Ernesto González Mosquera - Cuba Contemporánea.- Durante 15 días La Habana acogió dos de los eventos más significativos para el mundo del ballet clásico en Latinoamérica: el Encuentro Internacional de Academias para la enseñanza del ballet, y el Concurso Internacional de Ballet de La Habana.

El primero es una plataforma para el desarrollo del arte de la danza clásica y la estética de la Escuela Cubana de Ballet; el segundo, el escenario listo para cientos de jóvenes con aptitudes técnicas y artísticas con el objetivo de alzarse con las medallas y el Grand Prix.

El año 1950 marca la fecha en la que algunos proponen la creación de la Escuela Cubana de Ballet. Por aquellos años Alicia, Fernando y Alberto Alonso fundan el Ballet Alicia Alonso (hoy Ballet Nacional de Cuba).

Sesenta y cuatro años después, ese modo de hacer que deslumbró al crítico Arnold Haskell y al mundo danzario se ha asentado con una metodología que atrae a los jóvenes por el prestigio que han alcanzado la compañía y sus bailarines, por esa bendita continuidad de la denominada “última escuela de ballet reconocida”.

La prima ballerina rusa Maya Plisetskaya aseguraba: “Creo que existe una escuela cubana de ballet. En primer lugar, las bailarinas cubanas poseen un alto nivel de individualidad, desarrollado con principios propios. En segundo lugar, Cuba tiene un gran pedagogo en Fernando Alonso. Y, por último, las primeras bailarinas del Ballet Nacional pueden ser figuras de cualquier compañía del mundo”.

Encuentro Internacional de Academias para la enseñanza del ballet, en La Habana

Es un método que nace en los salones de clase de nivel elemental y medio de las diferentes escuelas esparcidas por todo el país, que es también esparcido en muchos países del continente y asumido cada año por estudiantes en estos encuentros de academias.

No se deben confundir los términos. La Escuela Nacional de Ballet es la institución física, el espacio donde los jóvenes estudiantes se forman en esta manifestación artístico-escénica.

La Escuela Cubana de Ballet posee otra dimensión. Es el método, el estilo, la forma y la apropiación técnica, estética, anatómica, artística de elementos danzarios de otras escuelas precedentes y su re-contextualización con componentes propios del trópico y el ser cubano al momento de entender el baile.

El maestro de maestros Fernando Alonso lo sintetizó: “Nosotros analizamos las diferentes formas de bailar y los estilos diferentes: de la escuela rusa, la soviética, la francesa, la italiana. (…) el dinamismo de los norteamericanos, el preciosismo de los británicos, la coquetería del savoir faire de los franceses, una fusión entre los saltos rusos y los trenzados italianos (…)”.

La Escuela Cubana de Ballet es mixtura y aprendizaje; es perfeccionamiento y asunción de aquellos pasos, estilos o movimientos de las escuelas precedentes. Así se vislumbran las herencias: rapidez en los pies italianos, el port de bras, la elegancia y el control de las extremidades rusos, la corrección técnica inglesa, la naturalidad y la comodidad francesas…

El sentido siempre fue vincular el baile con la realidad e idiosincrasia nacionales. Marcar la sensualidad, recuperar los balances para que el acto parezca etéreo; que el virtuosismo sea marcado, que no se pierda el estilo, que la música guie al cuerpo y los movimientos. Marcar la masculinidad y la femineidad en los bailarines, que el pas de deux comunique.

El Concurso Internacional de Ballet de La Habana se une a la oleada de certámenes celebrados por todo el mundo. Lástima que la publicidad, los premios en metálico y las campañas mediáticas que rodean al resto siga haciendo desbalanceada la competencia de un espacio como el habanero, que solo puede ofrecer el talento de sus anfitriones y las ansias de mostrarse de sus visitantes.

Aunque las fechas coinciden con el todopoderoso Grand Prix de Nueva York, los salones de la escuela habanera estuvieron llenos en estas dos primeras semanas de abril, y las galas del concurso, aunque evidenciaron las desigualdades técnico-interpretativas entre los diferentes concursantes, tuvieron de manera general algunos dignos contrincantes.

Escuela Nacional de Ballet, La HabanaLo más importante de la realización de estos encuentros es el desarrollo de la metodología cubana del ballet, pero también el hecho de ser un espacio para fomentar la crítica, para que suban a escena clásicos como las suites de El lago de los cisnes o La Bayadera, para que interactúen profesores y estudiantes de diferentes partes del mundo.

Entiéndase que es una de las proyecciones del arte del ballet cubano desde la academia, pero también sirve para mostrar nuestras instalaciones a otros. La sede de la escuela, si bien fue “reparada” a todo bombo hace algún tiempo, no parece haberlo sido a conciencia. Son 33 salones que, en algunos casos, han perdido sus ventanales u otras partes de la decoración.

El evento aporta económicamente al país y debiera tener un retorno en beneficios físicos para la instalación, y para sus alumnos en términos de vestuario, zapatillas, condiciones mejoradas… La escuela no cuenta siquiera con una plataforma de socialización como página web, una cuenta en redes sociales para colocar sus logros en video, para atraer a un mayor público, una herramienta que usan todas las academias, incluso las más modestas del mundo.

Esto, y mucho más, merecen nuestra Escuela Nacional de Ballet, nuestra Escuela Cubana de Ballet.