Octavio Borges Pérez - La Habana, 30 ago (AIN) Ivette Cepeda tituló Abrazos su concierto de este sábado y hoy domingo, en el Teatro Mella, porque –destacó- quería que todos al regresar a casa llevaran algo perdurable y lo logró con creces.


Auténtica y honesta en la escena, se ganó la complicidad inmediata del público, que la acompañó coreando algunas de sus canciones y numerosos espectadores salieron a los pasillos a tirar uno que otro pasillo.

Momento estelar fue cuando invitó a Tony Ávila y juntos cantaron un hermoso bossa nova que dejó a los presentes con deseos de escuchar más de ellos dos.

También hubo un homenaje para Juan Formell y espacios muy sobresalientes cuando se hizo acompañar por la joven arpista Martha Rodríguez, por Eglis Rosales en el tres o por la dirección del maestro Rafael Guedes quien hizo sonar a los grupos Frasis y Reflexión como un único y afinado instrumento.

Pepe Hevia, el cual dirigió artísticamente el espectáculo, sacó gran partido a cuatro bailarines de la compañía Danzabierta y el Ballet Nacional de Cuba, así como también de las proyecciones en una gran pantalla que resultaron apoyatura adecuada para las canciones de Ivette, una intérprete de la casta de las grandes, que conmueve hasta las lágrimas o provoca carcajadas cuando la pieza que canta lo requiere.

La artista hizo un recorrido por su discografía, una suerte de canciones que cualquiera podría suscribir como personal banda sonora para los momentos especiales de la vida, porque está constituida por títulos que han hecho época y se ajustan como anillo al dedo a su estilo.

Confesó que siendo pequeñita cuando quería escapar de alguna tarea que no le gustaba, tomaba una lata de leche condensada vacía con un cordelito y se ponía a cantar, sobre todo canciones de Sonia Silvestre a quien admira mucho.

En homenaje a la desaparecida gran cantante dominicana cantó un fragmento de Abrázame fuerte, acompañada por el inmenso coro del público que también la secundó en La masa, de Silvio Rodríguez o su espectacular Alcé mi voz , compuesta por Roly Rivero.

Como adelanto de su próximo disco regaló Nana del adiós, compuesta por Karel García, cuyo texto se entregó al público a la entrada.

Disfrute a tope resultó Abrazos y también para Ivette, quien tiene el carisma de esa maestra de escuela que no ha dejado de ser y se gana a los demás a golpe de sinceridad y de un especial carisma que la hace llegar directamente al alma del que la escucha.

Todo lo que Ivette Cepeda quiere es amor

Marilyn Bobes - Cuba Contemporánea.- A Ivette Cepeda, quizás la voz más auténtica entre las nuevas del panorama musical cubano, parece no gustarle que la entrevisten. Tampoco quiere que la elogien con superlativos. Me lo advirtió la amiga que me conectó con ella. Nada de decir cosas como las que ahora se me ocurren. Pero no puedo evitarlo. Desde los tiempos de la Burke, Omara o La Lupe, por citar solo algunas de las más grandes del cancionero cubano, no existía una intérprete como la Cepeda: llena de matices, de profundos subterfugios emocionales que la vuelven única aun cuando canta composiciones archiconocidas y que resultaron éxitos rotundos en el repertorio de otros y otras.

No quiere el éxito.

“El éxito, Marilyn -me dice- es una cortina de humo. Lo importante es el amor. Queremos que, a través de nuestro trabajo, todas las personas que nos escuchan sientan amor, entreguen amor. Porque es solo por un amor inmenso que yo canto, un amor que necesito compartir con la gente, solo eso”.

Ivette comenzó su carrera en plena madurez. Es una virtuosa. Cantó en centros nocturnos, en cruceros y en 2006 obtuvo el Premio en el Concurso de Interpretación Boleros de Oro. Creo que fue a partir de entonces que el público cubano comenzó a conocerla. Y muy rápido comenzó a arrastrar a multitud de fanáticos que acuden a sus conciertos. Pero, creo, la mayoría la prefiere en un ambiente íntimo. Allí donde el ruido de los vasos y la euforia provocada por el alcohol ceden el paso a una mujer sin lentejuelas, sencilla, que es capaz de transitar por todos los géneros, siempre que un tema la toque hondo, estremezca su sensibilidad y la convierta en música.

Únicamente en música. Porque eso es Ivette Cepeda, más allá de su registro, de su timbre, de esa voz prodigiosa que evoca a Cuba sin pintoresquismos ni falso folclor.

“Lo que me importa de una canción no es el género sino su mensaje”, me dice cuando le pregunto cuál prefiere.

Descubrir el camino para que ese mensaje llegue de forma clara y con la entrega que el público merece, insiste. “Es lo esencial para mí”.

Cuidar el ritmo o la melodía -afirma- es una parte técnica y siempre se disfruta sea cual sea el género.

Sobre una posible preferencia por los temas de mujeres compositoras, Cepeda responde: “He cantado a compositoras varias como Liuba María Hevia, Niuska Minet, Marta Valdés o María Laura Rivas, pero no es tampoco el género del autor lo importante. Es la agudeza, la sensibilidad, el compromiso, el talento, lo que me hace aquilatar los temas”.

“Escojo canciones de autores con la suerte inmensa de contar en estos tiempos con maravillosos compositores que me han entregado canciones bellísimas, canciones grandiosas para cantar al amor y a la vida”.

Después del disco País, ¿cuáles serán los derroteros de Ivette Cepeda? ¿Continuará interpretando canciones ya conocidas o se decidirá por los estrenos?

“En el disco Estaciones estrenamos tres temas, en Miracle dos, y en País, diez. En una nueva producción discográfica queremos estrenar nuevas canciones pero no descartamos la posibilidad de incluir temas ya conocidos”.

En estos momentos, la intérprete prepara dos conciertos para el público cubano que se efectuarán los días 29 y 30 de agosto en el teatro habanero Mella. Es por eso que no tuve la oportunidad de formularle demasiadas preguntas.

Ella, con gentileza, prometió para el futuro responder a otras interrogantes de esta entrevistadora.

Por el momento, me anuncia que próximamente estará junto a su grupo Reflexión en Puerto Rico y varias ciudades de Estados Unidos. Luego, en varios países latinoamericanos.

“Estaré como siempre acompañada por el grupo Reflexión que dirige Pepe Hevia, pero habrá también bailarines de diversas compañías, los músicos de Fracis y, por supuesto, habrá sorpresas”.

“Esta será una producción muy bella, muy interesante, que hace mucho tiempo quería lograr Pepe y no había podido hacerlo a causa de sus múltiples contratos fuera de Cuba”.

“Ahora estamos prestos a dedicarle al público todo el amor que nos trasmite cada uno con sus aplausos y sus abrazos”.

Y, al terminar de redactar estas líneas, pienso que, parafraseando a Los Beatles, todo lo que Ivette Cepeda necesita, y nos da, es amor.

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