La inestabilidad en la recogida de los desechos sólidos es una realidad en La Habana. A la falta de contenedores y carros especializados también se sumó la indisciplina popular, el descontrol y la débil política de cuadros de un sector que busca, con medidas emergentes, enrumbar el camino de la basura

Arlin Alberty Loforte - Foto: Ismael Batista - Granma.- Los contenedores son insuficientes, pero si no se cuidan… Deibis Santana García vive en Tejar entre 8va. y 9na. en el municipio de Diez de Oc­tu­bre. Siempre cuidó del jardín en las afueras de su casa, pero con el tiempo un huésped indeseado (la basura) le fue robando espacio: primero dentro de los contenedores repletos (ahora solo que­da uno), luego en el piso formando un microvertedero… Y el jardín cada día se ve menos.


“Si quiere que alguien le hable del asunto, periodista, vaya a ver a Deibis, ella sí va a decirle claro porque ha ido a dondequiera, lo ha planteado en mil lugares y nada”, comentan los vecinos.

Pero lo de ella no es capricho. Insistió porque en la esquina de su casa las paredes no aguantaban más y a veces la montaña era tan alta que hasta corría el riesgo de que se treparan por ahí y se metieran dentro de su propiedad.

Y es que como Deibis muchos son los capitalinos que acuden a las más disímiles vías para quejarse por la complicada situación de la recogida de los desechos en varios puntos de la urbe.

Desde octubre al correo de Granma llegan inquietudes provenientes de Alamar, Cojímar, San Miguel del Padrón, Boyeros, Diez de Octubre. Allí la basura campeaba por su respeto una semana, 15 días y hasta más.

Del asunto se habla en todos la­dos: en la esquina, en la parada de la guagua, se plantea en las rendiciones de cuenta del delegado a sus electores… Es que la basura se ve, huele, molesta y, en el peor de los casos, enferma.

Problemas materiales, pero también falta de organización, descontrol, hechos delictivos y casos de corrupción marcan la realidad de la recogida de desechos sólidos, aunque esfuerzos recientes den una bocanada de aire al tema y traten de enrumbar el camino de la basura.

VARIAS PATAS DE LA MISMA MESA

No podía ser de otra forma. Una ciudad como La Habana, con más de dos millones de habitantes, genera diariamente alrededor de 17 000 metros cúbicos de desechos sólidos; por municipio, como promedio, entre 1 000 y 2 000.

Diez de Octubre es uno de los municipios que ahora muestra un panorama algo diferente luego del trabajo intensivo de las autoridades locales en la actividad, aunque pa­ra el interior de los consejos populares la mejoría no sea tan visible o dure menos de 24 horas.

“La mayor parte de la basura se recoge del piso, porque no son suficientes los contenedores ni los carros colectores especializados para esa actividad. Recientemente, recibimos 300 nuevos contenedores —cada uno cuesta 178 dólares—, que se pusieron en las calzadas principales”, explica José María Fer­­nán­dez, vicepresidente de la Asam­blea Municipal del Poder Po­pular en ese territorio, quien al igual que otros dirigentes del Gobierno hoy asumen la conducción del sector en nueve mu­nicipios que no tienen director de Servicios Co­mu­nales.

La adquisición de contenedores nuevos solo permitió ubicarlos en los municipios de Plaza de la Re­volución, Playa, La Habana Vieja, Centro Habana y Diez de Octubre. Otros lugares simplemente no cuentan con ningún tanque de basura, o son insuficientes como en Alamar, un reparto en su mayoría de edificios multifamiliares y donde los dese­­chos van a parar casi siempre al suelo.

Clara María Elijarde es hace dos años la delegada de la circunscripción 106. allí el asunto es uno sobre los que más se quejan ella y sus electores.

“No hay carros, eso es lo que nos dicen, además de que son insuficientes los contenedores. Hay lugares donde hubo pero ya no hay ninguno y también donde la gente es irresponsable e indisciplinada, pero si no tienen donde poner la basura ¿se van a quedar con ella dentro de sus casas? Creo que es necesaria una alternativa porque la situación es bien compleja”, comenta Clara María.

Para que la basura no llegue al sue­lo la ciudad necesita 13 000 contenedores más y una mejor situación de los medios de transporte, fundamentalmente los especializados para la recogida.

“Hoy el coeficiente de disponibilidad técnica no supera el 60 % e incluye camiones de volteo, carretas, camiones ampirolle (los que se utilizan para conectar las cajas o vagones con una capacidad cercana a 15 metros cúbicos), y los colectores, que son el componente más importante del equipamiento técnico”, explica José Luis Toledo Álvarez, vicepresidente del Consejo de la Administración Pro­vincial (CAP) que tiene entre sus responsabilidades la atención a Servicios Comu­nales.

Son 62 los camiones colectores con que cuenta la ciudad para el trabajo con los contenedores, y de esos, 48 pertenecen a la Uni­dad Pro­vin­cial de Higiene.

“Hay 15 paralizados permanentemente por roturas, y los 33 aptos para el trabajo tienen inestabilidad por ponches, alguna afectación tran­sitoria o falta de luces, que im­posi­bilita, en este último caso, el trabajo en horario nocturno”, añade Toledo Álvarez.

La situación de la basura demandó medidas alternativas como la contratación de me­dios de transporte de otras empresas y organismos de la subordinación local que se sumaron al saneamiento, fundamentalmente el que hacen a mano los llamados “peones” que recogen los desechos con palas y cajas plásticas en los horarios de la noche y la ma­drugada.

“Un camión colector llega a cargar entre 64 y 74 metros cúbicos de basura, sin embargo, uno de volteo de los más grandes solo 15 metros cúbicos. Se necesitan cuatro o cinco para hacer el trabajo de uno especializado, lo que implica que los viajes sean más numerosos y por consiguiente el gasto de combustible sea mayor”, añade el vicepresidente del CAP.

Pocos e ineficientes para la actividad, con solo uno de estos carros que falle tan solo 24 horas se pone en jaque la recogida de la basura, a lo que se suma la carga extra que imponen los escombros.

MÁS QUE BASURA

En cualquier esquina como la de Milagros y San Anastasio, en Diez de Octubre, se puede leer: “Aten­ción: en los contenedores no se debe echar escombros, palos, piedras, ni hierba de chapeo. Será multado”. Y es comprensible si se quiere conservar y extender la vida útil del recipiente.

Mientras, los restos de derrumbes y lo que queda de las construcciones, por esfuerzo propio o por subsidios, enrarecen el panorama. Los tanques de basura pueden estar limpios, pero sus alrededores no.

“No existe un mecanismo para botar los escombros, ni tampoco puntos donde las personas sepan que pueden llevarlos”, comenta Adalberto Freyre Giraudy, director de Co­mu­nales hace alrededor de siete meses en Centro Habana.

Para la recogida de escombros se crearon los llamados pelotones, com­­­puestos por un cargador y cuatro camiones, aunque el mayor problema está en que casi siempre estos dese­chos están acompañados por ramas de árboles, en cambio nunca es tan agresivo como cuando está ligado con las bolsas de desperdicio.

“Hay una indicación de la administración provincial para definir en cada consejo popular un punto para el vertimiento de escombros. Real­mente hay indisciplinas sociales, pe­ro si las personas no tienen donde botarlo, entonces no se pueden quedar con él dentro de sus casas”, ex­plica Toledo y continúa:

“Una vez que se ubiquen estos puntos entonces las medidas coercitivas con relación a la indisciplina pueden ser mayores, y de la misma forma que se alquila un camión para comprar los materiales de la construcción, los que construyen tendrán que alquilarlo para botar los escombros donde esté establecido”.

La decisión, según los funcionarios, requiere ser conciliada con Planificación Física y el Citma para ubicar los puntos en los mejores lugares.

Abel Camejo Peñalbert, vicepresidente primero del Consejo de Administración de La Habana, dijo a Granma que se está haciendo un estudio a largo plazo para la recogida de los escombros y su aprovechamiento para convertirlos en polvo de piedra, de manera que se pueda incorporar nuevamente a la venta de los materiales de la construcción, lo que re­quiere de la recuperación de un grupo de má­quinas que existieron en un momento para procesarlos.

Mientras, las esquinas de las aceras y los contenes permanecen dañados por el paso de los cargadores que se usan con el fin de eliminar los escombros o grandes cúmulos de basura.

CUANDO ALGO HUELE MAL…

A todas luces algo no andaba bien y para eso solo había que caminar las calles de La Habana. “Ha habido un deterioro sustancial en toda la actividad de Comunales, lo que motivó acciones de contingencia dirigidas por el Partido y en el que intervienen la Fiscalía, la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), el CAP con todas sus dependencias, en­tre ellas la Dirección Integral de Su­pervisión y Control, y la población”, explicó Toledo Álvarez.

Verificaciones fiscales y operativos incluyeron a la Unidad Presu­puestada Provincial de Recogida y Disposición Final de la Basura, Em­presa Provincial de Asegu­ra­mien­to a los Servicios Comunales y las 15 direcciones municipales de Servi­cios Comunales, como en días anteriores publicara el semanario Tribu­na de La Habana.

“Las investigaciones han derivado en 21 procesos judiciales, 60 acusados y hay 20 que tienen medida cautelar de prisión provisional en lo que concluye el proceso. Por su parte, los análisis administrativos hasta el momento han generado alrededor de 100 medidas a cuadros y trabajadores”, destacó Toledo Álvarez.

El vicepresidente también advirtió la fuerte incidencia de los órganos globales de la economía con el control del combustible, el salario, el respaldo productivo de los gastos, lo cual dio la idea de que había que profundizar en este aspecto porque no había correspondencia con el resultado: se gastaba el dinero y el combustible y no se limpiaba la ciudad.

Añadió además que los procesos no han concluido por parte de la Fiscalía y todavía no se conoce a cuánto asciende el monto económico de las pérdidas.

Con anterioridad Servicios Co­munales en­frentó procesos similares con casos como el de La Habana Vieja, que tuvo un saldo de pérdida de 33 millones de pesos, y el de Boyeros con nueve millones.

El administrativo destacó que es­tos hechos tienen un impacto desde el punto de vista de la corrupción, desmoralización y falta de control, que involucra a muchas personas y tiene una repercusión más allá de las fronteras de Servicios Comunales, además de las implicaciones en cuanto a la situación higiénico-epidemiológica de la capital.

Al mismo tiempo, son muchos los trabajadores que hacen lo suyo para revertir la imagen que dejaron los que pusieron en entredicho la labor de un sector imprescindible para mantener la higiene y la belleza de la urbe.

ALGÚN ALIVIO PARA EL DOLOR

Ascendente a 170 millones 600 000 pesos, más otros gastos relacionados con el combustible, y la ad­qui­sición de medios especializados para el de­pósito y la recogida de la ba­sura, la actividad de Comu­nales tiene un presupuesto que es solo superado por los destinados a Salud y Edu­cación.

Por esta razón la preparación de los cuadros en el sector es una prioridad. Es una actividad muy compleja, maneja una logística que exige reparaciones, mantenimientos, re­cursos cuantiosos, incluye a ingenieros, técnicos... se impone primeramente cap­tar y preparar los recursos humanos en economía, contabilidad y los controles internos.

“Se trabaja en la captación de compañeros con condiciones para dirigir el sector, con la intervención de la dirección de cuadros provincial e incluye entrevistas con desmovilizados de las FAR y el Minint, personal preparado que se desmoviliza joven”, apunta el vicepresidente To­ledo y agrega:

“Hay déficit también en la fuerza de trabajo, pero se compensa con contratos con las unidades de Prisiones. Algunos internos trabajan en el horario de la noche (40 en Centro Habana, por ejemplo) y esto cumple un doble objetivo al contribuir a la reinserción de estas personas al medio social”, advierte.

La realidad demuestra que recoger basura no es tarea fácil, por lo que la atención a estos trabajadores debe ser una prioridad, tanto co­mo la ga­rantía de los medios de protección para mantener la salud de los que están ex­puestos a riesgos al estar en contacto con los desperdicios.

Igualmente, los salarios serían un incentivo, aunque en la actividad de recogida de los desechos se aplican sistemas de pago según la cantidad de basura acopiada, que elevan el salario básico de 325 pesos.

Paralelo a las medidas, adoptadas a partir de un programa emergente seguido por la dirección provincial del Partido, el Ministerio de Economía tiene un plan para el aseguramiento material y las importaciones necesarias para mejorar la recogida de la basura.

“La recuperación del equipamiento involucrará a empresas del Gru­po Empresarial de la Industria Sidero-Mecánica (Gesime), el Minis­terio de Industria y el de la Agricul­tura. Entre ellas estarán Roselló, Cu­bana de Acero, Ramón Peña, la que antes fue Motores Taínos y Gelma”, añadió Toledo Álvarez.

Se desarrollan alternativas como la de la empresa Ramón Peña, que tiene a prueba una carreta colectora que recoge los contenedores, como parte de la labor de reanimación del equipamiento en el sector.

LOS VERTEDEROS

Esta es otra arista del asunto. El de 100 en Marianao da dolores de cabeza a los vecinos de allí y también a los de Comunales. La báscu­la rota para el pesaje de la basura y el control de la plena capacidad de los carros en cada viaje, y los recurrentes ponches de los camiones que tienen que ir hasta el centro del vertedero a dejar el cargamento, imponen una nueva mirada.

“Hoy se trabaja en la inversión del vertedero del Este que es el que está en la Ocho Vías en la entrada del Cotorro. Se trabajó este año en los viales y se labora en la primera gaveta (trincheras para soterrar los desechos), donde se compacta la basura hasta que se termina de llenar. Ya se tiene el proyecto del vertedero del Oeste, en la etapa de aprobación y consulta de los organismos que intervienen”, explicó Ca­mejo Pe­ñal­bert.

El vicepresidente primero del CAP agregó que a inicios de año los vertederos estuvieron colapsados con el equipamiento, fundamentalmente los buldóceres para el movimiento de tierra y el soterrado de la basura.

“El Ministerio de Economía y Planificación aprobó el financiamiento para la recuperación de estos equipos, ya hay tres que se rescataron en Villa Clara y hay otros dos que se están reparando”, ex­plicó.

A esto contribuyen los trabajadores del taller de Comunales que se encargan de la reparación de los cu­bos de ruedas, dañados fundamentalmente por los excesivos ponches que inhabilitan a diario a más de un camión especializado o no.

Aun con lo poco que se tiene, los funcionarios administrativos consideran que se desa­provecha la jornada de trabajo, la fuerza laboral y el potencial del equipamiento con que se cuenta.

Hoy los inspectores de la Di­rec­ción In­tegral de Supervisión y Con­trol intervienen montados en los equipos durante sus recorridos por la ciudad, evitando que el chofer se desvíe o haga estancia por un tiempo prolongado en otros lugares y por esto rinda menos, incluyendo los equipos de apoyo. También son los que reciben los camiones que llegan al vertedero y verifican si recogieron a plena capacidad.

Según los vicepresidentes, antes de esta medida los viajes oscilaban entre los 426 en 24 horas y han subido a más de 700. Se busca elevar la pro­ductividad que está certificada por el cuño que ponen los inspectores a los vales por cada viaje realizado, pues se han detectado casos, que son de los que están siendo procesados, en los que se llenaron sin la correspondiente basura recogida, lo que resultó en un pago indebido de salarios.

DEL OTRO LADO TAMBIÉN TOCA

Más de un contenedor boca aba­jo, sin tapa o ruedas nos encontramos en nuestro recorrido por la capital detrás de la basura; más de uno de esos componentes hoy to­man otros rumbos sin evaluar el perjuicio que también toca a los irresponsables. A veces se le da el nombre de indisciplina a lo que raya con el delito.

En el poste de la esquina no faltó la bolsita con desperdicios, cuando a pocos metros estaba esperando el tanque para cumplir su función, como tampoco dejaron de entrar en escena los llamados “buzos” para imponer el desorden donde, a mu­cho dar, comenzaba la cosa a tener pies y cabeza.

Lo cierto es que en los últimos tiempos algo de la estrategia da re­sultado y evita que la situación tome colores más oscuros, aunque todavía falta bastante para darle tonos brillantes a ese lienzo.

Ojalá pronto llegue ese estado deseado donde cada quien baje la basura entre las 6 y las 10 de la noche y que a partir de esa hora comience el trabajo, a veces tan anónimo, de los de Servicios Comunales, sin tantos obs­táculos que franquear, para que la ciudad amanezca reluciente y andar La Habana se convierta en un acto aún más placentero.

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