El Che escribiría años después: “Quedamos en tierra firme, a la deriva, dando traspiés, constituyendo un ejército de sombras, de fantasmas, que caminaban como siguiendo el impulso de algún mecanismo psíquico”

Pedro Antonio García - Diario Granma.- En el sitio por donde desembarcaron, el mar es bajo y habitualmente tranquilo. Tres expedicionarios saltaron desde la nave. Juan Almeida los observaba: “Primero el agua les da por la cintura, al pecho, a la barbilla […] Nueva­men­te bajo el cuello, al pecho. Con la soga que tienen en la mano llegan al mangle y la amarran. Ahora bajan uno a uno. Los hombres más grue­sos al tirarse se entierran en el fango, los más livianos tienen que ayudarlos a salir”.


Los manglares forman, incluso hoy día, una enmarañada red y cubren el litoral, hasta ex­tenderse dos kilómetros tierra adentro. Los re­volucionarios tropezaban con sus raíces, caían. Se cuarteaban las botas. Los árboles es­pinosos y la cortadera de dos filos rasgaban los uniformes. Las armas y mochilas se mojaron, valiosos pertrechos se hundieron.

Tardaron varias horas en salir de la ciénaga. El Che escribiría años después: “Quedamos en tierra firme, a la deriva, dando traspiés, constituyendo un ejército de sombras, de fantasmas, que caminaban como siguiendo el impulso de algún mecanismo psíquico”.

Siete días antes, el 25 de noviembre de 1956, cerca de las dos de la madrugada, habían partido del puerto mexicano de Tuxpan en el yate Granma. Proa a Cuba la travesía estuvo signada por las marejadas, la sobrecarga de la nave y el hecho de que uno de los dos motores permaneció descompuesto durante más de 48 horas.

En la madrugada del 2 de diciembre, el yate encalló en un lugar conocido por Los Cayuelos, a unos dos kilómetros de la playa Las Colo­radas, al noroeste de Cabo Cruz. Después de una marcha a paso lento, interrumpida por los desmayos, las fatigas y los descansos de la tro­pa, en El Mijial (3 de diciembre), la familia de Varón Vega les cocinó unas gallinas y yuca, caldo para los más débiles y les ofrecieron miel.

Continuó la marcha. En Agua Fina (diciembre 4) volvieron a palpar la hospitalidad campesina. De madrugada, ya día 5, alcanzaron un punto conocido por Alegría de Pío. Según el Che, “era un pequeño cayo de monte, ladeando un cañaveral por un costado y por otro abierto a unas abras, iniciándose más lejos el bosque cerrado”.

Muchos se quitaron las botas y pusieron sus medias al sol. Los médicos Faustino Pérez y Che comenzaron a atender las ampollas sangrantes en los pies de los expedicionarios. Más tarde, Ra­­miro Valdés repartió galletas con un pedazo de chorizo, Almeida miró su reloj: las agujas mar­caban las 4:20 p.m. Unos 20 minutos después, sonó un disparo y se generalizó el tiroteo.

El jefe de la tropa batistiana les intimó a la rendición. “Aquí no se rinde nadie...”, respondió Almeida y mientras disparaba, al ver que ha­cia ellos se concentraba el fuego, le dijo al Che: “Ponte algo en el cuello, que estás sangrando mucho, y vámonos”.

Solo tres expedicionarios no lograron romper el cerco de los guardias: Humberto Lamo­the, Oscar Rodríguez e Israel Cabrera, los primeros mártires de la expedición. El resto del contingente revolucionario se fraccionó.

Sin dejar de disparar, Fidel siguió impartiendo órdenes a sus compañeros. Junto con Juan Manuel Márquez y Universo Sánchez se dirigió hacia el este, por entre los surcos. Avan­za­ban a saltos, de tramo en tramo; en una de esas etapas, Juan Manuel se les perdió. Regresaron a buscarlo, pero a quien hallaron fue a Faustino Pérez. En la oscuridad de la noche, se internaron en el monte.

En torno a Raúl se agruparon Ciro Redondo, Efigenio Ameijeiras, René Rodríguez, Arman­do Rodríguez y César Gómez. Almeida logró nuclear un pequeño grupo: Che, Ramiro, Rey­naldo Benítez y Rafael Chao.

Sobre las peripecias de este último grupo, consignaría el Guerrillero Heroico en sus Pa­sa­jes de la Guerra Revolucionaria: “Cami­na­mos hasta que la noche nos impidió avanzar y resolvemos dormir todos juntos, amontonados, atacados por los mosquitos, atenazados por la sed y el hambre (...). Así fue nuestro bautismo de fuego (...) Así se inició la forja de lo que sería el Ejército Rebelde”.

El talante creativo de amigos muy especiales

Convocado por la Organización de Pioneros José Martí, el Ministerio de Educación y las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el concurso Amigos de las FAR rinde homenaje al desembarco del yate Granma y al Día de esta institución militar

Juventud Rebelde.- Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), nacidas en homenaje al desembarco de aquel yate que en 1956 trajo a un grupo impetuoso de jóvenes, deseosos de conducir definitivamente a Cuba por los inmensos caminos de la libertad, siguen siendo una fecunda inspiración para los más bisoños.

Así, en las últimas semanas pioneros de varias provincias han sido reconocidos por resultar ganadores del concurso Amigos de las FAR. En Isla de la Juventud dos pioneros descollaron en esta ocasión: la alumna Sheyla Belisa Delgado Remedios, de la escuela especial José Martí, quien mereció el lauro en la categoría de carta saludo, por lo que recibió la réplica del yate Granma de manos del coronel Orlando Cardoso Villavicencio, Héroe de la República de Cuba, y Luigi Darío Frías García, que cursa el quinto grado en el seminternado Abel Santamaría, acreedor de una mención especial en la categoría de poesía, con versos dedicados al desembarco del yate Granma.

Al estudiante matancero de 14 años Fidel Octavio Núñez, alumno de la escuela especial Abel Santamaría Cuadrado, de Unión de Reyes, agasajado en la categoría de Artes Plásticas, se le entregó la réplica del yate Granma por el general de brigada Arnaldo Tamayo Méndez, Héroe de la República de Cuba, quien al conversar con los estudiantes, maestros, familiares y miembros de las FAR, recordó el viaje al cosmos que protagonizó en 1980, y enfatizó en que solo el socialismo posibilitó que países como Cuba, Vietnam y Mongolia, pudieran llevar a cabo vuelos espaciales.

«Ustedes sueñan mucho, con el espacio y otras cosas, y a veces los sueños se convierten en realidad, por eso les pido que sigan soñando, con las sonrisas bellas de los niños, que sigan aprendiendo de los maestros, padres, y de la comunidad que participa en la educación de todos ustedes», resumió el primer cosmonauta de Latinoamérica.

El coronel Ricardo Murga Pacheco, de la Región Militar de Matanzas, significó que este concurso honra a los miembros de las FAR, a los héroes y mártires, a nuestro pueblo uniformado.

También de manos de Arnaldo Tamayo Méndez recibió la estudiante mayabequense de noveno grado, Alena Isis Acosta Hernández, el galardón en la modalidad de poesía.

En el acto, el capitán de corbeta Bernardo Guía Perdomo, jefe de la Sección UJC de la dirección política las FAR, aseguró que el cariño, respeto y admiración de los pioneros participantes con poemas, cartas y dibujos, compromete a los combatientes a seguir salvaguardando las conquistas revolucionarias.

Al igual que en la Isla de la Juventud, en Holguín el coronel Orlando Cardoso Villavicencio honró a la pionera Brenda María Palmero, al conferirle una réplica del yate Granma, por ser ganadora en la categoría de artes plásticas.

Con apenas nueve años de edad, y en cuarto grado, dijo que dedicaba ese premio especialmente a sus padres.

En el acto de premiación, el general de brigada Roberto Reyes La O otorgó un reconocimiento del Jurado Nacional, además, al estudiante Maikel Ramírez, de la escuela especial Rigoberto Sillero, en el municipio de Antilla.

Emotiva resultó la jornada de este lunes para la artemiseña Jessica Marla Aguilar González, de la escuela rural Luis Ramírez López, del poblado de Banes, quien recibió el premio en la categoría de carta saludo, también por el coronel Orlando Cardoso Villavicencio.

La epístola, según dijo Jessica, está dirigida a los miembros de las FAR, y constituye un agradecimiento a quienes sacrificaron la vida porque su generación tuviera acceso a la educación, la salud y al resto de las conquistas revolucionarias.

Al igual que en varios territorios del país, en la entrega artemiseña estuvo presente Aymara Guzmán Carranza, presidenta nacional de la OPJM, junto a otros dirigentes de la provincia y el municipio de Caimito.

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