Muchos y diversos son los testimonios que pueden ofrecer la mayoría de los viajeros cuando se trata de salir o regresar a casa dependiendo del transporte urbano...

Abel Rojas Barallobre - Cubahora.- Muchos y diversos son los testimonios que pueden ofrecer la mayoría de los viajeros cuando se trata de salir o regresar a casa dependiendo del transporte urbano. El flujo de personas que se trasladan por esta vía a diario es creciente y asombroso, sobre todo en La Habana; donde a pesar de que se observa un mayor número de ómnibus, aún no se logran los resultados que se necesitan para dar respuesta a la gran demanda de la población que requiere este servicio público.


Como consecuencia de ciertas indisciplinas sociales, ya sea por parte del chofer o por los pasajeros, se producen múltiples avalanchas humanas para subir al tan esperado transporte; el cual puede demorar en muchas ocasiones demasiado tiempo o simplemente continuar su recorrido de largo y hacer caso omiso a la parada oficial.

Cuando finalmente llega y se detiene, por lo general algunos metros antes de la parada, las personas ansiosas por la larga espera arriban al ómnibus con desesperación con la firme idea de finalmente partir hacia su destino. Casi sin respiración y aguantando fuertemente las mochilas o carteras, logran montarse en ocasiones con dificultad; pues aunque el espacio muchas veces resulta bastante reducido el chofer siempre pronuncia aquella frase ilógica de que todavía se puede dar un paso más.

Si para subir resultó complicado, más aún se nos dificulta el viaje cuando el recorrido es largo y a la hora de bajarse. Entre codazos y pisotones, el calor de un intenso verano que es común en nuestro clima y la música que pudiera estar a todo volumen y no ser exactamente acorde al gusto más refinado, se nos presenta una odisea que resulta inevitable para muchos en el día a día. El viajero está consciente de que en el estrecho pasillo podrá encontrarse con semejantes estresados, sudados e incómodos que al igual que él no les queda otra que afrontar la situación y mirar el reloj con la esperanza de poder llegar puntual a su destino.

Acudir a los buenos modales y el respeto al prójimo contribuiría en gran medida a suavizar nuestra jornada diaria a la hora de esperar y coger el transporte urbano. Palabras como permiso, gracias y por favor deben estar incluidas siempre en nuestro vocabulario. Además, se debe cumplir con los reglamentos y horarios establecidos por parte del personal que ofrece este servicio; y cuidar este bien público que tanto necesitamos para así disminuir en gran medida determinadas indisciplinas sociales que nos afectan a todos. Es necesario fomentar en la población el sentido de pertenencia y la buena conducta social para que fluya el entendimiento y la comprensión entre las personas y no dar cabida en ningún momento a la violencia.

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