Caleb Casas en Locos de amor, de Sam Shepard.
José Ernesto González Mosquera - Cuba Contemporánea.- Desde 2007 Caleb Casas no pisa un escenario ni trabaja en la pantalla en Cuba. De niño, su rostro comenzó a ser familiar en teleseries y aventuras como El cucumí se despierta los domingos o Descamisados. Además, integró una generación formada por el maestro Carlos Celdrán y su Argos Teatro, compañía con la que ofreció su última puesta hace ocho años: Chamaco, del dramaturgo Abel González Melo.
Desde entonces, y por varios años, trabajó entre México, Argentina y Colombia. En este último país alcanzó contratos importantes para series y telenovelas televisivas con la compañía de entretenimiento Caracol, mayormente.
Ahora el aún joven pero más experimentado actor regresa a Cuba para retomar su carrera actoral en el país que lo vio nacer, ante el público que lo aplaudió y en el circuito artístico que lo formó.
“En Colombia hice mucha televisión en series como Tu voz estéreo o Mujeres al límite y la telenovela Primera Dama. Pero el gran rol llegó con Oye bonita, una telenovela dedicada al mundo del ballenato, donde asumí un personaje antagónico en la segunda parte. Es interesante cómo la mercadotecnia busca las formas de ensamblar el guion para que continúe cuando el producto tiene éxito de público”, comenta el actor en exclusiva para Cuba Contemporánea.
Ya de vuelta está inmerso en una obra teatral con compañeros de estudio y de trabajo de su época con Argos Teatro y Carlos Celdrán. La puesta de Locos de Amor, de Sam Shepard, permitió a Caleb Casas reencontrarse con las tablas cubanas.
“Fue un proceso de trabajo largo, de entendernos, de asumirnos y ponernos cada uno en una posición. He visto a Yeandro Tamayo y a Yailín Coppola como directores, que hasta el momento no lo eran. Y el resultado se puede ver en la obra, en esa fidelidad al estilo de Carlos y la afinación y compromiso que exige de los actores, lo cual se ha convertido en un sello de su trabajo”, dijo Caleb.
En el rol protagónico tuvo que valerse de interpretaciones precedentes y (des) contextualizaciones para construir el personaje del marginal Eduardo.
“El original habla sobre el oeste americano de los años 80, personas que no han cumplido sus sueños; con mal juicio, complejos, prejuicios, decepciones. Y la idea era llevar esto, desde la no literalidad, al contexto inmediato cubano. Esto para no perder esa poesía literal que maneja Shepard en su obra, esa realidad creada desde la ambigüedad. Son cubanos pero no se saben de dónde son”.
“Eduardo -prosigue Caleb- es un camionero machista pero vulnerable, que regresa a recuperar el amor. Me informé mucho con críticas precedentes, con la versión cinematográfica de la obra. A muchos actores no les gusta trabajar sobre algo ya hecho, pero para mí fue una ayuda al momento de enriquecer el personaje. El resto está en esas herramientas vivenciales que uno posee como actor”.
En este regreso a la escena cubana quiere “trabajar en cosas interesantes. Cosas que me muevan las entrañas y no sean solo trabajo por dinero”.
“Estoy en un momento en que quiero pensarme y escoger bien lo que quiero y voy a hacer. Un buen proyecto teatral, una buena película, algo de televisión, aunque con los últimos referentes que tengo, la televisión es algo que me asusta. Quiero trabajar, pero en cosas que sean buenas para ese proyecto específico y para mí como actor en particular”, concluye.
