Yenys Laura Prieto Velazco - Cuba Contemporánea.- A pocos se les ha ocurrido revisar la historia con cierto “humor”. A pocos, digo, y pienso en esa capacidad de analizar los asuntos más complicados sin la “pactada” solemnidad que imponen los grandes discursos. Tampoco es cualquier pasado, sino uno complejo, marcado por las tensiones políticas. A pocos, insisto, y en esa mínima parte aparece Alejandro García Villalón. Seguro lo conoce por Virulo, su piel entre los escenarios.


Fue el 17 de diciembre el punto de giro visible, usted lo sabe. Desde entonces, hemos escuchado a historiadores, politólogos y economistas, activistas de un lado y otro, periodistas y funcionarios hablar sobre el futuro de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, dos países que hace apenas unas semanas completaron la parte más protocolar de su reencuentro. Atento a ese panorama, con la determinación de quien ha tomado el humor como herramienta que puede llevarnos a razonar muy en serio, encontramos a un artista que ha dejado su marca en la “sonrisa colectiva” de varias generaciones.

Antes de continuar, una definición esencial. Humor o humorismo (del latín: humor, -?ris): modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas.

Una vez pautado el concepto, sabemos por dónde cortar.

La historia de Cuba (y Estados Unidos), según Virulo

“El 17 de diciembre estábamos en la televisión haciendo un programa de fin de año. Y de repente comenzó aquella alocución especial de los presidentes de los dos países. Lo que pasó fue muy inesperado, una sorpresa muy grata porque culturalmente Cuba y Estados Unidos tienen muchísimos puntos de afinidad. A partir de nuestra enemistad se frenó ese gran trasiego cultural entre ambas naciones”, nos cuenta este ingeniero devenido humorista que hace varias décadas impulsó el Conjunto Nacional de Espectáculos, el Centro Promotor del Humor y, en especial, a una camada que aunó la risa inteligente y el retrato picaresco de una época.

“Nuestra cultura tiene que ver muchísimo con la norteamericana y esa relación es perceptible hasta en el lenguaje cotidiano. A los refrigeradores se les dice ‘frijidaires’, a la ropa interior de las mujeres se les dice ‘blumer’. Y digo esto para ponerte algunos ejemplos. El ‘garaje’ nuestro viene de la palabra americana garage. Tampoco debemos olvidar el gusto de los cubanos por los artistas, actores y músicos de ese país”.

Hay un deseo de un cambio de estrategia por parte del gobierno de Estados Unidos, “no creo que se deba estrictamente a un respeto, tenemos que estar claros”, asegura.

“Mi nueva canción titulada Cuba sí, yanquis qué aborda eso, tampoco significa que estamos todos muy felices porque los americanos van a resolver los problemas en Cuba. Yo creo que, por un lado, pueden influir en que cambie la economía nuestra pero tenemos que tratar de defender lo nuestro sin ingenuidades”.

Lo primero, según Virulo, es que la gente intercambie sobre el tema y pueda decir lo que piensa. “Estar con el secretismo es dañino y me parece absurdo y muy nocivo que no se dialogue libremente sobre los asuntos más importantes. Hace falta que la gente hable”.

Los caminos hacia un humor (a) político

El humor también sirve para pensar, afirma Virulo. “Va a depender de los humoristas a nivel personal que enfrenten el reto de abordar con sagacidad el nuevo contexto. Hay un problema muy grave y es que la gente más interesada en ese tipo de humor no tiene la posibilidad de acceder a los lugares que hoy acogen a los humoristas, y me refiero, tristemente, a la mayoría de los profesionales del país. El acceso a esos espectáculos es más de ‘bisneros’ y de los que están ‘inventando’. Antes la gente no se preocupaba tanto por la economía familiar, que hoy es muy complicada y a veces hasta milagrosa. Creo que eso ha hecho que la gente esté angustiada y poco dispuesta a pensar, pero hace mucha falta”.

También nos revela otro de los caminos (torcidos) del humor cubano, sobre todo en los centros nocturnos donde el público pide, según él, solo “sangre y bajeza”.

“Es en los centros nocturnos donde más se exigen bromas vulgares. Y hace falta que no nos quedemos simplemente con los chistes copiados de Internet. Es necesario que se renueven los humoristas y que vengan voces nuevas. La realidad nuestra está de cabeza y cada vez hay menos disposición a un humor reflexivo”.

Virulo mira hacia afuera. Descubre en los espacios cotidianos algunas realidades que están mediando en los escenarios insulares y la factura del humor cubano.

“Me preocupa que cada vez menos jóvenes cubanos quieran entrar en la universidad y todo eso es reflejo de esta situación. Hay más gente joven que prefiere meterse en el turismo o estar de taxista, antes que estudiar”.

Génesis de una generación “por la izquierda”

Aquella generación de artistas, humoristas, creadores, creció en las universidades. Recuerda. Aquella generación (la suya) abrió una nueva etapa del humor cubano. Aquella generación siente nostalgia por su generación. Aquella generación y la esperanza son un binomio difícil.

Virulo lo confirma.

“En nuestros tiempos nosotros no salíamos en la televisión, la televisión estaba peleada con nosotros, y, sin embargo, cuando presentamos La esclava contra el árabe llenamos durante un año el teatro Carlos Marx. Y se logró casi sin promoción, pero era un público ávido de buen humor. Extraño esa necesidad de inteligencia y finura. Con la pérdida reciente de Carlos Ruiz de la Tejera nos ha quedado otro vacío”.

También percibe la (de) generación. También espera mejores tiempos para el humor cubano. También siente nostalgia por su generación. Mucha.

“Al relevo no lo acabo de ver claro. Hay muchos humoristas creando hoy en Cuba que están dentro de una masa complicada. Yo un día se lo dije a Kike Quiñones, director del Centro Promotor del Humor, no quiero estar en sus zapatos. Él aspira a subir el nivel del humor pero es como nadar contra la corriente. En nuestros tiempos no era así, la propia corriente nos llevaba a ser mejores. Pero hoy esa ecuación se ha invertido”.

Cierto. No es asunto simple encarnar la piel de un humorista porque hacer reír también sirve para conocer cuáles son los puntos de fuga o evasión de una sociedad. Para Virulo es el humor su suelo natal, casi la única tierra fértil que conoce. Con él mira para todos lados. Y sale a caminar.

“Creo que el primer problema grande que tuvo mi generación es que no logró cambiar el mundo, y sobre todo que no logró transformar las cosas aquí”. Me es muy importante la Cuba donde todos querían ser mejores, superarse, y transformar el mundo, nos dice.

“Me cuesta un poco de trabajo aceptar la Cuba bisnera, la Cuba por la izquierda. Mi nuevo disco se llama así precisamente, Por la izquierda, y son canciones en las cuales hablo sobre nosotros. Esa Cuba me preocupa y no es la que me gusta. Prefiero recordar la otra Cuba donde todos querían ser mejores”.

Con el humor, Virulo se persigna buscando un mejor destino para la Isla, para sus escenarios, para sus memorias. Con ese juego sutil entre las historias cotidianas, los desafíos cotidianos, las marcas cotidianas, nos hace sonreír mientras se pregunta -como usted o nosotros- por el futuro.

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