Octavio Borges Pérez, especial de la AIN para CubaSí.- La cantaora y guitarrista de flamenco catalana, Mayte Martín, a quien el Maestro Leo Brouwer califica como la mejor voz en la historia del cante, de una intensidad inabarcable, en la escena es como una fuerza telúrica profunda, aunque mesurada y sobria.

Admirable, tanto en los vericuetos de esa singular tradición popular española del cante como al interpretar emblemáticos boleros del repertorio mundial.

En persona resulta cálida, tierna, de una dulzura y autenticidad que atrapan las simpatías de quien conversa con ella por vez primera.

Cuando apenas unas horas después del último de sus dos conciertos (Cosas de dos, de boleros entrañables) -por vez primera en Cuba- , gracias a los auspicios del Festival las Voces Humanas, declaró rotunda que visitar esta tierra es una lección de vida.

Emocionada se refiere a la reacción del público en el Teatro Mella, durante Cosas de dos, cuando supo que entre la audiencia estaba la gran compositora cubana Marta Valdés, de quien interpretó los boleros Hacia dónde y Palabras.

De inmediato se pusieron de pie todos los asistentes y le ofrecieron a la autora atronadores aplausos y vivas.

Mayte afirma que en muy pocos países se aprecian, cuidan y veneran , como aquí, las cosas que les pertenecen; como ocurre con Marta Valdés, a quien cataloga de mágica, por la manera tan maravillosa con la cual se comunica con los demás mediante sus composiciones antológicas, que son legado inapreciable para Cuba y el mundo.

Dice que quien valore las cosas importantes de la cultura, debe viajar a esta Isla, para ver en vivo, como las personas comunes rinden tributo a las manifestaciones de la espiritualidad, que en definitiva son las que enriquecen al ser humano y para las cuales no se necesitan valijas para llevarlas siempre con uno.

Modesta, recatada, no se siente cómoda con el fotógrafo, porque dice que no sabía que acudiría a la entrevista y no se había preparado para ello, y, por supuesto, se accedió a sus deseos y se retiró el artista del lente.

En los escenarios, tanto en su espectáculo Flamenco clásico, como en Cosas de dos, sólo con un atuendo de color negro riguroso, sin gota de maquillaje, una plateada melena que esplende y un rostro de virgen al estilo románico, serio y austero, impone como si fuera uno de esos personajes raigales e insondables que protagonizan las mejores tragedias de su compatriota Federico García Lorca.

Pero cuando abre la boca y canta, el talento, la sinceridad, la intensidad desbordan y un halo de verdadera humanidad la rodea para agenciarse de inmediato los favores del público, aún el de uno que nunca la había visto actuar en vivo, como ocurrió en La Habana.

Aclara que no le gusta nombrase artista, porque ese concepto en estos tiempos está un tanto desacreditado porque cualquiera lo emplea con un sentido farandulero, frívolo y superficial; más que otra cosa, prefiere que la llamen cantaora.

Ante la audiencia prometió regresar lo antes posibles a Cuba; y en la conversación se interesa por si existen acá eventos dedicados al bolero y se alegra al saber que del 22 al 25 de junio de 2016 volverá el tradicional Festival Boleros de Oro.

Entretanto, en esta su primera estancia en La Habana, se siente renovada de energías porque también conoció personalmente a Marta Valdés y de inmediato y naturalmente se sintieron conectadas mutuamente con sus respectivas creaciones.

Subrayó que ni en sus mejores sueños imaginó que cantaría algunas de sus composiciones en su presencia y comenta que se atrevió a asumir tal reto porque lo hizo con toda su devoción y a la altura adecuada.