Los podrían ofrecer mayor viabilidad a las soluciones a los problemas de los territorios, no obstante algunos gobiernos municipales no les conceden aún toda la importancia y prioridad que merecen

Pastor Batista Valdés - Granma.- De acuerdo con valoraciones de la oficina encargada del Programa para el Desarrollo Local en este territorio, el 2014 ha delineado cierta tendencia hacia una mayor comprensión acerca del alcance que realmente tiene la preparación y ejecución de proyectos, ya sea aprovechando financiamiento nacional o mediante colaboración internacional.


Contar hoy con alrededor de una veintena de estos últimos, en cartera, dista aún de lo que potencialmente puede y aspira la provincia, pero empieza a marcar favorable pauta, te­niendo en cuenta que hasta ahora no todos los gobiernos locales, empresas y organismos han tenido la visión de Manatí, Jobabo y Jesús Menéndez en torno a los beneficios que puede reportar esa útil alternativa.

Baste conocer que a finales del pasado año y aprovechando el nexo externo, Manatí había ejecutado más de seis millones de dólares en poco más de un trienio. 

¿POR QUÉ UNOS SÍ Y OTROS NO?

Si bien esa vía permanece expedita para ser aprovechada en función de soluciones a urgencias y problemas muy concretos, la realidad sigue mostrando curvas desiguales entre territorios.

La aplicación de una encuesta periodística abrió luz el pasado año, acerca de algunas causas —predominantemente subjetivas— que limitan la ejecución de esos proyectos en el entorno de los Gobiernos locales.

Entre otros destinatarios, el cuestionario lle­gó a los ocho vicepresidentes municipales en­cargados de la tarea, así como a Salvador Sariol Vistorte, vicepresidente del Consejo de Ad­ministración Provincial; Sergio Pérez Ri­cardo, presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular en Manatí y Camilo Pérez Con­cep­ción, funcionario de relaciones internacionales en la Asamblea Provincial.

Si bien la totalidad de los encuestados aceptó que se trata de una buena alternativa, viable en la coyuntura actual, el 40 %admitió que no hay conocimiento de su alcance real y todos reconocieron que los proyectos están reñidos, en mayor o menor grado, por inmovilismo, no está clara la responsabilidad del diseño y ejecución, se subestiman las posibilidades que ofrecen y hay trabas burocráticas.

Similar saldo aportó la entrevista a expertos y a representantes del ministerio del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, dirección provincial de Planificación, oficina provincial del Programa de Desarrollo Local, centro de Proyectos de Desarrollo Local y Comu­ni­tario, Universidad Vladimir Ilich Lenin, Aso­ciación Nacional de Economistas de Cuba, mi­nisterio de la Agricultura, Asociación Cu­bana de Producción Animal (ACPA), entre otros. Algunos de ellos estuvieron incluidos en la encuesta.

En esencia, los entrevistados coincidieron con criterios como los de Andrés Rodríguez, presidente de ACPA, Rafael Torres e Iralys Santiesteban, representantes de Planificación y del Programa de Desarrollo Local, respectivamente, al considerar que los gobiernos municipales no les conceden aún a los proyectos toda la importancia y prioridad que merecen, falta motivación y hay insuficiente conocimiento o dominio en algunos cuadros como consecuencia del proceso normal de renovación en las Asambleas.

Las respuestas subrayan también ausencia de una capacitación constante, ignorancia para organizar procesos de desarrollo local y débil funcionamiento del Grupo de Desarrollo Local y Comunitario, entre otras causas.

Por ello Ernel Gómez Morales, especialista en Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, le concedió alto valor al diseño de una estrategia de desarrollo local clara, bien definida: algo que no late igual en todos los municipios, e impide, por tanto, concebir una buena carpeta de proyectos, actuar con mejor sentido de la planificación, integrar fuerzas, incorporar aliados…

Como es de suponer, resulta muy difícil concebir, planificar, diseñar y ejecutar con rigor un proyecto si no hay conciencia o percepción de su dimensión económica y social, si falta conocimiento acerca de cómo hacerlo, si no hay motivación o voluntad para emprenderlo y si no se pone a prueba la capacidad de utilizar las potencialidades en el orden material, financiero y sobre todo profesional y humano.

Los pasos mucho más firmes y concretos que han dado Jobabo, Jesús Menéndez y Ma­natí (cuya oficina deberá seguir contando con el apoyo local que la ha hecho sobresalir a escala nacional) confirman que estos no pueden ser tiempos sujetos a la improvisación y mucho menos a la vieja mentalidad del pichón esperando cómodamente su “ración” con el pico abierto: entiéndase, sentarse a esperar recursos por la llamada “canalita”.

Es preciso dominar la situación, conocer en cada lugar las fortalezas internas (humanas, profesionales, naturales, científicas, institucionales e infraestructurales), los puntos neurálgicos, las necesidades concretas y, sobre esa base, proyectar, planificar, estimular, integrar y generar soluciones a favor del desarrollo que para su localidad y para su población desea todo Gobierno empeñado en administrar y hacerlo bien.

No por casualidad, desde su parte introductoria los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución llaman a “impulsar con efectividad la iniciativa de los territorios para potenciar de manera sostenible su desarrollo económico”.

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