Harold Iglesias Manresa - Foto: Ricardo López Hevia - Cuba Contemporánea.- Dos visitas al Estadio Panamericano, par de gratas sorpresas. Cuando el peso del pedigrí se hace presente crecen las expectativas. De hecho, en la segunda cruzada llegué simultáneo con Dayron Robles.


Vaya imagen, un bólido de las vallas cortas bajándose de un Chevrolet 1956 y presto a realizar el circuito de tramos que dictaba su sesión de entrenamiento de lunes. Por cierto, tramos extensos que nunca fueron de su devoción, pero se le ve centrado, con su temperamento habitual y esa mirada que devela grandeza y que aún está presto a asestar otro golpe de orgullo. Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 se prestan de maravillas para que el otrora discípulo por una década del avezado Santiago Antúnez -considerado por muchos uno de los mejores entrenadores de dicha modalidad en el planeta-, ahora bajo la égida de Ramiro Álvarez, preparador de Santiago de Cuba que por mucho tiempo trabajó con atletas de categorías cadete y juvenil, intente saciar su sed de triunfo.

Motivaciones tiene de sobra, comenzando por el hecho de que su posible inscripción en la armada élite de cara a los principales compromisos internacionales, al decir de la Federación nacional, dependerá de sus resultados en las confrontaciones domésticas, escenario en el cual Yhoanis Portilla (13.30 segundos) y Yordan O´Farrill (13.23) son los principales rivales del guantanamero en su regreso.

A propósito de Dayron, quien como un fuerte inexpugnable manifiesta no estar aún preparado para conceder entrevistas, compitió en varios mítines durante la temporada, siendo 13.32 su mejor crono en los 110, mientras que en los 60 c/v su marca cimera fue de 7.53. Ambos rankings del orbe fueron regenteados por otro cubano: Orlando Ortega, dueño de respectivos 12.94 y 7.45. Sucede que Ortega recientemente recibió la ciudadanía española y de seguro vestirá los colores ibéricos en Río 2016.

Un desencuentro entre el guantanamero nacido el 19 de noviembre de 1986 y la Federación cubana comenzó hace poco más de dos años, cuando Dayron solicitó la baja de la armada élite y bajo cauces legales se insertó en el circuito de mítines europeos. Eso sí, nunca manifestó su intención de representar a otra nación.

“El futuro de Robles será lo que él quiera decidir, tiene aún gran potencial, mucha maestría para la disciplina. Compitió en varias ocasiones esta temporada, hizo 13.32, lo que demuestra su forma. Ojalá pueda estar en las Olimpiadas. Él no tenía ninguna residencia en otro país. Trabajamos con Robles por espacio de diez años; aparte de sus maravillosas condiciones físicas, su mayor virtud es el deseo de ser un atleta de altos niveles, exigente en el entrenamiento y muy estudioso tanto en el aspecto deportivo como docente, incluso en la vida”, expresó Antúnez al colega Miguel Hernández al conocer del retorno de su otrora pupilo.

De hecho, Dayron llega, desde mi perspectiva, en un buen momento. Las vallas cortas no cuentan con un líder universal indiscutible, y sí un grupo de corredores curtidos con tiempos muy similares, entre ellos el ruso Sergey Shubenkov (as del orbe en Beijing con 12.98). Las principales figuras de casa en la actualidad no han dado ninguna muestra de solidez suprema. Portilla y O'Farrill quedaron quinto y sexto, por ese orden, en los Panamericanos de Toronto, y luego a la hora cero en el Mundial de Beijing recalaron en los escaños 11 (13.43) y 26 (13.64).

Pongamos como ejemplo al estadounidense David Oliver: con 31 años se proclamó as mundial en Moscú 2013 amparado por 13 flatt, y en julio último quebró en suelo canadiense la plusmarca continental -que le pertenecía justamente a Dayron-, llevándola de 13.10 a 13.07, además de coronarse en la Liga del Diamante.

De vuelta al guantanamero de 1.92 metros de estatura, su componente físico está bien ajustado. Si bien es cierto que no coqueteó con sus mejores registros en la cruzada individual europea, también lo es el hecho de que pudiera verse su año como sabático, sin la planificación metódica y puntual de un mentor, calibrando volúmenes prácticamente a tenor con la experiencia acumulada y enfrentándose a cada nueva carrera como si se tratase de romper el hielo. Eso sin contar otras presiones que de seguro afloraron en el componente psicológico y emocional.

Pero confío en que en su bitácora tiene bien guardadas la sed de triunfo, esa técnica exquisita para cruzar las vallas y la inteligencia que siempre se le han ponderado y que lo convirtieron en rey del Olimpo deportivo y recordista universal (12.87), continuador de una tradición iniciada por Emilio Valle, campeón mundial juvenil de 400 c/v y finalista olímpico de los 110 en Barcelona 1992 y Atlanta 1996, y Anier García, rey en Sídney 2000 gracias a 13.00 segundos, por solo mencionar a dos encumbrados.

Sigo en la pista, Dayron, con una dosis visible de cansancio, concluye su sesión de entrenamiento, repasa los tramos recorridos, hurga en su horizonte de motivaciones. Está decidido a retornar por todo lo alto…

Yarelis busca otra órbita de gloria tras dar a luz

Si dijera que el cerco de calidad del disco femenino cubano se cierra aun más, algunos se preguntarían por qué. Sucede que Yarelis Barrios nuevamente ha decidido insertarse en la pelea, luego de dar a luz a su pequeña Ivanna.

Hablamos de una guerrera, como la calificara su actual entrenadora Hilda Elisa Ramos, una discóbola de competitividad extrema, capaz de eslabonar una cadena de cuatro podios universales consecutivos: alcanzó 63. 90 metros y plata en Osaka 2007 y repitió dicho metal con 65.31 en Berlín 2009; Daegu 2011 le deparó bronce (65.73), al igual que Moscú 2013 (64.96). Palmarés que adereza con el subtítulo olímpico de Beijing 2008 (63.64) y el bronce de Londres 2012 (66.38). Por si no bastara, la pinareña de 32 años exhibe tope personal de 68.03.

Lo que sí resulta incuestionable es que tanto Dayron como Yarelis vienen a convertirse en dos refuerzos de lujo para nuestra preselección de campo y pista. En el caso del disco, Barrios formará yunta en las sesiones con Yaimé Pérez (67.13) y pugnará internamente también con la reina del orbe, la villaclareña Denia Caballero (70.65). De ellas tres, solo dos podrán inscribirse en la cita carioca, en el supuesto caso de que Barrios recobre su forma anterior.

“Estuve ausente después de culminar la temporada del 2013. Salí a buscar un resultado en la vida, mi mayor trofeo, mi pequeña Ivanna, que nació el 5 de enero pesando 8.13 libras. Estoy feliz, en ese tiempo disfruté mucho cada competencia de disco, el nivel alcanzado en Cuba y el mundo. Esa fue mi principal motivación para regresar.

“Siempre la rivalidad interna es positiva. Llevo cuatro meses acondicionándome. Le agradezco enormemente al equipo médico que me atendió en Pinar del Río, la genetista. Imagina que solo subí tres kilogramos de peso durante el embarazo. De lo contrario no hubiese sido posible materializar el retorno con tanta fluidez.

“Actualmente trabajamos sobre el fortalecimiento de todos los planos musculares, para luego comenzar a retomar el aspecto técnico. Algo que considero muy importante, el componente anímico, esa adrenalina de sentirme ahí, el empuje de mis coequiperas, está latente. Con Hilda Elisa todo va marchando bien, hay comunicación pues ella me ayudó mucho cuando yo era juvenil. Creo en los cambios y tengo fe en que todo saldrá.

“Por otro lado, poseo el equilibrio de contar con el apoyo total de mi madre Nereida y mi esposo Iván. Ahora me acompañan y están asumiendo esta nueva etapa, que lleva mucha adaptación, pues creo que tengo Ivanitis”.

El nombre de su hija lo tenía pensado desde la final del Grand Prix 2012. “Había una martillista rusa de ese nombre y me gustó, hicimos buena química, y ya ves. Me siento como langosta en mi salsa. He roto el hielo en este recomenzar con todas las condiciones iniciales creadas”.

Fin del recorrido, por ahora el panorama de calidad y refuerzos en las vallas y el disco femenino pinta promisorio. A la vuelta de meses, en agosto próximo o antes… se despejarán las interrogantes.

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