Mónica, junto a Silvio. Foto: Martín Zuccaro 

Santiago Giorello - Coemu Digital - Tomada de Cubadebate.- Mónica Rivero es una joven comunicadora cubana que siguió durante dos años los recitales de Silvio Rodríguez por los barrios populares de la isla caribeña, y lo plasmó en un libro que presentó estas semanas en distintas ciudades de Argentina.


Licenciada en Periodismo en la Facultad de La Habana, trabaja en Cubadebate hace tres años. “Un medio que nació contra el terrorismo mediático de Estados Unidos y hoy tiene 60 mil visitas diarias”, explica a Coemu Digital poco antes de retornar a su país, tras recorrer las principales ciudades argentinas presentando Por este Espacio, Por Este Tiempo, una crónica periodística con fotografías inéditas de las entrañas cubanas.

A sus 26 años relata la experiencia de inmiscuirse en lugares no indagados: “Los recitales fueron la excusa para acercarnos al pueblo. Me sorprendió la elevada instrucción pese a la precariedad material. A su vez, la diversidad de oficios en un mismo territorio”, expresa.

En una mañana platense Mónica recibe a este medio junto a Kaloian, un fotógrafo cubano que fue invitado por Silvio a la última gira por Latinoamérica realizada en mayo. Ambos expresan su admiración por el trovador, el cual “realiza todo tipo de donaciones para el desarrollo cultural, pero que no quiere figurar”.

Coemu Digital: ¿Cómo se trabaja en Cubadebate?

Mónica Rivero: En La Habana la Facultad de Periodismo se relaciona con los medios, cada vez que se termina un semestre hacemos prácticas laborales. Así empecé en la agencia, donde combino la labor de periodista con la de edición en el ámbito de la cultura, aunque se trabaja con flexibilidad y puedo meterme en otros géneros. Cubadebate tiene 60 mil visitas diarias, hay un compromiso fuerte con los lectores.

CD: ¿Eso te sirvió para generar el libro?

MR: Si, ahí conocí a Alejandro Rodríguez (fotógrafo de la publicación), quién me propuso trabajar en su documental como periodista, publicamos en cada uno de los conciertos. El show era el pretexto para acercarnos a estos lugares. Luego de unos 44 eventos hicimos una propuesta de libro plasmada en una compilación.

De esa indagación había cosas que se repetían entre un barrio y otro, algunos trabajos los mezclé, personajes de un barrio con otro. Quedó una estructura de capítulos: niños, adultos mayores, como la gente se ve a sí misma, las condiciones materiales y algunas historias individuales que merecían aparecer solas.

CD: ¿Qué sucede con esa batería de ideas sobre los sectores populares?

MR: Todo el tiempo la gente en los barrios te quita prejuicios. Son espacios particulares, porque hay gente de cualquier ámbito de la sociedad, en términos de profesiones u oficios.

La composición social es diversa pero el nivel de instrucción es muy alto. Por lo tanto me animo a decir que las condiciones económicas precarias son diferentes a otros ámbitos de pobreza de América Latina.

Hay modos de vida que uno no conocía, por ejemplo en Vedado –Municipio central de la Capital- hay una comunidad donde la gente vive de un lado del río pero su vida la pasa del otro lado del afluente. Recuerdo a un niño de 11 años que se manejaba con un nivel de autoestima de su propia habilidad, con un bote en sus manos que te sorprende.

Un día nos encontramos dos niños, veían la cámara y mandaban saludos a sus padres. Uno era médico en Brasil, y el otro estaba preso. Son del mismo barrio, pero sintetizan la composición social.

CD: ¿Cómo estructuraste tu relato?

MR: Fue una crónica en primera persona, e hice justicia con los lectores como un personaje testigo de esto. No es un mensaje sociológico, es el barrio que yo vi.

“Parecen fiestas de barrio”

En septiembre de este año se cumplirán cinco temporadas de las presentaciones de Silvio por los barrios cubanos. Hoy son dos shows mensuales, donde Rivero sintetizó la obra gráfica en el marco de su tesis de grado. “Por tratarse de Silvio Rodríguez, tuvo una salida editorial, con financiamiento estatal”, aclara.

CD: No podemos dejar de consultarte por la coyuntura cubana y los medios de comunicación

MR: Me han preguntado si en Cuba hay tiendas, si hay productos nacionales, como es que hice para salir del país, cosa que sorprende porque pensé que había más información. Desde enero de 2014 se puede salir de la Isla.

En el caso de Cubadebate, surge para contrarrestar campañas en contra del país, en el contexto del gobierno de Bush. Desde que existe Internet, Estados Unidos genera una campaña fuerte de información y Cubadebate intenta dar una voz alternativa en un escenario internacional dominado por otros medios. Es el medio cubano de más visibilidad, con 60 mil visitas diarias, es una plataforma que se puede aprovechar.

CD: ¿Qué perfil podrías hacer de Silvio Rodríguez?

MR: Es una figura de mucha trascendencia en la cultura cubana. Es un símbolo político, más allá de lo que diga. La gente preguntaba si Silvio bajaba línea, yo les digo que ir a los barrios es un acto político per se.

Hay muchos mitos sobre su personalidad, pienso que es una persona humilde, sabe la hora que tiene, sabe quién es. Es capaz de interactuar con cualquier persona, en los barrios se relaciona con la gente. La previa al recital la hace en la casa de algún vecino, hay relaciones fluidas, espontáneas. Se ha presentado en fábricas, talleres.

Por este espacio, por este tiempo

Silvio Rodríguez hace cinco años tiene un blog, segunda cita, como un canal distinto de expresión. “Cuando lo entrevisté quería pedirle una reflexión del proyecto de recitales en los barrios. Fue impactante su respuesta: esta gira no va a terminar como espíritu, como idea, me dijo. Comenzó con cuatro eventos por mes y se redujo a dos. El formato es elemental, un escenario no tiene más que una bandera cubana detrás. De todas formas implica un desgaste importante. Él siente que mientras viva, será interminable”, señala.

CD: Qué detalles podes dar de las giras y la recepción del público

Silvio tiene algo particular, no usa teloneros. Esto quiere decir que en la mitad del show pone en escena a aquellos nuevos artistas que desean mostrarse. Les da un rol protagónico.

Por otro lado, hay gente que no va a los recitales que dice que Silvio busca popularidad. La realidad es que no la necesita porque ya la tiene. No hay ningún cubano que no sepa al menos una canción de sus obras, y estoy siendo muy conservadora. En los recitales todo el mundo canta sus canciones.

Son canciones hermosas, con vuelo poético importante que toca la sensibilidad de la gente. Hay un coro natural. No sólo las conocidas, sino también las nuevas.

En los barrios se ha presentado música de cámara, de concierto. Es muy difícil que alguien vaya a un lugar, entregue algo y no reciba gratitud. Encima se trata de Silvio, que su obra es patrimonio cultural de Cuba.

En este ambiente menos formal, más distendido, se parece a una fiesta de barrio. El espectáculo se mueve al espacio cotidiano de la gente. La gente no tiene que salir de su casa, están en la puerta, en el balcón.

Una mujer estaba arrodillada mirando por la ventana. Cuando se acabó el concierto Silvio la fue a saludar y ella le dio un beso en las manos, le agradeció por escribir canciones tan hermosas.

CD: ¿Qué te dejó Argentina en estas semanas de visita?

MR: No es un país que a uno le es muy ajeno en Cuba, pero verlo en primera persona me impresionó la arquitectura y la diversidad política más allá de los medios dominantes. Todo el mundo es político, la discusión genera ideas y desarrollo.

He discutido con colegas pero admiro el periodismo que encontré. Me gustan los formatos de los programas radiales, la manera en que conducen. Me parece muy bueno que existan espacios para expresarse.

Pude ver también la pobreza, que es distinta, me chocó ver niños en la calle, trabajando de noche, a veces con sus padres. Es algo que no estamos acostumbrados, no debería suceder con la riqueza que tiene el país.

Mónica Rivero

Silvio Rodriguez: la gira interminable

El recital que Silvio Rodríguez ofreció en Villa Lugano, apéndice de su "gira interminable” por numerosos barrios habaneros, podría tomarse como una página más de Por todo espacio, por este tiempo, el libro de Mónica Rivero que se fue difundiendo en simultáneo a las presentaciones del cantautor cubano, como un registro de ese periplo que fotografió el guatemalteco Alejandro Ramírez Anderson.

Telam.- Así, un Lugano incrustado en el paisaje de sus viajes -desde el de 1969 por África a las últimas giras dentro de su país- aporta su identidad: las voces de su gente con carteles improvisados (“la vida es bella y en colores”), paredes con retratos del padre Mugica y grafitis que gritan “ningún pibe nace chorro” o “la patria es el barrio".

Cerca del escenario ubicado en la plaza José Martí de Lugano, donde el trovador convocó a miles de seguidores, Mónica Rivero accedió a hablar con Télam sobre su libro. 

Rivero: En Por todo espacio, por este tiempo intentamos aprehender personajes del barrio que expresaran algunas esencias y fuimos tejiendo con los testimonios de cada lugar lo que podría ser un relato de su vida cotidiana, de la actualidad cubana en estos entornos, su manera de sentir y ser. 
A la vez, situábamos este relato en el contexto de la visita de Silvio y en ese sentido establecimos dos protagonistas que dialogaban: Silvio-concierto y gente del barrio.

Télam: Hablás del artista que se entrega "sin pose". ¿Descubriste en la giras un Silvio Rodríguez diferente al que conocías por sus temas?

R: Más que descubrirlo, lo conecté con sus temas, até el discurso de su obra con su manera de actuar. Es como si la canción se revelara en una práctica de coherencia. 

T: Uno de los muchos logros del libro es que las vecindades, lejos de aparecer como un paisaje homogéneo, aportan su identidad. 

R: Cada barrio tuvo un latido particular y cada uno vibró en una frecuencia propia, si bien es posible describir algunas tendencias comunes a todos o a la mayoría de los lugares que visitamos.

T: Silvio Rodríguez da la sensación de que es uno más entre el gentío, una persona que disfruta mucho el encuentro con el otro. 

R: El espacio donde ocurre el concierto determina una dinámica de espontaneidad que se percibe mucho. No es el público desplazándose hacia los lugares tradicionales del arte, sino que es el artista, el espectáculo, el que entra en su entorno cotidiano. Esto supone una actitud distinta, de más distención, más relajamiento, otra fluidez en la relación. 

T: Escribiste que Silvio encarna en su experiencia una tesis de cultura basada en la vida misma.

R: Silvio hace un sistemático ejercicio de disidencia del estrellato, basado en una forma de entender al artista como parte de la sociedad, como actor dentro de un colectivo que lo trasciende y al que se debe, no con obsecuencia. 

T: El libro está atravesado por el tema de los vecinos que esperan se resuelvan carencias de infraestructura, falta de agua potable...

R: Esta espera fue algo que percibimos en todos los lugares donde estuvimos. Existe la sensación de que no se tiene poder sobre estos aspectos, las responsabilidades se diluyen y todos esperan por las soluciones, visto que los mecanismos que tienen a su alcance son inoperantes. Hay muchas deudas pendientes con las personas que viven en esta parte de Cuba, muchas de las cuales se saldarían apenas con voluntad.

T: Pese a los problemas expresados a ratos en un vocabulario que no pasa inadvertido -“luchar”, “inventar”, “resolver”- predomina una idea de comunidad, de que nadie se salva solo. ¿Lo ves es así? 

R: La solidaridad es otra constante. También tiene que ver con la forma en que se vive en Cuba; la dinámica de la convivencia hace que la gente se mezcle mucho, que interactúe -a veces demasiado- con perjuicio de la vida privada. 

Hay al menos dos posibles maneras de reaccionar a las carencias: contraerse, ser egoísta; o expandirse, conectarse con los demás, intercambiar.

Mi intención fue recrear un dibujo subjetivo de estos barrios y de la experiencia, desde una dimensión nueva de realidad: "Está en los ojos de quien la mira, en la fibra sensible de quien la vive".

Mientras esta entrevista se realizaba, en la plaza Martí de Lugano es posible que Silvio estuviera recordando a su padre Dagoberto, un obrero agrícola lector de poesía que le pasó su gusto por la lectura de autores como Rubén Darío, Nicolás Guillén y el mismo José Martí.

En el escenario de Lugano el artista cubano recibe de parte de la Universidad Nacional de La Plata el "Premio Rodolfo Walsh a la Comunicación Popular". 
En la placa que muestra al público se leen palabras como "memoria" e "igualdad" y la frase: "Por ponerle canciones a los pueblos de Nuestra América".

En el recital ondea el retrato del Che: "Dijo Guevara el humano/ que ningún intelectual/ debe ser asalariado/ del pensamiento oficial", se escucha cantar al trovador que interpreta en su "Tonada del albedrío".

El cantautor se retira, la gente desaloja la plaza de Lugano, pero el libro de las giras queda abierto Por todo espacio, por este tiempo. 

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