teleSUR.- La periodista y analista internacional, Ana Teresa Badía Valdés, explicó que tanto Cuba como Estados Unidos se encuentran en el camino de entablar relaciones de iguales a iguales y que el primer paso es la apertura de embajadas. Sin embargo, el proceso de normalización de relaciones todavía es muy difícil, complejo y no exento de peligros.


 

Político Magazine: Incluso después de las embajadas, habrá un montón de temas en tensión

Tomado de Político Magazine. Versión de Cubadebate.- En un análisis publicado por el prestigioso diario digital estadounidense, Político Magazine, Nahal Toosi asegura que quien haga una revisión de la realidad entre Cuba y EEUU, “incluso después de que EEUU reabra su embajada en La Habana, encontrará un montón de tensiones que gravitarán en esa relación con la Isla”.

A continuación una versión del artículo:

El presidente Barack Obama habló en términos sobre todo de esperanza el miércoles al anunciar que EE.UU. reabre su Embajada en Cuba, declarando que “esto es lo que el cambio parece” y prometiendo que “un futuro mejor está por venir.”

Pero ¿hasta qué punto el cambio y qué tan lejos avanzará? Incluso Obama tuvo que admitir: “Nadie espera que Cuba se transforme de la noche a la mañana.”

Cuba es, después de todo, un país cuyo líder revolucionario Fidel Castro fue blanco varias veces de intentos de asesinatos organizados por la CIA, donde es poco probable que el embargo de Estados Unidos se levante a corto plazo, y donde una mentalidad de la era de la Guerra Fría todavía gobierna muchos aspectos de la vida de las personas.

Así, mientras que hay cierta lógica en el argumento de Obama de que involucrarse con Cuba es mejor que la política de aislarla, pero también hay muchas probabilidades de que podrían pasar años, incluso décadas, antes de que la relación entre Estados Unidos y Cuba se acerque a satisfacer las aspiraciones de Obama.

Éstos son algunos de los retos que se avecinan para el acercamiento Cubano Americana:

1) Cuba no va a generar una bonanza de negocios para EEUU en el corto plazo.

Las empresas estadounidenses se muerden las uñas por entrar en el mercado cubano, pero hay muchos obstáculos en las políticas estadounidenses y cubanas. Es muy poco probable que EEUU, por su parte, levante su embargo sobre la nación de 11 millones de habitantes en un corto plazo.

Obama ha pedido a los líderes republicanos del Congreso levantar el embargo, pero es poco probable que el Partido Republicano otorgue este favor al presidente demócrata. La elección de 2016 también hace que el embargo sea una cuestión aún más políticamente sensible debido a que varios candidatos presidenciales republicanos se oponen rotundamente a renovar lazos con Cuba.

A través de las acciones ejecutivas y la autoridad que estas le otorgan, Obama puede llenar de agujeros el embargo, pero incluso eso ofrece una ventaja limitada a las empresas que deseen invertir en Cuba. Eso se debe en parte a que Cuba, donde el Estado está a cargo de gran parte de la economía y la propiedad, todavía no ofrece las protecciones legales que los inversionistas extranjeros están buscando. Al mismo tiempo, la infraestructura del país, incluidos sus puertos marítimos, necesitan mejoras.

“Las empresas son inteligentes al ir a evaluar lo que está sucediendo, pero es sólo en el mediano plazo en que vas a ser capaz de ver el progreso”, dijo Carl Meacham, un experto en América Latina en el Center for Strategic and International Studies. “No hay cultura del capitalismo y del pensamiento de libre mercado.”

Hay, sin embargo, una fuerza de trabajo cubana preparada y relativamente educada que las empresas estadounidenses podrían aprovechar.

2) La retórica de los derechos humanos seguirán siendo un punto de tensión.

El Informe sobre derechos humanos más reciente del Departamento de Estado llama a Cuba “Estado autoritario” que practica abusos en contra de sus ciudadanos, entre los que están “detenciones arbitrarias por corto tiempo y detenciones con duras condiciones penitenciarias, procesamiento selectivo, denegación de un juicio justo y restricciones a los viajes”.

Esas palabras han sido un grito de guerra para los críticos de la nueva apertura con Cuba.

El senador Robert Menéndez, demócrata de Nueva Jersey que ha roto con Obama sobre Cuba, dice que la Isla está “incentivando un estado policial para defender una política de brutalidad.” El candidato presidencial republicano Marco Rubio, senador por Florida, dijo que “es hora de que nuestras concesiones unilaterales a este odioso régimen finalicen.”

El principal punto de la administración Obama en materia de derechos humanos es que los funcionarios deberán discutir el tema con el gobierno cubano, y que será más fácil llegar a acuerdos si EE.UU. mejora sus relaciones. “Creo firmemente que la mejor manera de que Estados Unidos logre el apoyo a nuestros valores es a través del compromiso”, dijo el miércoles Obama.

3) Los diplomáticos aún enfrentan serias restricciones.

A pesar de las reiteradas peticiones, los funcionarios estadounidenses se negaron a divulgar detalles del nuevo acuerdo diplomático con Cuba, pero insistieron en que las condiciones para los funcionarios serían mejores que las actuales.

“El viaje para nuestros diplomáticos será mucho, mucho más libre y flexible de lo que es ahora”, dijo el funcionario del Departamento de Estado a los periodistas. “Aumentará la capacidad de viajar y hablar con la gente, cosa que no hemos tenido en el pasado, y es similar a los tipos de arreglos que tenemos con otros países que tienen ambientes restringidos – mejor que en algunos lugares, no tan bueno como en otros – pero mucho mejor que la que tenemos ahora en términos de nuestra capacidad de salir fuera de casa y hablar con la gente “.

Incluso si las restricciones a los diplomáticos estadounidenses son menores que en el pasado, van a seguir siendo significativas, según los expertos. (Estas mismas restricciones tienen los diplomáticos de la Isla en Washington).

4) Embajador: ¿sí o no?

Obama podría no necesitar el Congreso para reabrir una embajada de Estados Unidos en La Habana y puede utilizar órdenes ejecutivas y demás medios para debilitar el embargo. Pero el nombramiento de un embajador podría tener cierta resistencia legislativa seria.

A principios de este año, el senador Ben Cardin, un demócrata de Maryland y miembro de mayor rango en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, sugirió que Obama podría querer evitar nominar un embajador en Cuba debido a la pelea que enfrentaría en el Senado. (Rubio, por ejemplo, el miércoles reiteró su intención de bloquear al candidato, si Obama envía uno.)

Dicho esto, Obama ha estado en una buena racha en las últimas semanas, ganando victorias en la legislación comercial y más de las que se esperaban en lo que se supone sería el ocaso de su presidencia. Él ha hablado de cumplir una lista de deseos, y hay una creciente sensación de que podría seguir adelante y designar un embajador sólo por el gusto de hacerlo.

Mientras que un solo senador severamente puede ralentizar el proceso de confirmación, Obama va a encontrar un montón de aliados, incluso entre algunos republicanos y la comunidad empresarial. Si un candidato Obama es bloqueado por un largo tiempo o se rechaza, podría ser solo un golpe simbólico a la relación entre Estados Unidos y Cuba. Los cubanos, sin embargo, son bastante diestros en el proceso político con los Estados Unidos, y la embajada puede funcionar perfectamente bien sin un embajador.

5) ¿Un presidente republicano podría deshacer todo?

En su anuncio del miércoles, Obama señaló que cuando el entonces presidente Dwight D. Eisenhower terminó las relaciones con Cuba en enero de 1961, dijo: “espero y confío que en un futuro no muy lejano sea posible que la amistad histórica entre nosotros encuentre su reflejo en relaciones normales de todo tipo”.

“Bueno, se tomó un tiempo”, dijo Obama, “pero creo que ese momento ha llegado.”

¿Podría durar esta relación con Cuba solo hasta que se mueva el terreno en la Oficina Oval? En teoría, el próximo presidente podría revertir los pasos que ha tomado Obama para romper el hielo con Cuba, porque gran parte de ella implica órdenes y acciones ejecutivas. El Congreso no ha jugado un gran papel.
Pero tirar por la borda los lazos renovados no está exento de riesgos. Aunque hay elementos de línea dura dentro de la comunidad cubano-americana que podía aplaudir la restauración del antiguo status quo, las encuestas han mostrado que la mayorías de los estadounidenses y de los cubanos favorecen la restauración de las relaciones.

Hasta ahora, los demócratas han apoyado las acciones de Obama, e incluso los republicanos no han ido tan lejos como para decir que cortarían los lazos con Cuba si ganan la Casa Blanca.

Consecuencias del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos

Jesús Arboleya Cervera - Progreso Semanal / Cubadebate.- Seis meses después de tomada la decisión política de restablecer relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados, acaba de anunciarse en Washington y La Habana la concreción del acuerdo para formalizarlas y proceder a las aperturas de las respectivas embajadas.

Está claro que, por sí mismo, lo acontecido no elimina las contradicciones existentes ni garantiza su solución, máxime cuando aún persiste el bloqueo económico contra Cuba, considerado por el gobierno cubano como un impedimento para la plena normalización de las relaciones. También Obama ha reconocido esta realidad y nuevamente ha solicitado al Congreso que derogue las leyes que respaldan esta política, un objetivo difícilmente alcanzable en lo que resta de su mandato.

Aun así, lo alcanzado constituye un hito histórico y plantea un nuevo escenario de cara al futuro de las relaciones entre los dos países, con implicaciones no solo simbólicas, sino prácticas en la conducción de sus respectivas políticas.

En el caso de Cuba, implica el reconocimiento por parte de Estados Unidos de la legitimidad del gobierno cubano y, en consecuencia, de la legalidad de su política nacional, lo cual tiene importantes consecuencias para el desarrollo de las futuras negociaciones.

Para solo citar algunos ejemplos, asuntos como la definición de “tráfico de propiedades confiscadas”, término utilizado para desconocer el derecho cubano a la nacionalización y sus relaciones con terceros; la no aplicabilidad de la “doctrina del acto de Estado” para la protección de los intereses cubanos en Estados Unidos o el desconocimiento de los derechos intelectuales y de marcas cubanas en el mercado de ese país, hasta ahora prácticas establecidas en la política estadounidense hacia Cuba, constituyen actuaciones legalmente insostenibles en el contexto de relaciones diplomáticas corrientes, por lo que en algún momento tendrán que ser revisadas por la parte norteamericana.

También implica una transformación esencial del entorno en que se desarrollan las relaciones internacionales de Cuba y su inserción en el mercado mundial, al margen de lo que demore la eliminación del bloqueo económico norteamericano. Ello tiene, además, resonancia hacia lo interno de la sociedad cubana, sobre todo en el campo económico, pero también en otras esferas de la vida nacional, envuelta en sus propias transformaciones.

Para Estados Unidos el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba constituye un precedente doctrinario en su política exterior que no puede ser ignorado, toda vez que muestra una inteligente adecuación no solo de la política hacia Cuba, sino en relación a los cambios que están teniendo lugar en el resto del mundo, especialmente en América Latina y el Caribe, tal y como ha dado a entender el propio presidente Obama en su más reciente declaración y en otros momentos de este proceso.

Lo más importante quizá, es que constituye un paso prácticamente irreversible en las relaciones entre los dos países, cualquiera sea el resultado de las elecciones presidenciales de 2016. Por otra parte, jerarquiza y facilita la comunicación entre ambos gobiernos; consolida el clima de la negociación para la solución de los conflictos y otorga credibilidad al proceso de normalización de relaciones, estimulando a las fuerzas que lo respaldan en Estados Unidos y en Cuba, más allá de las diferencias y desconfianzas aún existentes.

Es también una señal para el mundo. A pesar de la asimetrías de poder entre los dos países, ha sido posible resolver un complejo problema del diferendo histórico entre ambos, mediante métodos pacíficos, en un marco signado por la igualdad y el respeto a la soberanía de las partes, lo que puede ser interpretado como un ejemplo de lo que debiera ser la convivencia internacional, donde Estados Unidos desempeña un papel determinante. Ello explica el respaldo que tal hecho ha tenido en todo el planeta y las esperanzas que ha generado.

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