La actualización del modelo económico y social es también la formación de un Ser Humano Nuevo... “El socialismo económico sin la moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación” Ernesto Che Guevara .


 

José Armando Fernández Salazar - Cubahora.- El cuentapropismo tiene sus historias. Desde la familia que renunció en pleno a su vida profesional para dedicarse a vender pizzas, hasta la del gafe que va por su decimocuarto negocio fallido. La de aquel grupo de arrendadores que reunió parte de sus ganancias para ayudar a la rehabilitación de una sala oncológica infantil o la de vendedores sin ley que lucran con la necesidad de sus paisanos.

El cuentapropismo está de moda. Siempre me encuentro con alguien que tiene un negocio en mente, que ahora va por un crédito o espera un dinerito de un primo lejano. Ya son más de 500 mil los cubanos que ponen los frijoles, o a veces algo mejor, sobre la mesa de su familia teniendo como única o principal fuente de ingresos el trabajo no estatal.

 

  • Ernesto Guevara de la Serna: (14 de junio de 1928, Rosario, Argentina - 9 de octubre de 1967, La Higuera, Bolivia) Combatiente revolucionario, estadista, escritor y médico argentino-cubano. Formó parte de la expedición del yate Granma. Durante la Revolución fue designado Presidente del Banco Nacional de Cuba y ministro de Industrias. En 1965 dirigió un frente guerrillero en el Congo contra la intervención de los mercenarios blancos y sus aliados locales. Tras una campaña de varios meses cayó prisionero de las tropas bolivianas en la quebrada del Yuro y al día siguiente de su captura fue asesinado.
  • Actualización del modelo económico cubano: Proceso mediante el cual se pone a tono, con las circunstancias concretas de los últimos años, el modo de organización y funcionamiento de la economía, la manera, las vías, los mecanismos de construir una economía socialista, como fundamento de la sociedad a la que aspira Cuba, como única alternativa real al capitalismo.

La actualización del modelo económico y social, sin renunciar a la propiedad social sobre los medios de producción, ha ampliado esta y otras formas de gestión, como las cooperativas y la inversión extranjera. Se trata de mecanismos que tienen el propósito de incentivar el desarrollo de las fuerzas productivas con el ánimo de construir un socialismo próspero y sustentable, que es como decir construir el socialismo a la cubana.

Como ha reconocido el propio Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Raúl Castro, se trata de la última oportunidad histórica para salvar el proyecto alternativo cubano, cuyo concepto no aparece escrito en ningún manual y cada día parece que se descubre ante nuestros ojos como si fuera algo completamente nuevo.

En esas tribulaciones no falta la aparición de fenómenos que resultan contraproducentes con los principios de la sociedad cubana. La corrupción, el egoísmo, la enajenación y la pérdida de valores, son manifestaciones de ese costo social que provoca la recurrencia a prácticas del modo de producción capitalista para incentivar las fuerzas productivas.

Para muchos el Estado debería ceder la propiedad de más sectores de la economía y limitarse a cobrar impuestos o repartir riquezas. Otros tienden a considerar demasiado ingenuas las proposiciones que hacen hincapié en la educación, la ética y la moral de las personas como una vía para dar solución a los problemas económicos.

Son los llamados economicistas, que pretenden encontrar en el determinismo de los números y por cientos la explicación de la compleja conducta humana, y aunque en ocasiones los mueven las buenas intenciones, se sabe que de ellas está empedrado el camino del Infierno.

No es la primera vez que la sociedad cubana se enfrenta a una encrucijada como esta. En la década de 1960 se vivieron polémicas similares, pero en un contexto diferente, cuando la experiencia del socialismo real de Europa del Este y la Unión Soviética constituía una influencia muy fuerte.

En aquel entonces una voz se sumó al debate. Una voz y un brazo, porque cada letra que depositó sobre la cuartilla en blanco fue el resultado de un profundo análisis de la teoría marxista-leninista y la aplicación práctica de estas conclusiones desde su puesto del Ministerio de Industrias o el Banco Central de Cuba.

Esa conjunción entre teoría y praxis matizaron el pensamiento económico de Ernesto Che Guevara, extensamente citado pero muy pocas veces imitado. Por ser concebido desde el Tercer Mundo y para el Tercer Mundo, fue original y herético, pero en la actualidad mantiene su vigencia y es una alerta sobre los peligros de “construir el socialismo tomando prestadas las armas melladas del capitalismo”.

Uno de los principales señalamientos del Che en sus escritos y discursos era el riesgo de que prosperaran posiciones que defendían un socialismo mercantil o el uso inteligente de la ley del valor, puesto que reproducían conceptos capitalistas pero en una sociedad en la que no existía la explotación del hombre por el hombre, lo que conducía a una contradicción que a la postre limitaba el desarrollo económico.

En este sentido es revelador, por ejemplo, la explicación que brinda sobre los efectos en los precios y los salarios que se derivan de la aplicación de fórmulas capitalistas; o el peligro de convertir los incentivos materiales en la palanca del desarrollo y abandonar el estímulo moral y el trabajo político.

Precisamente uno de los ejes discursivos fundamentales del pensamiento del Che era la subordinación de lo económico a lo político y la importancia de la conciencia en la solución de las problemáticas de la realidad.

De ahí se desprende por ejemplo la importancia que daba al estímulo moral por encima del material. Ello no quiere decir que no estuviera claro de que las personas tenían que satisfacer necesidades básicas como la alimentación, pero si la sociedad se circunscribía a atender solo a estas, entraba en un círculo vicioso que conducía al consumismo, de ahí la importancia de retribuir las hambres espirituales de los seres humanos.

Estos artículos, entre los que se encuentra el paradigmático El socialismo y el Hombre en Cuba, son un valioso testamento político y económico del que murió en la Higuera. Volver a ellos en las circunstancias actuales es una experiencia completamente nueva. De ella sacaríamos como síntesis que la actualización del modelo económico y social no debe conducirnos únicamente a la sostenibilidad, prosperidad y desarrollo de las fuerzas productivas, es también, y quizás, sobre todo, la formación de un Hombre Nuevo.

Guevara, la perenne invocación del hombre nuevo

A 46 años de la caída en combate del Che, la inspiración del Guerrillero Heroico merece encauzarse por los rumbos de la “actualización”...

Yoelvis Lázaro Moreno Fernández - Cubahora.- Llegué a la escuela y me enseñaron a decir, en alta voz y a coro, que todos seríamos como él. Y poco a poco fuimos abrazando la expresión de un credo hondo, de un juramento de camino largo. Recuerdo las palabras entrecortadas, medio tímidas, de aquella muchachada pionera. Recuerdo a la profe organizándonos en fila, diciéndonos que nos pusiéramos uno detrás del otro, que mantuviéramos una postura firme, erguida. Recuerdo a todos mis compañeritos con boina y el ceremonial saludo, igual que el de la bandera.

Recuerdo las horas matutinas de octubre como si fuesen hoy, los homenajes hablando de La Higuera y la Quebrada del Yuro, los versos de las goticas de agua clara y la ingenua alusión a quien “murió en Bolivia con una estrella en la frente, alumbrando el continente de la América Latina”. Recuerdo, recuerdo… aquella infancia del cariño profético, aquellos años de querer ser, intentar ser.

Yo todavía quiero, y seguiré intentándolo. Sí, pero no me acepto el anhelo por el simple anhelo. Eso no, eso sería entonces lo peor, la antítesis de todo. Alejado de lo rítmico de la consigna, alejado de lemas y discursos, me pregunto yo mismo, sin que nadie más intervenga, a qué Che debemos aspirar, qué Che podemos construir, que traducida la expresión en su significado más primario sería algo así como “de qué modo aprender del amigo”.

Y es que a estas alturas, en este paralelo de convergencias y discordancias múltiples, cuando Cuba cambia y se enrumba hacia proyectos mayúsculos, cuando la isla examina sus propias estructuras; necesitamos un Guevara crecido, oxigenante, previsor; un hombre que no lo hagamos teque ni epopeya fría, como a veces se suele decir por ahí. Tenemos que saber recordarlo.

Examinemos entre todos cómo traer al héroe a las configuraciones de los nuevos tiempos, cómo tocarle el codo con lo “voluntario” del trabajo de hoy al hombre de carne y hueso, cómo bajarlo de la estatua sin que pierda su vigilancia y su luz larga, sin que deje de andar con la adarga al brazo.

De Guevara, en primer lugar, se hace imprescindible rescatar con meridiano tino sus aportes teóricos y prácticos a la construcción del socialismo, un socialismo que no tiene otros referentes que los fijados por él mismo desde su condición única. Y el ejercicio está en socializar, bajar a todos los estratos, palpar. Bien lo dejó esclarecido: “Lo difícil de entender, para quien no viva la experiencia de la revolución, es esa estrecha unidad dialéctica existente entre el individuo y la masa, donde ambos se interrelacionan y, a su vez, la masa, como conjunto de individuos, se interrelaciona con los dirigentes”.

El Che abogó por el hombre nuevo, lo prescribió desde los años fundacionales del proyecto social cubano como aquello que va naciendo. “Su imagen no está todavía acabada; no podría estarlo nunca ya que el proceso marcha paralelo al desarrollo de formas económicas nuevas”.

Ahí está una de las esencias más maduras del héroe y estudioso: tomar la economía como elemento sustancial y desencandenante de muchos otros; pero que obligatoriamente debe estar conjugada en un sistema integral, donde lo económico, lo político, lo cultural, lo sociológico, lo histórico se condensen a través de cuestiones fundamentales, como el papel del hombre y la conciencia del individuo.Y no se puede aspirar a algo si ese algo no se enseña, si a ese algo no le damos vida, cuerpo, esencia. “Sin hombres socialistas no se puede hacer el socialismo”.

De ahí el valor de la educación, la verdadera educación, la enseñanza práctica; nunca el escolasticismo y la repetición monocorde; nunca la fanfarria académica, nunca el desentendimiento de las realidades que son muchas pero capaces de encauzarse como una sola. “Lo importante es que los hombres van adquiriendo cada día más conciencia de la necesidad de su incorporación a la sociedad y, al mismo tiempo, de su importancia como motores de la misma”. Esa importancia es crucial, no se puede retroceder en tan decisivo intento.

Del Che nos viene haciendo falta no perder la perspectiva que ha de acompañar a los que van delante, que son los que rectorean, conducen, organizan: “Ya no marchan completamente solos, por veredas extraviadas, hacia lejanos anhelos. Siguen a su vanguardia, constituida por el partido, por los obreros de avanzada, por los hombres de avanzada que caminan ligados a las masas y en estrecha comunión con ellas. Las vanguardias tienen su vista puesta en el futuro y en su recompensa, pero esta no se vislumbra como algo individual; el premio es la nueva sociedad donde los hombres tendrán características distintas: la sociedad del hombre comunista”.

"El camino es largo y lleno de dificultades. A veces, por extraviar la ruta, hay que retroceder; otras, por caminar demasiado aprisa, nos separamos de las masas; en ocasiones por hacerlo lentamente, sentimos el aliento cercano de los que nos pisan los talones. En nuestra ambición de revolucionarios, tratamos de caminar tan aprisa como sea posible, abriendo caminos, pero sabemos que tenemos que nutrirnos de la masa y que ésta solo podrá avanzar más rápido si la alentamos con nuestro ejemplo" (citas de El socialismo y el hombre en Cuba, de Ernesto Guevara).

Cabe entender entonces que no apostemos por el arquetipo, por la modelación perfecta del hombre nuevo, ni del Che tampoco. Cada tiempo hace a sus hombres, y hace a su gente común, y relee a sus héroes, y busca y rebusca en el pasado para seguir.

Defendamos al Guerrillero antidogmático, desprovisto de arengas; al del espíritu crítico y mirada aguda para examinar su realidad; al de la autocrítica comprometida y franca, al de Argentina, el Congo, Cuba, Bolivia y América toda; al de los sueños integracionistas; al comandante, fecundo en los combates más escépticos de la vida cotidiana; al padre; al compañero del arroz con pollo para todos; al ser humano de las mil batallas y más, las ya libradas y las que faltan por librar; a la perenne invocación de su estatura, que no es cualquiera.

Ya hace tiempo que llegué a la escuela y me enseñaron a decir muchas cosas; aún recuerdo lo que quería ser. Ahora puedo entenderlo todo mejor.

El Ché, la dialéctica de la eternidad

La interpretación intelectual dirá que los hombres como el Che no mueren nunca, y es así el eterno renacer de los mitos...

Stella Calloni - Cubahora.- Se dice con cierta liviandad que allá en la Higuera, allí donde los asesinos creyeron matarlo, los campesinos, los pobladores aún ven a Ernesto CHE Guevara andando por aquellos lugares más olvidados.

O que "creen "que en realidad es un santo, que llegó hasta ese lugar en el mundo, para redimir, salvar y curar a los pobres, No, no lo creen, así, como creencia vaga. Sienten ese peso de amor regado por el CHE, en cada uno de los caminos que anduvo.

Y sólo imaginándolo en su integridad humana, en su capacidad asombrosa de imaginar y sembrar sueños de redención, podemos entender que aquellos campesinos saben, con la sabiduría con que resisten a la dura realidad en que viven, que es imposible que el CHE haya muerto.

La interpretación intelectual dirá que los hombres como el Che no mueren nunca, y es así el eterno renacer de los mitos.

"¿Es que no somos los revolucionarios los primeros que empezamos por reconocer lo efímero de la vida física de los hombres y lo perdurable y duradero de las ideas, la conducta y el ejemplo de los hombres, si ha sido el ejemplo el que ha inspirado y ha guiado a los pueblos a través de la historia?". Es algo que se preguntaba y preguntaba al pueblo cubano el comandante Fidel Castro en la dolorosa hora en que tuvo que dar la noticia de la muerte del comandante Guevara, el compañero eterno, el amigo cuya lealtad con la verdad siempre destacó.

"Porque los cantos de victoria de los imperialistas de que (la muerte del CHE) va a servir para desalentar la lucha revolucionaria, no tardarán en ser desmentidos por los hechos. Los imperialistas saben también la fuerza del ejemplo, la tremenda fuerza del impacto; y los imperialistas saben que si un hombre físicamente puede ser eliminado, un ejemplo como ese nada ni nadie lo puede eliminar jamás" diría también en su memorable informe al pueblo.

El CHE, ya era ese mito, cuando se largó a los caminos de América Latina. Un viajero juvenil, que iba descubriendo asombrado a sus hermanos en un territorio, que nunca pudo ver como una sucesión de fronteras, de líneas demarcatorias falsas y frágiles. Lo reflejó en su escritura, que siempre fue un viaje, y sus viajes eran literatura hablada o escrita.

Y también combate cotidiano, cuando tocaba la realidad hasta que esta doliera en su cuerpo. Combate cotidiano, no sólo por la liberación de los pueblos, sino la lucha interior para liberar al "hombre nuevo" que algunos no quieren ver, ni dejar nacer porque entienden que la capacidad de amar al otro, al prójimo, al compañero, al hermano, al combatiente, al poeta, al niño que busca comida en los desperdicios, al ser humano más desvalido y al más intenso, sensible y desamparado, los puede hacer "débiles".

No entienden -como bien lo explica el CHE en cada una de sus líneas- y no sólo en su elaborado pensamiento político exhumando realidades a la intemperie, como él las vivió, que para andar libre en este mundo ciego, uno no debe cegarse para ser aceptado dentro de los cánones de un capitalismo feroz y desalmado.

Todo lo contrario, despertar y renacer a cada paso, mirar como miran los que construyen una vida viva.

Mirar con la ética de un apóstol, como miraba José Martí, iluminando todo lo que estaba a su alcance.

Así iluminaba e ilumina el Che. Así escribía, no para la vanidad o la gloria, sino para una humanidad humanísima. "Creo que escribir es una forma de encarar problemas concretos y una posición que por sensibilidad se adopta ante la vida", dijo alguna vez.

Bien podría decirse, que ese hombre, ese mismo CHE, que con ojos entreabiertos, la barba desafiante, una leve sonrisa, que lo hizo ver como a un Cristo, allí sobre una fría y gris mesa de morgue, se burló de la muerte, desconcertó a sus asesinos, que comenzaron a conjeturar los misterios de increíbles resurrecciones que matan a la muerte.

Ese mismo CHE que insurreccionaba todo a su paso, que recreaba pensamientos y teorías, con la precisión que da la dialéctica como condición vital, como ejercicio de la realidad, que reverdece y no apaga o envejece las concepciones teóricas.

"El CHE podía llorar por dentro mientras daba las órdenes más duras en los momentos cruciales", me dijo alguien alguna vez.

"Un CHE humanísimo", dijo otro encendedor de fuegos, que siempre lo miró como alguien que podía errar, equivocarse, volver atrás, "humanísimo" en el sentido de la imperfección humana, con una voluntad de convertir la independencia en una liberación nacional definitiva. Pudo interpretar comprensiva y críticamente al mundo moderno.

Había entendido la esencia brutal del colonialismo que hasta hoy nos agobia, tratando de enterrar nuestras culturas, ideas, renaceres y nos enseñó a luchar contra la colonización eterna, que aún anida en mentes y corazones. Esas que el enemigo intenta ganar en una guerra encubierta, cuyos mayores combates se dan en los medios masivos de comunicación, controlados militar y sicológicamente, en los entretenimientos disparados como baterías sobre nuestros pueblos, para colonizarnos mejor.

Quería recordar al CHE, quizás de otra manera, con otras palabras que brotaran como el agua, su enseñanza más profunda y más simple, vivir revolucionariamente sus ideas, reelaborar conceptos teóricos, romper con los dogmas para construir un socialismo vivo, candente, como soñó alguna vez la dirigente comunista chilena, Gladys Marín: "un socialismo de colores", universal, pero salido desde las realidades y culturas más diversas, como un arcoíris.

Un socialismo del Siglo XXI, que recree el paso de los tiempos, las renovadas realidades, y con la precisión científica de la dialéctica, que devora esquemas, mediocridades, individualismos, porque es la esencia de lo colectivo, de lo trascendente sobre lo banal o los estancamientos.

Junto a Fidel y sus compañeros de la Sierra Maestra, el alcanzó a imaginar ese socialismo vivo. Alcanzó a vivir sus primeros pasos en esa pequeña isla del Caribe, que amó y que es hoy el espejo de todo lo que es capaz de hacer el hombre nuevo o en proceso de serlo en medio de todas las adversidades, con la fuerza de la convición, con la pasión del creador, con la dignidad del justo.

 

Cuba
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