Paco Azanza Telletxiki - Blog "Baraguá" / Cubainformación - Video: Prensa Latina TV.- Si hiciésemos un repaso a los últimos 57 años del quehacer revolucionario en Cuba, llegaríamos a la conclusión de que, con el compañero Fidel a la cabeza, en la tierra de Martí han sido y son maestros de la unidad, herramienta imprescindible para llevar a cabo con éxito una revolución. 


Tras la victoria del Ejército Rebelde, el primero de enero de 1959, se requería una unidad mucho más sólida y organizada que fuera capaz de frenar las lógicas embestidas de la oligarquía nacional y extranjera en su lucha desesperada por recuperar los privilegios perdidos y, de paso, poder ir avanzando en el radical cambio sociopolítico que una revolución socialista exige si, como la cubana, es verdadera.

Así, los Comités de Defensa de la Revolución —CDR—, la organización cubana que más militantes registra —actualmente unos 8.500.000—, nacieron el 28 de septiembre de 1960; la juventud revolucionaria se unificó, el 4 de abril de 1962, en torno a la Unión de Jóvenes Comunistas —UJC—; el 17 de mayo de 1961 se fundó la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños —ANAP—, para representar los intereses sociales y económicos de los campesinos; la antigua Confederación de Trabajadores de Cuba cambió ligeramente de nombre en 1961, y, con gran impulso para afronta la nueva etapa, pasó a llamarse Central de Trabajadores de Cuba —CTC—. Y no me olvido de las mujeres. Éstas, que durante el período insurreccional ya jugaron un papel muy importante, cobraron nuevos bríos para pasar a ser, con derecho propio, pieza imprescindible en el proceso revolucionario fundando, el 23 de agosto de 1960, la Federación de Mujeres Cubanas —FMC—. Faltaba, sin embargo, un partido que se pusiera a la vanguardia de todo el proceso revolucionario para, legitimado por el pueblo, velarlo y conducirlo.

La estrategia no era nueva. Ya en 1892 Martí creó el Partido Revolucionario Cubano —PRC— para hacer la revolución; y los nuevos mambises, los que entraron victoriosos a Santiago de Cuba el primero de enero de 1959 dirigidos por Fidel, tenían bien aprendida la lección. Conocían que desavenencias en las filas mambisas habían frustrado la revolución del 68; sabían lo qué había sucedido en 1898, al final de la Guerra Necesaria, con la disolución del PRC, así como con el desarme del Ejército Libertador: la conversión de Cuba en un protectorado (1902-1934), primero, y después en una neocolonia yanqui (1934-1958). Conocían, también, cómo la falta de unidad fue determinante para que fracasara la revolución del 30, aquella en la que el primer Partido Comunista de Cuba fundado en agosto de 1925 por Julio Antonio Mella y Carlos Baliño, entre otros compañeros, y magistralmente dirigido por Rubén Martínez Villena durante los últimos años de su corta pero intensa vida, tuvo un papel protagonista. Los revolucionarios cubanos, que tanto habían luchado y sufrido para derrocar al último presidente títere de los imperialistas —Fulgencio Batista— no estaban dispuestos a tropezar con la misma piedra. Así nació, hoy hace cincuenta años, el Partido Comunista de Cuba —PCC—. Pero, para llegar a este importante hecho, antes se hubieron de dar otros pasos.

En julio de 1961, producto de la fusión del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, liderado por Fidel; el Partido Socialista Popular —comunista—, con Blas Roca como secretario general, y el Directorio Estudiantil Revolucionario 13 de Marzo, dirigido por Faure Chomón, se crearon las Organizaciones Revolucionarias Integradas —ORI—. Meses después, el 26 de marzo de 1962, Fidel atacó en un discurso televisado las prácticas burocráticas que llevaban al sectarismo en la organización y el funcionamiento de las ORI, y se inició un proceso de reorganización que desembocó, en 1963, en la sustitución de las ORI por el Partido Unido de la Revolución Socialista Cubana —PURSC—. Finalmente, todo el relatado proceso concluyó en la creación, el 3 de octubre de 1965, del actual Partido Comunista de Cuba.

Fidel habló del Partido de ésta manera: “De la unión de todos los revolucionarios nació ese Partido. Unión que se forjó en el desinterés y el renunciamiento más ejemplar, como símbolo de que una nueva era surgía en nuestra patria. […] Así, de una forma admirable, comenzamos a recorrer el nuevo camino, sin caudillos, sin personalismos, sin facciones, en un país donde históricamente la división y el conflicto de personalidades fue la causa de grandes derrotas políticas. Como el Partido Revolucionario Cubano de la independencia, hoy dirige nuestro Partido la Revolución. Militar en él no es fuente de privilegios sino de sacrificios y de consagración total a la causa revolucionaria. Por ello en él ingresan los mejores hijos de la clase obrera y del pueblo, velando siempre por la calidad y no por la cantidad. Sus raíces son las mejores tradiciones de nuestro pueblo, su ideología es la de la clase obrera: el marxismo-leninismo. Él es depositario del poder político y garantía presente y futura de la pureza, consolidación, continuidad y avance de la Revolución. Si en los tiempos inciertos del 26 de Julio y en los primeros años de la Revolución los hombres jugaron individualmente un rol decisivo, ese papel lo desempeña hoy el Partido. Los hombres mueren, el Partido es inmortal”.

Para elegir a su militancia el PCC sigue el mismo procedimiento que el PURSC, es decir, los trabajadores son nominados a la cantera, de la cual el Partido selecciona a sus miembros por sus compañeros de trabajo en asambleas realizadas en los mismos centros de trabajo. En la elección de su militancia, pues, intervienen ampliamente las masas. Algo muy diferente a lo que ocurre en la mayoría de los países del mundo que, para afiliarse a cualquiera de sus existentes partidos, solo es suficiente con acudir a una de sus sedes, facilitar los datos personales y pagar sin atrasos las cuotas mensuales.

Los enemigos de la Revolución argumentan ridículamente y a menudo, para tratar de desacreditarla, que en Cuba sólo existe un partido político; como si la existencia de varios partidos en un sistema sociopolítico fuese sinónimo de pluralidad y democracia. La pluralidad de pensamiento no tiene necesariamente por qué manifestarse a través de los tradicionales y podridos partidos políticos. Con Batista como presidente, en Cuba había catorce, pero la pluralidad y la democracia brillaban por su ausencia. Lo que no dicen, además, es que el Partido Comunista de Cuba no postula ni interviene para nada en los procesos electorales del país revolucionario, porque el PCC, muy al contrario de lo que ellos exigen que debe ser, no es un partido electorero, y además permanece ajeno a la politiquería, la demagogia y el clientelismo al que de manera permanente incurren la inmensa mayoría de los partidos en el mundo.

La Constitución Socialista de la República de Cuba —cuyo proyecto fue discutido prácticamente por toda la población y aprobada, en 1976, por el 97,7% del electorado, con una participación en el referéndum del 98%— otorgó al PCC el papel de fuerza rectora principal de la sociedad cubana. Luego, como se puede observar, el PCC no es una imposición, sino la voluntad popular, el resultado natural y democrático de las condiciones del proceso social.

El PCC cumple su cometido estrechamente ligado al pueblo, ya que siempre somete a consideración las principales líneas políticas a las masas. Un ejemplo claro es el que se está viviendo actualmente. En 2007, el compañero Raúl Castro, en su por aquel entonces condición de Presidente interino, hizo un llamado a la población de todo el país para que se manifestara sobre temas que fueran de su interés. Este proceso se llevó a cabo durante los meses de septiembre y octubre, y la información obtenida se recopiló en noviembre; de modo que, realizado el resumen de la misma y antes de acabar el año, el Partido se dedicó a analizarlo.

Añadiré que en las reuniones participaron por encima de 5.100.000 personas, y que, a través de sus 3.255.000 intervenciones, concretaron la cantidad de 1.301.203 planteamientos que, como dijera Raúl el primero de agosto del pasado año, “han resultado muy útiles para el trabajo posterior de la dirección del país”; un trabajo, por cierto, que ya está dando sus frutos. Para los que aún creen que en Cuba el pueblo no decide ni aporta nada en las decisiones que toman sus dirigentes, este es un claro ejemplo de que están equivocados. Tampoco aciertan cuando dicen que el cubano es un pueblo sumiso; del 1.301.203 de los planteamientos recogidos y analizados, el 48,8% fueron críticos.

Lo que no se debe confundir es la crítica con la calumnia, que son dos cosas muy diferentes. La dirección del proceso revolucionario siempre ha querido una población crítica; seres pensantes, no seres meramente conducidos. Y ha trabajado durante todos estos años para que así mismo sea. Y es que la Revolución, que además de marxista-leninista también es martiana, hace rato que asumió el significado de estas palabras del Apóstol: “Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es la salud; pero [y esto es muy importante] con un solo pecho y una sola mente”.

“El Partido ha contado y cuenta con esos poderosos brazos —recurro nuevamente a las palabras de Fidel— que constituyen las organizaciones de masas. Ellas son incuestionablemente el enlace que asegura su más estrecha vinculación con las amplias masas”. También expresó acertadamente que “detrás de nuestro Partido está el pueblo entero”.

Si cincuenta años hace ya que se presentó el primer Comité Central del Partido Comunista de Cuba en el teatro Chaplin —hoy Karl Marx— de La Habana, los mismos hacen que el Comandante en Jefe, durante el mismo acto, leyó la conocida y emotiva carta de despedida del Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara. La misiva fue entregada sin fecha el 1 de abril de aquel año, antes de partir hacia el Congo, para que Fidel pudiera hacerla pública en el momento que lo considerara más conveniente.

Por otra parte, un día después de éste hecho tan importante en la historia de Cuba y producto de la fusión de los periódicos Revolución, que era el órgano del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, y Noticias de Hoy, órgano de PSP, se editó por primera vez el Órgano Oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba: el Diario Granma.

El Partido es el mejor fruto de la Revolución

Significó ayer José Ramón Machado Ventura en el acto donde nuestro diario entregó el Sello Conmemorativo 50 Aniversario a Fidel y a Raúl, y sendas obras plásticas del artista Juan Moreira

Sheyla Delgado G di Silvestrelli - Diario Granma.- “No hay episodio heroico en la historia de nuestra patria en los últimos años, que no esté aquí representado; no hay sacrificio, no hay combate, no hay proeza (…) que no esté representado (...) en este Comité Central”, son palabras de nuestro Comandante en Jefe cinco dé­ca­das atrás, reiteradas este viernes por el Se­gundo Secretario del Comité Central del Par­tido y vi­cepresidente de los Consejos de Es­tado y de Mi­nistros, José Ramón Machado Ven­tura, en el acto conmemorativo por el me­dio siglo de la constitución del Primer Co­mité Central y la fundación de su órgano oficial: el periódico Gran­ma, aquel memorable 3 de octubre de 1965, en el que también la vanguardia organizada del pueblo adoptó el nombre de Partido Comunista de Cuba y fuera leída por Fidel la inolvidable carta de despedida del Comandante Ernesto Che Guevara.

Machado Ventura rememoró los dos factores esenciales que determinaron el nacimiento de la organización partidista: “la unión de todos los revolucionarios, y una doctrina científica, una filosofía político-revolucionaria: el marxismo-le­ni­nismo”.

Asimismo, rindió homenaje a los fundadores de la principal publicación de circulación na­cional y agradeció a todos los que han hecho y hacen hoy posible el contar con este “insustituible medio de información, enseñanza, ideología y cultura. Nos sentimos legítimamente orgullosos de nuestro órgano oficial” por contribuir a defender la Revolución. “Granma es necesario hoy y lo seguirá siendo en el futuro”. Más adelante, enfatizó que “el Partido Comunista de Cuba será siempre la co­lumna vertebral de la resistencia de la na­ción cubana”.

Especial trascendencia tuvo el reconocimiento de este rotativo a Fidel y Raúl, mediante la entrega simbólica del Sello Con­me­mo­rativo 50 Aniversario, de manos del director del diario Pelayo Terry Cuervo. Al Co­man­dante en Jefe por constituir “el verdadero fundador, el periodista más certero y el mejor di­rector que haya tenido este periódico”; y al Ge­neral de Ejército, por ser “guía indiscutible, quien siempre nos ha convocado a hacer un periodismo de altos calibres, y a convertir a Granma en el brazo derecho del trabajo del Partido”.

Por su parte, el general de división Ramón Pardo Guerra —fundador del Comité Central y miembro del mismo actualmente— destacó que “ser consecuente ha sido una de las principales enseñanzas de nuestra Re­vo­lución”.

En nombre de los fundadores de este diario, la Premio Nacional de Periodismo José Martí “Por la Obra de Toda la Vida” Marta Rojas, ofreció el va­lioso testimonio de cómo recibió la noticia de la crea­ción de Granma, a partir de la fusión de sus pre­decesores Hoy y Revolución, mientras representaba a este último en sus días de corresponsal de guerra en las selvas de Viet­nam del Sur. Y de to­dos los fundadores, dijo, “el que merece un aplauso, una felicitación este día es su fundador, e infinidad de veces su mejor redactor: Fidel Castro, Co­­mandante histórico de la Revolución Cu­bana”.

Presidieron el acto, además, Miguel Díaz-Ca­nel Bermúdez, miembro del Buró Político y primer vicepresidente de los Consejos de Es­tado y de Ministros; los Comandantes de la Re­vo­lución Ra­miro Valdés Menéndez y Gui­ller­mo Gar­cía Frías; el también integrante del Buró Político y del Consejo de Estado, y ministro del Interior, General de Cuerpo de Ejército Abe­lardo Colomé Ibarra; Abelardo Álvarez Gil, miembro del Secretariado del Comité Cen­tral; Rolando Alfonso Borges, jefe de de­par­tamento del Comité Central, los comandantes del Ejér­cito Rebelde Julio Camacho Agui­lera y Fau­re Chomón Me­diavilla, y Pelayo Terry, di­rector del diario.

Cuatro sucesos, un diario

Un día como hoy hace 50 años confluyen cuatro acontecimientos en la historia Patria: fue adoptado el nombre de la organización política de vanguardia: Partido Comunista de Cuba, la presentación de su Comité Central y el surgimiento de su órgano oficial, el periódico Granma, y la lectura de la carta de despedida de Ernesto Che Guevara por Fidel

Lissy Rodríguez Guerrero y Eduardo Palomares Calderón - Diario Granma.- Años convulsos, de transformaciones que corrían a la velocidad “supersónica” de una Revolución naciente, eran aquellos tiempos en que un 3 de octubre de 1965, con el teatro Chaplin, (actual Karl Marx) de testigo, Fidel sometió a la consideración de los presentes el nombre del entonces Partido Unido de la Revolución Socialista. El Comandante en Jefe pidió propuestas por uno nuevo que sintetizara “lo que somos hoy y lo que seremos mañana”, surgiendo así el Partido Co­munista de Cuba (PCC), con la ovación unánime de todos los presentes, entre los que se encontraban representantes de los núcleos del

De igual forma, realizó la presentación de su Comité Central que ya desde un día antes, el 2 de octubre, había tenido su primera reunión. “…no hay episodio heroico en la historia de nuestra patria en los últimos años que no esté ahí representado; no hay sacrificio, no hay combate, no hay proeza —lo mismo militar que civil— heroica o creadora que no esté representada; no hay sector revolucionario, social, que no esté representado”, dijo Fidel refiriéndose al Comité Central.

Aquella estructura de dirección que nacía era fruto del proceso de unidad de las fuerzas que condujeron al triunfo de la Revolución: el Movimiento 26 de Julio, el Partido Socialista Popular y el Directorio Estudiantil Universitario. De ese trascendental hecho brotaron las páginas de un diario, cuyo alumbramiento es resultado también de ese propósito unitario, que le arrancó a Fidel la hermosa frase de que “Granma es símbolo de nuestra concepción revolucionaria y de nuestro camino”.

Fue por ese sendero que aquella noche se encontraron en un solo colectivo las plantillas de los periódicos Revolución y Hoy, para continuar navegando en el mismo “yate”, que trajo a la Revolución desde las costas mexicanas, en 1956. “Frente al doloroso hecho de la división de las filas revolucionarias en el mundo, nuestra política será de más estrecha unión”, sentenció el Comandante.

En 1999, en una reunión entre periodistas, él volvió sobre aquel 1965. “Granma es un instrumento político, un órgano oficial de un Partido… un órgano en que la cuestión política está por encima de cualquier tentación de subordinar un átomo de su papel, de hacer una concesión…”.

Cada momento de aquel 3 de octubre de 1965 fue histórico, sin embargo, tal vez el de mayor conmoción haya sido cuando —con la voz entrecortada— se le escuchó leer a Fidel la razón por la cual faltaba un revolucionario entre sus filas: “Siento que ya he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la

Revolución cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo, que es ya mío (…) Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos (…) luchar contra el imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura (…) si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti…”.

La lectura de la carta de despedida de Ernesto Che Gue­vara se convierte en el momento más difícil y esperado cuando indagamos en aquel día fundacional del periódico con uno de sus artífices, el Premio Nacional de Periodismo José Martí, Ga­briel Molina, un guevariano de corazón y práctica, en aquel momento jefe de información del rotativo Hoy, quien tuvo la oportunidad de vivenciarlo desde la primera fila, y al recordarlo aprieta muy fuerte sus manos entrelazadas, como quien quiere resguardar allá hondo los detalles de la historia:

“Había mucha tensión con la ausencia del compañero Che Guevara. Yo estaba totalmente preocupado porque la prensa internacional decía horrores y calumnias, hacía conjeturas. Yo me auto designé para cubrir aquel acto, porque sabía que iba a ser algo histórico. Cuando Fidel empieza a leer la carta de despedida, del asombro debo haber dado un brinco tan grande, que él me lo tuvo que mencionar después en el periódico”.

Otros recuerdos de ese día atesora la maestra Susana Lee, quien accede a contarnos desde la informalidad en una de las escaleras de nuestro diario, con el didactismo al que nos tiene acostumbrados; sin embargo, es una jornada de trabajo de las tantas, y primero debe dejar bien amarradas algunas de sus tareas. Luego, enciende un cigarrillo y habla pausado… por momentos frunce el ceño y dice, si por casualidad se le escapa a la memoria alguna precisión: “¡Es que son 50 años!”.

“Ese día era domingo. Estábamos un grupo de compañeros del periódico Hoy —al que entré en el año 1962— reunidos en la casa de un compañero como acostumbrábamos hacer casi semanalmente. De pronto nos llaman por teléfono y nos dicen “todos vengan para acá”. No lo supimos hasta que llegamos al periódico, ¡pero en un segundo nos pasaron por la mente tantas cosas! Algo había pasado, y fuimos para el periódico, ubicado en las calles Prado y Teniente Rey.

Cuando preguntamos nos dijeron que en el acto del Karl Marx se había anunciado la unión de Revolución y Hoy, y debía salir un periódico nuevo, Órgano del Comité Central del Partido. ¡Y va a surgir que sale mañana! Nos dicen que va a haber un acto en un rato, y ya estaban preparando el área de administración, poniendo las sillas…”.

Susana recuerda con precisión que mientras esperaban, fueron las manos del gran caricaturista Horacio Rodríguez las encargadas de diseñar el logotipo de Granma y que alrededor de él se reunieron los jóvenes a esperar el alumbramiento. “Él tenía varios bocetos de las propuestas, bajo un mismo principio del tipo de letra, que se pudiera diferenciar la n de la m. De todas se eligió una, que es la que se mantiene hasta hoy”.

Así nos lo confirma también Delfín Xiqués, jefe del Centro de Documentación, un hombre con cuatro décadas de entrega a este diario y encargado de, entre otras tareas, custodiar como merece aquel primer número, una reliquia patrimonial que recoge el curso de los acontecimientos siguientes ese día.

Una vez concluido el acto Fidel se dirigió a la sede de Hoy acompañado de Armando Hart, Carlos Rafael Rodríguez, los comandantes Juan Almeida, Ramiro Valdés, Guillermo Gar­cía y Faure Chomón, así como otros dirigentes del Partido.

Es en el salón de la administración donde tiene lugar el acto de despedida al compañero Blas Roca Calderío, quien fuera su director, y el propio Fidel destacó en unas sentidas palabras el respeto y admiración conferido a él, al tiempo que informó que iba a ocupar otras responsabilidades como presidente de la Comisión de Estudios Constitucionales, encargada del trabajo rumbo al establecimiento de un orden constitucional en el país, y el I

Contagian Susana Lee y Gabriel Molina de la suerte de emoción que se vivió aquel día, en la confección de un periódico que contiene noticias del acontecer nacional e internacional, y varias de sus páginas dedicadas al hecho histórico. Ella recuerda que confeccionó algunas notas, y él admite a la altura de estos 50 años que, aunque redactó la noticia que aparece hoy en la primera plana: “Creía que era algo tan histórico, tan importante, que mi firma no debía estar allí”. De la misma forma ocurrió con Jorge Oller, jefe del departamento de fotografía de Hoy, y su alumno Pablo Pildaín Prats, encargados de captar las imágenes de los miembros del Comité Central del Partido y Fidel que aparecen en la primera página del periódico sin sus rúbricas.

Fidel en la primera reunión del periódico Granma, realizada en la sede del diario Hoy, donde despidió a Blas Roca, su director, y presentó a Isidoro Malmierca (a la derecha de Fidel) como director de Granma. Foto: Luis González

“Esa noche Fidel se la pasó hablando de la creación del Comité Central del Partido y las guerrillas en Venezuela. Yo me imaginé después que lo hacía para desinformar, porque el Che estaba en África, cosa que a nadie le pasaba por la cabeza”, cuenta Molina sobre lo vivido en medio de la agitación.

Desde la distancia también se vivieron aquellos momentos, y quizá sea ese ardid del destino el que hace tan variopintas las anécdotas que nos llegan. La periodista y escritora Marta Rojas, Premio Nacional de Periodismo José Martí, quien hizo —y hace— bandera de la profesión, antes que la literatura atrapara sus horas libres, se encontraba ese día como corresponsal de guerra en la selva de Vietnam del Sur, donde se hallaba la dirección del frente de liberación.

“Acababa de salir de un lugar donde hubo un bombardeo. Cuando pasó todo aquello salimos de los refugios y un vietnamita traductor me dice todas las noticias. Me preguntó y tuve que explicarle lo que significa el nombre de Granma, y entonces me dijo con una sonrisa jaranera: ‘Los periódicos desaparecieron, ustedes están sin trabajo’. Pero enseguida me comentó que las noticias las había dado el Comandante Fidel Castro. ‘Entonces no hay problema ninguno, no estamos sin trabajo. Sigue oyendo la radio para que nos mantengas informados’, contesté.

“Yo era de Revolución y llevaba allí un tiempo con Raúl Valdés Vivó, que era el subdirector de Hoy. Conociendo todos los elementos de la fusión y que el Partido tuviera un solo órgano, fue emocionante que también allá en la selva de Vietnam del Sur hubiera una representación de ambos periódicos, que trabajábamos coordinadamente. A Valdés Vivó lo había despedido Blas Roca y a mí Enrique de la Osa, director de Revolución. Y a los dos nos recibió Isidoro Malmierca, el nuevo director”.

Sobre la tarea de llevar adelante el “nuevo periodismo”, comenta Susana Lee, la integración de los periódicos “no significó una absorción, sino que cada cual escribía de lo que sabía, de los sectores que llevaba al frente. Poco a poco los periodistas de Revolución se fueron incorporando a nuestras redacciones y pasamos a radicar en el edificio de esa publicación, donde estamos hoy. Se fue aprendiendo en el camino, haciendo un periodismo caracterizado fundamentalmente por la inmediatez noticiosa”.

GRANMA, LA FAMILIA, LA CASA

Pasaron los años y la embarcación noble y victoriosa vivía siempre las transformaciones, las penas y alegrías del país… Esa es quizá la razón por la que sus fundadores —algunos no han podido estar aquí por la premura de estas líneas— expresan a su manera, pero siempre sobrecogidos, algunos con las lágrimas al brotarles del corazón, los momentos más difíciles y lo que para ellos significan estos años en el “yate”.

“Las crisis que ha atravesado Cuba, las económicas sobre todo, las ha vivido Granma también. Una de las principales es la debacle del campo socialista, lo que provocó que el periódico redujera sus páginas. Fue muy duro, difícil, y todavía no hemos salido de él”, comenta Molina sobre la época más dura para el periódico, que trajo consigo no solo que el medio empezara a circular de martes a sábado con solo ocho páginas en formato tabloide, sino que los ejemplares se redujeran.

Sin embargo, no se dejó nunca de escribir, de navegar, de soñar…

“Muchos periodistas se fueron de Granma —no lo estoy censurando, al contrario— pero eso también nos afectó. Yo por ejemplo, me dije ‘este es mi momento’. Me senté y escribí mi primera novela. Claro, tenía tiempo, el trabajo que antes me llevaba cinco horas, ahora lo hacía en 15 minutos y de ahí me sentaba en una máquina y empezaba a escribir”, admite Marta Rojas, una mujer eminentemente martiana, y como tal concluye: “Este diario simboliza la continuación de un proyecto revolucionario inédito en la Cuba del siglo XX. Para mí es como Patria, fundado por Martí”.

En la línea de distribución del periódico encontramos una noche a Genovevo Travieso, quien comenzó siendo repartidor de periódicos en el Hoy, y representa a los trabajadores que hacen posible que el periódico llegue todavía “caliente” a las manos de los lectores. “Esto es como si fuera mi casa, fíjese que no me he jubilado, y aquí pienso seguir”.

De telefonista a auxiliar de redacción, hasta especialista en el Centro de Documentación, Ana Ferrer —nuestra Anita— entiende al diario como su casa y a su gente como la familia que necesita ver todos los días. “Aquí he aprendido, me he forjado, este olor es el aire que necesito para vivir”, dice después de mucho esquivar las preguntas y en medio de una palpable humildad.

“Granma significa ‘mi vida’. Las satisfacciones en el orden personal que tuve yo a lo largo de mi carrera, que ya va por 53 años, no sé de qué otra manera hubiera podido sentirla. Me siento feliz de haber tenido la posibilidad, de reportar, escribir, de que haya quedado en letra impresa, en blanco y negro, en tinta de imprenta, las hazañas de este pueblo y sobre todo haber estado al lado de Fidel”, dice Susana Lee y siembra una semilla en los jóvenes, aunque ella quizá no lo advierta: “Por eso ustedes tienen que multiplicarse, ser capaces de sostener ese hilo conductor que es el pueblo, que es el que es capaz de hacer, y tienen que llegarle a él”.

Desde Santiago de Cuba otro de sus fundadores, René Camacho Albert, con esa mirada felina agazapada detrás de los lentes metálicos y la habitual pipa al estilo Sherlock Holmes, habla a la altura de sus 73 años de cuando fuera corresponsal del periódico en el oriente cubano. “Fueron 31 años ininterrumpidos. Granma me hizo hombre en el cabal sentido de la palabra, y me hizo amar más a mi Cuba y a la Revolución. Si no fuera por las pesadas bromas del corazón, creo que aún estaría en sus páginas, aunque jamás he dejado de verme en ellas, como tampoco he perdido el hábito de que su lectura, ya sea por Internet o la edición de papel, continúe siendo mi desayuno cotidiano”.

Poco antes de terminar el diálogo Susana se asegura de que, aunque nos traicione el espacio, no quede algo importante por decir: “Quiero que hagan mención de alguna manera a la cantidad de compañeros que estuvieron en aquellos momentos y a los que ya no están, todo el personal de linotipo, de cajas, de distribución, todo el aparato del periódico, de la rotativa, de la redacción... El trabajo de cada uno de ellos, fue siempre muy importante”.

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