Vivir del Cuento es el programa de más alto índice de audiencia televisiva en el país. (Cubadebate) (Cubahora)

El Centro de Investigaciones Sociales del ICRT monitorea constantemente los niveles de audiencia para jerarquizar la programación nacional...


(…) el espíritu humano tiende naturalmente a criticar porque siente, y no porque piensa. Fernando Pessoa, (Libro del Desasosiego)

Abel Lescaille Rabell - Cubahora.- En Cuba, por más que se le critique, la televisión no deja de ser un medio esencial. Ni la literatura, ni la radio, ni la prensa, ni el todavía mínimo alcance de Internet, son aún impulsos lo suficientemente poderosos como para reemplazar el privilegiado lugar que ocupa, en gran parte de la sociedad, la llamada pequeña pantalla como vitrina para la información y fuente de entretenimiento.

Todos la hemos increpado alguna vez con mayor o menor justicia y con más o menos prudencia. En los últimos tiempos maldecirla se ha convertido en un acto de costumbre más que de sentido común. Todavía hoy, luego de algún zapping insatisfecho por alguno de los cinco o siete canales disponibles según el tipo de señal, no es raro escuchar una vieja frase: “Que mala está la televisión”.

El último esfuerzo emprendido por este medio para mejorar sus propuestas era cuestión de vida o muerte ante el avance de alternativas audiovisuales como el Paquete Semanal (PS) y otras formas populares de consumo cultural.

A mi juicio, los resultados han sido considerables (aunque todavía insuficientes) sobre todo en la programación de los fines de semana que es cuando los canales proyectan de mejor manera la especialización que desde hace un par de años ha sido una saludable inyección para la diversidad y la calidad de las propuestas.

Aun así, contra el PS no es fácil competir. Es un monstruo heterogéneo demasiado abarcador y tiene la ventaja de que puede ser consumido cuando al usuario prefiera y no, como en el caso de la televisión, en un espacio de tiempo invariable.

Es cierto que el paquete, en sus diversas variantes, está compuesto por cientos de gigas de materiales variados, pero si hacemos un paneo por la parrilla de la programación nacional no es difícil encontrar algunas series, películas y documentales que igualmente forman parte de las propuestas de la mencionada carpeta de información.

Por supuesto, hay cosas que no se pueden televisar, los que buscan incluir algunos bodrios extranjeros donde más que televisión se hace circo (no el circo de carpas legendarias y esencia sacrificada que hace del milagro un signo cotidiano, sino el de las carpas de la banalidad y el gancho fácil), pretenden demasiado y sus reclamos son, hasta donde creo, absurdos.

De hecho, existen muchos casos en que estos programas terminan por sustituir en mayor o menor medida el nivel de aceptación de nuestras ofertas. En este sentido José Raúl Concepción Llanes, estudiante de Periodismo que elabora su tesis de licenciatura sobre consumo del PS en jóvenes de los municipios de Plaza de la Revolución y San Miguel del Padrón, reveló a nuestra revista que más del cincuenta por ciento de los encuestados admitieron que su consumo de televisión nacional disminuyó desde la llegada del PS.

Precisamente, para atrapar la atención de los espectadores, el Centro de Investigaciones Sociales (CIS) del Instituto Cubano de Radio y Televisión mantiene desde la década del ochenta del pasado siglo la tarea de investigar a la teleaudiencia nacional a partir de la conformación de encuestas que han tenido una incidencia directa en la jerarquización de los programas emitidos así como de los horarios en que estos se transmiten.

El proceso pasa por la conformación de una muestra casi siempre compuesta de 450 individuos de diferentes municipios de La Habana que deben registrar su consumo televisivo regular durante una semana y valorar la calidad de los materiales recibidos y su satisfacción con los mismos.

Esta herramienta ha contribuido a esbozar, mediante una fórmula que mide el índice de audiencia, una idea bastante precisa de los programas que más interés suscitan, para de esta forma guiar los hilos de la cartelera en función de las preferencias de los televidentes.

Yamila Peñalver Rodríguez, especialista del CIS, nos comenta que estos resultados no pueden leerse de forma lineal ya que intervienen factores ajenos a la calidad de las propuestas como los horarios de transmisión, la segmentación cada vez más marcada de los públicos así como los perfiles básicos de los canales.

De tal forma, no sería justo valorar los niveles de audiencia del Canal Tele Rebelde con el de Cubavisión, pues ambos tienen públicos metas diferentes. Lo mismo sucede con los canales educativos (los de menor índice de recepción) pues gran parte de sus contenidos son pensados con fines no recreativos. De hecho, los mayores índices los alcanzan, sin contar la programación de Telesur, con las revistas variadas que se televisan en las tardes y cuando retransmiten programas como Tras la huella y otros que no fueron concebidos originalmente para su plataforma.

LA CALIDAD DE LAS OFERTAS

Hay una realidad que no podemos despreciar: Nuestros canales trasmiten una gran cantidad de series, películas, programas de entretenimiento y documentales de producción extranjera de mucha aceptación por parte de la teleaudiencia nacional y lo hace casi en tiempo real y sin necesidad de pagar por dichas trasmisiones.

El escritor y periodista Leonardo Padura, refiriéndose a este fenómeno, llegó a señalar que la calidad de la oferta cubana está posiblemente entre las más altas del mundo debido a que sus gestores cuentan con un fabuloso banco del cual seleccionar los materiales de mayor calidad.

En este sentido, Padura destaca que no es raro, por ejemplo, que en los cines de España todavía se exhiban películas nominadas a los premios Oscar, mientras en Cuba ya se han visto en la televisión nacional.

Pero, también los programas producidos en Cuba han saldado viejas deudas con los televidentes. Cabría mencionar los casos de Lucas, Uno, Tras la huella, La otra esquina y, por supuesto, Vivir del cuento, por mucho la propuesta de mayor aceptación que no solo ha destrozado los niveles de audiencia sino que ha llegado a formar parte, incluso, el contenido del PS.

TELE REBELDE: VENTAJAS DEL CAMBIO

Quizás sea Tele Rebelde el canal que haya experimentado el cambio más sustancial. Ahora dedicado exclusivamente al deporte, transmite los eventos de mayor relevancia del patio como la Serie Nacional de Beisbol, la Liga Superior de Baloncesto y la Serie Mundial de Boxeo. En el ámbito internacional destaca el seguimiento a la Liga Española de Fútbol, ampliamente la de mayor cantidad de seguidores en el país, la Bundesliga (alemana) y de forma esporádica la Premier League (inglesa), el Calcio (italiana) y la League 1 (francesa).

Dicho canal también ha retransmitido eventos con los que la teleaudiencia deportiva de la Isla siempre quiso disfrutar como son el caso de la NBA, las Ligas Mayores del Béisbol, los grandes premios de automovilismo, tenis del más alto nivel, diversas modalidades del Rugby, el fútbol americano y para los más exigentes, los espectaculares deportes extremos y eventos nada habituales como el patinaje sobre hielo.

Y es en este sentido donde creo que es posible identificar un punto débil. A veces persiguiendo a toda costa la variedad se transmiten eventos que, en el mejor de los casos, aburren a los televidentes, en el peor, los indignan y provocan el cambio de canal. Habría que pensar cuántas personas ven, por citar un caso, la Vuelta Ciclística a la Provincia de Buenos Aires o el Campeonato Europeo de Equitación.

Esta situación significa del mismo modo un desafío innecesario para los comentaristas del canal de los deportes en Cuba, a quienes una enorme e informada afición deportiva les exige cada día un mayor grado de especialización.

La descomedida búsqueda de la pluralidad de ofertas hace que un narrador tenga que atender y prepararse en una gran cantidad de deportes al mismo tiempo. De esta forma, no es raro encontrar a Jimmy Castillo narrando un circuito de Snowboard o aún peor, algún Gran Prix de Danza sobre hielo, deporte que no solo Jimmy Castillo sino muy pocos cubanos entendemos o seguimos demasiado.

Como es de esperar Jimmy, o cualquiera que pase por el suplicio de narrar estos espectáculos ajenos a los gustos y tradiciones deportivas de la teleaudiencia nacional, quedará mal parado ante su evidente impericia. Aunque, todo sea dicho, es muy probable que si el presentador o los televidentes pudieran decidir no se transmitieran tales competencias.

¿EN REALIDAD ES TAN MALA NUESTRA TELEVISIÓN?

Si me preguntaran diría que no. No creo que nuestra televisión sea mala. Pienso que se podrían mejorar muchas cosas, quitar un par de programas, atender mejor a los horarios en que se transmiten las mejores películas, eliminar el lastre del doblaje en los musicales, priorizar la transmisión de los deportes más seguidos a los que no ve casi nadie, explotar al máximo el enorme banco al que hacía referencia Padura. Eso es una cosa, decir que es mala, en cambio, sería obviar una serie de comodidades de las que disfrutamos cotidianamente y no sabemos valorar así como negar las virtudes que con derecho propio posee nuestra programación.

En cualquier caso, pienso que los criterios deben emitirse con responsabilidad y no sin antes analizar los desafíos que supone la conformación temática de una televisión pública que constituye una de las fuentes de entretenimiento fundamentales de una sociedad en la que no abundan las opciones recreativas.

Siempre es válida la crítica constructiva y sincera, pero antes de arremeter sin sentido por pura costumbre es bueno mirar alrededor, salir de nosotros mismos y ver que no estamos solos, que al igual que nosotros, hay un montón de gente sentada detrás de alguna pantalla llena de frustraciones o ilusiones ante lo que esta proyecta.

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