Aida Quintero Dip - Santiago de Cuba, 18 jun (AIN) Una ofrenda floral en nombre del pueblo de Cuba fue colocada hoy en tributo a la Heroína Vilma Espín, ante la piedra que guarda sus cenizas en el mausoleo a los héroes y mártires del II Frente Oriental Frank País, en Santiago de Cuba, a los ocho años de su muerte.


Asistieron al homenaje los miembros del Comité Central del Partido Comunista de Cuba Lázaro Expósito Canto, primer secretario de la organización en la provincia santiaguera, y Teresa Amarelle Boué, secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).

Alumnas de la Escuela Militar Camilo Cienfuegos de Santiago de Cuba realizaron una Guardia de Honor especial, en tributo a la eterna presidenta de la FMC, organización que fundara el 23 de agosto de 1960, junto al Comandante en Jefe Fidel Castro, y que presidió hasta su muerte, ocurrida el 18 de junio de 2007.

El ejemplo de la combatiente del Ejército Rebelde, de la lucha clandestina y de la revolucionaria que se entregó en cuerpo y alma a la edificación de la Patria nueva, el primero de enero de 1959, fue resaltado por Yuleidis Vega Blanco, máxima dirigente de la FMC en el territorio.

Vilma legó una obra imperecedera a las nuevas generaciones y es preciso rememorarla y venerarla por su fidelidad y consagración al trabajo, en aras de perfeccionar la sociedad y lograr la participación multifacética de la mujer, tras la conquista de la verdadera igualdad y justicia que ella tanto defendió y preconizó, dijo.

Como parte de la jornada de recordación a la Heroína de la Sierra y el Llano, hubo un intercambio entre jóvenes universitarios en el Memorial que lleva su nombre, en esta ciudad, y se realizaron talleres sobre valores éticos y revolucionarios en los nueve municipios, donde efectuaron presentaciones del libro Vilma Espín Guillois: El fuego de la libertad, de Yolanda Ferrer y Carolina Aguilar.

Vilma Espín: vanguardista de todos los tiempos

A la heroína, a la luchadora, a la mujer, a la feminista… a Vilma, quien consagró hasta el último minuto de su vida a brindarles voz a las mujeres cubanas y a defender sus derechos...

Mayra García Cardentey - Cubahora.- Vilma Lucila Espín Guillois: Heroína de la República de Cuba y presidenta fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas en 1960. Con el nombre de guerra Deborah fue una notable combatiente clandestina bajo las órdenes de Frank País García, en especial durante el alzamiento del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba. Se unió al Ejército Rebelde en la Sierra Maestra cuando su vida corrió extremo peligro en la insurrección urbana. Ingeniera química, cumplió funciones en el ejercicio de esa profesión.

Hace ocho años ya y parece que fue ayer. Ocho años de su muerte, y lucen aún nítidos los recuerdos: aquellos días de práctica preprofesional en Radio Rebelde, cuando se supo la noticia, minutos antes de propagarla en el éter: “Vilma Espín ha muerto”.

Era hecho esperado, de algún modo, pero no por ello, menos doloroso.

En Vilma, es cierto, se resumieron muchas cualidades: Heroína de la República de Cuba, luchadora de la clandestinidad, combatiente de la Sierra Maestra…Aunque, uno de sus principales aportes fue su constante bregar por los derechos de las mujeres.

No debió ser fácil, en un país que vivía en esos años un machismo arraigado exponencialmente en la idiosincrasia de los cubanos y las cubanas. No debió ser fácil, exactamente, porque hoy todavía no lo es.

Pero Vilma creyó en los derechos plenos de las féminas, desde los primeros tiempos. El estudio de su propia profesión, ingeniería química, burlaba cualquier estereotipo que enemistara a chicas y ciencias puras.

Portando como bandera la austeridad, sensibilidad humana y comprensión, defendió la igualdad de género con respeto al origen social y racial. Tras la fundación de la Federación de Mujeres Cubanas, aquel 23 de agosto de 1960, estuvo su sabiduría organizativa y sus ansías por una equidad postergada. Al desempeño institucional, a brindarles voz a las mujeres cubanas, a defender sus derechos, consagró hasta el último minuto de su vida.

No deja de ser impactante. Los debates actuales, polémicos, enardecidos, convidan al diálogo intergeneracional sobre derechos inalienables en pos de la paridad de todos y todas. El cuestionamiento no falta. ¿Cuánta visión progresista alcanzó esta mujer para superar sus circunstancias, su contexto patriarcal y abogar desde épocas tempranas y difíciles por estos temas?

Y los medios posicionan hoy más estos tópicos; ellas acuden con mayor frecuencia a la Casa de Orientación; los centros de trabajo se equilibran en su composición genérica; las tareas del hogar se comparten; se habla sobre nuevos modelos de familia. Han pasado más de 50 años.

Pero en plena década del 60, en una isla caribeña, -con todo el ajiaco folclórico que ello significa: con un analfabetismo apenas erradicado, un alto por ciento de féminas amas de casa, una violencia de género arraigada- hablar de derechos para las mujeres era harto arriesgado, valiente, vanguardista.

Apenas se pueden imaginar las confrontaciones ideológicas y políticas en el seno de la sociedad cubana de aquellos tiempos, o en el mismo centro de la familia cuando alguna chica enarbolaba el discurso de igualdad defendido por Vilma. Porque el género es un constructo social complejo, difícil de entender ante una educación tradicional…y conlleva riesgos, también sacrificios. Aunque, bien valieron, valen la pena.

En la mujer independiente, muchacha emancipada, desfile por la Jornada Cubana contra la Homofobia y la Transfobia, hay un aliento de Vilma.

Su singular desvelo si no solucionó todo, dejó un buen camino adelantado. Mostró que detrás de cada mujer, hay muchas. Ella misma resultó varias Vilma: la combatiente y fiel colaboradora de Frank País, la compañera de vida de Raúl, la amiga inquebrantable de Fidel, la madre, la colega de trabajo, la federada.

Queda mucho por hacer, no es menos cierto. Ella abrió y desenredó la maleza de parte del fenómeno. El resto queda por nosotras. Y por ellos también.

Vilma, la muchacha de sonrisa franca

Desde pequeña sobresalía por su insaciable curiosidad, inteligencia y dedicación al estudio

rianna Ceballo González - Granma.- Alicia, Mónica y Déborah fueron sus nombres en la lucha clandestina, y Mariela, fue la mujer que subió a la Sierra. Todos esos pseudónimos protegieron la identidad de Vilma Lucila Espín Guillois, durante aquellos años en que la joven comprendió que prefería caminar en la fila de los indignados a permanecer ajena, viendo como su país mudaba de tiranos sin alcanzar la libertad.

Ya desde pequeña, Vilma —quien había nacido el 7 de abril de 1930 en Santiago de ­—, sobresalía por su insaciable curiosidad, inteligencia y dedicación al estudio.

Las Matemáticas, la Física y la Química eran sus materias favoritas, junto a la Historia de Cuba, asignatura que ocupaba un lugar de preferencia. Años después, Vilma pasaría a formar parte de ella, como una de las piezas claves en la historia de la Revolución y en la gesta previa al triunfo del primero de enero.

Y no podía ser de otra forma, a juzgar por su admiración hacia la intransigencia de Maceo, el ejemplo de Mella, y el anhelo de convivir en una Cuba donde el origen social, racial o religioso no constituyeran barreras.

Junto a las ansias de lectura y conocimiento, destacan los deseos de interactuar con la naturaleza: mantener la mente activa, pero también el cuerpo. Las fotografías de la época muestran a una jovencita que lo mismo usa un traje de ballet que el uniforme de su equipo de voleibol, del cual será capitana durante su paso por la Universidad de Oriente.

Pero, quizá, lo más llamativo de las viejas instantáneas no sea apreciar su versatilidad ni su esbelta figura, sino su franca sonrisa, esa que se empeña en mostrar a las cámaras, y que dibuja toda su generosidad y sencillez.

a etapa de estudiante universitaria constituye el preludio del desarrollo de sus ideas políticas. En esa época comienzan a resaltar sus dotes de dirigente —según consta en los li­bros—, por su poder de comunicación y persuasión y las acciones por unir y organizar al estudiantado.

Cuando el 10 de marzo de 1952 el país se agita ante el golpe de Estado de Fulgencio Batista al gobierno de Carlos Prío, Vilma no dudará en manifestar, junto a los profesores y compañeros más progresistas, todo tipo de demostraciones para expresar su rechazo. Es entonces cuando ingresa a las filas del Mo­vimiento Nacional Revolucionario (MNR), el cual era dirigido en Santiago de Cuba por Frank País.

Los sucesos del asalto al Cuartel Moncada y el alegato de defensa La Historia me Ab­sol­verá, de Fidel, dejan una huella profunda en su persona e impulsan la radicalización del pensamiento revolucionario, razón por la que no vacila en incorporarse al Movimiento 26 de Julio, del cual Frank País la nombró posteriormente coordinadora provincial, gracias a las cualidades de líder que percibía en la joven.

Mientras tanto, Vilma había culminado sus estudios universitarios, siendo una de las dos primeras mujeres en Cuba en graduarse como ingeniera química industrial, en julio de 1954. Pero no habría tiempo para ejercer su profesión pues otras labores que considera de mayor importancia requieren de todo su empeño.

Debido al aumento de los riesgos que corría en la ciudad de Santiago, dada su condición de coordinadora del Movimiento 26 de Julio en el territorio, marcha a la Sierra Maestra, donde se convierte en la legendaria guerrillera del Segundo Frente Oriental del Ejército Rebelde. Allí permaneció hasta que el triunfo de los ideales que tanto había defendido pudo ser realidad.

Después del primero de enero de 1959 las tareas de Vilma se multiplican. Con la fundación de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) —de la que es su eterna presidenta— se dio respuesta a la necesidad de unir las agrupaciones femeninas existentes en una sola organización.

A partir de ahí, la legendaria guerrillera, que también apuesta por el pleno desarrollo de todos los miembros de la familia, asume la responsabilidad de contribuir al progreso de las mujeres, porque sin ellas no podía gestarse un nuevo país.

Impulsa entonces la superación educacional e ideológica de las féminas, para que las amas de casa obtuvieran sus títulos de sexto y noveno grados, e incluso más, para que pudieran ser universitarias.

Bajo su liderazgo, el sexo que hasta entonces había sido relegado fundamentalmente al ámbito doméstico se organiza, participa en el mejoramiento de la vida en barrios marginales, emprende movilizaciones para la construcción de escuelas y hospitales, para la recogida y atención de los niños de la calle, para los cortes de zafra, la defensa del país…

Vilma también alerta sobre la importancia de la perspectiva de género, la cual resultaba imprescindible para dinamitar la cultura pa­triarcal que concedía a hombres y mujeres de­terminados roles en el hogar y la sociedad, solo por su sexo.

Como diputada de la Asamblea Nacional del Poder Popular, alza su voz para contribuir a derogar leyes y decretos discriminatorios, y aprobar nuevos cuerpos legislativos como la Ley de Maternidad de las Trabajadoras y el Código de Familia.

Es tanta su dedicación, que llega a ser mundialmente reconocida como líder del pensamiento progresista femenino. Y en Cuba, fue distinguida con el título de Heroína de la República y las órdenes Ana Betancourt y Mariana Grajales, otorgadas por el Consejo de Estado.

Cuando la voluntad y las ganas de hacer aún no la habían abandonado, la guerrillera del Segundo Frente muere a sus 77 años, el 18 de junio del 2007.

Según afirman quienes la conocieron, Vil­ma creía en el poder del amor, la familia, la justicia y la honestidad. Y precisamente esos fueron los preceptos que siguió durante toda su vida y que intentó inculcar a los demás, mientras su cuerpo se lo permitió. Puede que hace ocho años su presencia no nos acompañe físicamente, pero en las fotos, en el recuerdo de todos, y en cada obra donde habita su huella, queda su sonrisa franca.

Cuba
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