Danza Contemporánea de Cuba en "Demo-N Crazy".
José Ernesto González Mosquera - Cuba Contemporánea.- Siempre es difícil resumir 365 días en pocas líneas, tanto más si se tiene algo que decir. Si de danza se trata, el 2014 no fue un año con luces, teniendo en cuenta los pasos agigantados que han dado otras manifestaciones escénicas y artísticas en el país.
Nadie dijo que fuera fácil. La danza es la simbiosis de muchas otras artes en una sola escena. En términos de producción resulta costoso solventar espectáculos: luces, escenografía, música, vestuario, incluso la plástica, son obstáculos que compiten con la materia creativa en todo momento.
Es un suceso a nivel global, no solo en Cuba. De esa manera han surgido piezas y movimientos minimalistas, con propuestas contemporáneas de pocas pretensiones. Lo que sucede es que también el lenguaje coreográfico, la estética y las intenciones se ven dañadas. Muchas son las propuestas que no concretan, proponen o redimensionan su danza.
Si entramos en materia, fue un año interesante en otros aspectos. Surgieron y se revitalizaron festivales danzarios que intentan, de a poco, contribuir al desarrollo coreográfico que impulsan los más jóvenes.
Holguín acogió el I Concurso de Danza del Atlántico Norte y Grand Prix Vladimir Malakhov. Con 33 obras en concurso, el espacio propició un cambio de perspectiva con respecto a la visibilidad de las propuestas danzarias al interior del país. De igual manera contribuyó la realización, a toda costa, del Concurso Danzan Dos, que auspicia la compañía matancera Danza Espiral.
Vladimir Malakov y alumnos de ballet.Son espacios como estos, a los que se unió el Taller Danza en Construcción, los que propician un aire de novedad al lenguaje danzario desde Cuba. No obstante, sigue siendo pobre el apoyo a las compañías, a la realización de grandes espectáculos, y la diferencia es más notable entre La Habana y el resto de las provincias.
El Festival Internacional de Ballet de La Habana acogió por diez días a invitados de varios países. El regreso a los grandes clásicos -ya demasiado habitual-, estrenos de Vicente Nebrada y Annabelle López Ochoa, la despedida de los escenarios cubanos de las primeras bailarinas del American Ballet Theatre Xiomara Reyes y Paloma Herrera, el retorno a Cuba de Yolanda Correa y Yoel Carreño y un Lago de los cisnes sublime, son las notas altas de un espacio que debiera redimensionar sus propuestas en cuanto a repertorio y guion escénico de las obras puestas.
Interesante sigue siendo el regreso a apostar por los más jóvenes con el Taller Coreográfico del BNC. Surgen siempre ideas y estilos para trabajar.
Desde la ciudad de los tinajones, el Ballet de Camagüey se revitaliza, tal vez con tal frecuencia que no se ve madurez en la escena. Así se notó su Don Quijote, una apuesta a tener en cuenta que bien pudiera perfeccionarse.
Desde provincia siguen destacando con aires modernos el Ballet Contemporáneo Endedans y su By friction, celebrando sus 12 años en el panorama de la danza en Cuba.
Danza Contemporánea de Cuba estuvo de aniversario. Desde hace 55 años, en aquellos tiempos en que el maestro Ramiro Guerra llevaba las riendas, esta compañía ha transgredido los lenguajes, propiciado el intercambio coreográfico y la superación de sus bailarines. Tanto, que han sentado escuela. A lo largo del año estrenaron Crystal, de Julio César Iglesias, una pieza con altas cargas escénicas y ritmos trepidantes.
También de plácemes estuvo la compañía flamenca Ecos celebrando 15 años con De la misma huella, un entrecruzamiento de diversos ritmos, acentos, melodías y sentimientos del arte flamenco. Cumplió 54 años el Ballet Folclórico de Oriente, agrupación que a lo largo de los años ha sido cuna de las tradiciones africanas desde la danza y el canto.
Seguimos de folclor… La maestra Silvina Fabars recibió el Premio Nacional de Danza. “La diosa de ébano” fue primera figura del Conjunto Folclórico Nacional, y se hizo acreedora del lauro “por sus dotes como primera bailarina, pero sobre todo por su labor docente, no solo con el conjunto Folclórico Nacional sino también en cualquier parte del país donde se necesite”, al decir de Iván Tenorio, presidente del jurado.
Precisamente tomó por sorpresa el fallecimiento de Tenorio en medio de la celebración del festival de ballet. El también Premio Nacional de Danza fue creador inagotable de piezas renombradas y transgresoras en su época, como Rítmicas, Leda y el cisne y Hamlet, entre otras.
Fernando Alonso, uno de los fundadores de la escuela cubana de ballet.Y siempre hubo danza en los teatros, no se puede decir menos. Irene Rodríguez estrenó Aldabal y El alma trémula; Rosario Cárdenas repuso Tributo a El Monte, y George Céspedes se aventuró a crear su propia compañía.
No puedo terminar sin hablar de Fernando Alonso. En el año de su centenario hubo, aunque tarde, momento para recordar al maestro de maestros, al artífice de una metodología cubana de ballet, al cofundador del Ballet Nacional de Cuba. Dicen que pronto la escuela llevará su nombre. Ojalá y así sea.
A nivel individual el mundo sigue andando. El 2015 debe llegar con nuevos bríos para los creadores. Eso es lo más preocupante. Que se pierda la apuesta, el reto, el cambio a lo novedoso. Alguna vez Petipa fue novedad, Balanchine fue novedad, Graham fue novedad, Alberto Alonso, Alberto Méndez e Iván Tenorio fueron novedad en Cuba.
Toca cuestionar, preguntarse, encontrar el mejor lugar en un mundo cambiante, con información al por mayor para crear y procurar un espacio vigoroso de danza en este nuevo año que comienza.
