Anailí Román - Foto: Yalil Guerra - Cuba Contemporánea.- Con tres nominaciones precedentes y un Grammy Latino recibido en 2012 por su obra “Seducción”, incluida en el disco Live in L.A, de la pianista Elizabeth Rebozo, el músico cubano Yalil Guerra aparece nuevamente este año entre los aspirantes al codiciado gramófono.

Es esta la tercera vez que disputa el reconocimiento a la Mejor composición clásica contemporánea. Y por si fuera poco la primera que, además, se ubica en competencia por partida doble con una nominación que lo incluye también en el selecto grupo de contendientes al Mejor álbum de música clásica.

Habrá que esperar, como es lógico, la entrega de premios el próximo 19 de noviembre en la ciudad de Las Vegas. Sin embargo, que su disco Yalil Guerra: Trabajos para orquesta de cuerdas, y en particular la pieza “El retrato de la paloma”, estén representando a la música cubana en tales apartados, parece ser ya un mérito para no desestimar.

“Se trata de un álbum de colección que contiene los estrenos mundiales y parciales de mis obras en Cuba, con la prestigiosa orquesta Ensamble Solistas de La Habana y un director de lujo, el maestro Iván Valiente. Fue grabado en directo durante una presentación el 13 de octubre de 2014 en la Biblioteca Nacional, y recoge las emociones de los músicos y del público ante cada una de las piezas que se interpretaron”.

“La esencia musical de mi obra está reflejada en ese fonograma”, asegura. “El Yalil que ama a su tierra, a su gente, a su pueblo... También están la canción cubana, el bolero, la trova, sin abandonar las técnicas compositivas clásicas que me caracterizan, el contrapunto, las armonías sorpresivas, cadencias impredecibles, orquestaciones y técnicas modernas”.

Desde Estados Unidos, donde vive hace 15 años, Yalil recuerda vía correo electrónico los inicios de su acercamiento a una orquesta que, para él, ha conseguido revelar las esencias musicales que lo definen como el guitarrista y compositor que es. Pero también como el artista que, de todas las formas posibles, sigue teniendo “en el alma y el corazón” a una Cuba de la que parece no haberse ido nunca.

“El talento, la pasión y el entusiasmo demostrado por cada uno de estos jóvenes músicos me cautivó desde el año 2010, cuando grabé por vez primera con la orquesta el disco Old Havana, que reúne todas mis obras para orquesta de cuerdas. En aquella ocasión estuvimos nominados al Grammy Latino en la categoría de Mejor disco de música clásica. A partir de ese éxito, han mantenido un trabajo continuo con mi obra, realizando estrenos mundiales y panamericanos de las mismas”.

Luego de este tiempo de colaboración e intercambio creativo sistemático, habría que reconocer al maestro Iván Valiente y a Ensamble Solistas de La Habana como “los verdaderos responsables de introducir por primera vez en Cuba mi música de concierto”, afirma Yalil.

“Trabajar con ellos -comenta- ha sido mágico, sacado de otra dimensión. El cariño con que han interpretado mis composiciones es inigualable. En realidad le han puesto todo su amor, lo cual es de agradecer, pues no siempre encuentras agrupaciones que se entreguen a un proyecto con tanta devoción. Mi mejor pago es este, y la vida y el universo nos ha recompensado, además, con esta doble nominación al Grammy Latino, un premio que creo nos gratifica a todos”.

Caminos para ir y volver

El sueño de componer sus propias obras -del que Yalil comenzó a ser consciente cuando aún era pequeño y estudiaba guitarra clásica- hoy adquiere forma en un catálogo autoral que responde al propio ecumenismo de la música.

“La acogida de mi música clásica ha sido muy buena. Pienso que se ha convertido en un fenómeno global, pues no se limita a Cuba y Estados Unidos, también se ha interpretado en países como Alemania, Inglaterra, España, Italia, Suiza, Polonia, Canadá y México, entre otros”.

Y ha trascendido, incluso, el habitual espacio de las salas de concierto, sería preciso agregar. Porque en el caso particular de la escena estadounidense se ha visto crecer, asimismo, a un artista que no limita su desempeño únicamente a la interpretación y la composición.

“Durante muchos años he tenido el honor de trabajar con el departamento de música y audio de la cadena Univisión; colaborando con arreglos, componiendo, produciendo y grabando la música para varios shows de la cadena, como la Copa Mundial de la FIFA 2010, premios Lo Nuestro (2006-2010), los premios Grammy Latinos (2005-2009), y los premios Juventud. Estoy muy agradecido por esa oportunidad”.

Ahora, las nuevas posibilidades que emergen del proceso de normalización de relaciones con Estados Unidos permitirán, en su opinión, abrir nuevos caminos para el desarrollo de la música cubana. Senderos de idas y vueltas que, ya sabemos, suponen más de un desafío.

“El mejoramiento de las relaciones entre ambos países es algo fabuloso para la industria musical cubana. Los compositores, productores, artistas y músicos cubanos -y me incluyo- debemos superarnos a nosotros mismos haciendo trabajos novedosos y de alta calidad, y entendiendo también que hay una diferencia entre la música comercial y la de arte. Cada una de ellas se rige por patrones distantes, que no son difíciles de comprender y que podemos aprovechar. La pasión, humildad de carácter, creatividad y talento pienso que deberán siempre ser la bandera de nuestro arte. Además, mantener un espíritu positivo, lleno de amor y sencillez es lo que nos hace grandes y dispuestos a aprender cada vez más”.

Sonoridades cubanas mediante, y con la influencia también de grandes maestros de la música universal, lo raigal que define su obra es probablemente el sello de identidad más importante de su carrera. De su vida, que en este caso es lo mismo. O al menos uno siente como si lo fuera.

“El haber emigrado a los 20 años despertó en mí una curiosidad inmensa por conocer y descubrir más a mi cultura, mis raíces, mi gente”, afirma. “Creo que aunque sobreviva la distancia física, estoy muy cerca de los míos y Cuba permanece en mí”.

Tanto, probablemente, como su música permanece en Cuba. Aun cuando se geste mar por medio y las “separaciones” parezcan determinar, incluso, algo de lo que somos.