AIN.- Luego de que Cuba y Estados Unidos restablecieran relaciones diplomáticas el pasado 20 de julio, llegará este viernes a esta capital el secretario de Estado John Kerry para la apertura oficial de la embajada del país norteño en La Habana.


Esta constituye la primera visita en siete décadas de un diplomático estadounidense de su nivel, luego de que Edward R. Stettinius estuviera aquí en marzo de 1945, bajo la administración del presidente norteamericano Harry S. Truman.

De acuerdo con una nota oficial del Departamento de Estado, integran la delegación 19 personalidades, entre ellos la subsecretaria de Asuntos del Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson; el secretario adjunto del Departamento de Comercio, Bruce Andrews; así como también la secretaria adjunta del Departamento del Tesoro, Sarah Bloom Raskin.

Estarán en La Habana para la ceremonia de apertura de la legación diplomática el senador demócrata y presidente protémpore de la Cámara alta, Patrick Leahy, quien igualmente asistió a la embajada cubana en Washington para el izamiento allí de la enseña nacional luego de 54 años, seis meses y 17 días.

Las senadoras Amy Klobuchar y Barbara Boxer; el senador Jeff Flake y los representantes Steve Cohen, Barbara Lee, Jim Mc Govern y Karen Bass acompañarán al secretario Kerry en su viaje a la Isla.

Integran el grupo, además, el director jefe del Consejo de Seguridad Nacional, Marcos Feierstein; el jefe de Gabinete del Secretario de Estado, Jonathan Finer; el portavoz del Departamento de Estado, John Kirby, así como el secretario adjunto para la Oficina de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo, Tom Malinowski.

Con la ceremonia de este viernes 14 de agosto a las 10 de la mañana concluye la primera etapa del acercamiento entre las dos naciones referido al restablecimiento de relaciones diplomáticas, luego de los históricos anuncios que realizaran los presidentes Raúl Castro y Barack Obama el pasado 17 de diciembre.

Desde el 20 de julio las misiones diplomáticas retomaron el estatus de embajadas, luego de funcionar desde 1977 como secciones de intereses bajo el amparo legal internacional de la Confederación Suiza, cuyo Consejero Federal, Jefe del Departamento de Asuntos Exteriores, Didier Burkhalter, estará presente en la ceremonia en La Habana.

Kerry, quien ya estuvo en Cuba siendo presidente del Comité de Exteriores del Senado del Congreso de EE.UU tiene previsto en su agenda ser recibido por el Canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla y como ya ocurrió en Washington el mes pasado, ofrecer ambos una conferencia de prensa conjunta en el Hotel Nacional de Cuba donde abordarán la marcha de la agenda bilateral.

El restablecimiento del vínculo diplomático abre paso a un nuevo proceso, hacia la normalización de las relaciones bilaterales que ambos gobiernos han asegurado será largo y complejo por los temas a discutir y los problemas acumulados durante más de cinco décadas de lejanía.

 

Bienvenido, Mr Kerry

Iroel Sánchez - Cubahora.- “¿Resistirá la Revolución una embajada de EE.UU. en La Habana?”, “¿qué va a pasar cuando no haya bloqueo?”, son las preguntas que inundan por estos días los medios de comunicación...

Desde que Neil Armstrong plantó en 1969 la bandera estadounidense sobre la superficie de la Luna ninguna otra tela con barras y estrellas parece haber despertado más interés en los medios de comunicación que la que se desplegará en la reabierta embajada de EE.UU. en La Habana este 14 de agosto el Secretario de Estado John Kerry.

Cuando el presidente Barack Obama reconoció el fracaso de la estrategia que durante más de cincuenta y cinco años trató de aislar al gobierno cubano y anunció la hora de comenzar a probar “algo nuevo” para conseguir los cambios que la política fracasada no pudo lograr, estaba poniendo en práctica el pensamiento de John Kerry.

Kerry, veterano de la guerra en Viet Nam que fue herido allí y supo luego oponerse a aquel otro camino hacia la derrota de EE.UU., tuvo en su largo ejercicio como senador posturas bastante liberales, siempre en busca de eliminar aquello que cree daña los intereses de su país y promover lo que pueda beneficiarlo.

Acabando de entrar al Senado, en 1984, fue un cuestionador de la intervención norteamericana en Centroamérica y como cuenta el periodista Robert Parry, quien destapó el escándalo Irán-Contras:

“fue casi el único miembro del comité del Senado que exigió respuestas ante la emergente evidencia de que la Contra, con el respaldo de la CIA, estaba llenando sus arcas al colaborar con los traficantes de droga que en ese entonces saturaban las fronteras de Estados Unidos con cocaína proveniente de América del Sur.”

En 2004, siendo candidato a la Casa Blanca, declaró su oposición al bloqueo, cosa que Obama no hizo nunca durante sus dos carreras hacia la presidencia. Como recordó hace tres años Sarah Stephens en el Huffington Post, ante la posibilidad de que el primer presidente negro lo nombrara Secretario de Estado:

“Él apoyó los derechos de viaje no sólo para los cubano-americanos, sino para todos los estadounidenses. No le dio a la administración Obama un cheque en blanco para ejecutar los programas de cambio de régimen de la USAID en Cuba y levantó la financiación cuando pudo. Fue un escéptico fiable de los millones gastados en la difusión de propaganda contra Cuba – Radio y TV Martí – y de los asesores y burócratas que crean la programación que muchos cubanos ni ven, ni oyen o no les importa.”

Por posturas como esa la extrema derecha de Miami lo odia y los “disidentes” que paga EE.UU. en Cuba, a los que recibirá en una recepción en la residencia del encargado de negocios de su nueva embajada, lo mastican pero no lo tragan.

No tienen motivos para ello. Kerry acaba de decir al periodista Andrés Oppenhaimer de El Nuevo Herald de Miami que se mantendrá el accionar injerencista de EE.UU. en Cuba: “continuaremos financiando los programas por la democracia y otras cosas que hemos financiado en el pasado”

Es, sin embargo, mal augurio para el éxito de tales programas hablar -justo antes de viajar a izar bandera estadounidense en La Habana- con el autor de La hora final de Fidel Castro, Andrés Oppenhaimer, quien ha pasado horas, días, semanas, meses, años y décadas esperando lo que anunció pero no llegó.

La travesía para llegar al acontecimiento de este 14 de agosto ha sido más larga y tortuosa que la que llevó a la nave Apollo XI a pisar el suelo del satélite natural del planeta Tierra. Pero a diferencia de aquel suceso, el izamiento frente al malecón de La Habana no es precisamente una victoria de la mayor potencia militar, económica y tecnológica de la historia sino del pueblo cubano y de Fidel y Raúl Castro, esos para quienes según Hillary Clinton, la nueva embajada es una “amenaza”.

“¿Resistirá la Revolución una embajada de EE.UU. en La Habana?”, “¿qué va a pasar cuando no haya bloqueo?”, son las preguntas que inundan por estos días los medios de comunicación como antes fueron “¿se mantendrá el socialismo en Cuba si la URSS desaparece?” o “¿qué va a pasar cuando Fidel no esté al frente del país?”

Las respuestas no estuvieron nunca en Miami, ni en los salones donde los diplomáticos estadounidenses en La Habana celebrarán su decisión de hacer de la necesidad impostergable de cambiar la relación con Cuba a la que los llevó la resistencia cubana, virtud norteamericana carareada por la maquinaria mediática que amplifica su política.

Bienvenido, Mr Kerry, los una y mil veces amenazados te saludan. Ojalá puedas -más allá de la prensa de Miami y sus portavoces locales- conocer a quienes desde esta Isla han logrado que puedas visitarnos, porque en la Luna no vive nadie pero en Cuba hay que contar con los cubanos.

 

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