Andrés Marí* - Cubainformación.- Resulta elocuente que la actitud de la llamada “disidencia” interna cubana se juntara en Panamá, como lo han hecho en tantos otros sitios, con aquellos que pretenden llevar a nuestro país al caos de su desintegración. Mientras eso persista, ¿qué diálogo podría mantenerse? Son ellos los que no quieren ningún diálogo. Para ellos parece ser cuestión de supervivencia mantener estas antiguas posiciones, ¿qué responsabilidad tenemos nosotros en ello? Ninguna.


Cubainformación publica estos dos artículos recientes de Andrés Marí, actor cubano residente en Catalunya y asiduo colaborador de nuestro portal.

Bienvenido el desafío

Andrés Marí* - Cubainformación.- El debate entre los cubanos no puede ir por donde lo plantea Fernando Ravsberg, ya que si ello se planteara en esas formas sería imposible realizarlo. Tampoco se trata de decirle a la llamada “disidencia” “Ni p...”, aunque tales personajes nos lo digan a nosotros como prácticamente nos lo vienen diciendo desde su nacimiento. De ahí los tortuosos desencuentros entre ellos y los demás. La Revolución Cubana es un hecho incontestable y si ello ha sido aceptado formalmente por el Imperio con el anuncio de la normalización de las relaciones diplomáticas, lo mismo habrá de hacer esta “disidencia”, pero, no, esta “disidencia” continúa realizando acciones y campañas mediáticas que deslegitiman nuestra historia victoriosa. Pueden estar contra tales triunfos, pero son los que son y no los fracasos y horrores que ellos quieren hacer ver a los cubanos y al mundo entero con sus prensas y giras de subterfugios donde cultivan la vieja posición. Todos sabemos que esta sí que está muy bien y estruendósamente fracasada en su objetivo de destruir a la Revolución Cubana.

Resulta elocuente que la actitud de la llamada “disidencia” interna cubana se juntara en Panamá, como lo han hecho en tantos otros sitios, con aquellos que pretenden llevar a nuestro país al caos de su desintegración. Mientras eso persista, ¿qué diálogo podría mantenerse? Son ellos los que no quieren ningún diálogo. Para ellos parece ser cuestión de supervivencia mantener estas antiguas posiciones, ¿qué responsabilidad tenemos nosotros en ello? Ninguna. Es esa “disidencia” la que debe aprender de los acontecimientos actuales para modificar sus actitudes y que pueda caber entre nosotros sin comillas en su nombre. Ya somos muchos -hasta el mismo presidente del país- los que realmente hemos entrado al verdadero disenso en muchos aspectos de nuestra realidad, pero, ¿cómo hemos entrado? Lo hemos hecho con la normalidad que provoca el querer enderezar los complejos entuertos que afrontamos. Por esa línea se han dado múltiples pasos en fervientes debates en la UNEAC, en la Casa de las Américas, en las universidades, en la revista Criterios, en la revista Temas, en la antigua revista Espacio Laical y en muchos otros sitios además de los más divulgados a niveles de organizaciones, sectores profesionales, trabajadores, estudiantiles y en barrios de nuestro país. Es curioso que en la inmensa mayoría de esos encuentros la llamada “disidencia”, cuando ha participado, ha ido con grandes comillas a reventarlos.

¿Es ese retorcer la realidad y las posibilidades para que el país y todos sus hijos alcancen el mejoramiento que buscamos lo que quiere seguir haciendo esta “disidencia”? O sea, ¿quieren devastación y hasta la guerra entre nosotros? Así no habrá debate ni diálogo posible, y no porque nos enaltezca, de uno u otro bando, decirnos “ni p...”, sino porque sólo nos salvará a todos el máximo respeto y reconocimiento a las gigantescas conquistas humanas y sociales de nuestra historia en tiempos demasiado convulsos para el mundo. Mientras no suceda, por parte de la “disidencia”, esa admisión de los hechos, no habrá muchos cubanos dispuestos a unírseles, simplemente porque nadie quiere renunciar al cese del mejor orden social donde pueden producirse las mejores transformaciones y dentro del cual hacemos, lo mejor posible, el trabajo que nos toca a cada cual cada día y dentro del que entran el cuidado de nuestra sanidad y educación públicas, las propuestas organizativas, económicas y políticas, el cine, el teatro, la literatura, todas las artes, el periodismo, los encuentros, los debates, los diálogos y todo aquello que beneficie al feliz desenvolvimiento de un país que ansía vivir en una normalidad que casi constituye, en múltiples renglones, una anormalidad en nuestro entorno geográfico. No es la guerra lo que nos une a los cubanos, sino la más firme voluntad de paz y que nuestras vidas alcancen la mejor contribución al presente y al futuro de Cuba. Opiniones y puntos de vista diferentes siempre los habrá, pero la dignidad alcanzada con lo mejor que ha hecho nuestra pequeña isla resulta irrenunciable. Tal vez le estoy planteando a la “disidencia” otra disidencia, esa que siempre han tenido abierta y que siempre han eludido. Si la aceptan será un desafío para todos. Adelante y bienvenida sea la incorporación de cada uno de sus miembros a los debates en esta encrucijada por lo mejor para nuestra nación.

* Andrés Marí, actor cubano residente en Catalunya.

El debate de Ravsberg y el nuestro

Andrés Marí* - Cubainformación.- He intentado decenas de veces escribir un comentario a ese segundo artículo sobre la Sociedad Civil que Ravsberg publica en su Cartas desde Cuba... Nada, su sitio me lo rechaza mientras aparecen otros comentarios que, en su inmensa mayoría, siguen la misma línea de Fernando o aún peor. Por último le escribí un e-mail a su "contactos". Cero respuesta. Evidentemente este hombre no está interesado en dialogar con los que discrepan de él y sí en arroparse con los comentarios de figuras como Silvio, Guillermo, Amaury, Orrio y otros que, en alguna medida, defienden la libertad de Ravsberg para expresarse.

Resulta muy señalado que al analizar algunos artículos, Fernando nombre "Ni p..." como el más honesto, como si quisiera decirle a los cubanos que esa es la vía y todos sabemos que ese no fue el espíritu de la delegación cubana en Panamá.

Espero que los artículos de Iroel, con abundantes argumentos y fuentes, alcance una fértil divulgación que propicie entre nosotros un vivo encuentro sobre "el debate" que necesitamos y no sobre el que pretende llevarnos Ravsberg donde prácticamente, después de haberse afincado entre muchos de nosotros como "un gran periodista", intenta convencer a muchos de que sigamos su ejemplo para que nuestra prensa no encuentre el justo lugar que busca por sí misma y se refugie en esa actitud condenatoria hacia nuestra compleja realidad que exhiben varios sitios.

Espero que nuestros jóvenes periodistas logren reflejar en sus blogs, más allá de lo que ya han compartido sobre la verdad en Panamá, esta otra verdad sobre las reales trampas de ruptura, división e incertidumbres entre nosotros mismos a que nos incita Ravsberg. Porque no es verdad que esa otra “sociedad civil cubana” encumbrada en Miami desee dialogar con nosotros, no, los que integran ese grupo no buscan diálogo, ellos buscan acrecentar confrontaciones para que nos desgastemos en un debate para el que ellos ya tienen las conclusiones: eliminarnos de la credibilidad pública.

Al mismo tiempo, con ese debate propugnado por Ravsberg, se busca que le demos divulgación a esos medios y personas, ya que con sólo nombrarlos estaríamos dándole honestidad a sitios y personajes que ya se han hundido en su propia madeja contra Cuba y contra los cubanos que, como Silvio, Guillermo, Amaury, Orrio y tantos otros sí queremos debatir nuestras inquietudes a partir de la buena palabra que intentamos abrirle paso por el mejoramiento de la sociedad cubana y no para retorcerle su generosa y magnífica historia como quieren los atribulados especímenes que fueron a Panamá en busca de la legitimidad que ninguno de nosotros debemos ofrecerle.

Dialoguemos con Iroel, con Elier, con Silvio, con Guillermo, con Amaury, con Guanche, con Orrio y con tantos otros que nos están esperando para que nuestro tiempo se llene de preciosos desafíos. Y no se trata de que tengamos el poder divino de elegir quiénes merecen la participación en el debate, sino de posicionarnos junto a aquellos que luchan por la continuidad de nuestra gesta. Una gesta preñada de errores y diversas problemáticas dañinas que debemos superar, pero, al fin y al cabo, una gesta que nos ha llevado como pueblo a los más altos rumbos de la dignidad que escasea tanto en el mundo que vivimos.

* Andrés Marí, actor cubano residente en Catalunya.

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