Yenli Lemus Dominguez -  Foto: Abel Padrón Padilla - AIN.-  A 40 años del origen del Comité de Cineastas de América Latina (C-CAL) se perciben pasos valiosos en la descolonización cultural de la región, afirmó hoy el creador Edmundo Aray durante el tributo a esa organización, en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.


La historia del C-CAL es una gran parte de la historia del cine de América Latina, y representa la denuncia de la utilización de los medios de comunicación masiva como instrumento de penetración ideológica, lo que hoy se materializa en TeleSur, comentó Aray en el Hotel Nacional.

Nuestros pueblos adquieren conciencia plena de que son formadores de cultura, existen ya instituciones de carácter integrador como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, y contamos con una voluntad política de alcanzar una sociedad superior, declaró Edmundo a la AIN.

El Comité… es precioso, surgió como un movimiento de agitación política audiovisual de lucha abierta contra las dictaduras, y herramienta de presión para crear instrumentos legales de desarrollo, rememoró Edmundo, uno de los fundadores en el año 1974.

A cuatro décadas del surgimiento del C-CAL, el promotor venezolano sugiere a los nuevos realizadores mirar hacia dentro de sus países, del continente, tener confianza en la capacidad generadora de los pueblos, y fortalecer el hecho creador que solo se logra a través de una profunda visión de identidad.

Durante el intercambio en el Hotel Nacional, se presentó el libro Con los ojos abiertos. El Nuevo Cine Chileno y el Movimiento del Nuevo Cine Latinoamericano, de Sergio Trabucco, también miembro del C-CAL, quien asume su título como un texto para el acercamiento entre las generaciones de ayer y hoy.

El realizador cubano Manuel Pérez, Premio Nacional de Cine, resaltó la oportuna publicación de la obra de Trabucco, porque a partir de la experiencia chilena en el séptimo arte, propicia una aproximación al quehacer homólogo en Cuba y la región continental en general.

Conferencias, clases magistrales, talleres, y proyecciones de filmes, acontecerán en la capital cubana hasta el venidero 14 de diciembre, como parte de la jornada cultural que propone el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

La poesía en tiempos de fundación

El panel por los 40 años del Comité de Cineastas de América Latina sesionó ayer en el Hotel Nacional de Cuba

Michel Hernández - Granma.-  El chileno Sergio Trabucco participó en el panel y presentó su libro Con los ojos abiertos. El nuevo cine chileno y el movimiento del Nuevo Cine Latinoamericano.

En 1967 un grupo de cineastas se reunieron en Viña del Mar, Chile. Eran los tiempos de las dictaduras militares que asolaban varios de los países del continente y cargaban con miles de jóvenes que, entendiendo la juventud como un valor revolucionario (una lección que todavía se debe aprender en toda su magnitud), le plantaban cara hasta dejar la vida en el asfalto. Los ci­neastas congregados en Chile también formaban parte de esa ola que quería borrar los años de oscuridad y diseñar un mejor futuro en la faz de la tierra latinoamericana.

De hecho, aquella cita fue un antecedente fun­damental en la creación, siete años después, del Co­mité de Cineastas de América Latina (C-CAL), cuya acta fundacional deja en claro las premisas que animaron su fundación: “Nuestras obras se habían ido realizando desde unos años antes a través de diversas, aisladas, complejas, difíciles y a veces heroicas experiencias, consecuencia de los antecedentes y de las características históricas, políticas, culturales y cinematográficas de nuestras naciones”.

Lo anterior quedó expuesto en el panel rea­lizado este jueves en el Hotel Nacional de Cu­ba para confirmar la permanencia del pensamien­to y la conciencia crítica de aquellos cineastas que un día decidieron agruparse para encontrar nuevas formas de promover y dar a conocer el cine latinoamericano, intención dibujada con líneas maestras en una frase de Gabriel García Már­quez que acompaña desde siempre el fes­tival cubano: “Nuestro objetivo final es nada me­nos que lograr la integración del cine latino­ameri­cano. Así de simple, y así de desmesu­rado”.

En el encuentro participaron tres de los cineastas que tomaron como punto de partida la unión del cine del continente a partir de sus puntos en co­mún y de la riqueza de su diversidad.

El venezolano Edmundo Ariay se apoyó en su experiencia como miembro original de la C-CAL cuando trazó un recorrido por los invaluables aportes de su generación al cine latinoamericano. De ahí que indicó que aquel tiempo de fundación fue una época muy luminosa en la que pese a todo se comenzó a construir el sueño de impulsar un cine con mirada propia que hi­ciera suyas la búsqueda de la libertad, las luchas so­ciales de los pueblos del continente, la her­mosa rebeldía de los jóvenes y la necesidad de barrer con los vacíos morales y la opresión de las dictaduras. Aray destacó los imperecederos apor­tes de Alfredo Guevara y Gabriel García Márquez y apeló a su experiencia para dejar claro que aquella manera de entender el cine como una plataforma para el cambio y la evolución no es algo del pasado, sino que cobra una vigencia total en es­tos tiempos.

Sergio Trabucco es otro de los fundadores del Comité de Cineastas de América Latina. Mie­m­bro de la Dirección de Chile Films en el Gobier­no del presidente Allende, el cineasta chileno abrió su intervención destacando cómo el cine latinoamericano puso en órbita una gran cantidad de cintas que denunciaron a la dictadura militar de Augusto Pinochet, y reflejaron la lucha de los movimientos de resistencia fraguados lue­go del golpe militar contra el gobierno de Allen­de.

Vinculado estrechamente al Festival de Cine de La Habana, el realizador chileno, quien ha par­ticipado en filmes como Compañero Pre­siden­te (1971), de Miguel Littín, y Tierra quemada (1967), de Alejo Álvarez, expuso además la importancia de la cita habanera para aunar las diversas experiencias de los realizadores y continuar dándole voz a un cine que late con un ritmo propio y se aleja de los postulados que quieren presentar como ciertos las grandes empresas ci­ne­matográficas.

El cubano Manuel Pérez Paredes, Premio Na­cional de Cine 2013 y fundador del ICAIC, fue otro de los cineastas fundadores del C-CAL que instó a recuperar para las nuevas generaciones la historia de este movimiento, y mostrarlo como un acto lleno de esa poesía y fuerza vital que siem­pre reside en la creación de un hecho verdaderamente auténtico, en este caso un hecho que orientó la diversidad de todo un continente y permitió que el cine latinoamericano tomara un nuevo rumbo a su favor.

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