Por David G. Gross*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- La justificación forma parte del paquete de problemas que surgieron en la Comunidad Primitiva, allá cuando las personas, cubiertas de pieles, cogieron de residencia las cuevas. Junto con la prostitución, comenzó a ser un agarre para cuando se salía de caza y se capturaba el mamut más pequeño de la piara y entonces el cazador ponía todos los pretextos de su pobre arsenal para explicar ante la Junta de cazadores, que la neblina no le había permitido ver al animalucho al cual le había ensartado su lanza, o que la maleza era muy alta y así hasta el infinito.
Y así las cosas, la compañera justificación siguió los avatares del desarrollo durante la llamada Edad Media, el paso de los burgos a pueblos y ciudades, el invento de la maquinaria, sin dejar de lado el invento cimero de Gutenberg, primer intento de medio masivo de comunicación antecesor de la Internet, las famosas guerras en Europa y otros continentes, sin dejar de recordar el genocidio en la mal llamada América cuya principal justificación fue el catequizar a los “incultos” pueblos de nuestro continente que si venimos a ver eran más cultos y sanos, espiritual y físicamente que los que llegaron a nuestras tierras a caballo, a pie y con arcabuces. Una justificación famosa en la Historia Universal fue la de Napoleón y sus historiadores oficiales, el achacar al invierno y otras minucias el desastre de la invasión a Rusia.
Cuando el Mundo Moderno, como se le llama en ciertos libros de historia, comenzó, a la par vinieron la Primera Guerra Mundial, luego el Fascismo, la Segunda Guerra mundial, la contienda de Corea, y posteriormente el Imperialismo, que ya dejó de ser propiedad absoluta de los gobiernos norteamericanos para ser repartido entre otros “ismos”, por el pretexto de llevar la democracia a pueblos incultos, atrasados, salvajes y con otros epítetos por el solo hecho de que usan métodos diferentes que los occidentales, sin olvidar las intervenciones “solicitadas” por gobiernos, para “salvar” estados cuya doctrina ideológica estaba en peligro y en este caso recordamos la guerra de “liberación” en Afganistán, una invasión de la antigua URSS, cuando el gobierno afgano introdujo el socialismo y que costó decenas de miles de muertos, tanto de los interventores como de los intervenidos, situados en el medio de la lucha entre dos sistemas mundiales que apoyaban a diferentes facciones.
Luego de esta disquisición un poco a la ligera, esto, sépase, no es un artículo histórico, llegamos a la justificación supermoderna muy de moda en nuestra Isla caribeña, la cual, usada por ciertos dirigentes, técnicos y funcionarios estatales para echarle el muerto de la mala producción en las empresas a su cargo, o en las cooperativas y otras “formas productivas”, como se les ha bautizado hace un tiempo atrás, al no cumplimiento de metas, cosechas, producciones industriales y otros resultados de la economía, lo cual daría para un enjundioso tratado del grueso, por ejemplo, de una guía telefónica y que son un verdadero poemario, si esta enfermedad de la burocracia tuviera algo que ver con la cultura.
En esta amplia gama de explicaciones sobre lo mal hecho, lo no producido, lo sacado al mercado nacional con defectos hemos extraído algunas que son clásicas en el lenguaje de esas personas con cargos representativos y ejecutivos y que aparecen diariamente en la prensa o en momentos de rendimientos de cuentas ante los organismos superiores de la Nación: La no llegada a tiempo del famoso “paquete tecnológico”, el exceso de lluvia o la sequía, la falta de alimentación para el ganado, la no planificación correcta bajada por los organismos superiores de las cifras a producir, el transporte deficitario, la mala calidad de las semillas a sembrar, en este caso de las cañas de azúcar u otros productos agrícolas, la mala calificación del personal que realiza las tareas y así un sinfín de justificaciones para tratar de demostrar la dejadez que envuelve el marasmo de quienes tienen que responder porque esto no suceda dentro de la esfera de la economía criolla, aparte, por supuesto del real bloqueo por parte de los Estados Unidos de Norteamérica, que si venimos a enumerar, esto no sería un artículo sino un discurso.
Todos los años se hacen votos y meas culpas, como acostumbran a realizar los cristianos en sus plegarias a Dios... para al final de sus rezos, volver a incurrir en los mismos pecados capitales que se suceden diariamente. La explicación o justificación, que casi son sinónimas caen en el saco roto de las indisciplinas y del castigo ejemplar, una de las premisas ejemplarizantes que nos legó Ernesto Che Guevara y que por desgracia yacen en sus obras sobre la economía en el Socialismo, de nosotros, nuestro Socialismo a la Cubana, en los estantes de Ciencias Sociales en las bibliotecas en todo el país.
Y al final vienen los golpes de pecho y frases simbólicas que quedarán para la Historia de Cuba. Los incumplidores siguen los clichés siguientes: vamos a crear una comisión que investigue, a ese problema le estamos pasando la mano para que no vuelva a suceder, ya ese asunto está en la agenda del próximo consejo de dirección del Grupo, serán bajadas a las formas productivas las resoluciones que se tomen sobre ese tema y así utilizando un término en latín podremos ver que los problemas se mantienen por sécula seculorum. Pues si señor, las justificaciones resuelven los problemas para la burocracia y después !Aquí no ha pasado nada!.
*David G. Gross, historiador, escritor y periodista cubano.
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