Yenys Laura Prieto Velazco - Cuba Contemporánea.- Solo un consejo recibió Pablo de su padre, antes de viajar a La Habana. “Trata de escuchar y observar atentamente y ver lo que funciona para ellos, porque muchas veces el turista va preguntando por qué los otros no ven el mundo como él”. Y tanto ha hecho suya esa idea que durante los 48 años que lleva en Cuba ha vivido y respirado los sonidos ocultos del país; ha palpado su pulso cotidiano, le ha puesto melodías a su trazado invisible. Quizás por eso su nombre está anclado a algunos de los proyectos más renovadores de la música insular en las últimas cuatro décadas.


Es Pablo Menéndez, guitarrista, compositor. En su adolescencia, un muchacho inquieto, enamorado de la música afroamericana, revisa la influencia de la diáspora negra en la cultura de su país. Podemos apuntar que nació en California, que antes de llegar a la Isla tenía muy pocas noticias de esta tierra y que vino a estudiar música por un año; que su madre -la gran cantante norteamericana Bárbara Dane- le enseñó definitivamente a amar el blues y el jazz. Que en Cuba encontró la rumba, la música afrocubana; otra zona que aprendió a valorar y a incorporar creativamente en su propia obra musical.

“He incursionado en agrupaciones donde se buscaba la manera de fusionar esa herencia”, nos dice 30 años después de haber creado el grupo Mezcla. Pero para hablar de Mezcla hay que detenerse, unas décadas antes, en el mapa sonoro de Cuba. Hay que rastrear su huella por espacios creativos como el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, el grupo Sonido Contemporáneo y hasta Síntesis. Allí, tal vez, comienza la verdadera historia.

Vamos a removerlo todo y a mezclar otra vez…

Pablo Menéndez y Mezcla“Cada vez que algún joven músico habla sobre el hecho de unir elementos diversos, lo asume como algo muy natural; sin embargo, cuando comenzamos nosotros no era así. Entonces pienso que hemos logrado algo. Antes no se concebía eso. Fui parte de una generación que inició un cambio en la cancionística cubana. Pensemos en el movimiento de la Nueva Trova, la nueva canción cubana, y además en esa idea de crear un rock cubano, de hacer un jazz cubano. Se trataba de un proceso descolonizador de nuestra experiencia cultural”.

Según Menéndez, el grupo de Experimentación Sonora del ICAIC tenía la misión de crear una banda sonora para una realidad que estaba cambiando. “Y eso nos autorizaba a subvertir todo lo que era tradicional hasta el momento. No queríamos menospreciar la inteligencia del público o pensar que solo era capaz de consumir canciones muy banales o solo para divertirse.

“Por otra parte, Sonido Contemporáneo fue uno de los primeros grupos que se presentó seis noches a la semana haciendo jazz en Cuba. En sus orígenes, el jazz insular fue algo mimético del americano, pero a partir de esa materia prima asombrosa que es la música cubana se conformó un jazz que ha asombrado al mundo. El jazz cubano en estos momentos ya es una carta de presentación insuperable”.

Entre los trabajos más valiosos atesora su paso por Síntesis, por su forma tan auténtica de revalorizar la herencia afrocubana. “Los iniciadores de ese proyecto se acercaron al grupo de Experimentación Sonora del ICAIC y yo tuve la fortuna de que me invitaran a participar en el grupo durante una etapa importante, cuando se perfilaba la génesis de algunas de las líneas que definen su trabajo. Recuerdo que llevé a otros artistas que estaban conmigo en Sonido Contemporáneo haciendo jazz; ahí estaba esa gran artista que fue Lucía Huergo. Creo que esa agrupación ha potenciado y proyectado hacia el futuro una parte de la cultura afrocubana y esa posibilidad resguarda el secreto de la supervivencia de la cultura cubana a través de los años”.

¿Y qué tenía Mezcla?

“En su momento, muchos decían que aquella música era una locura. ‘El nombre ya lo dice todo’. ‘Eso está prohibido’. ‘No se puede hacer’. ‘Va contra todas las lógicas comerciales del mercado’. ‘Usted no puede combinar esto con lo otro’. Pero nosotros lo hicimos”.

Para Pablo Menéndez armar Mezcla fue, ante todo, otorgar al país un sonido que se le parecía. “Si usted piensa en atravesar la ciudad, verá que su banda sonora real es riquísima. Existe una infinidad de ritmos y de armonías, de melodías y letras. La humanidad es infinitamente rica, y escuchar una sola música es una manera de empobrecer su espíritu y de limitar nuestra visión”.

Otra certeza tiene Pablo. De un concierto de Mezcla solo es posible salir de tres modos. “Brincando, gozando, pensando en todo lo que ha visto y sentido”. El hecho de ver los logros hoy es muy interesante, confiesa; aunque lo cierto es que Pablo no es muy dado a la nostalgia.

“Durante la primera década de trabajo de la agrupación estábamos con frecuencia en el espacio televisivo. Es el período más conocido por el público masivo. La segunda década coincide con otro fenómeno que afectó la cultura cubana y toda la sociedad, el Período especial”.

Pablo Menéndez y MezclaNo obstante, afirma que el hecho de navegar con suerte y sobrevivir a los embates de esos tiempos, y seguir defendiendo una obra treinta años más tarde, es algo que lo enorgullece. “Ahora estamos viviendo uno de los momentos más importantes del grupo en el ámbito internacional, principalmente en Europa y Estados Unidos. Hemos estado en sitios fuera de los circuitos tradicionales donde en muy pocas ocasiones se presenta un grupo cubano”.

En Mezcla está la huella de diversos creadores que aportaron a su esencia musical. Entre ellos podemos mencionar a David Pimienta y Juan Carlos Abreu; José Hermida y José Antonio Acosta; Julián Gutiérrez, Sonia Cornuchet y Lucía Huergo. Ha trascendido como una agrupación que bebió de las influencias de la Nueva Trova, el jazz, el rock, la rumba, el reggae y diversos géneros del Caribe, para diseñar una sonoridad plurimorfa y dinámica.

Por razones tecnológicas, básicamente, hemos estado en desventaja para rememorar los años 80 de Cuba, refiere. “Usted puede encontrar un merolico vendiendo videos viejos de esa década. Ahí estarán sin dudas Abba, Boney M, entre otros, pero nada o muy poco de la música cubana. Hay un video donde de pronto sale Edesio Alejandro cantando con nosotros, y yo me muero de la risa cuando lo veo porque la imagen y la manera de presentarse en la actualidad son muy diferentes. Es bueno que la gente pueda conocer esa historia y sepa que no nacimos ayer”.

Es por eso que se propone recuperar los audiovisuales de aquellos años. “No me gusta la añoranza del pasado, normalmente estoy más interesado en lo último que hice. Pero no te puedo negar que a la hora de restaurar estos videos la gente empieza a suspirar y a decir ‘cómo me trae recuerdos esa música”.

De una plaga y las (5) necesidades del milagro…

Primero. “Hay en este momento una plaga de música hecha desde el facilismo, la simplonería, la pereza creativa. A veces basta con que alguien tenga los medios tecnológicos, ponga cuatro compases en una computadora e incorpore algunas texturas. Esa estructura se repite. Pero si usted se fija, a los 20 o 30 segundos ya se ha dicho todo en cuanto a ritmo, melodía, la armonía y hasta la letra”

Nos deja una reflexión adyacente…

“Es como si la gente no tuviera la oportunidad de atender una conversación, de leer un libro, de escuchar una obra completa, o de ver una película sin que hubiera una explosión, un choque de carro, o un asesinato”.

Segundo. “Algunos dicen que se usa, que es la moda de la juventud. Yo no lo creo, al menos sé que algunos jóvenes rechazan precisamente el hecho de que traten de minimizar o de simplificar su intelecto, su capacidad sensible”.

Tercero. “Yo creo que esto realmente es alarmante porque refleja un empobrecimiento grande de la cultura musical y en especial de la cultura. Si usted ve cualquier obra de una orquesta sinfónica no hay ninguna que dure 20 segundos”.

Ahora incluye una historia, nos narra.

(En su época creo que Chopin había asombrado al mundo haciendo una obra de tres minutos y entonces la gente decía que era increíble lo que había sido capaz de comunicar en tan poco tiempo)… Los aires han cambiado y mucho.

Quinto. “Seguimos en la misma lucha. Hay que tratar de poner en manos de la mayor cantidad posible de gente toda la cultura universal o al menos parte de su patrimonio más valioso. La música no puede remediar los males del mundo pero siempre digo que los males se enfrentan mejor con música”.

Cuando llegué a La Habana, preguntaban por el rock americano…

Había mucho interés por esa sonoridad, nos dice. “Los elementos que conforman el rock nacen precisamente en la fusión, toda la dinámica que se crea a partir del encuentro entre elementos de la cultura de origen europeo y de varias naciones africanas. Me resultó curioso ese interés, porque Cuba conforma una de las mezclas más grandes de todos los tiempos. La riqueza de la mezcla de la cultura cubana no tiene nada que envidiar, es una de las grandes potencias culturales del mundo”.

Luego, una declaración de permanencia (de pertenencia).

Pablo Menéndez“He tratado de vivir como un cubano más, no como un turista, un diplomático o un técnico extranjero. En estos 48 años he visto el mundo desde otra perspectiva. Cuando mi madre Bárbara Dane -la primera persona que vino abiertamente a Cuba desafiando al Departamento de Estado en 1966- se atrevió a violar esas restricciones, pensaba que la meterían en la cárcel. Era un contexto muy complicado con la guerra en Vietnam y las luchas de la población afroamericana y las minorías. Hoy no han cambiado mucho las cosas, la lucha por la justicia social continúa. La esencia de la política de Estados Unidos no se ha modificado en estos años”.

“Es un reclamo universal el fin del bloqueo, que se normalicen las relaciones entre dos países vecinos con tanta historia en común. Los sucesos del 17 de diciembre de 2014 removieron las expectativas de ambos pueblos, sobre todo de los cubanos porque allá se tiene muy poca información sobre la Isla, esa ha sido otra forma del bloqueo. Cuba está cambiando. Hoy los artistas más dinámicos son los que han vivido fuera del país y muchos de ellos están regresando para encontrar a su público verdadero, su espacio natural”.

Todo esto nos cuenta Pablo Menéndez. Son también 45 años de vida artística, pero le parece un número arbitrario, le suena a viejo. (Sugerimos su omisión). Por estos días se está haciendo una película sobre su vida -una coproducción entre Cuba y Estados Unidos-, también un documental a cargo de la realizadora Lourdes Prieto.

Quedan otros conciertos y la misma premisa. “En el mundo actual sería imposible concebir la cultura musical sin la presencia de la diáspora africana”.

Pablo Menéndez acertó. En la posibilidad de actualizar esa herencia, puso su brújula. Se atrevió una vez a removerlo todo y lo seguirá haciendo. El mejor ingrediente de una buena mezcla es siempre la osadía.

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