En Nueva York, Fidel se entrevistó con varios jefes de Estados, entre ellos el egipcio Gamal Abdel Nasser, Presidente de la República Arabe Unida. Foto de archivo de Cubadebate 

"Desaparezca la filosofía del despojo y habrá desaparecido la filosofía de la guerra". Fidel


Paco Azanza Telletxiki - Blog "Baraguá" / Cubainformación.- El 26 de septiembre de 1960, hace 55 años, Fidel pronunció un memorable discurso en la XV Asamblea General de las Naciones Unidas. Por albergar en su seno la sede general de la ONU, Estados Unidos tiene la obligación de acoger y facilitar la estancia a todas las delegaciones de los países miembros que asisten a sus asambleas, incluida a la cubana. Pero la hostilidad para con los visitantes de los países que escapan de sus garras siempre fue más que evidente. Cuba era un país “disidente” desde el primero de enero de 1959, y los yanquis, lejos de cumplir con sus obligaciones, procuraron de manera ridícula e insultante que la delegación cubana tuviese una estancia lo más incómoda posible durante aquellos días de 1960.

No había salido ésta de la Isla cuando un cable informativo anunció que el Sindicato de Maleteros del Aeropuerto de Idelwild —hoy Kennedy— había acordado no cargar sus maletas, “en protesta por la presencia del comunista Fidel Castro”. Además, Christian Herter, Secretario de Estado de los Estados Unidos por aquel entonces, informó a los periodistas que los movimientos del Primer Ministro cubano serían limitados dentro de la ciudad. Los cubanos respondieron prohibiendo al embajador estadounidense en La Habana —de manera unilateral, los imperialistas rompieron relaciones diplomáticas con Cuba el 3 de enero de 1961— moverse por otras calles que no fueran las existentes entre su residencia y la Embajada, y viajaron a Nueva York con las mochilas utilizadas en la Sierra Maestra. “Ellos piensan que con ese anuncio nos van a asustar —respondió Fidel a la pregunta de un periodista—. Con esta mochila y esta hamaca pasé dos años en la Sierra Maestra y estoy en disposición de volverlas a usar. Y que conste que son las mismas.”

Presidida por Fidel, la delegación cubana estuvo compuesta por Raúl Roa, Celia Sánchez, Ramiro Valdés, Antonio Núñez, Emilio Aragonés, José Abrantes, Juan Escalona y otros compañeros. Dos días después, el 20 de septiembre, se sumaron Juan Almeida y Regino Boti.

Ya en territorio estadounidense, el dueño del Hotel Shelbourne, Edwuard E. Spatz, argumentando que la presencia de Fidel provocaba una publicidad negativa para su negocio, exigió pagos adicionales —un depósito de 20.000 dólares—. De más está decir que la exigencia fue rechazada. El propio Fidel se encargó de comunicar al Secretario General de la ONU que, si no podían instalarse en el hotel, comprarían tiendas de campaña para acampar en el jardín de las Naciones Unidas o en el Parque Central de la ciudad.

El revolico que esta decisión formó en la prensa y en las propias instancias de la ONU fue mayúsculo. Finalmente, Larry B. Woods a través de Malcolm X ofreció el Hotel Theresa, sito en el ghetto negro de Harlem. El entonces Secretario General de la ONU, Dog Hammarksjöld, trató de que Fidel no aceptara el modesto Theresa, de que se trasladara a uno de los buenos hoteles de “Midtown”. Pero la decisión ya estaba tomada, y los cubanos se fueron a Harlem “con los humildes, los negros y latinos preteridos y discriminados, nuestros hermanos…” Pueden imaginarse la cara que debió poner el funcionario sueco al recibir la respuesta.

En el hotel Theresa, Fidel recibió la visita de numerosos líderes mundiales, así como de diferentes personalidades norteamericanas, entre las que se encontraba el citado Malcolm X… Y por fin, llegado el esperado día, el presidente de la Asamblea General, Frederik H. Boland, invitó a Fidel a ocupar la tribuna; eran las 3:55 p.m. del 26 de septiembre de 1960. Segundos después, el Comandante en Jefe comenzó su histórico discurso ante 819 delegados de 96 naciones, entre los que se encontraban quince jefes de Estado y veintisiete ministros de Relaciones Exteriores. La prensa de todo el mundo estaba representada con alrededor de 1.200 periodistas; aquellos y éstos escucharon con atención manifiesta la encendida intervención del líder de la Revolución Cubana.

Con la representación de los agresores presentes, Fidel denunció las agresiones estadounidenses contra Cuba y reivindicó el derecho de su país a ser soberano e independiente: “Las colonias no hablan —expresó el compañero Fidel—, a las colonias no se les conoce en el mundo hasta que tienen oportunidad de expresarse. Por eso a nuestra colonia no la conocía el mundo, y los problemas de nuestra colonia no los conocía el mundo. En los libros de geografía aparecía una bandera más, un escudo más; en los mapas geográficos aparecía un color más, pero allí no existía una República independiente. Nadie se engañe, que con engañarnos no hacemos más que el ridículo; nadie se engañe, allí no había una República independiente, allí había una colonia, donde quien mandaba era el embajador de los Estados Unidos.

No nos da vergüenza tener que proclamarlo, porque frente a esa vergüenza está el orgullo de poder decir, ¡que hoy ninguna embajada gobierna nuestro pueblo, que a nuestro pueblo lo gobierna el pueblo!” Y a continuación hizo una exposición de la calamitosa y conocida herencia que el imperialismo yanqui dejó al pueblo de Cuba tras casi sesenta años de neocolonia.

Por supuesto que, como buen internacionalista que siempre ha sido, Fidel también se acordó del resto de los países oprimidos, y puso un ejemplo tan claro que todo el mundo pudo entenderlo: “Si a esta Asamblea llegara un personaje interplanetario que no hubiera leído ni el Manifiesto Comunista de Carlos Marx ni los cables de la UPI, o de la AP, o demás publicaciones monopolistas, y preguntara cómo está repartido el mundo, y en un mapa viera que las riquezas están divididas entre los monopolios de cuatro o cinco países, sin ninguna otra consideración, diría: el mundo está mal repartido, el mundo está explotado. […] Y aquí, donde hay una gran mayoría de países subdesarrollados, podría decir: una gran mayoría de los pueblos que ustedes representan están explotados, han estado explotándolos desde hace mucho tiempo: han variado las formas de explotación, pero no han dejado de ser explotados. Ese sería el veredicto”.

Recordó que las guerras existen desde el principio de la humanidad, y que la razón fundamental de la existencia de aquellas es la perversa decisión de unos de despojar a otros de sus riquezas. Y exhortó a los máximos responsables de prácticas tan miserables: “¡Desaparezca la filosofía del despojo, y habrá desaparecido la filosofía de la guerra! ¡Desaparezcan las colonias, desaparezca la explotación de los países por los monopolios, y entonces la humanidad habrá alcanzado una verdadera etapa de progreso!”

Es evidente que los aludidos por las palabras de Fidel hicieron caso omiso, han hecho caso omiso durante estos 55 años; así va el mundo como va. Y es que los monopolios nunca dejarán de ser “amigos” de las armas, y lo serán siempre por doble motivo: con ellas defienden sus ilegítimos intereses y, además, la carrera armamentista siempre ha resultado ser un gran negocio para ellos.

Fidel discursó durante cuatro horas y diez minutos. Acabó pues a las 8:15 p.m. Y lo hizo tras leer la parte más importante de la Primera Declaración de La Habana, aprobada por el pueblo cubano el 2 de septiembre de aquel mismo año. Durante su histórica intervención, el líder de la Revolución Cubana fue interrumpido en doce ocasiones por los clamorosos aplausos de los asistentes, así como por las dos veces que la Presidencia de la Asamblea, Frederik H. Boland, le llamó la atención por motivos poco convincentes. Si histórico fue el discurso pronunciado por Fidel, no menos histórica fue la ovación de varios minutos que cosechó el Comandante en Jefe al cabo de su intervención, ya que nunca antes había ocurrido algo parecido en una sesión de Naciones Unidas.

La Revolución Cubana siempre ha sido una obra creada y desarrollada por los humildes y para los humildes habitantes de la Isla irredenta. Pero, inevitablemente —y afortunadamente también—, su dignísimo ejemplo ha trascendido a todos los pueblos y rincones del mundo. Por eso Cuba tiene un puñado de enemigos tan poderosos que, lejos de resignarse a aceptar la luminosa existencia de la experiencia cubana, se dedica a golpearla sin interrupción y de la manera más dañina posible; por eso Cuba, a la vez, tiene un inmenso océano de amigos sinceros que admiran su proceso revolucionario y ofrecen sin ambages su apoyo y solidaridad.

Como ya he comentado unas líneas más arriba de este escrito, la delegación cubana no fue bien recibida…, pero tuvo que ser recibida. Cuando abandonaron la sede de la ONU para regresar al hotel Theresa, los cubanos fueron insultados por algunos habitantes de los barrios ricos que cruzaron para llegar a su destino; en Harlem, sin embargo, fueron recibidos con admiración y cálidos aplausos. Un buen ejemplo de cómo la sociedad está dividida en clases, un buen ejemplo de la lucha de clases.

Fidel acababa de dejar bien claro las legítima determinación del pueblo cubano: ser libre y soberano; y además lo había hecho en las propias entrañas del monstruo. No sentó nada bien a los verdugos de Cuba y del resto del mundo el “atrevimiento” del líder de la Revolución Cubana, si acaso todo lo contrario. De vuelta a Cuba, a pesar de tener inmunidad diplomática, la delegación revolucionaria tuvo que hacerlo en un avión cedido por los soviéticos, ya que la nave cubana que les llevó a Nueva York fue embargada por el gobierno estadounidense. Miserable comportamiento, sin duda, de un imperio torpe y decadente.

Blog del autor: http://baragua.wordpress.com

El memorable discurso de Fidel en la ONU hace 55 años

Eugenio Suárez Pérez - Cubadebate

¡Desaparezca la filosofía del despojo, y habrá desaparecido la filosofía de la guerra!

El lunes 26 de septiembre de 1960 pasará a la historia como el día en que Fidel hiciera su primera intervención en la ONU. Exactamente a las 2:40 de la tarde, el jefe de la Revolución arribó a la entrada principal del edificio de las Naciones Unidas.Cuando tocó su turno, Fidel se puso en pie y con largos pasos se dirigió hacia la tribuna. Tomó dos sorbos de agua y comenzó su histórico discurso. Eran las 2:57 de la tarde. No había en Cuba un solo aparato de radio y televisión que no recogiera la imagen y la voz de Fidel. Al siguiente día, el discurso fue reproducido por el periódico Revolución.

Los temas abordados por Fidel fueron variados, pero comenzó así:

Algunos pensarán que estamos muy disgustados por el trato que ha recibido la delegación cubana. No es así. Nosotros comprendemos perfectamente el porqué de las cosas. Por eso no estamos irritados ni nadie debe preocuparse de que Cuba pueda dejar de poner también su granito de arena en el esfuerzo para que el mundo se entienda.

Eso sí, nosotros vamos a hablar claro.

Varias preguntas hizo Fidel sobre las agresiones recibidas por la delegación cubana, y al dirigirse a los presentes dijo:

Quizás ninguno de ustedes, señores delegados, [¼] a su llegada a esta ciudad de Nueva York haya tenido que sufrir tratos personalmente vejaminosos, físicamente vejaminosos, como tuvo que sufrir el Presidente de la delegación cubana.

Las verdades de Cuba se escucharían aquel día en la ONU:

Me limito a decir la verdad. Era hora también de que nosotros tuviéramos la oportunidad de hablar. Sobre nosotros han estado hablando desde hace muchos días, han estado hablando los periódicos, y nosotros en silencio. Nosotros no podemos defendernos de los ataques aquí, en este país. Nuestra oportunidad para decir la verdad es esta, y no dejaremos de decirla.

Fidel se refirió a algunos de los incidentes ocurridos en estos días, en especial al que dio lugar a la muerte de una niña y se quiso culpar a la delegación cubana. También recordó cómo fueron los cubanos obligados a abandonar uno de los hoteles de Nueva York mientras un hotel humilde de los negros de Harlem, les dio alojamiento.

Más adelante, Fidel explicó cómo Cuba se convirtió en una colonia de Estados Unidos; destacó los años de lucha de los cubanos por alcanzar su independencia, lo que encontró la Revolución al llegar al poder, la alternativa del Gobierno Revolucionario ante esa situación y la contribución del Gobierno de Estados Unidos a la dictadura batistiana.

Luego, recuerda los primeros pasos del Gobierno Revolucionario una vez que alcanzó el poder y se detuvo en la Ley de Reforma Agraria, cuando dijo:

Sin reforma agraria, nuestro país no habría podido dar el primer paso hacia el desarrollo. Y, efectivamente, dimos ese paso: hicimos una reforma agraria. ¿Era radical? Era una reforma agraria radical. ¿Era muy radical? No era una reforma agraria muy radical. Hicimos una reforma agraria ajustada a las necesidades de nuestro desarrollo, ajustada a nuestras posibilidades de desarrollo agrícola.

Y aquí, señaló Fidel, surgió la primera dificultad verdadera, pues inmediatamente el Departamento de Estado norteamericano planteó el problema del pago de las tierras intervenidas:

¿Cómo íbamos a pagar? Por supuesto, lo primero que había que preguntar era con qué íbamos a pagar, no cómo, sino con qué. ¿Conciben ustedes que un país pobre, subdesarrollado, con 600 000 desempleados, con un índice tan alto de analfabetos, de enfermos, cuyas reservas han sido agotadas, que ha contribuido a la economía de un país poderoso, con 1 000 millones en 10 años, pueda tener con qué pagar las tierras que iban a estar afectadas por la ley agraria, o al menos pagarlas en las condiciones que querían que se pagaran?

Y destaca Fidel:

¿Qué nos planteó el Departamento de Estado norteamericano, como aspiraciones de sus intereses afectados? Tres cosas: el pronto pago…, “pago pronto, eficiente y justo”. ¿Ustedes entienden ese idioma? “Pago pronto, eficiente y justo.” Eso quiere decir: “Pago ahora mismo, en dólares y lo que nosotros pidamos por nuestras fincas”.

A continuación, el líder revolucionario argumentó las circunstancias en que se ha desenvuelto el proceso revolucionario cubano, cómo comenzaron las amenazas contra Cuba: los bombardeos sobre los centrales azucareros y otras acciones terroristas procedentes de Estados Unidos, las agresiones económicas y los intentos que Cuba ha hecho en el seno de la OEA para condenarlas.

Y, sin embargo, la Revolución Cubana está cambiando lo que ayer fue un país sin esperanzas, un país de miseria, un país de analfabetos [¼ ] y, en el próximo año, nuestro pueblo se propone librar su gran batalla contra el analfabetismo, con la meta ambiciosa de enseñar a leer y escribir hasta el último analfabeto en el próximo año, y, con ese fin, organizaciones de maestros, de estudiantes, de trabajadores, es decir, todo el pueblo, están preparándose para una intensa campaña y Cuba será el primer país de América que a la vuelta de algunos meses pueda decir que no tiene un solo analfabeto.

Después de detallar los logros de veinte meses, hizo una invitación a cualquier compañero de las Naciones Unidas o periodistas para que conozcan la realidad cubana.

El Primer Ministro cubano pasó a explicar que el Gobierno de Cuba siempre ha estado dispuesto a discutir sus problemas con el gobierno de Estados Unidos, pero el gobierno de Estados Unidos, nunca ha querido discutir sus problemas con Cuba.

Fidel denuncia que el gobierno de Estados Unidos está promoviendo la organización de movimientos subversivos contra el Gobierno Revolucionario de Cuba y que, por ejemplo, en una isla del Caribe, que pertenece a Honduras y que se conoce con el nombre de la Isla Cisne, Estados Unidos se ha apoderado “manu militari” de esa isla; y violando los convenios internacionales de radio, ha establecido una potente emisora de radio, que ha puesto en manos de los criminales de guerra y de los grupos subversivos que mantiene en este país y que allí se están haciendo, además, prácticas de entrenamiento para promover la subversión y promover desembarcos armados en Cuba.Otros peligros que preocupan a Cuba son expuestos por el jefe de la Revolución, cuando explica la existencia de una base naval en territorio cubano, y este riesgo se multiplica, si el gobierno de Estados Unidos toma como pretexto esa base, para promover una autoagresión que justifique un ataque a nuestra nación, y reitera, “Y esa preocupación por parte nuestra es cada vez mayor, debido a que es mayor la agresividad y son más alarmantes los síntomas”.

Fidel llama la atención a la ONU para que esté bien informada de los acontecimientos provocados por Estados Unidos contra Cuba, y dijo:

Nosotros tenemos que explicar muy claramente todos estos problemas, porque en ello va la seguridad y la suerte de nuestro país. Y por eso, pedimos que quede constancia bien clara de estas palabras, sobre todo, si se tiene en cuenta que no tiene traza de mejorarse la opinión o la interpretación errónea que acerca de los problemas de Cuba tienen los políticos de este país.

Para argumentar sus palabras pone de ejemplo las asombrosas declaraciones recientes de uno de los candidatos presidenciales de Estados Unidos, John F. Kennedy, al expresar que se debe usar toda la fuerza de la OEA para impedir que Castro interfiera con otros países latinoamericanos; que las fuerzas que luchan por la libertad en el exilio y en las montañas en Cuba -refiriéndose a los contrarrevolucionarios-, deben ser sostenidas y ayudadas; asimismo, dejó sentado que su intención es, no permitir que la Unión Soviética convierta a Cuba en su base en el Caribe, y aplicar la doctrina de Monroe; al mismo tiempo reiteró que se propone defender su derecho a la Base Naval de Guantánamo. Después de sancionar tales manifestaciones, Fidel expuso:

De todos modos, es desalentador, y nadie piense, sin embargo, que estas opiniones sobre las declaraciones de Kennedy indiquen que nosotros sentimos ninguna simpatía por el otro, el señor Nixon (RISAS), que ha hecho unas declaraciones similares. Para nosotros, los dos carecen de seso político.

En ese momento el Presidente de la Asamblea interrumpe, muy diplomáticamente, al Primer Ministro diciéndole que no es necesario considerar las condiciones personales de los candidatos en las elecciones al Gobierno de Estados Unidos.

La respuesta de Fidel fue:

Señor Presidente: no es nuestra intención faltar absolutamente en nada a las reglas que determinan nuestra conducta en las Naciones Unidas, y, por lo pronto, puede contar perfectamente con mi colaboración para evitar que sean malinterpretadas mis palabras. No tengo ningúna intención de ofender a nadie; es un poco una cuestión de estilo, y, sobre todo, una cuestión de confianza con la Asamblea. De todas formas, trataré de evitar malas interpretaciones.

Después de exponer los problemas de Cuba, el jefe de la Revolución cubana abordó los problemas que preocupan a otros pueblos del mundo, en especial la paz, y dijo:

Para qué darle más vuelta a la cuestión. Este es el quid de la cosa, incluso, el quid de la paz y de la guerra, el quid de la carrera armamentista o del desarme. Las guerras, desde el principio de la humanidad, han surgido, fundamentalmente, por una razón: el deseo de unos de despojar a otros de sus riquezas. ¡Desaparezca la filosofía del despojo, y habrá desaparecido la filosofía de la guerra! ¡Desaparezcan las colonias, desaparezca la explotación de los países por los monopolios, y entonces la humanidad habrá alcanzado una verdadera etapa de progreso!

Mientras ese paso no se da, mientras esa etapa no se alcanza, el mundo tiene que vivir constantemente bajo la pesadilla de verse envuelto en cualquier crisis, en una conflagración atómica. ¿Por qué? Porque hay quienes están interesados en mantener el despojo, hay quienes están interesados en mantener la explotación.

Más adelante, Fidel destacó que en el discurso del Presidente de Estados Unidos, había algo inadmisible, y lee:

“En las zonas en desarrollo debemos tratar de promover cambios pacíficos, así como asistir a que lleven a cabo su progreso económico y social. Para hacer esto, para conseguir ese cambio, la comunidad internacional debe poder manifestar su presencia en los casos de necesidad, mediante el envío de observadores o de fuerzas de las Naciones Unidas”.

Esas “zonas de desarrollo” señaló Fidel, son la América Latina, el África, Asia y Oceanía, y acto seguido recordó que el Secretario General ha sugerido que los Estados miembros deben mostrarse dispuestos a hacer frente a futuras peticiones de las Naciones Unidas, para que contribuyan al mantenimiento de dichas fuerzas, y tajantemente dijo:

Deseamos expresar aquí que la delegación cubana no está de acuerdo con esa fuerza de emergencia en tanto todos los pueblos del mundo no puedan sentirse seguros de que no son para ponerlas al servicio del colonialismo y del imperialismo, y mucho menos cuando cualquiera de nuestros países, puede ser en cualquier instante víctima del uso de esa fuerza contra el derecho de nuestros pueblos.

Fidel, a partir de las propuestas hechas sobre el desarme total y completo por varias delegaciones en sus intervenciones, criticó al gobierno de Estados Unidos porque no quiere discutir ese tema en la Asamblea, y proclamó que todo el mundo ponga las cartas sobre la mesa, para que se sepa quiénes quieren y quiénes no quieren el desarme.

Otro tema que planteó Fidel fue el problema de la República Popular China, exigiendo que en el seno de la Asamblea se discuta el ingreso de ese país a la ONU, pues es una negación de la razón de ser de las Naciones Unidas y de su esencia el que ni siquiera se haya entrado a discutir ese problema aquí. ¿Por qué?, preguntó Fidel y respondió: “Porque es la voluntad del gobierno de Estados Unidos. ¿Por qué la Asamblea de las Naciones Unidas va a renunciar su derecho a discutir ese problema?

Luego, recalcó, no se acepta a una nación que representa una cuarta parte del mundo, y sin embargo, se mantiene otro régimen, en medio de una guerra civil, que interrumpió la intromisión de la Séptima Flota de Estados Unidos.

Al hacer su análisis, Fidel, expresó que ha sido franco -sin franquismo-, recordando que en la ONU están los representantes de Franco por España.

Casi para concluir, Fidel trató otro tema de sumo interés, cuando expresó:

Hay que enseñarle a la opinión mundial, que incluye, por tanto, a la opinión norteamericana, a comprender los problemas desde otro ángulo, desde el ángulo de los demás. No presentarnos siempre a los pueblos subdesarrollados como agresores, a los revolucionarios como agresores, como enemigos del pueblo norteamericano. Nosotros no podemos ser enemigos del pueblo norteamericano, porque hemos visto norteamericanos como Carleton Beals, o como Waldo Frank, a ilustres y distinguidos intelectuales como ellos, salírseles las lágrimas pensando en los errores que se cometen, en la falta de hospitalidad que particularmente se cometió con nosotros.

Por último, expuso la posición y la línea de la Revolución cubana:

Estamos, en fin, con todas las nobles aspiraciones de todos los pueblos. Esa es nuestra posición. Con todo lo justo estamos y estaremos siempre: contra el coloniaje, contra la explotación, contra los monopolios, contra el militarismo, contra la carrera armamentista, contra el juego a la guerra. Contra eso estaremos siempre. Esa será nuestra posición.

Allí en la Asamblea presentó Fidel, los aspectos cardinales de la Declaración de La Habana. Después de dar lectura a la parte esencial de este documento, dijo: “Algunos querían conocer cuál era la línea del Gobierno Revolucionario de Cuba. Pues bien, ¡esta es nuestra línea!”.

Fidel concluyó su intervención a las 8:15 de la noche con una prolongada ovación, y fue interrumpido durante su intervención, unas 30 veces, por ovaciones de los delegados a la Asamblea General de la ONU.

(Este artículo fue publicado originalmente en Cubadebate, el 26 de septiembre de 2010, bajo el título Día 26: El discurso de Fidel en la ONU)

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