80% –en destinos fuera de La Habana y Varadero– y tomando en cuenta que el promedio nacional de ocupación hotelera fue de 54% en 2013.

Igualmente, parece conveniente la expansión de otras instalaciones extrahoteleras, atendiendo al elevado peso de la comercialización con paquetes “todo incluido”. En tal sentido, pueden destacarse atracciones que promuevan la participación de los turistas de ingresos medios y bajos tales como parques temáticos, parques de diversiones, centros nocturnos, instalaciones deportivas y otras.

Promoción de la inversión extranjera y la nueva cartera de negocios en Cuba (III)

Una de las transformaciones más importantes y necesarias para la economía cubana es el cambio de su matriz energética. Ese sector ha sido uno de los que con mayor éxito ha llevado adelante la sustitución de importaciones. En los últimos 23 años la producción petrolera se elevó de 527 mil toneladas en 1991 a alrededor de cuatro millones equivalentes en estos momentos, lo que representa alrededor del 47% del consumo nacional. En este desarrollo ha desempeñado un papel decisivo la asociación con capital extranjero, y existen en la actualidad cinco empresas mixtas.

En la Cartera de Oportunidad de Negocios se encuentran proyectos de asociación con capital extranjero tanto para la producción de hidrocarburos como para el desarrollo de fuentes de energía renovables.

En el primer caso, el país cuenta con buenas perspectivas, tomando en consideración que las reservas geológicas alcanzan 6 000 millones de barriles en la zona costera de las provincias de La Habana y Matanzas, mientras que la Zona Económica Exclusiva (ZEE) off shore abarca 112 000 kilómetros cuadrados con una reserva estimada entre 10 000 y 20 000 millones de barriles de petróleo.

En el área de la exploración a riesgo y producción compartida se presenta un primer proyecto para trabajar en aguas someras que abarca ocho bloques, de los cuales ya se han contratado algunos a la empresa rusa Zarubezhneft en la zona al norte de las provincias de Villa Clara y Sancti Spíritus.

En estos casos se trabajaría con contratos a 30 años, con análisis de prefactibilidad que ofrecen una recuperación de 2,8 años, aunque se basan en precios del petróleo que hoy muestran una tendencia a la baja, por lo que requerirán de una actualización, elemento que está presente también en los análisis de las restantes propuestas de este grupo.

Para los proyectos en tierra se ofrecen 25 bloques con acuerdos a 30 años, de los cuales ya están contratados tres con la firma canadiense Sherritt, dos con Petrovietnam y uno con MED Australia. En este caso, la recuperación calculada sería de 3,4 años. De igual modo, se presenta un proyecto para recuperación secundaria de yacimientos en explotación.

Los bloques de mayor potencialidad –de acuerdo con sus reservas estimadas– se encuentran en la ZEE. Durante los últimos diez años, compañías internacionales han desarrollado ya dos campañas exploratorias en el espacio off shore, donse se han identificado depósitos de petróleo pero no en condiciones explotables comercialmente. No obstante, hoy existen contratos de exploración para cuatro bloques con PDVSA, dos con SONANGOL y varios en negociación con las firmas rusas Rosneft y Zarubezhneft. En todos los casos se trata de contratos a riesgo por 30 años, con un potencial de recuperación en 7,5 años.

En el caso de las fuentes de energía renovable –que hoy aseguran solo el 4,3% de la generación eléctrica– se pretende llegar al 24% de esa generación hacia 2030. Esto supone un estimado de inversión de 3 700 millones de dólares a lo largo de los próximos 15 años.

También se presentan en este acápite dos proyectos de bioenergía, uno de ellos asociado a biomasa forestal, para producir 54,9 GWH al año, con un valor de 46,7 millones de dólares en la inversión. Otros diez proyectos bioeléctricos se asocian con diez centrales azucareros para generar entre 30 y 60 MW, con un volumen de inversión entre 72 y 144 millones de dólares.

Finalmente, en el ámbito de la energía eólica se promueven dos parques bajo la modalidad de inversión totalmente de capital extranjero: un primer parque en la zona de Maisí, con una capacidad de 174 MW, y otro en Banes, de 102 MW. La inversión en ambos proyectos suma 485 millones de dólares.

Promoción de la inversión extranjera y la nueva cartera de negocios en Cuba (IV)

Entre los proyectos de mayores perspectivas para captar nuevas inversiones extranjeras en Cuba se encuentran los vinculados a la industria biotecnológica y médico-farmacéutica, así como los proyectos mineros asociados al níquel.

En el primer caso se trata de una industria que comenzó a desarrollarse en la década de los 80 a partir de investigadores formados básicamente en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC) -fundado en 1965-, quienes recibieron una preparación acelerada en el novedoso campo de la biotecnología y la ingeniería genética.

En 1981 se creó el Frente Biológico y en 1986 se fundó el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología. A esos hitos siguió la creación de un grupo de importantes centros que operaban sobre la base de desarrollar ciclos completos de investigación-producción-comercialización, en lo que pasaría a llamarse el Polo Científico del Oeste de La Habana, establecido en 1991.

Aun en medio de las carencias del Período especial surgieron centros como el Instituto Finlay, en 1991, y el Centro de Inmunología Molecular, en 1994, en los que el Estado cubano invirtió a futuro cientos de millones de dólares durante varios años.

En noviembre de 2012, y sin perder las características que les dieron origen, estos centros pasaron a formar parte de la organización superior de dirección empresarial BioCubaFarma.

La nueva entidad cuenta con 38 empresas cubanas y 11 en el exterior trabajando en 33 proyectos contra enfermedades infecciosas, 33 proyectos y producciones oncológicas, 18 proyectos y producciones cardiovasculares, así como siete para el tratamiento de la diabetes y otras patologías. BioCubaFarma tiene hoy más de 800 registros sanitarios en el extranjero y más de 1 400 patentes registradas en 50 países.

Los resultados no se hicieron esperar. Además de significativos aportes a la calidad de la medicina cubana, la producción de estos centros se convirtió en un componente esencial de las exportaciones de productos de alta tecnología, que hoy cubren el 13,6% del total, y cuyas ventas previstas para 2014 se estiman en 700 millones de dólares, cifra que deberá aumentar a 1 000 millones en 2015.

Con esas favorables perspectivas, los proyectos de asociación con capital extranjero de la industria biotecnológica y médico-farmacéutica se ubican en la Zona Económica Especial de Mariel e incluyen inversiones por valor de 860 millones de dólares en 13 proyectos.

Entre estas inversiones se destacan una planta para la producción de anticuerpos monoclonales (90 millones); una para la producción de hemoderivados destinada a la elaboración de 100 mil litros de plasma anuales (160 millones); una para producir medicamentos inyectables con capacidad para 20 millones de ampollas, 20 millones de viales y 10 millones de jeringas prellenadas por año (160 millones); una planta para producir vacunas (65 millones) anuales, a lo que se añade una para producir ingredientes farmacéuticos activos de productos biofarmacéuticos para combatir el cáncer y otras enfermedades crónicas.

También resultan significativos los emprendimientos de asociación con el capital extranjero de la empresa de Servicios Médicos Cubanos, que ha brindado asistencia a más de 20 000 pacientes de 71 países en Cuba.

La Cartera de Oportunidades de Negocios cubre también importantes proyectos de inversión en la minería, especialmente la del níquel.

En este caso se destacan la promoción de los yacimientos de Cajálbana (Pinar del Río), con un contenido de 51 millones de toneladas de níquel más cobalto, suficientes para producir entre 10 y 12 000 toneladas anuales, con una inversión calculada de entre 500 y 700 millones de dólares. Igualmente destaca el yacimiento de San Felipe (Camagüey), que contiene unos 300 millones de toneladas del mineral, con una producción anual estimada de 50 a 60 000 toneladas y una inversión total de 4 000 a 4 500 millones de dólares.

Finalmente, vale la pena destacar la importancia de dos proyectos para construir dos fábricas de cemento en Nuevitas y Gibara, con una producción anual de 1,1 millones de toneladas de clinker cada una e inversiones de 410 y 430 millones de dólares, respectivamente, que deben posibilitar la venta de cemento por unos 225 millones de dólares anuales.

La presentación de este amplio catálogo de posibilidades de inversión sienta las bases para un despegue de la inversión extranjera en el país, que será esencial para aumentar los ritmos de crecimiento de la economía cubana en los próximos años. Cumplir con las normas establecidas en la Ley 118 y su Reglamento resulta indispensable para que estos ambiciosos proyectos puedan materializarse. 

*El autor es asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM).

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