La puesta en escena de la compañía matancera Teatro de las Estaciones está inspirada en un texto asociado a la influencia del surrealismo, escrito por Federico García Lor­ca. El irrepresentable paseo de Buster Keaton, del matancero teatro Las Estaciones. Foto: Julio César García

Amelia Duarte de la Rosa - Granma.- Elegir qué ver en la cartelera del Festival de Teatro puede ser un verdadero rompecabezas, aunque sepamos de antemano que es físicamente imposible tener el don de la ubicuidad. Todo se convierte, entonces, en una ecuación ma­temática donde el tiempo de duración de las obras y la distancia entre los teatros son los elementos fundamentales. Las recomendaciones, por otro lado, no dejan de ser importantes e inquietantes: que si tal obra está buena, que si se presenta en función única, y —la peor frustración— que ya la quitaron de la programación y habrá que esperar a ver si en otro festival regresa.


Sacando bien la cuenta podemos llegar a ver hasta tres obras en un día, posibilidad que nos da la opción de quedar satisfechos, al menos, con una puesta, dado el caso de que las elecciones no hayan sido las más certeras. La jornada del martes y la de ayer, por ejemplo, nos regalaron tres propuestas que, debido a su diversidad de público y género, propongo comentar.

Los más pequeños pudieron divertirse con una farsa poética, del colectivo colombiano Pe­queño Teatro de Muñecos, en el teatro Nacional de Guiñol. La Historia de amor llegó al escenario con los atractivos coloridos de tres títeres de guante y dos clowns titiriteros. Un teatrino y una guitarra fueron suficientes para que los actores Leonor Amelia Pérez y Juan Sebastián Pontes expresaran las diferentes facetas del amor, las tradiciones y el oficio titiritero.

Con tan solo una hora de duración, ambos re­presentan una obra que discursa en las alegrías, la pureza de sentimientos, la belleza física e in­terna y, sobre todo, expone esa extraordinaria capacidad que posee el arte titiritero para hacer, de cualquier historia, un ente lúdico, conmovedor y edificante.

Para los adultos, llegó casi en calidad de estreno en La Habana, El irrepresentable paseo de Buster Keaton, del matancero teatro Las Es­taciones, dirigido por Rubén Darío Salazar.

La puesta, como aclara su director al inicio, es un homenaje al estreno en 1964, de la misma obra por los hermanos Camejo y Pepe Carril con el Teatro Nacional de Guiñol.

Inspirada en un texto asociado a la influencia del surrealismo, escrito por Federico García Lor­ca en 1928, El irrepresentable paseo… es una versión que recrea, de manera casi alucinante, la esencia personal del famoso actor, guionista y director norteamericano, con pasajes imposibles de hilvanar en el tiempo.

Diálogos de los dos personajes, Buster Kea­ton y Ella —magistralmente interpretados por Iván García y María Laura Germán—, de objetos y artefactos en forma de títeres, se entretejen en los 40 minutos de duración de esta obra, concebida como un poema visual donde la coherencia escenográfica y gramatical cobran un sinnúmero de significados, con un efecto a veces perturbador, a veces trágico y, a veces, también, hilarante.

Una exquisita banda sonora, integrada por temas de Nina Simone, Louis Armstrong, Bjork, Ana Belén, entre otros, junto a un certero —como siempre— diseño de artefactos, objetos, vestuario y luces de Zenén Calero posee esta puesta, minuciosamente pensada en todas y cada una de sus dimensiones.

El irrepresentable paseo… es una obra que anhela, que evoca los sentidos con simpáticas referencias surrealistas, donde conviven los án­geles y los demonios, el movimiento y el ges­to, la calidez y el dolor; la burla y la denuncia; y con la cual, una vez más, Las Estaciones vuelve a demostrar que es un grupo versátil e incansable en este infinito mundo de posibilidades que es el teatro.

El último espectáculo que comentaremos es uno que, sin duda, ha movilizado a medio público habanero y visitante a los predios del Copa Room del Hotel Riviera: Glory Box, La Re­volución, de Finucane & Smith, de Australia.

Si algo se agradece de este show es lo novedoso de su propuesta en un escenario capitalino. Mezcla de circo, música, danza, comedia y desnudez, Glory Box rompe los moldes de la costumbre, y trae un arte performático desconocido para muchos, algo que —ya sabemos— siempre aviva la curiosidad.

Olvidemos la dramaturgia y lo teatral, este es un show interactivo para divertirse, para explorarlo, para conocer algo diferente y para vivirlo intensamente desde que nos adentramos en su atmósfera burlesque —de alta carga erótica— hasta que agradecemos con aplausos la capacidad de esas artistas australianas de hacernos ver que en el arte no existen ni los límites ni las fronteras.

Faltan cuatro días para decir adiós a este es­pectáculo mayor que es la 16 edición del Fes­tival de Teatro. Cada jornada continuará siendo igual de intensa y variada. Propuestas de Brasil, Chile, Argentina, México, Estados Uni­dos, España, Fran­cia, Dinamarca, Rusia, Mó­na­co y Cuba aún inundan la cartelera de escenarios, parques y plazas.

Música en movimiento para amenizar Festival de Teatro de La Habana

PL.- La música en movimiento de la estadounidense Mary Ellen Childs Company destaca hoy entre las diversas obras en cartelera en el Festival de Teatro de La Habana, que concluirá el próximo sábado. 

Crash, Druminning In Motion es la propuesta de ese grupo, cuyo trabajo de percusión ha sido elogiado por insertar de manera armónica elementos visuales al ritmo de la música. 

Bajo la dirección artística de Mary Ellen Childs, los intérpretes Heather Barringer, Erik Barsness, Peter O'Gorman, Eric Sundeen y Heidi Eckwall conforman el elenco de esta puesta. 

Sus ejecuciones integran música, danza y teatro en modos frescos e inesperados, en piezas que encuentran su expresión dramática a través de los movimientos, la imagen visual y el ritmo. 

Esa unión entre visualidad y sonido crean un impacto al que las audiencias responden con un gran entusiasmo, según los organizadores del Festival de Teatro de La Habana. 

Mary Ellen Childs es una compositora interesada en el proceso creativo desde la concepción y composición, hasta la puesta en escena. 

En ocasiones, trabaja como un director o una especie de coreógrafo, mientras otras veces compone música a la que incorpora medios visuales. 

A juicio de la prensa crítica especializada estadounidense, Crash es un "trabajo enardecedor" interpretado por seis ejecutantes de címbalo sobre banquetas con ruedas, patines y otros modos de transporte sobre ruedas.

El Festival de Teatro de La Habana acoge desde el 22 y hasta el 31 de octubre unas 260 representaciones donde participan agrupaciones provenientes de 22 países.

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